/ sábado 8 de enero de 2022

La partidocracia y el arte de engañar

En la actualidad, ningún partido político en México puede tirar la primera piedra. Aún así, lo que hacen todos los días es aventar la primera piedra y esconder la mano. La sociedad sigue esperando que los partidos políticos practiquen la democracia en lugar del famoso “dedazo”, disfrazado de encuestas y convocatorias.

El PRI, desde sus orígenes en 1929 no se funda para tomar el poder, porque ya lo tenía. Con este partido comienza un sistema presidencialista, autoritario, un partido de Estado donde sólo una persona decide el destino de un país, herencia que padecemos hasta nuestros días.

Hoy tenemos un México donde unos cuantos ricos son cada vez más ricos, donde millones de pobres son cada vez más pobres. Los responsables de esta situación son las cúpulas de los partidos en el poder. Primero fue el PRI, después el PAN y ahora le toca el turno a Morena. De los dos primeros, hemos visto desfilar a presidentes de la República que prolongaron su sexenio más allá, como fue Plutarco Elías Calles.

En fin, hemos padecido de todo, desde maximatos, cachorros de la revolución, populistas, nepotistas, gerentes de empresas refresqueras, más los que usted pueda agregar.

Nosotros como sociedad somos como palomitas blancas que nos hemos dejado engañar, en los tiempos electorales cuando nos repiten las mismas mentiras de siempre.

No es posible que por un sistema de partidos en México, personajes de cualquier partido político se hagan ricos de la noche a la mañana, aprovechándose de un puesto de elección popular o como funcionarios públicos de alto nivel.

Resulta prácticamente imposible calcular el costo financiero de lo que se ha gastado de nuestros impuestos para que las cúpulas de los partidos vivan como jeques árabes.

Miles de veces, la clase política mexicana nos ha prometido cambiar este país por uno más justo. Con una justa distribución de la riqueza, donde no se violen derechos humanos, y una justa aplicación de la justicia por quienes las imparten: Jueces, magistrados y ministros. En cada elección, las candidatas y candidatos seducen a la sociedad con el canto de las sirenas.

Pero como dice el refrán: “Mala hierba nunca muere”. Sucede lo mismo con la llamada partidocracia. Como las reformas a la ley electoral permiten que cualquier hijo del vecino funde un partido político, y de la noche a la mañana se convierten en partidos chatarras, oportunistas y paleros del PRI, PAN o MORENA.

Un ejemplo: El Partido Verde y RSP, este último propiedad de Hugo Rosales Badillo, quien hoy apoya a Morena para obtener algunas presidencias municipales o regidurías.

Si Marina Vitela llega a ser gobernadora, no se sorprenda si Hugo Rosales Badillo se convierte en fiscal del Estado.

Del Partido Verde ni se diga, es un ejemplo de cómo un partido político puede convertirse en una empresa para venderse al mejor postor, ya sea PRI, PAN o Morena.

¿Y sabe usted qué es lo más triste de todo? Nosotros pagamos miles de millones de nuestros impuestos al año para mantener a esta partidocracia, que sólo nos utiliza para votar cada vez que hay elecciones. Y seguimos esperando la utopía que nos prometen. ¿Cómo acabar con esta partidocracia que nos consume? Muy sencillo: Ellos llegan al poder y a hacer negocios con nuestros impuestos. ¿Qué pasaría si se legislara para que ningún partido político reciba recursos públicos? Estados Unidos es un ejemplo en donde el partido demócrata y el conservador no reciben recursos del gobierno ni de los impuestos de los ciudadanos. No pasa nada, hay elecciones sin que se gasten recursos públicos. Y que no nos digan que se filtrarían recursos de “ya sabes quiénes”. ¡Por favor!

En la actualidad, ningún partido político en México puede tirar la primera piedra. Aún así, lo que hacen todos los días es aventar la primera piedra y esconder la mano. La sociedad sigue esperando que los partidos políticos practiquen la democracia en lugar del famoso “dedazo”, disfrazado de encuestas y convocatorias.

El PRI, desde sus orígenes en 1929 no se funda para tomar el poder, porque ya lo tenía. Con este partido comienza un sistema presidencialista, autoritario, un partido de Estado donde sólo una persona decide el destino de un país, herencia que padecemos hasta nuestros días.

Hoy tenemos un México donde unos cuantos ricos son cada vez más ricos, donde millones de pobres son cada vez más pobres. Los responsables de esta situación son las cúpulas de los partidos en el poder. Primero fue el PRI, después el PAN y ahora le toca el turno a Morena. De los dos primeros, hemos visto desfilar a presidentes de la República que prolongaron su sexenio más allá, como fue Plutarco Elías Calles.

En fin, hemos padecido de todo, desde maximatos, cachorros de la revolución, populistas, nepotistas, gerentes de empresas refresqueras, más los que usted pueda agregar.

Nosotros como sociedad somos como palomitas blancas que nos hemos dejado engañar, en los tiempos electorales cuando nos repiten las mismas mentiras de siempre.

No es posible que por un sistema de partidos en México, personajes de cualquier partido político se hagan ricos de la noche a la mañana, aprovechándose de un puesto de elección popular o como funcionarios públicos de alto nivel.

Resulta prácticamente imposible calcular el costo financiero de lo que se ha gastado de nuestros impuestos para que las cúpulas de los partidos vivan como jeques árabes.

Miles de veces, la clase política mexicana nos ha prometido cambiar este país por uno más justo. Con una justa distribución de la riqueza, donde no se violen derechos humanos, y una justa aplicación de la justicia por quienes las imparten: Jueces, magistrados y ministros. En cada elección, las candidatas y candidatos seducen a la sociedad con el canto de las sirenas.

Pero como dice el refrán: “Mala hierba nunca muere”. Sucede lo mismo con la llamada partidocracia. Como las reformas a la ley electoral permiten que cualquier hijo del vecino funde un partido político, y de la noche a la mañana se convierten en partidos chatarras, oportunistas y paleros del PRI, PAN o MORENA.

Un ejemplo: El Partido Verde y RSP, este último propiedad de Hugo Rosales Badillo, quien hoy apoya a Morena para obtener algunas presidencias municipales o regidurías.

Si Marina Vitela llega a ser gobernadora, no se sorprenda si Hugo Rosales Badillo se convierte en fiscal del Estado.

Del Partido Verde ni se diga, es un ejemplo de cómo un partido político puede convertirse en una empresa para venderse al mejor postor, ya sea PRI, PAN o Morena.

¿Y sabe usted qué es lo más triste de todo? Nosotros pagamos miles de millones de nuestros impuestos al año para mantener a esta partidocracia, que sólo nos utiliza para votar cada vez que hay elecciones. Y seguimos esperando la utopía que nos prometen. ¿Cómo acabar con esta partidocracia que nos consume? Muy sencillo: Ellos llegan al poder y a hacer negocios con nuestros impuestos. ¿Qué pasaría si se legislara para que ningún partido político reciba recursos públicos? Estados Unidos es un ejemplo en donde el partido demócrata y el conservador no reciben recursos del gobierno ni de los impuestos de los ciudadanos. No pasa nada, hay elecciones sin que se gasten recursos públicos. Y que no nos digan que se filtrarían recursos de “ya sabes quiénes”. ¡Por favor!