/ domingo 14 de julio de 2019

La familia es la institución educativa más sencilla y universal

La familia es la institución educativa más sencilla y universal, la más económica y eficaz, capaz de proporcionar una formación completa. Antes que ser un ciudadano, el ser humano es un miembro activo de una familia, del primero y más importante grupo social de ascendientes y descendientes en el mundo. Es una exclusiva y trascendente forma de convivencia cuya tradición es la más antigua de nuestra especie. Si la humanidad no se hubiera organizado en familias, tampoco hubiera podido estructurarse en naciones.

Entre los rasgos más esenciales de una familia figuran: una comunidad de vida, los lazos de sangre, la unidad basada en el amor, el criar y educar a los hijos, prepararlos para que sepan enfrentar su vida futura y, ser célula fundamental de una sociedad. Por ello en un pueblo, ciudad, estado o país las necesidades domésticas, la generación y la nutrición de una familia son de vital importancia y, de ello, es primordial la responsabilidad de un gobierno civil.

Sin familia, la especie humana no es viable, ni siquiera biológicamente. Un niño, un anciano, un enfermo, no se valen por sí mismos y necesitan un hogar donde poder vivir, amar y ser amados, alimentados, cuidados. Una persona es un ser familiar, un ente querido por su familia, que nace, crece, convive en el hogar y en sociedad, requiriendo de la coexistencia de los demás.

Sería ilógico ver a la familia como una simple célula biológica de la comunidad, ya que lo es positiva y generalmente en los aspectos social, político, cultural y moral. Virtudes capitales como la justicia y el respeto al derecho ajeno se aprenden principalmente en el seno familiar, así como el ejercicio humano de la autoridad y su acatamiento. La familia, por tanto, es insustituible desde el punto de vista de la pedagogía social. Su misma travesía por encima del oleaje de los pequeños y grandes conflictos inevitables, es una gran escuela de mucho esfuerzo y sabiduría que precisa de entrega decidida y mutua ayuda para los humanos. En la familia se forman los hijos en hábitos, cuyo campo de acción se extiende hasta la concordia ciudadana. De hecho, la tolerancia familiar es una enseñanza incomparable superior a cualquier otra institución sociocultural.

La familia es una organización con defectos reales sin duda, pues la misma naturaleza proporciona a los padres la multiplicación de su especie, con el compromiso de formarlos física y mentalmente. Toda una grande y hermosa responsabilidad. Pero no falta que se proceda al divorcio como panacea para matrimonios mal avenidos, lo cual de ninguna manera es saludable porque los hijos son los que pagan las consecuencias. Ciertamente que hay casos difíciles, todo un infortunio, aunque cargado de sentido; no obstante vale la pena el esfuerzo y la defensa del matrimonio como una institución.

Cuando la familia fracasa tenemos la obligación de intentar suplirla con orfanatos por ejemplo, aun cuando cuantos y cuantos chicos son víctimas del fracaso parcial de nuestra cultura, de nuestros valores y de nuestras normas morales. Aunque ni las mejores instituciones sustituyen el corazón auténtico de una madre. Con frecuencia olvidamos que el estado no es padre ni madre y que, por muy poderoso que sea, jamás ha educado a un niño ni nunca lo hará. También olvidamos que los niños sólo pueden ser educados si los padres poseen la dosis de autoridad y el sentido común necesarios, si hablan a sus hijos de lo injusto y de lo justo, del bien y del mal.

Hemos llegado a una crisis familiar sin precedentes que afecta sobre todo a la democracia de nuestro país. Muchos analistas han considerado que: “La familia es la más amable de las creaciones humanas, la más delicada mezcla de necesidad y libertad. Sólo ella es capaz de transmitir con eficacia valores fundamentales que dan sentido a la vida y, eso la hace especialmente valiosa en un mundo donde quiere dominar el sinsentido”. Dicho razonamiento en lo particular lo considero acertado y propio porque sin duda alguna la educación familiar superada integralmente, es el punto clave, básico, para lograr la modernidad de una sociedad.

Los padres de familia deben hacer un esfuerzo por disponer del tiempo posible para sus hijos; pues con los adolescentes no se vale decir “no tengo tiempo” porque damos lugar a que se fomente la desobediencia y la irresponsabilidad. Se debe aprovechar todo momento en que se animan a plantear sus problemas y buscan ser escuchados. Es la fórmula más valiosa y sencilla para orientar a los hijos y lograr la armonía familiar.

La familia es la institución educativa más sencilla y universal, la más económica y eficaz, capaz de proporcionar una formación completa. Antes que ser un ciudadano, el ser humano es un miembro activo de una familia, del primero y más importante grupo social de ascendientes y descendientes en el mundo. Es una exclusiva y trascendente forma de convivencia cuya tradición es la más antigua de nuestra especie. Si la humanidad no se hubiera organizado en familias, tampoco hubiera podido estructurarse en naciones.

Entre los rasgos más esenciales de una familia figuran: una comunidad de vida, los lazos de sangre, la unidad basada en el amor, el criar y educar a los hijos, prepararlos para que sepan enfrentar su vida futura y, ser célula fundamental de una sociedad. Por ello en un pueblo, ciudad, estado o país las necesidades domésticas, la generación y la nutrición de una familia son de vital importancia y, de ello, es primordial la responsabilidad de un gobierno civil.

Sin familia, la especie humana no es viable, ni siquiera biológicamente. Un niño, un anciano, un enfermo, no se valen por sí mismos y necesitan un hogar donde poder vivir, amar y ser amados, alimentados, cuidados. Una persona es un ser familiar, un ente querido por su familia, que nace, crece, convive en el hogar y en sociedad, requiriendo de la coexistencia de los demás.

Sería ilógico ver a la familia como una simple célula biológica de la comunidad, ya que lo es positiva y generalmente en los aspectos social, político, cultural y moral. Virtudes capitales como la justicia y el respeto al derecho ajeno se aprenden principalmente en el seno familiar, así como el ejercicio humano de la autoridad y su acatamiento. La familia, por tanto, es insustituible desde el punto de vista de la pedagogía social. Su misma travesía por encima del oleaje de los pequeños y grandes conflictos inevitables, es una gran escuela de mucho esfuerzo y sabiduría que precisa de entrega decidida y mutua ayuda para los humanos. En la familia se forman los hijos en hábitos, cuyo campo de acción se extiende hasta la concordia ciudadana. De hecho, la tolerancia familiar es una enseñanza incomparable superior a cualquier otra institución sociocultural.

La familia es una organización con defectos reales sin duda, pues la misma naturaleza proporciona a los padres la multiplicación de su especie, con el compromiso de formarlos física y mentalmente. Toda una grande y hermosa responsabilidad. Pero no falta que se proceda al divorcio como panacea para matrimonios mal avenidos, lo cual de ninguna manera es saludable porque los hijos son los que pagan las consecuencias. Ciertamente que hay casos difíciles, todo un infortunio, aunque cargado de sentido; no obstante vale la pena el esfuerzo y la defensa del matrimonio como una institución.

Cuando la familia fracasa tenemos la obligación de intentar suplirla con orfanatos por ejemplo, aun cuando cuantos y cuantos chicos son víctimas del fracaso parcial de nuestra cultura, de nuestros valores y de nuestras normas morales. Aunque ni las mejores instituciones sustituyen el corazón auténtico de una madre. Con frecuencia olvidamos que el estado no es padre ni madre y que, por muy poderoso que sea, jamás ha educado a un niño ni nunca lo hará. También olvidamos que los niños sólo pueden ser educados si los padres poseen la dosis de autoridad y el sentido común necesarios, si hablan a sus hijos de lo injusto y de lo justo, del bien y del mal.

Hemos llegado a una crisis familiar sin precedentes que afecta sobre todo a la democracia de nuestro país. Muchos analistas han considerado que: “La familia es la más amable de las creaciones humanas, la más delicada mezcla de necesidad y libertad. Sólo ella es capaz de transmitir con eficacia valores fundamentales que dan sentido a la vida y, eso la hace especialmente valiosa en un mundo donde quiere dominar el sinsentido”. Dicho razonamiento en lo particular lo considero acertado y propio porque sin duda alguna la educación familiar superada integralmente, es el punto clave, básico, para lograr la modernidad de una sociedad.

Los padres de familia deben hacer un esfuerzo por disponer del tiempo posible para sus hijos; pues con los adolescentes no se vale decir “no tengo tiempo” porque damos lugar a que se fomente la desobediencia y la irresponsabilidad. Se debe aprovechar todo momento en que se animan a plantear sus problemas y buscan ser escuchados. Es la fórmula más valiosa y sencilla para orientar a los hijos y lograr la armonía familiar.