/ domingo 14 de abril de 2019

La maestra sigue dando la cara y Cepeda escondiéndola

El día seis de abril del año que transcurre, en un evento organizado para los “Maestros Jóvenes por México”, vuelve la maestra a dar la cara, donde micrófono en mano y sin medir el volumen de lo que su ronco pecho traía ganas de soltar. Ahí mero, sin cortapisas ni metáforas, arremetió contra el proyecto de reforma educativa del presidente, a la que bautizó de “reformita”.

Sin embargo, creo yo, no hay que capitalizar ni satanizar lo tronante y disonante, cuando la maestra enfatiza al ritmo de su emoción, porque esta vez, pese a la enjundia que destilaba por todos lados, entreveró muy bien las consignas que la movieron y a lo que iba: cuestionando de entrada y al mismo tiempo buscando un equilibrio discursivo sin desperdicio y sin dejar cabos sueltos entre las definiciones educativas, la incompetencia sindical actual, la intransigencia sistemática de la coordinadora y la urgencia del modelo educativo que legitimen los docentes.

Ahí centró lo medular de su oratoria, la que tuvo que enriquecer, aludiendo categóricamente la intransigencia de unos y el silencio supino de otros. De ahí que públicamente le diera su mérito con reservas al protagonismo tradicional y condenara con índice de fuego la nulidad de los actuales líderes del SNTE, a quienes fustigó de buenos ni siquiera para ellos. Y cómo intuyó que la expresión aún era piadosa; la matizó con adjetivos bruscos que rinden honor a la mediocridad, pequeñez e ignorancia.

Pero su reproche no sólo queda en la alusión individual, sino retumba cuando los hace responsables de la actitud nefasta de un magisterio apabullado, agachado y secuestrado y encarcelado en sí mismo y en lo colectivo y enseñando así a sus sometidos, a que vean como siembran otros para que sean cosecheros del esfuerzo ajeno.

El ingrediente ácido que acaba de agregarle al tema la maestra, quien en plena coincidencia con sus detractores, no vacila en afirmar que el felino menor de AMLO es el mismo de Peña Nieto, nada más que maquillado con cosmético barato.

De ahí que la razón le asista a la maestra, cuando cuestiona al SNTE por no saber fijar una postura precisa a propósito de sus provocaciones, y tiempos sobre los recovecos de la nueva reforma educativa, los vientos transformadores o los grandes retos que forzosamente tiene que asumir el sindicato.

Ante declaraciones tan punzantes reaccionaron tardía y tibiamente, bajo un esquema de manifiestos mediáticos, donde simulan la petición de la abrogación de la reforma educativa, pero sin renunciar a su zona de confort y no precisamente por compromiso, sino como una salida fácil del patio de ortigas en que la maestra los acorraló.

Asomaron la cabeza no por pundonor, sino por mera precaución, porque están entretejiendo la red de la indiferencia y hacer notar que aunque no son confiables, pueden ser el fiel de la balanza. Pero no están tan seguros que dicha estrategia les funcione, porque saben que su liderazgo está muy cuestionado y su gestión llena de agujeros y que cualquier opinión que viertan sobre el tema de la reforma, puede desinflarse antes de externarse.

Dieron señales de vida y no precisamente porque estuvieran muertos, sino porque están en los subterfugios, urdiendo como seguir en el campo de la usurpación, dejando en segundo término cualquier posicionamiento que los comprometa, con una reforma que esta vez para ellos no sería negocio, como fuera la anterior.

Hablaron y no porque estuvieran mudos o cohibidos, sino porque le apuestan a que la derogación se caiga y concedido dicho deseo, demostrarle al presidente, que pese a su calidad de opositores no fueron ellos quienes la tumbaron. De ahí que tratarán de aprovechar la coyuntura para recuperar la paternidad presidencial, ya que su imaginación ha madurado la idea de que la maestra ya rompió lanzas con el presidente.

Se manifestaron ante la opinión pública y de manera comedida se dirigen al poder Ejecutivo y Legislativo. Cuidando las formas en cada uno de los párrafos, donde ponderan su confianza a las instituciones y veladamente endosan el infalible cheque en blanco, cuyo valor implica la disyuntiva presidencial: decidirse por la rebeldía que le sirve o el servilismo que le estorba.

Se han mantenido firmes y no porque sean derechos, sino porque les preocupa que se derogue la reforma educativa, porque con ella han gozado de todo el poder, sin el compromiso de defender a los maestros; además les pagaban por no hacerlo y la evaluación punitiva les blindaba la seguridad en el liderazgo, al aplicarse como el arma letal perfecta a todos los agremiados incómodos o inconformes.

Por eso no es errático que la maestra intente alertar a todos los actores donde pesa una responsabilidad sindical. De ahí que no se midió cuando externó que la CNTE se ha decidido a conquistar las alturas y el SNTE se ha quedado estático en pos de cachar migajas.

Seguiremos atentos al desenlace de esta vorágine que ha propiciado la maestra. Y aunque las nuevas circunstancias la envisten de prudencia, su pasión le dicta la actitud que la redimió y la vuelve a poner en la punta de la manecilla, para interrumpir el sueño de aquellos que la eliminaron, seguros de que no volverían a escuchar sus pasos, los que ahora no son pesadilla del pasado, sino tormento del presente.

El día seis de abril del año que transcurre, en un evento organizado para los “Maestros Jóvenes por México”, vuelve la maestra a dar la cara, donde micrófono en mano y sin medir el volumen de lo que su ronco pecho traía ganas de soltar. Ahí mero, sin cortapisas ni metáforas, arremetió contra el proyecto de reforma educativa del presidente, a la que bautizó de “reformita”.

Sin embargo, creo yo, no hay que capitalizar ni satanizar lo tronante y disonante, cuando la maestra enfatiza al ritmo de su emoción, porque esta vez, pese a la enjundia que destilaba por todos lados, entreveró muy bien las consignas que la movieron y a lo que iba: cuestionando de entrada y al mismo tiempo buscando un equilibrio discursivo sin desperdicio y sin dejar cabos sueltos entre las definiciones educativas, la incompetencia sindical actual, la intransigencia sistemática de la coordinadora y la urgencia del modelo educativo que legitimen los docentes.

Ahí centró lo medular de su oratoria, la que tuvo que enriquecer, aludiendo categóricamente la intransigencia de unos y el silencio supino de otros. De ahí que públicamente le diera su mérito con reservas al protagonismo tradicional y condenara con índice de fuego la nulidad de los actuales líderes del SNTE, a quienes fustigó de buenos ni siquiera para ellos. Y cómo intuyó que la expresión aún era piadosa; la matizó con adjetivos bruscos que rinden honor a la mediocridad, pequeñez e ignorancia.

Pero su reproche no sólo queda en la alusión individual, sino retumba cuando los hace responsables de la actitud nefasta de un magisterio apabullado, agachado y secuestrado y encarcelado en sí mismo y en lo colectivo y enseñando así a sus sometidos, a que vean como siembran otros para que sean cosecheros del esfuerzo ajeno.

El ingrediente ácido que acaba de agregarle al tema la maestra, quien en plena coincidencia con sus detractores, no vacila en afirmar que el felino menor de AMLO es el mismo de Peña Nieto, nada más que maquillado con cosmético barato.

De ahí que la razón le asista a la maestra, cuando cuestiona al SNTE por no saber fijar una postura precisa a propósito de sus provocaciones, y tiempos sobre los recovecos de la nueva reforma educativa, los vientos transformadores o los grandes retos que forzosamente tiene que asumir el sindicato.

Ante declaraciones tan punzantes reaccionaron tardía y tibiamente, bajo un esquema de manifiestos mediáticos, donde simulan la petición de la abrogación de la reforma educativa, pero sin renunciar a su zona de confort y no precisamente por compromiso, sino como una salida fácil del patio de ortigas en que la maestra los acorraló.

Asomaron la cabeza no por pundonor, sino por mera precaución, porque están entretejiendo la red de la indiferencia y hacer notar que aunque no son confiables, pueden ser el fiel de la balanza. Pero no están tan seguros que dicha estrategia les funcione, porque saben que su liderazgo está muy cuestionado y su gestión llena de agujeros y que cualquier opinión que viertan sobre el tema de la reforma, puede desinflarse antes de externarse.

Dieron señales de vida y no precisamente porque estuvieran muertos, sino porque están en los subterfugios, urdiendo como seguir en el campo de la usurpación, dejando en segundo término cualquier posicionamiento que los comprometa, con una reforma que esta vez para ellos no sería negocio, como fuera la anterior.

Hablaron y no porque estuvieran mudos o cohibidos, sino porque le apuestan a que la derogación se caiga y concedido dicho deseo, demostrarle al presidente, que pese a su calidad de opositores no fueron ellos quienes la tumbaron. De ahí que tratarán de aprovechar la coyuntura para recuperar la paternidad presidencial, ya que su imaginación ha madurado la idea de que la maestra ya rompió lanzas con el presidente.

Se manifestaron ante la opinión pública y de manera comedida se dirigen al poder Ejecutivo y Legislativo. Cuidando las formas en cada uno de los párrafos, donde ponderan su confianza a las instituciones y veladamente endosan el infalible cheque en blanco, cuyo valor implica la disyuntiva presidencial: decidirse por la rebeldía que le sirve o el servilismo que le estorba.

Se han mantenido firmes y no porque sean derechos, sino porque les preocupa que se derogue la reforma educativa, porque con ella han gozado de todo el poder, sin el compromiso de defender a los maestros; además les pagaban por no hacerlo y la evaluación punitiva les blindaba la seguridad en el liderazgo, al aplicarse como el arma letal perfecta a todos los agremiados incómodos o inconformes.

Por eso no es errático que la maestra intente alertar a todos los actores donde pesa una responsabilidad sindical. De ahí que no se midió cuando externó que la CNTE se ha decidido a conquistar las alturas y el SNTE se ha quedado estático en pos de cachar migajas.

Seguiremos atentos al desenlace de esta vorágine que ha propiciado la maestra. Y aunque las nuevas circunstancias la envisten de prudencia, su pasión le dicta la actitud que la redimió y la vuelve a poner en la punta de la manecilla, para interrumpir el sueño de aquellos que la eliminaron, seguros de que no volverían a escuchar sus pasos, los que ahora no son pesadilla del pasado, sino tormento del presente.