/ lunes 21 de enero de 2019

La política es así

Ante la profusa información y los abundantes análisis de la tragedia de Tlahuelilpan, en la presente colaboración se evade la temática inherente a la misma y se mira hacia 1968, con la finalidad de aportar luces a los hechos sangrientos del 2 de octubre de ese año y que no se olvidan, lo cual se hace en los términos siguientes.

A manera de recordatorio-introducción, se cita la frase pronunciada por el presidente de la República al rendir su cuarto informe de gobierno al Congreso de la Unión, en los términos siguientes: “Asumo íntegramente la responsabilidad ética, social, jurídica, política e histórica por las decisiones del gobierno en relación a los sucesos del años pasado”; sucesos dentro de los cuales se inserta la matanza del dos de octubre de 1968 que tuvo lugar en la Plaza de Tlatelolco.

O sea, con tal aceptación, parecería que el único responsable de tales hechos no es otro más que el presidente de la República que gobernaba al país en ese año.

Sin embargo, después de haber trascurrido más de cincuenta años del movimiento estudiantil y de los hechos del dos de octubre, se han realizado varias investigaciones y se han escrito diversos ensayos y/o libros, de los cuales pareciere desprenderse que existen otros responsables que, sin su intervención, no se hubieran dado los hechos de referencia y menos que hayan concluido en la forma sangrienta en la fecha señalada.

Con el fin de pretender sustentar la anterior conclusión, se requiere leer y analizar la investigación de Jacinto Rodríguez Munguía, contenida en su libro titulado “La conspiración del 68.- Los intelectuales y el poder: así se fraguó la matanza”, editado por Debate el pasado octubre de 2018, cuya lectura es recomendable con la finalidad de allegarse información y elementos que permitan entender al país de aquella época y sus evolución, principalmente a través de la postulación y elección del presidente de México en julio de 1970, cuyos efectos se proyectaron en los siguientes sexenios, principalmente de 1970 a 1976.

La investigación de Rodríguez Munguía se apoya en cerca de doscientas obras, escritos o ensayos publicados en el país y en el extranjero, dentro de los cuales se incluyen obras de varios de los estudiantes que fueron principales integrantes del Comité Nacional de Huelga, así como en los archivos de la Secretaría de Gobernación que localizó en el Archivo General de la Nación y que corresponden a documentos provenientes de la Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales y de la Dirección Federal de Seguridad; en los documentos que aportados por quien fuera Secretario de la Defensa Nacional en el sexenio de 1964-1964, que forman parte de la obra de Julio Scherer García y Carlos Monsiváis, titulada Parte de guerra: “Tlatelolco 1968. Documentos del general Marcelino García Barragán: los hechos y la historia”; y en la obra de Juan Veledíaz “Jinetes de Tlatelolco.- Marcelino García Barragán y otros retratos del Ejército mexicano”, en el cual se citan en buena parte los documentos contenidos en el libro de Scherer y Monsiváis.

Rodríguez Munguía parte de una simple comunicación dirigida al entonces Secretario de Gobernación en el sexenio de Díaz Ordaz, por quien fuera, primero director general de Cinematografía, luego presidente de la empresa PIPSA (Productora e Importadora de Papel, S. A.), y de su consejo administrativo, y al terminar subsecretario de Gobernación encargado del despacho cuando su titular asumió la candidatura presidencial del Partido Revolucionario Institucional.

En dicha comunicación, fechada el 31 de agosto de 1968, le informó que, de acuerdo con sus instrucciones, se había realizado el proyecto de “Granero político” el cual se tradujo en columnas semanales publicadas los domingos en el periódico La Prensa, cuyo autor tenía el pseudónimo de “El sembrador”; proyecto encaminado “…en función del nuevo propósito…” (op. cit. p. 249, el cual, se infiere, no era otro más que la candidatura y la elección presidencial de julio de 1970, beneficiara al entonces secretario de Gobernación.

La primera columna se publicó el 21 de julio de 1968, y las posteriores siguieron puntualmente con citas, referencias y “análisis” de los hechos acaecidos en ese año y que, al parecer, tuvieron su origen en un enfrentamiento, sin ninguna relevancia, entre dos grupos de estudiantes, uno de procedencia universitaria y el otro politécnica.

Al parecer, la esencia de la columna aludida, tomó como antecedente y referencia la esencia y secuencia de una columna titulada “Política en las rocas” también publicada en el periódico arriba citado.

Rodríguez Munguía identifica en el libro al autor de la columna Granero Político, quien fuera un intelectual en toda la extensión de la palabra, que después de haberse formado profesionalmente en la UNAM como filósofo, se había ido a Europa para adquirir un conocimiento más sólido, amplio y profundo; que regresó en 1959 para luego incorporarse como asesor del presidente en turno, para, posteriormente, sus conocimientos e intelecto ponerlos a disposición del ejercicio del poder. El autor ubica al intelectual citado muy cercano a dos personajes calificados (o éstos a aquel) también como intelectuales incorporados a la política activa y quienes fueron muy cercanos al Presidente de la República (1970-1976).

Identificados así los intelectuales que aportaron ideas y contenidos (uno más que los otros) a la columna política “Granero político”, de lo narrado por el autor se infiere que el presidente de la República estuvo muy alejado de la realidad en que el país vivía, puesto que si bien es cierto era el más informado, no era el mejor informado, ya que las noticias y hechos del día a día, se los proporcionaba el secretario de Gobernación, quien, se supone, lo hacía de manera tendenciosa y con la finalidad de ganarse la confianza del presidente de la República para que éste lo postulara a la candidatura presidencial en 1969, tal y como en efecto sucedió, en los términos narrados por Jorge Castañeda Gutman en su libro La Herencia, como resultado de la entrevista que le hizo al respecto al propio expresidente (1970-1976).

Como colofón, se anota que, según el autor, cuando parecía que se terminaría el movimiento estudiantil, entraban en juego los provocadores quienes estaban insertos dentro del Consejo Nacional de Huelga, que actuaban y maniobraban para que el Movimiento continuara hasta que éste terminó en la forma cruenta que ya se sabe y que forma parte de la historia del país.

Ante la profusa información y los abundantes análisis de la tragedia de Tlahuelilpan, en la presente colaboración se evade la temática inherente a la misma y se mira hacia 1968, con la finalidad de aportar luces a los hechos sangrientos del 2 de octubre de ese año y que no se olvidan, lo cual se hace en los términos siguientes.

A manera de recordatorio-introducción, se cita la frase pronunciada por el presidente de la República al rendir su cuarto informe de gobierno al Congreso de la Unión, en los términos siguientes: “Asumo íntegramente la responsabilidad ética, social, jurídica, política e histórica por las decisiones del gobierno en relación a los sucesos del años pasado”; sucesos dentro de los cuales se inserta la matanza del dos de octubre de 1968 que tuvo lugar en la Plaza de Tlatelolco.

O sea, con tal aceptación, parecería que el único responsable de tales hechos no es otro más que el presidente de la República que gobernaba al país en ese año.

Sin embargo, después de haber trascurrido más de cincuenta años del movimiento estudiantil y de los hechos del dos de octubre, se han realizado varias investigaciones y se han escrito diversos ensayos y/o libros, de los cuales pareciere desprenderse que existen otros responsables que, sin su intervención, no se hubieran dado los hechos de referencia y menos que hayan concluido en la forma sangrienta en la fecha señalada.

Con el fin de pretender sustentar la anterior conclusión, se requiere leer y analizar la investigación de Jacinto Rodríguez Munguía, contenida en su libro titulado “La conspiración del 68.- Los intelectuales y el poder: así se fraguó la matanza”, editado por Debate el pasado octubre de 2018, cuya lectura es recomendable con la finalidad de allegarse información y elementos que permitan entender al país de aquella época y sus evolución, principalmente a través de la postulación y elección del presidente de México en julio de 1970, cuyos efectos se proyectaron en los siguientes sexenios, principalmente de 1970 a 1976.

La investigación de Rodríguez Munguía se apoya en cerca de doscientas obras, escritos o ensayos publicados en el país y en el extranjero, dentro de los cuales se incluyen obras de varios de los estudiantes que fueron principales integrantes del Comité Nacional de Huelga, así como en los archivos de la Secretaría de Gobernación que localizó en el Archivo General de la Nación y que corresponden a documentos provenientes de la Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales y de la Dirección Federal de Seguridad; en los documentos que aportados por quien fuera Secretario de la Defensa Nacional en el sexenio de 1964-1964, que forman parte de la obra de Julio Scherer García y Carlos Monsiváis, titulada Parte de guerra: “Tlatelolco 1968. Documentos del general Marcelino García Barragán: los hechos y la historia”; y en la obra de Juan Veledíaz “Jinetes de Tlatelolco.- Marcelino García Barragán y otros retratos del Ejército mexicano”, en el cual se citan en buena parte los documentos contenidos en el libro de Scherer y Monsiváis.

Rodríguez Munguía parte de una simple comunicación dirigida al entonces Secretario de Gobernación en el sexenio de Díaz Ordaz, por quien fuera, primero director general de Cinematografía, luego presidente de la empresa PIPSA (Productora e Importadora de Papel, S. A.), y de su consejo administrativo, y al terminar subsecretario de Gobernación encargado del despacho cuando su titular asumió la candidatura presidencial del Partido Revolucionario Institucional.

En dicha comunicación, fechada el 31 de agosto de 1968, le informó que, de acuerdo con sus instrucciones, se había realizado el proyecto de “Granero político” el cual se tradujo en columnas semanales publicadas los domingos en el periódico La Prensa, cuyo autor tenía el pseudónimo de “El sembrador”; proyecto encaminado “…en función del nuevo propósito…” (op. cit. p. 249, el cual, se infiere, no era otro más que la candidatura y la elección presidencial de julio de 1970, beneficiara al entonces secretario de Gobernación.

La primera columna se publicó el 21 de julio de 1968, y las posteriores siguieron puntualmente con citas, referencias y “análisis” de los hechos acaecidos en ese año y que, al parecer, tuvieron su origen en un enfrentamiento, sin ninguna relevancia, entre dos grupos de estudiantes, uno de procedencia universitaria y el otro politécnica.

Al parecer, la esencia de la columna aludida, tomó como antecedente y referencia la esencia y secuencia de una columna titulada “Política en las rocas” también publicada en el periódico arriba citado.

Rodríguez Munguía identifica en el libro al autor de la columna Granero Político, quien fuera un intelectual en toda la extensión de la palabra, que después de haberse formado profesionalmente en la UNAM como filósofo, se había ido a Europa para adquirir un conocimiento más sólido, amplio y profundo; que regresó en 1959 para luego incorporarse como asesor del presidente en turno, para, posteriormente, sus conocimientos e intelecto ponerlos a disposición del ejercicio del poder. El autor ubica al intelectual citado muy cercano a dos personajes calificados (o éstos a aquel) también como intelectuales incorporados a la política activa y quienes fueron muy cercanos al Presidente de la República (1970-1976).

Identificados así los intelectuales que aportaron ideas y contenidos (uno más que los otros) a la columna política “Granero político”, de lo narrado por el autor se infiere que el presidente de la República estuvo muy alejado de la realidad en que el país vivía, puesto que si bien es cierto era el más informado, no era el mejor informado, ya que las noticias y hechos del día a día, se los proporcionaba el secretario de Gobernación, quien, se supone, lo hacía de manera tendenciosa y con la finalidad de ganarse la confianza del presidente de la República para que éste lo postulara a la candidatura presidencial en 1969, tal y como en efecto sucedió, en los términos narrados por Jorge Castañeda Gutman en su libro La Herencia, como resultado de la entrevista que le hizo al respecto al propio expresidente (1970-1976).

Como colofón, se anota que, según el autor, cuando parecía que se terminaría el movimiento estudiantil, entraban en juego los provocadores quienes estaban insertos dentro del Consejo Nacional de Huelga, que actuaban y maniobraban para que el Movimiento continuara hasta que éste terminó en la forma cruenta que ya se sabe y que forma parte de la historia del país.

ÚLTIMASCOLUMNAS
martes 14 de septiembre de 2021

La política es así

¿El regreso?

Juventino Rodarte Solís

martes 07 de septiembre de 2021

La política es así

Selección natural

Juventino Rodarte Solís

martes 03 de agosto de 2021

La política es así

Relevo generacional

Juventino Rodarte Solís

martes 27 de julio de 2021

La política es así

Al arte de gobernar

Juventino Rodarte Solís

martes 20 de julio de 2021

La política es así

Meritocracia

Juventino Rodarte Solís

Cargar Más