/ miércoles 17 de octubre de 2018

La literatura, vacuna efectiva contra la xenofobia

Ante tiempos difíciles como la xenofobia, la misoginia, la trata, el racismo, la esclavitud, la literatura puede ser una vacuna ante estas adversidades, según el escritor español Mario Escobar.

Las novelas, en especial las letras, son un buen remedio para poner un alto a un mundo cada vez más intolerante, vivimos un momento histórico muy convulso, y tan sólo en Europa está surgiendo de nuevo el extremismo de derecha, un mundo más racista con mucho antisemitismo, donde se han perdido los valores.

De esta manera, las novelas son capaces de transformar a las personas, les da esperanza y unión, sin importar su religión, creencia o raza, así podemos ver lo que sucede por ejemplo en los Estados Unidos con la cuestión de los migrantes y a partir de ahí, se cree que para acabar con los problemas, hay que acabar primero con la migración y eso no soluciona nada.

En su obra “Los niños de la estrella amarilla”, Mario Escobar muestra el mundo de la inocencia infantil en medio de la vorágine de la Segunda Guerra Mundial a través de los ojos de sus protagonistas, Jacob y Moises Stein, dos pequeños judíos alemanes que deben huir de París cuando la policía comienza las redadas para capturar a los judíos extranjeros.

Las historias, no la Historia, sobre la Segunda Guerra Mundial parecen no acabarse nunca. Siguen apareciendo capítulos desconocidos para el mundo o para una parte de él, como ésta, que es una historia de coraje, del poder de la gente común y corriente, de resistencia civil pacífica, de cómo sin usar un arma fueron capaces de salvar a más personas que en otros sitios donde sí se usó la violencia, por lo que el autor confronta su mundo infantil con aquel de una crueldad inimaginable que sacudió la Europa de los cuarenta, un viaje a una madurez forzada, pero también un vistazo al corazón de gente comprometida con la causa del bien.

Con su llegada y estancia al pueblo Le Chambon-sur-Lignon conocemos la historia real de un lugar y sus valientes habitantes, como el pastor André Trocmé y su esposa, Magda, a Roger Darcissac y el pastor Edouard Theis.

Ellos iniciaron primero el movimiento de resistencia civil pacífica y luego lideraron a esta comunidad de hugonotes, cuyo aprecio por la libertad y después de siglos de sufrir en carne propia la persecución religiosa, les impulsó a convertirse en uno de los pocos oasis para los judíos perseguidos en la Francia de la Segunda Guerra Mundial.

Dividida en tres partes, la novela atrapa al lector y le lleva junto con los dos niños Stein a descubrir que en un mundo de infinita maldad siempre hay una pequeña luz que ilumina la más tenebrosa de las circunstancias, aunque el costo sea alto.

Según el autor, esta novela surgió a raíz de un viaje en el 2011 a Chambon, donde escuchó los testimonios de adultos que en esa época eran niños, donde lo impresionó el tener que atravesar toda Europa, en especial Francia, para llegar a ese sitio de refugio donde la mayoría de los niños permanecieron en ese lugar porque sus padres fueron exterminados por los nazis.

La orden de Hitler fue enviar a Alemania a los hombres judíos que encontraran en Francia, no pidió niños ni mujeres, dio la orden de que no se les tocara ni un pelo a los franceses, por lo que por ese país rondaron miles de niños solos, pues sus padres ya habían sido apresados o habían huido.

Esta historia de estos niños perseguidos y refugiados en Le Chambon sur-Lignon, se ocultó durante décadas, hasta finales de los setenta que apareció en un documental, hecho por el hijo de unos sobrevivientes, y este lugar es el alma de Francia, el sitio donde se mantuvo la dignidad, la libertad, la igualdad y la fraternidad cuando toda Francia estaba sometida al nazismo.

Así, Escobar busca que su novela sea una vacuna contra la xenofobia porque el mundo tiene condiciones similares a las que se dieron en Europa en el periodo entre guerra, eso que pasó, puede volver a suceder, y es lo que no podemos dejar que se repita.

Ante tiempos difíciles como la xenofobia, la misoginia, la trata, el racismo, la esclavitud, la literatura puede ser una vacuna ante estas adversidades, según el escritor español Mario Escobar.

Las novelas, en especial las letras, son un buen remedio para poner un alto a un mundo cada vez más intolerante, vivimos un momento histórico muy convulso, y tan sólo en Europa está surgiendo de nuevo el extremismo de derecha, un mundo más racista con mucho antisemitismo, donde se han perdido los valores.

De esta manera, las novelas son capaces de transformar a las personas, les da esperanza y unión, sin importar su religión, creencia o raza, así podemos ver lo que sucede por ejemplo en los Estados Unidos con la cuestión de los migrantes y a partir de ahí, se cree que para acabar con los problemas, hay que acabar primero con la migración y eso no soluciona nada.

En su obra “Los niños de la estrella amarilla”, Mario Escobar muestra el mundo de la inocencia infantil en medio de la vorágine de la Segunda Guerra Mundial a través de los ojos de sus protagonistas, Jacob y Moises Stein, dos pequeños judíos alemanes que deben huir de París cuando la policía comienza las redadas para capturar a los judíos extranjeros.

Las historias, no la Historia, sobre la Segunda Guerra Mundial parecen no acabarse nunca. Siguen apareciendo capítulos desconocidos para el mundo o para una parte de él, como ésta, que es una historia de coraje, del poder de la gente común y corriente, de resistencia civil pacífica, de cómo sin usar un arma fueron capaces de salvar a más personas que en otros sitios donde sí se usó la violencia, por lo que el autor confronta su mundo infantil con aquel de una crueldad inimaginable que sacudió la Europa de los cuarenta, un viaje a una madurez forzada, pero también un vistazo al corazón de gente comprometida con la causa del bien.

Con su llegada y estancia al pueblo Le Chambon-sur-Lignon conocemos la historia real de un lugar y sus valientes habitantes, como el pastor André Trocmé y su esposa, Magda, a Roger Darcissac y el pastor Edouard Theis.

Ellos iniciaron primero el movimiento de resistencia civil pacífica y luego lideraron a esta comunidad de hugonotes, cuyo aprecio por la libertad y después de siglos de sufrir en carne propia la persecución religiosa, les impulsó a convertirse en uno de los pocos oasis para los judíos perseguidos en la Francia de la Segunda Guerra Mundial.

Dividida en tres partes, la novela atrapa al lector y le lleva junto con los dos niños Stein a descubrir que en un mundo de infinita maldad siempre hay una pequeña luz que ilumina la más tenebrosa de las circunstancias, aunque el costo sea alto.

Según el autor, esta novela surgió a raíz de un viaje en el 2011 a Chambon, donde escuchó los testimonios de adultos que en esa época eran niños, donde lo impresionó el tener que atravesar toda Europa, en especial Francia, para llegar a ese sitio de refugio donde la mayoría de los niños permanecieron en ese lugar porque sus padres fueron exterminados por los nazis.

La orden de Hitler fue enviar a Alemania a los hombres judíos que encontraran en Francia, no pidió niños ni mujeres, dio la orden de que no se les tocara ni un pelo a los franceses, por lo que por ese país rondaron miles de niños solos, pues sus padres ya habían sido apresados o habían huido.

Esta historia de estos niños perseguidos y refugiados en Le Chambon sur-Lignon, se ocultó durante décadas, hasta finales de los setenta que apareció en un documental, hecho por el hijo de unos sobrevivientes, y este lugar es el alma de Francia, el sitio donde se mantuvo la dignidad, la libertad, la igualdad y la fraternidad cuando toda Francia estaba sometida al nazismo.

Así, Escobar busca que su novela sea una vacuna contra la xenofobia porque el mundo tiene condiciones similares a las que se dieron en Europa en el periodo entre guerra, eso que pasó, puede volver a suceder, y es lo que no podemos dejar que se repita.