/ lunes 4 de febrero de 2019

La política es así

En consonancia con una de las opciones del juego de la “pirinola”, el Partido en el poder federal (Movimiento de Regeneración Nacional=Morena), se dispone a hacer suyas todas las posiciones políticas en disputa en el presente año en seis entidades diferentes del país, principalmente las gubernaturas de los estados de Baja California y Puebla.

Dentro de esas seis entidades se ubica Durango y en la cual habrán de renovarse los treinta y nueve ayuntamientos.

En el juego de la “pirinola”, en su variante de toma todo, Morena parte de hechos incuestionables: en 2018 dicho partido y sus aliados superaron a los opositores en la disputa por la Presidencia; obtuvieron la mayoría relativa en la elección de senadores; vencieron en los cuatro distritos electorales en los cuales se divide el estado; y obtuvieron once de los quince diputados locales en juego por la vía de la mayoría relativa, mientras que el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD) ganaron uno, dos y un distritos, respectivamente.

Luego pues, en esa tesitura y al margen de que en las elecciones para gobernador, para ayuntamientos y para diputados locales, en las elecciones de 2016 dominaron el PRI y el PAN ya fuere solos o aliados, en el presente año los procesos electorales y sus resultados no necesariamente deben ser igual o similares a los precedentes, sino que, todo lo contrario.

Sin conocimiento de la correlación de fuerzas que priva hacia el interior de los treinta y nueve municipios, en la presente colaboración sólo se harán valer varias circunstancias: una consistente en el hecho de que los factores que deciden tanto las candidaturas como los resultados son diferentes y propios de cada municipio; otra que desde la perspectiva del oficialismo en el ejercicio del poder estatal, se querría aumentar el número de ayuntamientos que actualmente detenta; una más relativa a que el anterior partido oficial desearía no sólo conservar las posiciones obtenidas en 2016, sino también aumentar el número de las mismas.

Y la última, que Morena, sin contar con una estructura político-electoral operativa, le gustaría tomar todas las posiciones en disputa, o por lo menos la mayoría y/o las más importantes y codiciadas por el número de los electores que existen y que es necesario hacerse de ellos con miras a la cada día más cercana renovación del poder estatal en 2022.

Bajo los anteriores lineamientos, la disputa por los ayuntamientos se dará entre tres fuerzas políticas (solas o en alianza con otras) y que son: Morena que quiere todo; el PAN que desea aumentar sus posiciones; y el PRI cuyas pretensiones son iguales a las del PAN.

De los ayuntamientos en disputa se hará referencia únicamente a los municipios de Durango y Gómez Palacio, cuyos padrones electorales constituyen el uno-dos en el orden anotado, cuya importancia política y económica para la vida institucional del Estado no está en discusión.

En el primer municipio, el PAN que es el Partido que está en el poder estatal, ya decantó su posición: Salvo una extraña acción que vendría de fuera del Estado, no postularía para la reelección al actual presidente municipal, y, por tanto, ya definió que la candidatura será para uno de sus tres cuadros dados a conocer.

Por lo que se refiere al PRI, como experto que tiene de ser en la materia, montó una añagaza con la finalidad de postular, vía una simulación, a un candidato que proviniera de una consulta a los militantes y simpatizantes de dicho Partido.

Los políticos avezados no cayeron en la trampa, y más que se filtró con antelación que había interés por la postulación del dirigente del Movimiento Territorial en el estado de dicho partido; interés avalado por la presencia (simple coincidencia) del dirigente nacional del mismo en el acto de preregistro del aspirante a la candidatura. Habrá que estar pendiente hasta dónde llega en sus pretensiones no sólo de ser el candidato, sino en el posicionamiento que busca para, en un tiempo no muy lejano, poder aspirar a la presidencia estatal del PRI.

Por último, en lo conducente a Morena, tanto dentro como fuera del Partido y local como nacionalmente, se percibe y ha trascendido ya una lucha sorda por la candidatura, en la cual participan dos expriistas a quienes en 2018 le prometieron, a uno de ellos una de las dos candidaturas al Senado, y al otro una candidatura a diputado federal; un candidato que se autocalifica como independiente o, por lo menos, con perfil ciudadano quien afirma tiene el visto bueno de la dirigencia nacional de Morena y de distinguidos miembros del gabinete de AMLO; y finalmente, una cara nueva que deviene de una de las familias de mayor prosapia en Durango capital y quien, se comenta, estaría avalado por la élite empresarial local, y por empresarios de fuerza y proyección nacional con excelentes relaciones con el presidente de la República.

En la imaginaria política podría quedar (todo indica que quedarán) las ambiciones del actual alcalde capitalino que no oculta su deseo de ejercer el poder e influencia cada día con mayor intensidad y altura de miras, impulsado por su deseo de ser el próximo gobernador del Estado, cuya carrera se vio truncada cuando dejó de ser secretario de Salud en el estado en enero de 2004, pero que retomó fuerza con la elección a presidente municipal de Durango en 2012, y que sus aspiraciones no fueron menguadas por el hecho de que obtuvo la senaduría, no por la vía de mayoría relativa como hubiera deseado que fuera, sino por la vía de representación proporcional que dejó en manos de su suplente para regresar como alcalde capitalino en busca de la reelección como antesala a la gubernatura.

Para definir el futuro político municipal de Gómez Palacio, sólo existen dos opciones: La reelección de la actual alcaldesa y que pretendería alcanzar bajo la tutela partidaria del PRI; o bien, la elección de un(a) candidato(a) de Morena, mientras que el candidato del PAN y el Partido mismo sólo sería factores testimoniales en la confronta de aquéllos por el poder municipal de Gómez Palacio.

En consonancia con una de las opciones del juego de la “pirinola”, el Partido en el poder federal (Movimiento de Regeneración Nacional=Morena), se dispone a hacer suyas todas las posiciones políticas en disputa en el presente año en seis entidades diferentes del país, principalmente las gubernaturas de los estados de Baja California y Puebla.

Dentro de esas seis entidades se ubica Durango y en la cual habrán de renovarse los treinta y nueve ayuntamientos.

En el juego de la “pirinola”, en su variante de toma todo, Morena parte de hechos incuestionables: en 2018 dicho partido y sus aliados superaron a los opositores en la disputa por la Presidencia; obtuvieron la mayoría relativa en la elección de senadores; vencieron en los cuatro distritos electorales en los cuales se divide el estado; y obtuvieron once de los quince diputados locales en juego por la vía de la mayoría relativa, mientras que el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD) ganaron uno, dos y un distritos, respectivamente.

Luego pues, en esa tesitura y al margen de que en las elecciones para gobernador, para ayuntamientos y para diputados locales, en las elecciones de 2016 dominaron el PRI y el PAN ya fuere solos o aliados, en el presente año los procesos electorales y sus resultados no necesariamente deben ser igual o similares a los precedentes, sino que, todo lo contrario.

Sin conocimiento de la correlación de fuerzas que priva hacia el interior de los treinta y nueve municipios, en la presente colaboración sólo se harán valer varias circunstancias: una consistente en el hecho de que los factores que deciden tanto las candidaturas como los resultados son diferentes y propios de cada municipio; otra que desde la perspectiva del oficialismo en el ejercicio del poder estatal, se querría aumentar el número de ayuntamientos que actualmente detenta; una más relativa a que el anterior partido oficial desearía no sólo conservar las posiciones obtenidas en 2016, sino también aumentar el número de las mismas.

Y la última, que Morena, sin contar con una estructura político-electoral operativa, le gustaría tomar todas las posiciones en disputa, o por lo menos la mayoría y/o las más importantes y codiciadas por el número de los electores que existen y que es necesario hacerse de ellos con miras a la cada día más cercana renovación del poder estatal en 2022.

Bajo los anteriores lineamientos, la disputa por los ayuntamientos se dará entre tres fuerzas políticas (solas o en alianza con otras) y que son: Morena que quiere todo; el PAN que desea aumentar sus posiciones; y el PRI cuyas pretensiones son iguales a las del PAN.

De los ayuntamientos en disputa se hará referencia únicamente a los municipios de Durango y Gómez Palacio, cuyos padrones electorales constituyen el uno-dos en el orden anotado, cuya importancia política y económica para la vida institucional del Estado no está en discusión.

En el primer municipio, el PAN que es el Partido que está en el poder estatal, ya decantó su posición: Salvo una extraña acción que vendría de fuera del Estado, no postularía para la reelección al actual presidente municipal, y, por tanto, ya definió que la candidatura será para uno de sus tres cuadros dados a conocer.

Por lo que se refiere al PRI, como experto que tiene de ser en la materia, montó una añagaza con la finalidad de postular, vía una simulación, a un candidato que proviniera de una consulta a los militantes y simpatizantes de dicho Partido.

Los políticos avezados no cayeron en la trampa, y más que se filtró con antelación que había interés por la postulación del dirigente del Movimiento Territorial en el estado de dicho partido; interés avalado por la presencia (simple coincidencia) del dirigente nacional del mismo en el acto de preregistro del aspirante a la candidatura. Habrá que estar pendiente hasta dónde llega en sus pretensiones no sólo de ser el candidato, sino en el posicionamiento que busca para, en un tiempo no muy lejano, poder aspirar a la presidencia estatal del PRI.

Por último, en lo conducente a Morena, tanto dentro como fuera del Partido y local como nacionalmente, se percibe y ha trascendido ya una lucha sorda por la candidatura, en la cual participan dos expriistas a quienes en 2018 le prometieron, a uno de ellos una de las dos candidaturas al Senado, y al otro una candidatura a diputado federal; un candidato que se autocalifica como independiente o, por lo menos, con perfil ciudadano quien afirma tiene el visto bueno de la dirigencia nacional de Morena y de distinguidos miembros del gabinete de AMLO; y finalmente, una cara nueva que deviene de una de las familias de mayor prosapia en Durango capital y quien, se comenta, estaría avalado por la élite empresarial local, y por empresarios de fuerza y proyección nacional con excelentes relaciones con el presidente de la República.

En la imaginaria política podría quedar (todo indica que quedarán) las ambiciones del actual alcalde capitalino que no oculta su deseo de ejercer el poder e influencia cada día con mayor intensidad y altura de miras, impulsado por su deseo de ser el próximo gobernador del Estado, cuya carrera se vio truncada cuando dejó de ser secretario de Salud en el estado en enero de 2004, pero que retomó fuerza con la elección a presidente municipal de Durango en 2012, y que sus aspiraciones no fueron menguadas por el hecho de que obtuvo la senaduría, no por la vía de mayoría relativa como hubiera deseado que fuera, sino por la vía de representación proporcional que dejó en manos de su suplente para regresar como alcalde capitalino en busca de la reelección como antesala a la gubernatura.

Para definir el futuro político municipal de Gómez Palacio, sólo existen dos opciones: La reelección de la actual alcaldesa y que pretendería alcanzar bajo la tutela partidaria del PRI; o bien, la elección de un(a) candidato(a) de Morena, mientras que el candidato del PAN y el Partido mismo sólo sería factores testimoniales en la confronta de aquéllos por el poder municipal de Gómez Palacio.

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