/ lunes 23 de septiembre de 2019

La política es así

Septiembre para recordar

El próximo martes uno de octubre el presidente de la República habrá cumplido diez meses como titular del Poder Ejecutivo Federal, y por tanto, tendrá diez meses de haber asumido constitucional y legalmente el ejercicio del poder.

De facto, la asunción y el ejercicio del poder los inició al día siguiente de haber ganado las elecciones presidenciales.

Solamente para tener un marco de referencia que dista mucho de ser total, se podría considerar que septiembre es un mes que, además de pintarse de gloria ya que se le ha definido como el Mes de la Patria, también tiene tonalidades negras derivadas de los siguientes hechos.

El 23 de septiembre de 1965, tal vez con el recuerdo y referencia de la revolución cubana cuyo origen se sitúa en el asalto al cuartel Moncada el 26 de julio de 1956, atacaron al cuartel militar localizado en Ciudad Madera, Chihuahua, en el cual fracasaron en su intento de apoderarse del mismo con el costo de vidas tanto de los militares como de los jóvenes que realizaron el ataque.

El 17 de septiembre de 1973 un comando armado, ante el fracaso de secuestro por parte de un comando armado, resultó muerto al empresario de Nuevo León Eugenio Garza Sada y quien aparecía como el promotor del crecimiento y desarrollo económicos de Monterrey y, además, era un ícono del empresariado nacional, hecho que se dio dentro del contexto de la guerra sucia (1970-1976) generada desde el poder con la finalidad de liquidar a los opositores al gobierno por la vía de las armas.

El 19 de septiembre de 1985 la Ciudad de México fue medio destruida por el terremoto que dejó miles de víctimas cuyo número nunca se ha precisado, daños materiales no cuantificados, que tampoco fueron resarcidos a las víctimas y heridas pendientes de restañar, todo ello debido a la tibieza de las autoridades locales y federales que actuaron a destiempo y sin la organización adecuada.

Los días 26-27 de septiembre de 2014 se dio la desaparición y, al parecer, la ejecución de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Burgos de Ayotzinapa; hechos que a la fecha no han sido aclarados con un nivel de credibilidad total o próxima al ciento por ciento. La llamada “verdad histórica” del gobierno sólo quedó como una mera conclusión de la investigación por demás endeble, traducida en la liberación de un número creciente de procesados, a quienes, según resolución judicial, se les violaron sus derechos humanos.

Los días 7 y 19 de septiembre de 2017, otra vez la Ciudad de México y sus habitantes fueron víctimas de otros dos terremotos, los cuales, a diferencia del ocurrido en 1985, causó un número de víctimas muy inferior al de este terremoto, pero sí ocasionó daños materiales sensibles que a la fecha no han sido reparados, no obstante la voluntad de las autoridades que han dicho tener para hacerlo y a pesar del número cuantioso de recursos aportados tanto por el gobierno, como por organizaciones privadas y por apoyos internacionales.

Tales hechos, como se dijo, delinean un marco de un “septiembre negro” fácilmente superable por hechos locales o nacionales que también tuvieron lugar en diferentes tiempos a lo largo de la historia nacional. El último de ellos laudable tuvo lugar el pasado por la noche del 15 de septiembre, generado por el hecho del “grito de independencia” a cargo del presidente de la República, mediante el cual se recuperó el origen de México como país independiente y soberano, así como el sentido de pertenencia del pueblo mexicano, muy distinto a los “gritos” que tuvieron lugar a partir de septiembre de 1988, en cuyos ceremoniales los presidentes en turno eran repudiados y abucheados en mayor o menor intensidad,

En el presente mes de septiembre ocurrieron dos hechos que condujeron a recordar el ataque al cuartel militar ubicado en Ciudad Madera, Chihuahua, el cual tuvo lugar en la fecha anteriormente señalada, por un grupo de jóvenes que consideraron que por la vía armada era la única mediante la cual se podía terminar con el régimen opresivo y represivo de la política del entonces gobernador de la entidad y del estado en general, principalmente manifestada en la represión ejercida en contra de los grupos de campesinos que demandaban la dotación de tierras para los pueblos y comunidades tanto de la región como del estado; ataque que sirvió como referencia para que tiempo después se conformara y actuara la Liga Comunista 23 de Septiembre, la cual se adjudicó el intento de secuestro y asesinato del empresario regiomontano aludido.

Uno de esos hechos consistió en la pretensión del director del Instituto de Estudios Históricas de la Revolución Mexicana para ubicar el ataque al cuartel de Ciudad Madera dentro de un contexto histórico bajo su perspectiva histórica, y en la cual utilizó un adjetivo no aceptado y menos comprendido por todos y aún menos por la clase empresarial de Monterrey, lo cual condujo a que el director renunciara al cargo que detentaba. Tal contextualización la llevó a cabo el pasado 17 de septiembre y la cual rápidamente se hizo viral en las redes con pronunciamientos en contra o favor del funcionario de referencia.

El otro hecho se refiere a la entrega del Premio Nacional Carlos Montemayor a dos sobrevivientes del ataque al cuartel militar de Ciudad Madera, Chihuahua, la cual se realizó el pasado domingo 22 de septiembre en las instalaciones de lo que fuera la residencia oficial de Los Pinos.

Derivado de los dos hechos recientes cuyo origen se remonta al 23 de septiembre de 1965 y que se relaciona con el 17 de septiembre de 1973, solamente quedaría preguntar para saber, cuál es el sentir de los altos mandos del ejército mexicano y, por consecuencia, de éste como institución armada de la República, en torno a ambos hechos, puesto que en el primero de ellos, al margen de lo ocurrido antes y posteriormente al día aludido, el ataque al cuartel militar de Ciudad Madera fue realizado en contra de elementos de las fuerzas armadas, y en el cual resultaron muertos varios de los miembros del ejército asignados a dicho cuartel; mientras que en el segundo, miembros de la Liga Comunista 23 de Septiembre, surgida o motivada por el primero, pretendió secuestrar al empresario de Monterrey y, al fracasar en su intento, aquél resultó muerto.

Lo anterior es así porque un funcionario federal, con su calificativo “valientes”, así como la entrega del premio creado en honor de Carlos Montemayor en el lugar citado, podrían generar en el sentir militar una cierta inconformidad, la cual, aunada al creciente descontento generado por la incorporación de militares a la Guardia Nacional gracias a su lealtad, al igual que las instrucciones para que no hagan uso del derecho a la fuerza legítima de la violencia cuyo monopolio tiene el estado, podría trascender al enfriamiento de la relación entre el presidente y las fuerzas armadas. Al tiempo se sabrá.

Septiembre para recordar

El próximo martes uno de octubre el presidente de la República habrá cumplido diez meses como titular del Poder Ejecutivo Federal, y por tanto, tendrá diez meses de haber asumido constitucional y legalmente el ejercicio del poder.

De facto, la asunción y el ejercicio del poder los inició al día siguiente de haber ganado las elecciones presidenciales.

Solamente para tener un marco de referencia que dista mucho de ser total, se podría considerar que septiembre es un mes que, además de pintarse de gloria ya que se le ha definido como el Mes de la Patria, también tiene tonalidades negras derivadas de los siguientes hechos.

El 23 de septiembre de 1965, tal vez con el recuerdo y referencia de la revolución cubana cuyo origen se sitúa en el asalto al cuartel Moncada el 26 de julio de 1956, atacaron al cuartel militar localizado en Ciudad Madera, Chihuahua, en el cual fracasaron en su intento de apoderarse del mismo con el costo de vidas tanto de los militares como de los jóvenes que realizaron el ataque.

El 17 de septiembre de 1973 un comando armado, ante el fracaso de secuestro por parte de un comando armado, resultó muerto al empresario de Nuevo León Eugenio Garza Sada y quien aparecía como el promotor del crecimiento y desarrollo económicos de Monterrey y, además, era un ícono del empresariado nacional, hecho que se dio dentro del contexto de la guerra sucia (1970-1976) generada desde el poder con la finalidad de liquidar a los opositores al gobierno por la vía de las armas.

El 19 de septiembre de 1985 la Ciudad de México fue medio destruida por el terremoto que dejó miles de víctimas cuyo número nunca se ha precisado, daños materiales no cuantificados, que tampoco fueron resarcidos a las víctimas y heridas pendientes de restañar, todo ello debido a la tibieza de las autoridades locales y federales que actuaron a destiempo y sin la organización adecuada.

Los días 26-27 de septiembre de 2014 se dio la desaparición y, al parecer, la ejecución de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Burgos de Ayotzinapa; hechos que a la fecha no han sido aclarados con un nivel de credibilidad total o próxima al ciento por ciento. La llamada “verdad histórica” del gobierno sólo quedó como una mera conclusión de la investigación por demás endeble, traducida en la liberación de un número creciente de procesados, a quienes, según resolución judicial, se les violaron sus derechos humanos.

Los días 7 y 19 de septiembre de 2017, otra vez la Ciudad de México y sus habitantes fueron víctimas de otros dos terremotos, los cuales, a diferencia del ocurrido en 1985, causó un número de víctimas muy inferior al de este terremoto, pero sí ocasionó daños materiales sensibles que a la fecha no han sido reparados, no obstante la voluntad de las autoridades que han dicho tener para hacerlo y a pesar del número cuantioso de recursos aportados tanto por el gobierno, como por organizaciones privadas y por apoyos internacionales.

Tales hechos, como se dijo, delinean un marco de un “septiembre negro” fácilmente superable por hechos locales o nacionales que también tuvieron lugar en diferentes tiempos a lo largo de la historia nacional. El último de ellos laudable tuvo lugar el pasado por la noche del 15 de septiembre, generado por el hecho del “grito de independencia” a cargo del presidente de la República, mediante el cual se recuperó el origen de México como país independiente y soberano, así como el sentido de pertenencia del pueblo mexicano, muy distinto a los “gritos” que tuvieron lugar a partir de septiembre de 1988, en cuyos ceremoniales los presidentes en turno eran repudiados y abucheados en mayor o menor intensidad,

En el presente mes de septiembre ocurrieron dos hechos que condujeron a recordar el ataque al cuartel militar ubicado en Ciudad Madera, Chihuahua, el cual tuvo lugar en la fecha anteriormente señalada, por un grupo de jóvenes que consideraron que por la vía armada era la única mediante la cual se podía terminar con el régimen opresivo y represivo de la política del entonces gobernador de la entidad y del estado en general, principalmente manifestada en la represión ejercida en contra de los grupos de campesinos que demandaban la dotación de tierras para los pueblos y comunidades tanto de la región como del estado; ataque que sirvió como referencia para que tiempo después se conformara y actuara la Liga Comunista 23 de Septiembre, la cual se adjudicó el intento de secuestro y asesinato del empresario regiomontano aludido.

Uno de esos hechos consistió en la pretensión del director del Instituto de Estudios Históricas de la Revolución Mexicana para ubicar el ataque al cuartel de Ciudad Madera dentro de un contexto histórico bajo su perspectiva histórica, y en la cual utilizó un adjetivo no aceptado y menos comprendido por todos y aún menos por la clase empresarial de Monterrey, lo cual condujo a que el director renunciara al cargo que detentaba. Tal contextualización la llevó a cabo el pasado 17 de septiembre y la cual rápidamente se hizo viral en las redes con pronunciamientos en contra o favor del funcionario de referencia.

El otro hecho se refiere a la entrega del Premio Nacional Carlos Montemayor a dos sobrevivientes del ataque al cuartel militar de Ciudad Madera, Chihuahua, la cual se realizó el pasado domingo 22 de septiembre en las instalaciones de lo que fuera la residencia oficial de Los Pinos.

Derivado de los dos hechos recientes cuyo origen se remonta al 23 de septiembre de 1965 y que se relaciona con el 17 de septiembre de 1973, solamente quedaría preguntar para saber, cuál es el sentir de los altos mandos del ejército mexicano y, por consecuencia, de éste como institución armada de la República, en torno a ambos hechos, puesto que en el primero de ellos, al margen de lo ocurrido antes y posteriormente al día aludido, el ataque al cuartel militar de Ciudad Madera fue realizado en contra de elementos de las fuerzas armadas, y en el cual resultaron muertos varios de los miembros del ejército asignados a dicho cuartel; mientras que en el segundo, miembros de la Liga Comunista 23 de Septiembre, surgida o motivada por el primero, pretendió secuestrar al empresario de Monterrey y, al fracasar en su intento, aquél resultó muerto.

Lo anterior es así porque un funcionario federal, con su calificativo “valientes”, así como la entrega del premio creado en honor de Carlos Montemayor en el lugar citado, podrían generar en el sentir militar una cierta inconformidad, la cual, aunada al creciente descontento generado por la incorporación de militares a la Guardia Nacional gracias a su lealtad, al igual que las instrucciones para que no hagan uso del derecho a la fuerza legítima de la violencia cuyo monopolio tiene el estado, podría trascender al enfriamiento de la relación entre el presidente y las fuerzas armadas. Al tiempo se sabrá.

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