/ lunes 11 de marzo de 2019

La política es así

En marcha la 4T


Se pretendió evadir el tema. Imposible. La 4T está en la agenda del día a día, sobre todo en las conferencias mañaneras en las cuales el presidente expone sus verdades y a veces estigmatiza tanto a sus contrarios como a las acciones que no le placen.

Desde diversas ópticas, la 4T, desde el uno de diciembre del año pasado, es tema obligado. Por consecuencia, la obligación se tornó prioritaria al cumplir 100 días de gobernar al país el artífice de la misma.

Con el soporte de la postura anticorrupción, del combate a la inseguridad y de la determinación de pugnar para superar la desigualdad, especialmente de la primera, AMLO en su calidad de presidente de la República y de ser el vocero de la 4T, después de 100 días de presidir la titularidad del poder Ejecutivo federal conserva, sin problema alguno, una alta aceptación ciudadana.

Tal aceptación se podría decir que tiene un especial sustento en el hecho de que una mayoría ciudadana está por demás complacida por el embate en contra de aquellos que en el pasado reciente y no tan reciente, resultaron beneficiados por la corrupción imperante.

De acuerdo con lo expuesto en los 100 días de su gobierno, el guía de la 4T se manifestó complacido de lo hecho en tan corto tiempo, y más porque reformas importantes o trascendentes para su proyecto de nación, fueron aprobadas por el poder Legislativo; y además, porque, en contra de los augurios catastrofistas, considera que la economía crece levemente y que no hay recesión.

Reiteró su decisión para rescatar a las empresas productivas del Estado como lo son Pemex y la CFE que entraron en un declive negativo para el país, que tuvo su origen en la política neoliberal asumida por el gobierno de la República a partir de 1982 y que se acentuó con motivo de la reforma energética realizada en el pasado sexenio, la cual, a la fecha, no ha demostrado ser de utilidad para el crecimiento de la economía mexicana.

Es temprano aún para percibir los efectos de la 4T tanto en el mediano plazo como en el largo en los rubros primeramente citados: corrupción, inseguridad y desigualdad.

También lo es para saber los efectos económicos que se reflejarán tanto en la macro como en la microeconomía del país, y los cuales serán el resultado no solo del rescate de Pemex y de la CFE, sino también de la inversión pública complementada con la privada en los proyectos de la refinería de Dos Bocas en Tabasco, de la construcción del Tren Maya y de la concreción e iniciación del proyecto transístmico.

Por lo pronto, mientras se concretan y complementan las inversiones públicas y privadas, el grueso de los partidarios de la 4T conforman el enorme conglomerado social que ya recibe (y más lo recibirán) los apoyos de carácter universal para los mayores de 68 años y más; para los estudiantes becarios; para los jóvenes que serán capacitados para ingresar al mercado económico laboral con la concurrencia de los sectores público y privado; para todas las personas que presenten alguna discapacidad; para los hombres del campo que serán beneficiados con el apoyo del gobierno federal para plantar y con el tiempo explotar árboles frutales y maderables.

El líder de la 4T afirma que los recursos para los programas sociales aludidos provendrán de la política de la austeridad y del combate efectivo a la corrupción.

Sin embargo, de lo planteado y señalado como objetivos y/o metas de la 4T, con cierta frecuencia y magnitud se pregunta si todos los integrantes de la administración pública centralizada y paraestatal coinciden en la concepción y en la acción con el presidente de la República, y si están debidamente capacitados y con la disponibilidad, para sin mientes, ser colaboradores efectivos y no simples acompañantes de aquél en su marcha hacia la 4T.

Pronto se verá y lo cual se visualizará cuando, a la par de la tonadilla “me canso ganso”, más de uno sean revelados de su cargo por otros más efectivos, más capaces y con la imprescindible empatía con la concepción y la acción de AMLO.

La permanencia y, en su caso, la remoción de los titulares de la administración pública, habrán de estar vinculadas con el relevo sexenal de 2024, toda vez que día con día crece la certeza que la 4T no terminará en seis años y que necesariamente tendrá que trascender el sexenio.

Mientras tanto, la fortaleza de la 4T y de su autor intelectual y material (seguramente con la asesoría de la lucidez de diversos expertos), se acrecentará con la primera réplica del tsunami del 2 de julio del año pasado y que se hará presente en las elecciones que tendrán lugar en seis entidades, en las cuales se considera que la fuerza política de MORENA y de su creador se fortalecerán, especialmente con el triunfo en las elecciones para gobernador en Baja California y en Puebla.

La segunda réplica del tsunami aludido, se dará con mayor fuerza cuando se elijan trece gobernadores en 2021, se renueve la Cámara de diputados y AMLO se sujete a la revocación de mandato, la cual, con la tendencia hasta hoy observada, con toda seguridad se le negará para que así pueda terminar el sexenio para el que fue electo.

Mientras tanto, habría que estar pendientes de cómo se disipan las brumas del ejercicio del poder y en lugar de las sombras fantasmales que no terminan de concretarse, se vislumbre el perfil de aquéllos con capacidades, méritos y lealtades para aspirar a ser los sucesores de AMLO y de su 4T.

Con el correr del tiempo, más pronto que tarde, sería bueno que terminara la confronta entre los “chairos” y los “fifís”. El empleo de tales calificativos para denostar o descalificar al contrario, no dignifica a sus emisores. Todo lo contrario.

En marcha la 4T


Se pretendió evadir el tema. Imposible. La 4T está en la agenda del día a día, sobre todo en las conferencias mañaneras en las cuales el presidente expone sus verdades y a veces estigmatiza tanto a sus contrarios como a las acciones que no le placen.

Desde diversas ópticas, la 4T, desde el uno de diciembre del año pasado, es tema obligado. Por consecuencia, la obligación se tornó prioritaria al cumplir 100 días de gobernar al país el artífice de la misma.

Con el soporte de la postura anticorrupción, del combate a la inseguridad y de la determinación de pugnar para superar la desigualdad, especialmente de la primera, AMLO en su calidad de presidente de la República y de ser el vocero de la 4T, después de 100 días de presidir la titularidad del poder Ejecutivo federal conserva, sin problema alguno, una alta aceptación ciudadana.

Tal aceptación se podría decir que tiene un especial sustento en el hecho de que una mayoría ciudadana está por demás complacida por el embate en contra de aquellos que en el pasado reciente y no tan reciente, resultaron beneficiados por la corrupción imperante.

De acuerdo con lo expuesto en los 100 días de su gobierno, el guía de la 4T se manifestó complacido de lo hecho en tan corto tiempo, y más porque reformas importantes o trascendentes para su proyecto de nación, fueron aprobadas por el poder Legislativo; y además, porque, en contra de los augurios catastrofistas, considera que la economía crece levemente y que no hay recesión.

Reiteró su decisión para rescatar a las empresas productivas del Estado como lo son Pemex y la CFE que entraron en un declive negativo para el país, que tuvo su origen en la política neoliberal asumida por el gobierno de la República a partir de 1982 y que se acentuó con motivo de la reforma energética realizada en el pasado sexenio, la cual, a la fecha, no ha demostrado ser de utilidad para el crecimiento de la economía mexicana.

Es temprano aún para percibir los efectos de la 4T tanto en el mediano plazo como en el largo en los rubros primeramente citados: corrupción, inseguridad y desigualdad.

También lo es para saber los efectos económicos que se reflejarán tanto en la macro como en la microeconomía del país, y los cuales serán el resultado no solo del rescate de Pemex y de la CFE, sino también de la inversión pública complementada con la privada en los proyectos de la refinería de Dos Bocas en Tabasco, de la construcción del Tren Maya y de la concreción e iniciación del proyecto transístmico.

Por lo pronto, mientras se concretan y complementan las inversiones públicas y privadas, el grueso de los partidarios de la 4T conforman el enorme conglomerado social que ya recibe (y más lo recibirán) los apoyos de carácter universal para los mayores de 68 años y más; para los estudiantes becarios; para los jóvenes que serán capacitados para ingresar al mercado económico laboral con la concurrencia de los sectores público y privado; para todas las personas que presenten alguna discapacidad; para los hombres del campo que serán beneficiados con el apoyo del gobierno federal para plantar y con el tiempo explotar árboles frutales y maderables.

El líder de la 4T afirma que los recursos para los programas sociales aludidos provendrán de la política de la austeridad y del combate efectivo a la corrupción.

Sin embargo, de lo planteado y señalado como objetivos y/o metas de la 4T, con cierta frecuencia y magnitud se pregunta si todos los integrantes de la administración pública centralizada y paraestatal coinciden en la concepción y en la acción con el presidente de la República, y si están debidamente capacitados y con la disponibilidad, para sin mientes, ser colaboradores efectivos y no simples acompañantes de aquél en su marcha hacia la 4T.

Pronto se verá y lo cual se visualizará cuando, a la par de la tonadilla “me canso ganso”, más de uno sean revelados de su cargo por otros más efectivos, más capaces y con la imprescindible empatía con la concepción y la acción de AMLO.

La permanencia y, en su caso, la remoción de los titulares de la administración pública, habrán de estar vinculadas con el relevo sexenal de 2024, toda vez que día con día crece la certeza que la 4T no terminará en seis años y que necesariamente tendrá que trascender el sexenio.

Mientras tanto, la fortaleza de la 4T y de su autor intelectual y material (seguramente con la asesoría de la lucidez de diversos expertos), se acrecentará con la primera réplica del tsunami del 2 de julio del año pasado y que se hará presente en las elecciones que tendrán lugar en seis entidades, en las cuales se considera que la fuerza política de MORENA y de su creador se fortalecerán, especialmente con el triunfo en las elecciones para gobernador en Baja California y en Puebla.

La segunda réplica del tsunami aludido, se dará con mayor fuerza cuando se elijan trece gobernadores en 2021, se renueve la Cámara de diputados y AMLO se sujete a la revocación de mandato, la cual, con la tendencia hasta hoy observada, con toda seguridad se le negará para que así pueda terminar el sexenio para el que fue electo.

Mientras tanto, habría que estar pendientes de cómo se disipan las brumas del ejercicio del poder y en lugar de las sombras fantasmales que no terminan de concretarse, se vislumbre el perfil de aquéllos con capacidades, méritos y lealtades para aspirar a ser los sucesores de AMLO y de su 4T.

Con el correr del tiempo, más pronto que tarde, sería bueno que terminara la confronta entre los “chairos” y los “fifís”. El empleo de tales calificativos para denostar o descalificar al contrario, no dignifica a sus emisores. Todo lo contrario.

ÚLTIMASCOLUMNAS
martes 14 de septiembre de 2021

La política es así

¿El regreso?

Juventino Rodarte Solís

martes 07 de septiembre de 2021

La política es así

Selección natural

Juventino Rodarte Solís

martes 03 de agosto de 2021

La política es así

Relevo generacional

Juventino Rodarte Solís

martes 27 de julio de 2021

La política es así

Al arte de gobernar

Juventino Rodarte Solís

martes 20 de julio de 2021

La política es así

Meritocracia

Juventino Rodarte Solís

Cargar Más