/ lunes 12 de noviembre de 2018

La política es así

Se podría construir una narración muy amplia acerca del contenido de libro aludido, el cual podría ser calificado como una biografía muy cercana a la realidad de la actuación como militar del general Rangel Medina.

Del contenido del libro, se desprende que el general Rangel fue un general sin memoria, puesto que en un momento de su narrativa, se comportó como un obediente de la regla del “olvido activo” en atención a que no comunica aquello que sabe que no debe de transmitir.

Por ahora se dejan los aspectos actuales de la política. Uno se refiere al maniqueísmo que califica la pugna entre los gobiernos estatal y municipal, cuyos titulares se alternan los papeles de víctima y victimario.

El otro podría concernir al carácter omnipotente y omnisciente del caudillo que por méritos propios gobernará al país durante los próximos años, sujeto

a su voluntad y quien decide todo, directa o indirectamente, y que, cuando surge alguna diferencia, retoma el mando para decidir y así
hacer valer la voluntad
popular que lo condujo al poder.

Si bien es cierto que ambos aspectos darían margen a un análisis muy amplio, se prefiere comentar el contenido del libro de Juan Veledíaz, titulado “El general sin memoria” de Editorial Debate, México, 2009, que trata de las memorias del general de división Diplomado de Estado Mayor, Salvador Rangel Medina, quien fue comandante de la Décima Zona Militar con sede en la ciudad capital y tuvo una actuación muy relevante y no develado totalmente en el movimiento estudiantil de 1966 y en el movimiento popular estudiantil de 1970, y quien, ya retirado del Ejército, regresó al Estado en la década de los ochenta y se hizo cargo de tareas relacionadas a procurar una vida mejor a las habitantes de la zona indígena del municipio de Mezquital.

Se podría construir una narración muy amplia acerca del contenido de libro aludido, el cual podría ser calificado como una biografía muy cercana a la realidad de la actuación como militar del general Rangel Medina.

Sin embargo, no se hace por razones de espacio, sino que solo se tratarán los aspectos relacionados a las
acciones militares del general, las cuales, en mucho, están vinculadas con la Ley de Seguridad Interior aprobada por el Congreso de la Unión, y la cual, a pesar de que entró en vigor, su positividad fue suspendida por el titular del Poder Ejecutivo Federal, hasta en tanto no se resolvieran las acciones de inconstitucionalidad que fueron iniciadas, de las cuales se ha informado que su análisis, discusión y procedencia se iniciaron el día de ayer y proseguirán en los días subsecuentes.

En el libro citado de Veledíaz se hace alusión a que el general Rangel Medina fue designado del 49 Batallón de Infantería para combatir la delincuencia tanto del orden común como federal que asolaba el estado de Michoacán, el cual era un coto prácticamente vedado a la intervención del gobierno federal por ser el estado natal del presidente Lázaro Cárdenas quien tenía una presencia muy notoria en la entidad y
muchas amistades con intereses económicos significativos.

A pesar de tales circunstancias y posibles influencias, el autor Veledíaz narra que el general Rangel cumplió a satisfacción su encomienda, encaminada
a combatir a las pandillas y a los grupos de delincuentes que tenían como modus vivendi la comisión de ilícitos de diferente magnitud en el orden patrimonial que trascendía a la integridad y a la vida de los habitantes de la zona conocida como Tierra Caliente de Michoacán, la cual formaba y forma parte de un triángulo formado por territorios también de los estados de México y de Guerrero.

La misión encomendada al general Rangel lleva a recordar el cómo en 2007, el entonces presidente de la república inicia la “guerra al narcotráfico” y la cual aún no termina, a pesar de que en 2013 el presidente de la república designó a un comisionado para que encabezara la lucha en contra del crimen y de la inseguridad en el estado de Michoacán, que lo llevó a enfrentarse con los grupos de autodefensa que actuaban ante las deficiencias muy notorias en las tareas realizadas por las fuerzas y comisionados federales. A la fecha, se percibe que la inseguridad y la violencia en ese estado no han terminado y que en el presente sexenio que agoniza, se dieron hechos muy lamentables.

Después de cierto tiempo operativo, el general Rangel fue comisionado para los mismos fines a la zona contigua del estado de Guerrero, para lo cual, a esas alturas, ya contaba con la especialización de los integrantes del 49 Batallón de Infantería, quienes, a pesar de las bajas sufridas, había alcanzado un muy buen puntaje en el combate a la inseguridad en el estado de Michoacán.

La estadía del general Rangel en Guerrero al frente del batallón citado fue corta, puesto que, sin mediar explicación alguna, fue enviado en 1966 como comandante de la Décima Zona Militar con residencia en el estado de Durango.

En este estado, sin ambages ni medias tintas, el general Rangel, por conducto del escritor, narra sus intervenciones en los movimientos que ocurrieron en 1966 y en 1970. En el primero se alude a que recibió instrucciones para que el movimiento no se salieran de los límites estatales y que se evitara una alianza entre los estudiantes y los campesinos quienes, bajo el liderazgo de un dirigente muy conocido, pretendían la creación de ejidos agrícolas y/o ganaderos en los terrenos que formaban parte de las concesiones ganaderas de inafectabilidad a punto de fenecer.

En el segundo, recibió instrucciones para que se atenuaran los ánimos exaltados de los participantes del movimiento, así como para que se garantizara la seguridad del candidato presidencial que se rehusaba a visitar a Durango temeroso de que pudiera ser víctima de alguna agresión. En ambos casos cumplió con las órdenes recibidas, y sin que el líder agrario resultara vulnerado en su integridad física, puesto que se concretó a detenerlo para luego ponerlo a disposición del ministerio público.

Por razones de espacio, no se incursiona en las tareas encomendadas y satisfechas para recuperar la refinería de Atcapotzalco cuyos trabajadores se negaban a regresar a pesar de que la huelga había sido declarado inexistente; para intervenir y detener a los trabajadores ferrocarrileros en huelga en 1958-1959; y para terminar con los robos de combustible en el oleoducto de Poza Rica. Y en la hidroeléctrica de Necaxa. O sea, nada nuevo de lo que ahora ocurre.

Solamente y para concluir, el general Rangel sostuvo que el Ejército mexicano se diferenciaba de otros en virtud a que una de sus misiones era la seguridad interna del país, cuyo contenido es uno de los que trata la Ley impugnada, sin pasar por alto que ello enfrentaría a los miembros del Ejército a ser tentados por la corrupción del narcotráfico que
lacera al
país.

Habría que destacar que el general era incorruptible y tenía un comportamiento atípico en el Ejército puesto que era irreverente e insumiso, así como que,
anexas a sus tareas militares, realizaba acciones de carácter social.

Del contenido del libro, se desprende que el general Rangel fue un general sin memoria, puesto que en un momento de su narrativa, se comportó como un obediente de la regla del “olvido activo” en atención a que no comunica aquello que sabe que no debe de transmitir.

No se pasa por alto que por instrucciones presidenciales regresó a Guerrero para comandar al 27 Batallón de Infantería con sede en Acapulco, en el cual permanece nueve meses y en donde permanece “congelado” en su actuación, ya que todo lo resolvía el secretario de la Defensa, con quien no tenía buenas relaciones, ello derivado de añejas diferencias que se acentuaron cuando el general Rangel dijo, a pregunta expresa, que si le ordenaban aprehender a Lucio Cabañas, lo haría.


Se podría construir una narración muy amplia acerca del contenido de libro aludido, el cual podría ser calificado como una biografía muy cercana a la realidad de la actuación como militar del general Rangel Medina.

Del contenido del libro, se desprende que el general Rangel fue un general sin memoria, puesto que en un momento de su narrativa, se comportó como un obediente de la regla del “olvido activo” en atención a que no comunica aquello que sabe que no debe de transmitir.

Por ahora se dejan los aspectos actuales de la política. Uno se refiere al maniqueísmo que califica la pugna entre los gobiernos estatal y municipal, cuyos titulares se alternan los papeles de víctima y victimario.

El otro podría concernir al carácter omnipotente y omnisciente del caudillo que por méritos propios gobernará al país durante los próximos años, sujeto

a su voluntad y quien decide todo, directa o indirectamente, y que, cuando surge alguna diferencia, retoma el mando para decidir y así
hacer valer la voluntad
popular que lo condujo al poder.

Si bien es cierto que ambos aspectos darían margen a un análisis muy amplio, se prefiere comentar el contenido del libro de Juan Veledíaz, titulado “El general sin memoria” de Editorial Debate, México, 2009, que trata de las memorias del general de división Diplomado de Estado Mayor, Salvador Rangel Medina, quien fue comandante de la Décima Zona Militar con sede en la ciudad capital y tuvo una actuación muy relevante y no develado totalmente en el movimiento estudiantil de 1966 y en el movimiento popular estudiantil de 1970, y quien, ya retirado del Ejército, regresó al Estado en la década de los ochenta y se hizo cargo de tareas relacionadas a procurar una vida mejor a las habitantes de la zona indígena del municipio de Mezquital.

Se podría construir una narración muy amplia acerca del contenido de libro aludido, el cual podría ser calificado como una biografía muy cercana a la realidad de la actuación como militar del general Rangel Medina.

Sin embargo, no se hace por razones de espacio, sino que solo se tratarán los aspectos relacionados a las
acciones militares del general, las cuales, en mucho, están vinculadas con la Ley de Seguridad Interior aprobada por el Congreso de la Unión, y la cual, a pesar de que entró en vigor, su positividad fue suspendida por el titular del Poder Ejecutivo Federal, hasta en tanto no se resolvieran las acciones de inconstitucionalidad que fueron iniciadas, de las cuales se ha informado que su análisis, discusión y procedencia se iniciaron el día de ayer y proseguirán en los días subsecuentes.

En el libro citado de Veledíaz se hace alusión a que el general Rangel Medina fue designado del 49 Batallón de Infantería para combatir la delincuencia tanto del orden común como federal que asolaba el estado de Michoacán, el cual era un coto prácticamente vedado a la intervención del gobierno federal por ser el estado natal del presidente Lázaro Cárdenas quien tenía una presencia muy notoria en la entidad y
muchas amistades con intereses económicos significativos.

A pesar de tales circunstancias y posibles influencias, el autor Veledíaz narra que el general Rangel cumplió a satisfacción su encomienda, encaminada
a combatir a las pandillas y a los grupos de delincuentes que tenían como modus vivendi la comisión de ilícitos de diferente magnitud en el orden patrimonial que trascendía a la integridad y a la vida de los habitantes de la zona conocida como Tierra Caliente de Michoacán, la cual formaba y forma parte de un triángulo formado por territorios también de los estados de México y de Guerrero.

La misión encomendada al general Rangel lleva a recordar el cómo en 2007, el entonces presidente de la república inicia la “guerra al narcotráfico” y la cual aún no termina, a pesar de que en 2013 el presidente de la república designó a un comisionado para que encabezara la lucha en contra del crimen y de la inseguridad en el estado de Michoacán, que lo llevó a enfrentarse con los grupos de autodefensa que actuaban ante las deficiencias muy notorias en las tareas realizadas por las fuerzas y comisionados federales. A la fecha, se percibe que la inseguridad y la violencia en ese estado no han terminado y que en el presente sexenio que agoniza, se dieron hechos muy lamentables.

Después de cierto tiempo operativo, el general Rangel fue comisionado para los mismos fines a la zona contigua del estado de Guerrero, para lo cual, a esas alturas, ya contaba con la especialización de los integrantes del 49 Batallón de Infantería, quienes, a pesar de las bajas sufridas, había alcanzado un muy buen puntaje en el combate a la inseguridad en el estado de Michoacán.

La estadía del general Rangel en Guerrero al frente del batallón citado fue corta, puesto que, sin mediar explicación alguna, fue enviado en 1966 como comandante de la Décima Zona Militar con residencia en el estado de Durango.

En este estado, sin ambages ni medias tintas, el general Rangel, por conducto del escritor, narra sus intervenciones en los movimientos que ocurrieron en 1966 y en 1970. En el primero se alude a que recibió instrucciones para que el movimiento no se salieran de los límites estatales y que se evitara una alianza entre los estudiantes y los campesinos quienes, bajo el liderazgo de un dirigente muy conocido, pretendían la creación de ejidos agrícolas y/o ganaderos en los terrenos que formaban parte de las concesiones ganaderas de inafectabilidad a punto de fenecer.

En el segundo, recibió instrucciones para que se atenuaran los ánimos exaltados de los participantes del movimiento, así como para que se garantizara la seguridad del candidato presidencial que se rehusaba a visitar a Durango temeroso de que pudiera ser víctima de alguna agresión. En ambos casos cumplió con las órdenes recibidas, y sin que el líder agrario resultara vulnerado en su integridad física, puesto que se concretó a detenerlo para luego ponerlo a disposición del ministerio público.

Por razones de espacio, no se incursiona en las tareas encomendadas y satisfechas para recuperar la refinería de Atcapotzalco cuyos trabajadores se negaban a regresar a pesar de que la huelga había sido declarado inexistente; para intervenir y detener a los trabajadores ferrocarrileros en huelga en 1958-1959; y para terminar con los robos de combustible en el oleoducto de Poza Rica. Y en la hidroeléctrica de Necaxa. O sea, nada nuevo de lo que ahora ocurre.

Solamente y para concluir, el general Rangel sostuvo que el Ejército mexicano se diferenciaba de otros en virtud a que una de sus misiones era la seguridad interna del país, cuyo contenido es uno de los que trata la Ley impugnada, sin pasar por alto que ello enfrentaría a los miembros del Ejército a ser tentados por la corrupción del narcotráfico que
lacera al
país.

Habría que destacar que el general era incorruptible y tenía un comportamiento atípico en el Ejército puesto que era irreverente e insumiso, así como que,
anexas a sus tareas militares, realizaba acciones de carácter social.

Del contenido del libro, se desprende que el general Rangel fue un general sin memoria, puesto que en un momento de su narrativa, se comportó como un obediente de la regla del “olvido activo” en atención a que no comunica aquello que sabe que no debe de transmitir.

No se pasa por alto que por instrucciones presidenciales regresó a Guerrero para comandar al 27 Batallón de Infantería con sede en Acapulco, en el cual permanece nueve meses y en donde permanece “congelado” en su actuación, ya que todo lo resolvía el secretario de la Defensa, con quien no tenía buenas relaciones, ello derivado de añejas diferencias que se acentuaron cuando el general Rangel dijo, a pregunta expresa, que si le ordenaban aprehender a Lucio Cabañas, lo haría.


ÚLTIMASCOLUMNAS
martes 14 de septiembre de 2021

La política es así

¿El regreso?

Juventino Rodarte Solís

martes 07 de septiembre de 2021

La política es así

Selección natural

Juventino Rodarte Solís

martes 03 de agosto de 2021

La política es así

Relevo generacional

Juventino Rodarte Solís

martes 27 de julio de 2021

La política es así

Al arte de gobernar

Juventino Rodarte Solís

martes 20 de julio de 2021

La política es así

Meritocracia

Juventino Rodarte Solís

Cargar Más