/ domingo 23 de febrero de 2020

La mujer no debe ser vista sólo como “voto”

Aunque se vea como una paradoja, los partidos políticos son los responsables de que se lleve a cabo la aplicación de la equidad de género, al ser la vía de empoderamiento de los gobiernos, instancias que al final sólo ven en la mujer, “el voto”.

Los entes gubernamentales en cualquiera de sus tres órdenes, son estructurados a partir de las plataformas de los partidos que los llevaron al poder. Y en sus gabinetes tienen instancias encargadas de la mujer y los jóvenes, con la encomienda de buscar acciones que inmiscuyan a estos sectores a la vida pública.

Los institutos políticos, en donde se gestan los gobernantes, deben ser el filtro original de los servidores públicos, de tal manera que, en caso de llegar a los espacios gubernamentales, tengan claridad de lo que es la equidad de género, y sobre todo el respeto a las mujeres.

De acuerdo al padrón electoral del INE, el sector femenino representa uno punto arriba del 50% sobre los varones, de tal manera que los partidos políticos han ostentado la visión de “voto” sobre lo que son las mujeres.

Esa óptica, según los especialistas, debe quedar en el pasado para dar paso a la instrumentación de políticas públicas, no que empoderen a la mujer sobre los hombres, sino a que se les otorguen las mismas oportunidades y proyecten situaciones laborales, sociales y políticas similares.

Por eso, en la equidad de género, que no es lo mismo que igualdad, hay mucha tela de donde cortar, pero ahora está de moda con los feminicidios que se han perpetrado y conmocionado al país, y aprovechado por sectores para rasgarse las vestiduras, sobre todo cuando hay intereses políticos, y lo que realmente interesa es la descomposición del tejido social que ello representa, y que los gobernantes minimizan bajo el lema de que es algo político.

Aunque no se trata de echarle la responsabilidad al gobierno, es necesario que haya una especie de análisis de lo que sucede, pero despojados de los intereses particulares y de grupo que a cada quien atañen, para dar paso a un escenario global de lo que acontece en el país, y que empieza a trascender de manera particular en los ámbitos de los municipios, Estados y la Federación.

Esa indolencia que ha manifestado el Presidente de la República para lo que sucede con motivo de los feminicidios que se han registrado, y los efectos que ello ha ocasionado en la sociedad, al achacarle las manifestaciones a la “derecha”, no es propia de un jefe de la nación, menos de un estadista.

Y no es responsabilizar al Ejecutivo federal, sino de esbozar el escenario que vive México, y que, al menos en los ámbitos internacionales, se le tacha de un país en crisis social, de tal forma que no es para menos tratar de entender el panorama de incertidumbre, sobre todo a nivel del estado y municipios de Durango.

México es un país democrático por antonomasia, después de los movimientos sociales de 1810 y 1910, y está claro que constitucionalmente a los hombres y mujeres les corresponden los mismos derechos y obligaciones. Han sido los políticos, en lo particular, los que han tergiversado la norma.

En eso de culpar a los demás, es algo que resulta demasiado fácil, y en ocasiones hasta irrisorio. El enhebrado del tejido social se ha hecho nudo por la pérdida de valores, por la corrupción, por pactar con el crimen organizado, y porque definitivamente el sistema de enseñanza no ha sido el adecuado, tanto en los salones de clase, como en los hogares.

Los movimientos, como la convocatoria del Colectivo de Mujeres a un paro nacional de féminas el 9 de marzo, deben llamar la atención, no solamente de los gobernantes sino de la sociedad en general, en la virtud de que algo pasa en México, y es necesario tomar conciencia, y aportar posibles medidas de solución.

Los partidos políticos deben de abstenerse como tales, de aprovechar el escenario, y sin embargo, lo que deben considerar a futuro, es el tratamiento que le deben prodigar a las mujeres, ya que desde ahí empieza el respeto para que a su vez se refleje en todas las actividades que lleva a cabo el mal llamado sector débil.

Lo cierto es que desde el seno de los partidos políticos debe gestarse el trato equitativo de las mujeres, lo que se tendrá que traducir en gobiernos que promuevan al sector femenino en condiciones similares a los varones.

Aunque se vea como una paradoja, los partidos políticos son los responsables de que se lleve a cabo la aplicación de la equidad de género, al ser la vía de empoderamiento de los gobiernos, instancias que al final sólo ven en la mujer, “el voto”.

Los entes gubernamentales en cualquiera de sus tres órdenes, son estructurados a partir de las plataformas de los partidos que los llevaron al poder. Y en sus gabinetes tienen instancias encargadas de la mujer y los jóvenes, con la encomienda de buscar acciones que inmiscuyan a estos sectores a la vida pública.

Los institutos políticos, en donde se gestan los gobernantes, deben ser el filtro original de los servidores públicos, de tal manera que, en caso de llegar a los espacios gubernamentales, tengan claridad de lo que es la equidad de género, y sobre todo el respeto a las mujeres.

De acuerdo al padrón electoral del INE, el sector femenino representa uno punto arriba del 50% sobre los varones, de tal manera que los partidos políticos han ostentado la visión de “voto” sobre lo que son las mujeres.

Esa óptica, según los especialistas, debe quedar en el pasado para dar paso a la instrumentación de políticas públicas, no que empoderen a la mujer sobre los hombres, sino a que se les otorguen las mismas oportunidades y proyecten situaciones laborales, sociales y políticas similares.

Por eso, en la equidad de género, que no es lo mismo que igualdad, hay mucha tela de donde cortar, pero ahora está de moda con los feminicidios que se han perpetrado y conmocionado al país, y aprovechado por sectores para rasgarse las vestiduras, sobre todo cuando hay intereses políticos, y lo que realmente interesa es la descomposición del tejido social que ello representa, y que los gobernantes minimizan bajo el lema de que es algo político.

Aunque no se trata de echarle la responsabilidad al gobierno, es necesario que haya una especie de análisis de lo que sucede, pero despojados de los intereses particulares y de grupo que a cada quien atañen, para dar paso a un escenario global de lo que acontece en el país, y que empieza a trascender de manera particular en los ámbitos de los municipios, Estados y la Federación.

Esa indolencia que ha manifestado el Presidente de la República para lo que sucede con motivo de los feminicidios que se han registrado, y los efectos que ello ha ocasionado en la sociedad, al achacarle las manifestaciones a la “derecha”, no es propia de un jefe de la nación, menos de un estadista.

Y no es responsabilizar al Ejecutivo federal, sino de esbozar el escenario que vive México, y que, al menos en los ámbitos internacionales, se le tacha de un país en crisis social, de tal forma que no es para menos tratar de entender el panorama de incertidumbre, sobre todo a nivel del estado y municipios de Durango.

México es un país democrático por antonomasia, después de los movimientos sociales de 1810 y 1910, y está claro que constitucionalmente a los hombres y mujeres les corresponden los mismos derechos y obligaciones. Han sido los políticos, en lo particular, los que han tergiversado la norma.

En eso de culpar a los demás, es algo que resulta demasiado fácil, y en ocasiones hasta irrisorio. El enhebrado del tejido social se ha hecho nudo por la pérdida de valores, por la corrupción, por pactar con el crimen organizado, y porque definitivamente el sistema de enseñanza no ha sido el adecuado, tanto en los salones de clase, como en los hogares.

Los movimientos, como la convocatoria del Colectivo de Mujeres a un paro nacional de féminas el 9 de marzo, deben llamar la atención, no solamente de los gobernantes sino de la sociedad en general, en la virtud de que algo pasa en México, y es necesario tomar conciencia, y aportar posibles medidas de solución.

Los partidos políticos deben de abstenerse como tales, de aprovechar el escenario, y sin embargo, lo que deben considerar a futuro, es el tratamiento que le deben prodigar a las mujeres, ya que desde ahí empieza el respeto para que a su vez se refleje en todas las actividades que lleva a cabo el mal llamado sector débil.

Lo cierto es que desde el seno de los partidos políticos debe gestarse el trato equitativo de las mujeres, lo que se tendrá que traducir en gobiernos que promuevan al sector femenino en condiciones similares a los varones.