/ lunes 22 de julio de 2019

LA POLÍTICA ES ASÍ

¿Qué prometer?

¿Cuál debe ser la esencia discursiva de próximo dirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI), para que se tenga la certeza de que el gobernador con licencia del estado de Campeche debe ser y va a ser el vencedor en la contienda en marcha, y la cual debe de ofrecer para obtener el apoyo formal y real de la mermada militancia que aparece registrada como tal ante el Instituto Nacional Electoral?

Lo anterior es así ya que el candidato de marras, cuenta con el apoyo de 11 de los 12 gobernadores del PRI quienes, invariablemente, han constituido la quinta esencia del mismo, más el apoyo de los integrantes del Comité Ejecutivo Nacional del partido y de los sectores y organizaciones que lo conforman, y más el apoyo de la élite que lo representa en las cámaras de diputados y de senadores.

Los once gobernadores aludidos son los titulares de los poderes ejecutivos de los estados de Guerrero, Oaxaca, Colima, Sinaloa, Coahuila, San Luis Potosí, Zacatecas, Hidalgo, Tlaxcala, Campeche y Estado de México que controlan a la famosa estructural territorial, sectorial y de organizaciones del PRI que se dice aglutinan la militancia del mismo; mientras que los miembros del Comité Nacional serían la actual presidenta, el secretario general (Jalisco), el secretario de Organización (Baja California) el secretario de Operación (Hidalgo vinculado al exsecretario de Gobernación) y el secretario de Acción Electoral (Chihuahua exgobernador), los cuales poseen la ascendencia para conducir el voto hacia el candidato decidido por la cúpula partidaria.

A los dirigentes de los sectores y organizaciones no se hace referencia alguna ya que los mismos, de tiempo atrás, están en un proceso de franca extinción y solo son entelequias al servicio de los dirigentes de los mismos y, sobre todo, de la dirigencia nacional en turno.

Por otra parte, la élite del PRI que forma parte de las cámaras de diputados y de senadores identificables son: por parte de la primera, tres exdirigentes nacionales del partido, uno de ellos exgobernador de su estado (Guerrero) y otro (mujer) exgobernadora sustituta de Yucatán; de dos exgobernadores, uno de ellos el actual presidente de la Confederación Nacional Campesina (Durango), y el otro exsecretario de Acción Electoral y de Organización (Coahuila), y además, cónyuge de la candidata a secretaria general quien pertenece a la élite política del estado de Hidalgo; un exsubsecretario de Gobernación y exsecretario de Desarrollo Social; y el secretario general de la CROC; mientras que de la segunda lo es la dirigente nacional del partido (con licencia) y exsecretaria de Turismo y de Relaciones Exteriores, el secretario general de la CTM, el exsecretario de gobernación y exgobernador de Hidalgo, la exgobernadora de Tlaxcala y exdirigente nacional del PRI y de la CNC, y un exsecretario de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano y el todo poderoso exgobernador del Estado de México.

Obviamente, no se requiere ser un analista político avezado ni mayores aptitudes para tener la certeza de que los adversarios del gobernador con licencia de Campeche, no tienen ninguna posibilidad de vencer en la contienda interna y, por tanto, el próximo dirigente nacional del PRI será el gobernador con licencia.

Sin embargo, ante la mirada crítica o acrítica de la sociedad, así como ante la óptica, la percepción y la toma de decisión de los militantes del PRI, con el fin de alcanzar legitimidad tanto hacia dentro como hacia el exterior del partido, el seguro próximo dirigente nacional debe ofrecer un discurso creíble y, por ende, confiable, en el sentido de que es el dirigente nacional que su partido requiere para hacer frente a la fuerza política que arrasó al mismo en las elecciones presidenciales del uno de julio de 2019. En pocas palabras, debe ser y comportarse como un dirigente realmente de oposición que aspira a recuperar el poder.

La pregunta o preguntas serían: ¿Querrá y podrá actuar como tal?, o bien, solamente actuará como comparsa con la finalidad de no demeritar aún más la fuerza del partido; de un partido que para muchos está en un proceso lento de extinción y que buena parte de la sociedad civil no quiere que regrese al poder en atención al desastre de corrupción, de impunidad, de violencia, de inseguridad y de desigualdad al que condujo al país y que constituyó la causa para que fuera superado ampliamente tanto en las elecciones de 2018 como en las recientes celebradas el pasado 2 de junio.

Luego pues, se retoma el hilo conductor de la colaboración para preguntar ¿cuál será la promesa discursiva del candidato a dirigente nacional del PRI tendiente a convencer que él es verdaderamente el dirigente que el partido aludido requiere para los tiempos políticos por venir?

Al parecer, ya ha prometido el cambio a los documentos básicos el partido, principalmente el relativo a la declaración de principios del mismo.

Sí así fuere, cuál sería la esencia ideológica del mismo: ¿regresar al liberalismo clásico?; ¿retomar con fuerza el neoliberalismo?; ¿ubicarse en el nacionalismo radical?; ¿ofrecer la democracia social como alternativa de vida y de gobierno?; ¿insistir en las reformas estructurales aprobadas en el sexenio pasado y que lentamente ha desmantelado el actual gobierno?; o bien, ¿competir como el gobierno de un solo hombre tal y como lo fue el ADN del PRI para así competir con el del actual presidente quien concentra el grueso de las decisiones trascendentes, a veces con simulaciones de democracia directa con votaciones a mano alzada en mini universos de interesados que constituyen una minoría dentro del contexto de los posibles perjudicados o beneficiados con la propuesta sometida a la “consulta popular”?

Los promotores de la candidatura del gobernador de Campeche con licencia, por lo menos en Durango no han sido ni claros y mucho menos precisos en dar a conocer la propuesta discursiva del mismo. Tal vez en otros estados sí lo han sido.

Aún no visita al estado para que se dirija y convenza a los militantes del PRI para que voten por él, lo cual se requiere con relativa urgencia, y más si se toma en cuenta que el discurso de los opositores ha sido y es más destructivo que constructivo.

Se considera que el seguro vencedor habrá de promover el cambio de todos los dirigentes territoriales, sectoriales y de organizaciones del PRI para que, aunado a la fuerza de su discurso, convenzan que él y su equipo de trabajo van a ser los salvadores del PRI, sin que haya margen para preguntar ¿quién o quiénes salvarán al PRI de sus salvadores?

¿Qué prometer?

¿Cuál debe ser la esencia discursiva de próximo dirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI), para que se tenga la certeza de que el gobernador con licencia del estado de Campeche debe ser y va a ser el vencedor en la contienda en marcha, y la cual debe de ofrecer para obtener el apoyo formal y real de la mermada militancia que aparece registrada como tal ante el Instituto Nacional Electoral?

Lo anterior es así ya que el candidato de marras, cuenta con el apoyo de 11 de los 12 gobernadores del PRI quienes, invariablemente, han constituido la quinta esencia del mismo, más el apoyo de los integrantes del Comité Ejecutivo Nacional del partido y de los sectores y organizaciones que lo conforman, y más el apoyo de la élite que lo representa en las cámaras de diputados y de senadores.

Los once gobernadores aludidos son los titulares de los poderes ejecutivos de los estados de Guerrero, Oaxaca, Colima, Sinaloa, Coahuila, San Luis Potosí, Zacatecas, Hidalgo, Tlaxcala, Campeche y Estado de México que controlan a la famosa estructural territorial, sectorial y de organizaciones del PRI que se dice aglutinan la militancia del mismo; mientras que los miembros del Comité Nacional serían la actual presidenta, el secretario general (Jalisco), el secretario de Organización (Baja California) el secretario de Operación (Hidalgo vinculado al exsecretario de Gobernación) y el secretario de Acción Electoral (Chihuahua exgobernador), los cuales poseen la ascendencia para conducir el voto hacia el candidato decidido por la cúpula partidaria.

A los dirigentes de los sectores y organizaciones no se hace referencia alguna ya que los mismos, de tiempo atrás, están en un proceso de franca extinción y solo son entelequias al servicio de los dirigentes de los mismos y, sobre todo, de la dirigencia nacional en turno.

Por otra parte, la élite del PRI que forma parte de las cámaras de diputados y de senadores identificables son: por parte de la primera, tres exdirigentes nacionales del partido, uno de ellos exgobernador de su estado (Guerrero) y otro (mujer) exgobernadora sustituta de Yucatán; de dos exgobernadores, uno de ellos el actual presidente de la Confederación Nacional Campesina (Durango), y el otro exsecretario de Acción Electoral y de Organización (Coahuila), y además, cónyuge de la candidata a secretaria general quien pertenece a la élite política del estado de Hidalgo; un exsubsecretario de Gobernación y exsecretario de Desarrollo Social; y el secretario general de la CROC; mientras que de la segunda lo es la dirigente nacional del partido (con licencia) y exsecretaria de Turismo y de Relaciones Exteriores, el secretario general de la CTM, el exsecretario de gobernación y exgobernador de Hidalgo, la exgobernadora de Tlaxcala y exdirigente nacional del PRI y de la CNC, y un exsecretario de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano y el todo poderoso exgobernador del Estado de México.

Obviamente, no se requiere ser un analista político avezado ni mayores aptitudes para tener la certeza de que los adversarios del gobernador con licencia de Campeche, no tienen ninguna posibilidad de vencer en la contienda interna y, por tanto, el próximo dirigente nacional del PRI será el gobernador con licencia.

Sin embargo, ante la mirada crítica o acrítica de la sociedad, así como ante la óptica, la percepción y la toma de decisión de los militantes del PRI, con el fin de alcanzar legitimidad tanto hacia dentro como hacia el exterior del partido, el seguro próximo dirigente nacional debe ofrecer un discurso creíble y, por ende, confiable, en el sentido de que es el dirigente nacional que su partido requiere para hacer frente a la fuerza política que arrasó al mismo en las elecciones presidenciales del uno de julio de 2019. En pocas palabras, debe ser y comportarse como un dirigente realmente de oposición que aspira a recuperar el poder.

La pregunta o preguntas serían: ¿Querrá y podrá actuar como tal?, o bien, solamente actuará como comparsa con la finalidad de no demeritar aún más la fuerza del partido; de un partido que para muchos está en un proceso lento de extinción y que buena parte de la sociedad civil no quiere que regrese al poder en atención al desastre de corrupción, de impunidad, de violencia, de inseguridad y de desigualdad al que condujo al país y que constituyó la causa para que fuera superado ampliamente tanto en las elecciones de 2018 como en las recientes celebradas el pasado 2 de junio.

Luego pues, se retoma el hilo conductor de la colaboración para preguntar ¿cuál será la promesa discursiva del candidato a dirigente nacional del PRI tendiente a convencer que él es verdaderamente el dirigente que el partido aludido requiere para los tiempos políticos por venir?

Al parecer, ya ha prometido el cambio a los documentos básicos el partido, principalmente el relativo a la declaración de principios del mismo.

Sí así fuere, cuál sería la esencia ideológica del mismo: ¿regresar al liberalismo clásico?; ¿retomar con fuerza el neoliberalismo?; ¿ubicarse en el nacionalismo radical?; ¿ofrecer la democracia social como alternativa de vida y de gobierno?; ¿insistir en las reformas estructurales aprobadas en el sexenio pasado y que lentamente ha desmantelado el actual gobierno?; o bien, ¿competir como el gobierno de un solo hombre tal y como lo fue el ADN del PRI para así competir con el del actual presidente quien concentra el grueso de las decisiones trascendentes, a veces con simulaciones de democracia directa con votaciones a mano alzada en mini universos de interesados que constituyen una minoría dentro del contexto de los posibles perjudicados o beneficiados con la propuesta sometida a la “consulta popular”?

Los promotores de la candidatura del gobernador de Campeche con licencia, por lo menos en Durango no han sido ni claros y mucho menos precisos en dar a conocer la propuesta discursiva del mismo. Tal vez en otros estados sí lo han sido.

Aún no visita al estado para que se dirija y convenza a los militantes del PRI para que voten por él, lo cual se requiere con relativa urgencia, y más si se toma en cuenta que el discurso de los opositores ha sido y es más destructivo que constructivo.

Se considera que el seguro vencedor habrá de promover el cambio de todos los dirigentes territoriales, sectoriales y de organizaciones del PRI para que, aunado a la fuerza de su discurso, convenzan que él y su equipo de trabajo van a ser los salvadores del PRI, sin que haya margen para preguntar ¿quién o quiénes salvarán al PRI de sus salvadores?

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