/ miércoles 27 de mayo de 2020

La juventud, de las etapas más bonitas de la vida

La juventud es una de las etapas más bonitas de la vida, por ello se sugiere que no la manches, no la empañes, no la destruyas con vicios, malos hábitos, deslices, errores. No cedas, joven, a las tentaciones del mal, elude el contacto con sentimientos negativos, frívolos, degradantes.

Antepón la razón a tus deseos, pasiones e impulsos. ¡Aléjate del peligro! No cometas un casamiento prematuro porque destruyes la maravillosa libertad de tu juventud. Piensa en tus padres, hermanos, amigos verdaderos; les debes respeto y atención. Evita menospreciar los consejos y recomendaciones de tus mayores; no incurras en la arrogancia de pretender saber lo mucho que todavía ignoras; esto como consecuencia lógica de tu escasa edad y falta de experiencia. La felicidad no existe por sí sola; no esperes que alguien te la regale; tienes que edificarla con tus pensamientos y actos cotidianos positivos. Que no se te escape de tus manos la oportunidad de ser joven.

Lo primero que les pediría a nuestros jóvenes es, que no se les vaya su juventud haciendo barbaridades, extravagancias, locuras, intrascendencias, desmanes, que aparte de perder el tiempo desvirtúan su vida, la cimentan en fango y, dan vigencia a un futuro devastado.

Malos mexicanos han prostituido al pueblo y lo están degenerando, infestándolo en demagogia y corrupción. Sentimos que son indiferentes a la pobreza, a la cultura, a la dignidad, a la experiencia y, poco a poco lo van arrastrando a una miserable esclavitud. Es justo y necesario incitar, hasta donde las circunstancias de la vida lo permitan, el resurgimiento de ciudadanos limpios, honrados, grandes de espíritu, capaces de construir una auténtica filosofía social basada en principios de justicia, de verdad, lealtad, libertad y decisión.

Que propicien la transformación, la creación de una vida sana, normal, que remate este distanciamiento social que estamos viviendo; independientemente del interés muy personal y cabal que obliga a cada individuo a resistir, a cumplir, para garantizar la vida subsiguiente, con auténtico sentido de nacionalidad y amor a la patria.

Exige a nuestros jóvenes considerar el amor y la entrega de sus padres por educarlos lo mejor posible. Reflexionar que sus padres han dedicado muchos años de cuidados pacientes y amorosos sacrificios, desvelos y esfuerzos por formarlos cívicamente, desde su nacimiento, infancia, niñez, adolescencia, juventud, con el anhelo, muy legítimo, de que sean personas preparadas, honorables, felices, de lo cual se sientan orgullosos. Por lo cual, no sería ecuánime que, dejando atraparse por un estado transitorio de ofuscación y debilidad, en unos cuantos minutos de furtivo desliz, destruyan su vida y la de su familia.

Con base a fuerza de voluntad y firmeza de carácter, lograrán que su mente se sobreponga y controle sus instintos, apetitos e impulsos, lo que a la vez permitirá actuar con prudencia y templanza. Sólo los animales, por carecer de razón, son cautivos de sus instintos. Condúzcanse con equilibrio y sensatez. La adolescencia y la primera juventud son etapas difíciles y delicadas que requieren de la intervención inexcusable de los padres de familia. Para salvarlos con dignidad y decoro, hay que hacer acopio de la inteligencia, buen juicio, preparación y estudio. Contribuiremos a sentar las bases de su futuro desarrollo con satisfacción y felicidad.


Entre menos ignorantes seamos, más felices seremos. La pérdida de tiempo no se recupera jamás. La pobreza en la tierra es el infierno de los pobres. Tengamos mucho cuidado en lo que hacemos y decimos; si no, sufriremos las consecuencias de nuestra imprevisión. Las abejas son mejor ejemplo de solidaridad que los seres humanos. Ayudemos en lo posible a nuestros semejantes y, si no podemos, al menos no los perjudiquemos. Así como nosotros observamos y criticamos a los demás, ellos también hacen lo mismo con nosotros. Un juzgador percibe la imagen de cada humano con base en la experiencia personal, sentimientos, habilidad, actividad a lo que se dedica, modo de hablar, pensar, tratar a los demás, reaccionar ante diversas decisiones, situaciones y problemas.

La felicidad no existe por sí sola; no esperemos que alguien nos la regale. Hay que construirla con nuestros pensamientos y actos cotidianos positivos. Que no se escape de tus manos la oportunidad de ser joven. La juventud es el mejor momento de la vida para edificar el futuro. El dinero y el poder cavan un abismo recóndito entre los seres humanos. En nuestro trato con las personas seamos respetuosos, considerados, amables con todos incluso con nuestros amigos y, no cometamos imprudencias, no seamos inoportunos, impertinentes; no hagamos bromas pesadas e hirientes. Recordemos que cada quien tiene su propia sensibilidad, temperamento, carácter y no todos recibimos de la misma manera las palabras, acciones, comparaciones, motes.

No caigamos en situaciones de vanidad, despotismo, arrogancia, prepotencia, megalomanía. Son actitudes extraviadas que revelan inmadurez y que siendo negativas para quien las padece, pueden llegar a ser muy peligrosas a la familia, grupo o sociedad. El afectado se siente muy importante y cree que vale mucho. Hay que sacudirse toda abulia, atonía, modorra de lo que se está enfermo; darse cuenta de que se está masacrando. Tal indiferencia, insensibilidad, conformismo, nos acerca a la categoría de objeto. El aspecto que damos revela cómo nos ha tratado la vida.

Se espera en los jóvenes vayan presentando con mayor incidencia sentimientos de afecto, de bondad, de recogimiento, de solidaridad hacia sus prójimos, así como buenos propósitos. Que tomen cabal conciencia del contenido de dichas sensaciones y se convenzan de que su observancia natural sea permanente, lo cual les va a permitir evolucionar, para dar paso a mejores seres humanos, más depurados, más perfeccionados.

La juventud es una de las etapas más bonitas de la vida, por ello se sugiere que no la manches, no la empañes, no la destruyas con vicios, malos hábitos, deslices, errores. No cedas, joven, a las tentaciones del mal, elude el contacto con sentimientos negativos, frívolos, degradantes.

Antepón la razón a tus deseos, pasiones e impulsos. ¡Aléjate del peligro! No cometas un casamiento prematuro porque destruyes la maravillosa libertad de tu juventud. Piensa en tus padres, hermanos, amigos verdaderos; les debes respeto y atención. Evita menospreciar los consejos y recomendaciones de tus mayores; no incurras en la arrogancia de pretender saber lo mucho que todavía ignoras; esto como consecuencia lógica de tu escasa edad y falta de experiencia. La felicidad no existe por sí sola; no esperes que alguien te la regale; tienes que edificarla con tus pensamientos y actos cotidianos positivos. Que no se te escape de tus manos la oportunidad de ser joven.

Lo primero que les pediría a nuestros jóvenes es, que no se les vaya su juventud haciendo barbaridades, extravagancias, locuras, intrascendencias, desmanes, que aparte de perder el tiempo desvirtúan su vida, la cimentan en fango y, dan vigencia a un futuro devastado.

Malos mexicanos han prostituido al pueblo y lo están degenerando, infestándolo en demagogia y corrupción. Sentimos que son indiferentes a la pobreza, a la cultura, a la dignidad, a la experiencia y, poco a poco lo van arrastrando a una miserable esclavitud. Es justo y necesario incitar, hasta donde las circunstancias de la vida lo permitan, el resurgimiento de ciudadanos limpios, honrados, grandes de espíritu, capaces de construir una auténtica filosofía social basada en principios de justicia, de verdad, lealtad, libertad y decisión.

Que propicien la transformación, la creación de una vida sana, normal, que remate este distanciamiento social que estamos viviendo; independientemente del interés muy personal y cabal que obliga a cada individuo a resistir, a cumplir, para garantizar la vida subsiguiente, con auténtico sentido de nacionalidad y amor a la patria.

Exige a nuestros jóvenes considerar el amor y la entrega de sus padres por educarlos lo mejor posible. Reflexionar que sus padres han dedicado muchos años de cuidados pacientes y amorosos sacrificios, desvelos y esfuerzos por formarlos cívicamente, desde su nacimiento, infancia, niñez, adolescencia, juventud, con el anhelo, muy legítimo, de que sean personas preparadas, honorables, felices, de lo cual se sientan orgullosos. Por lo cual, no sería ecuánime que, dejando atraparse por un estado transitorio de ofuscación y debilidad, en unos cuantos minutos de furtivo desliz, destruyan su vida y la de su familia.

Con base a fuerza de voluntad y firmeza de carácter, lograrán que su mente se sobreponga y controle sus instintos, apetitos e impulsos, lo que a la vez permitirá actuar con prudencia y templanza. Sólo los animales, por carecer de razón, son cautivos de sus instintos. Condúzcanse con equilibrio y sensatez. La adolescencia y la primera juventud son etapas difíciles y delicadas que requieren de la intervención inexcusable de los padres de familia. Para salvarlos con dignidad y decoro, hay que hacer acopio de la inteligencia, buen juicio, preparación y estudio. Contribuiremos a sentar las bases de su futuro desarrollo con satisfacción y felicidad.


Entre menos ignorantes seamos, más felices seremos. La pérdida de tiempo no se recupera jamás. La pobreza en la tierra es el infierno de los pobres. Tengamos mucho cuidado en lo que hacemos y decimos; si no, sufriremos las consecuencias de nuestra imprevisión. Las abejas son mejor ejemplo de solidaridad que los seres humanos. Ayudemos en lo posible a nuestros semejantes y, si no podemos, al menos no los perjudiquemos. Así como nosotros observamos y criticamos a los demás, ellos también hacen lo mismo con nosotros. Un juzgador percibe la imagen de cada humano con base en la experiencia personal, sentimientos, habilidad, actividad a lo que se dedica, modo de hablar, pensar, tratar a los demás, reaccionar ante diversas decisiones, situaciones y problemas.

La felicidad no existe por sí sola; no esperemos que alguien nos la regale. Hay que construirla con nuestros pensamientos y actos cotidianos positivos. Que no se escape de tus manos la oportunidad de ser joven. La juventud es el mejor momento de la vida para edificar el futuro. El dinero y el poder cavan un abismo recóndito entre los seres humanos. En nuestro trato con las personas seamos respetuosos, considerados, amables con todos incluso con nuestros amigos y, no cometamos imprudencias, no seamos inoportunos, impertinentes; no hagamos bromas pesadas e hirientes. Recordemos que cada quien tiene su propia sensibilidad, temperamento, carácter y no todos recibimos de la misma manera las palabras, acciones, comparaciones, motes.

No caigamos en situaciones de vanidad, despotismo, arrogancia, prepotencia, megalomanía. Son actitudes extraviadas que revelan inmadurez y que siendo negativas para quien las padece, pueden llegar a ser muy peligrosas a la familia, grupo o sociedad. El afectado se siente muy importante y cree que vale mucho. Hay que sacudirse toda abulia, atonía, modorra de lo que se está enfermo; darse cuenta de que se está masacrando. Tal indiferencia, insensibilidad, conformismo, nos acerca a la categoría de objeto. El aspecto que damos revela cómo nos ha tratado la vida.

Se espera en los jóvenes vayan presentando con mayor incidencia sentimientos de afecto, de bondad, de recogimiento, de solidaridad hacia sus prójimos, así como buenos propósitos. Que tomen cabal conciencia del contenido de dichas sensaciones y se convenzan de que su observancia natural sea permanente, lo cual les va a permitir evolucionar, para dar paso a mejores seres humanos, más depurados, más perfeccionados.