/ lunes 6 de enero de 2020

LA POLÍTICA ES ASÍ

T.MEC 2020

El uno de enero de 1994, o sea hace 26 años, entró formalmente en vigor el TLCAN bajo la sombra ominosa del levantamiento del EZLN, lo cual no constituyó óbice alguno para que se anunciaran tiempos económicos promisorios tanto para el país como para los gobernados.

Veintiséis años después, bien se podría reiterar que el saldo de la vigencia del TLCAN fue positivo en el terreno macroeconómico, pero que tal vez no se dio con la misma amplitud en el terreno de la microeconomía.

En atención de la alternancia y de la 4T, contaminadas ambas por las elecciones presidenciales de los EUA que tendrán lugar en noviembre del presente año, y en las cuales el actual presidente aspira a reelegirse, después de que el gobierno de Enrique Peña Nieto negoció aparentemente con buenos resultados, el contenido del nuevo tratado conocido coloquialmente como T-MEC; sin embargo, la política reeleccionista del presidente Donald Trump entró en juego y obligó a México y a Canadá, principalmente a México, a la negociación de acuerdos modificatorios al Tratado en principio aprobado.

Las enmiendas o modificaciones al T-MEC fueron larga e intensamente analizadas, discutidas y aprobadas, lo cual condujo que los tres países de consumo las aprobaran el pasado 10 de diciembre del año que se fue: modificaciones propuestas por los EUA que fueron divulgadas en lo general pero sin precisar ciertos agregados que, al conocer los alcances y precisiones, no fueron aceptados por México, bajo el argumento que no habían sido materia del análisis y por tanto mucho menos de la aprobación.

En otros aspectos, las enmiendas no fueron aceptadas plenamente por Canadá, por tanto, está pendiente el tratado para ser aprobado por el órgano legislativo de ese país.

Por urgencia tanto política como económica, el órgano legislativo mexicano aprobó las enmiendas dos días después de haber sido aprobadas por los representantes de los tres países.

Algunas de las enmiendas o modificaciones agregadas al T-MEC se refirieron al origen del material empleado en la industria automotriz y de las autopartes; concretamente el acero y el aluminio por cierto tiempo y por un porcentaje acordado. Así mismo, comprendieron aspectos relacionados con el derecho de propiedad de patentes, al medio ambiente, a la relación de los derechos de los trabajadores en determinadas ramas de la industria mexicana ligada con la de los EUA y de Canadá.

Ya firmado el Tratado y aprobado por el Senado mexicano, se llegó al conocimiento que las modificaciones o enmiendas en materia de derechos laborales, implicaba la presencia y actuación de inspectores, asesores o atacchés con la finalidad de constatar que sí se cumplía satisfactoriamente lo acordado en lo concerniente a la libertad de los trabajadores para elegir a sus dirigentes, para la aprobación mayoritaria de los contratos colectivos y homologar los salarios de las industrias creadas al amparo de los tratados comerciales con los vigentes en los EUA y Canadá asociación de los trabajadores. Todo ello en el marco de la Organización Internacional del Trabajo, así como a los Principios los Derechos Fundamentales del Trabajo, que llevaría consigo la efectiva reglamentación de los derechos laborales fundamentales aludidos.

No bien se acababa de firmar el T-MEC y aprobar el mismo por el Senado mexicano, con motivo de una iniciativa de ley presentada en el vecino país del norte para hacer efectivos los derechos en materia laboral, a través de los agregados, asesores, atacchés o inspectores que actuarían in situ en territorio mexicano, cuando el gobierno y no pocos analistas plantearon que ello constituía una violación a la soberanía nacional, lo que condujo a precisar que tales agregados en materia laboral siempre habían estado contemplados, por lo que oportunamente habían sido aceptados por los países firmantes.

Al parecer, tales diferendos ya se superaron, pero sin que se suprimiera la presencia en México de los asesores, inspectores, agregados o atacchés, aun cuando con ciertas limitaciones, las cuales, se tiene la certeza de que habrán de evadirse o pasar por alto.

Lo que prevalece en la realidad, la terrible realidad que siempre trae a colación la dependencia de México de los EUA dentro del contexto de la doctrina Monroe: América para los americanos, además de la dependencia aludida, es la certidumbre generada para los inversionistas de los otros dos países firmante, obviamente con prevalencia muy amplia de los de EUA a los de Canadá.

La certidumbre podría ser factor muy importante para el crecimiento económico de México, puesto que conllevaría a crear más empleos mejor retribuidos y una distribución de la riqueza menos discriminatoria, todo con miras a atenuar las desigualdades y la pobreza que lacera inmisericorde más de la mitad de la población mexicana.

Tal certidumbre para la inversión extranjera, evidentemente provocará y podría acelerar la inversión nacional representada por tres hombres claves de la economía nacional: el mexicano más rico del país, el presidente del Consejo Coordinador Empresarial y el presidente del Consejo Mexicano de Negocios quienes ya anunciaron que participarán con recursos en la ejecución del Plan Nacional de Infraestructura, lo cual implica, en automático, que el presidente no pudo separar la política de la economía, o bien de la economía de la política tal y como lo había prometido.

Al parecer, con lo expuesto, ya se habría salvado el déficit del crecimiento económico y tal vez superada la desigualdad, así como la atenuación de la pobreza. Sólo quedaría pendiente superar la inseguridad y la violencia que se resisten a desaparecer y que el gobierno mexicano no ha hecho la tarea para que ello suceda.

Pendiente también queda la aprobación del T-MEC por el Congreso de los EUA, la cual está asegurada puesto que satisface las pretensiones político-sociales de los partidos dominantes, uno en la Cámara de Representantes y el otro en la de Senadores. Una vez aprobado por los EUA, el Poder Legislativo procederá a aprobarlo para que entre en vigor.

Con el fantasma bélico que asuela por ahora en el Medio Oriente y la confrontación EUA-Irán, ya se verá en el largo plazo los beneficios que obtuvo México y la sujeción mayor al país del norte. Es deseable que no opere ésta.

Por otra parte, como hace 26 años pero con intensidad diferente, oscurece el panorama político-económico el hecho de que el EZLN se oponga a la política del presidente relacionada con la construcción del Tren Maya, la cual se han pronunciado para manifestar que no lo permitirán.

T.MEC 2020

El uno de enero de 1994, o sea hace 26 años, entró formalmente en vigor el TLCAN bajo la sombra ominosa del levantamiento del EZLN, lo cual no constituyó óbice alguno para que se anunciaran tiempos económicos promisorios tanto para el país como para los gobernados.

Veintiséis años después, bien se podría reiterar que el saldo de la vigencia del TLCAN fue positivo en el terreno macroeconómico, pero que tal vez no se dio con la misma amplitud en el terreno de la microeconomía.

En atención de la alternancia y de la 4T, contaminadas ambas por las elecciones presidenciales de los EUA que tendrán lugar en noviembre del presente año, y en las cuales el actual presidente aspira a reelegirse, después de que el gobierno de Enrique Peña Nieto negoció aparentemente con buenos resultados, el contenido del nuevo tratado conocido coloquialmente como T-MEC; sin embargo, la política reeleccionista del presidente Donald Trump entró en juego y obligó a México y a Canadá, principalmente a México, a la negociación de acuerdos modificatorios al Tratado en principio aprobado.

Las enmiendas o modificaciones al T-MEC fueron larga e intensamente analizadas, discutidas y aprobadas, lo cual condujo que los tres países de consumo las aprobaran el pasado 10 de diciembre del año que se fue: modificaciones propuestas por los EUA que fueron divulgadas en lo general pero sin precisar ciertos agregados que, al conocer los alcances y precisiones, no fueron aceptados por México, bajo el argumento que no habían sido materia del análisis y por tanto mucho menos de la aprobación.

En otros aspectos, las enmiendas no fueron aceptadas plenamente por Canadá, por tanto, está pendiente el tratado para ser aprobado por el órgano legislativo de ese país.

Por urgencia tanto política como económica, el órgano legislativo mexicano aprobó las enmiendas dos días después de haber sido aprobadas por los representantes de los tres países.

Algunas de las enmiendas o modificaciones agregadas al T-MEC se refirieron al origen del material empleado en la industria automotriz y de las autopartes; concretamente el acero y el aluminio por cierto tiempo y por un porcentaje acordado. Así mismo, comprendieron aspectos relacionados con el derecho de propiedad de patentes, al medio ambiente, a la relación de los derechos de los trabajadores en determinadas ramas de la industria mexicana ligada con la de los EUA y de Canadá.

Ya firmado el Tratado y aprobado por el Senado mexicano, se llegó al conocimiento que las modificaciones o enmiendas en materia de derechos laborales, implicaba la presencia y actuación de inspectores, asesores o atacchés con la finalidad de constatar que sí se cumplía satisfactoriamente lo acordado en lo concerniente a la libertad de los trabajadores para elegir a sus dirigentes, para la aprobación mayoritaria de los contratos colectivos y homologar los salarios de las industrias creadas al amparo de los tratados comerciales con los vigentes en los EUA y Canadá asociación de los trabajadores. Todo ello en el marco de la Organización Internacional del Trabajo, así como a los Principios los Derechos Fundamentales del Trabajo, que llevaría consigo la efectiva reglamentación de los derechos laborales fundamentales aludidos.

No bien se acababa de firmar el T-MEC y aprobar el mismo por el Senado mexicano, con motivo de una iniciativa de ley presentada en el vecino país del norte para hacer efectivos los derechos en materia laboral, a través de los agregados, asesores, atacchés o inspectores que actuarían in situ en territorio mexicano, cuando el gobierno y no pocos analistas plantearon que ello constituía una violación a la soberanía nacional, lo que condujo a precisar que tales agregados en materia laboral siempre habían estado contemplados, por lo que oportunamente habían sido aceptados por los países firmantes.

Al parecer, tales diferendos ya se superaron, pero sin que se suprimiera la presencia en México de los asesores, inspectores, agregados o atacchés, aun cuando con ciertas limitaciones, las cuales, se tiene la certeza de que habrán de evadirse o pasar por alto.

Lo que prevalece en la realidad, la terrible realidad que siempre trae a colación la dependencia de México de los EUA dentro del contexto de la doctrina Monroe: América para los americanos, además de la dependencia aludida, es la certidumbre generada para los inversionistas de los otros dos países firmante, obviamente con prevalencia muy amplia de los de EUA a los de Canadá.

La certidumbre podría ser factor muy importante para el crecimiento económico de México, puesto que conllevaría a crear más empleos mejor retribuidos y una distribución de la riqueza menos discriminatoria, todo con miras a atenuar las desigualdades y la pobreza que lacera inmisericorde más de la mitad de la población mexicana.

Tal certidumbre para la inversión extranjera, evidentemente provocará y podría acelerar la inversión nacional representada por tres hombres claves de la economía nacional: el mexicano más rico del país, el presidente del Consejo Coordinador Empresarial y el presidente del Consejo Mexicano de Negocios quienes ya anunciaron que participarán con recursos en la ejecución del Plan Nacional de Infraestructura, lo cual implica, en automático, que el presidente no pudo separar la política de la economía, o bien de la economía de la política tal y como lo había prometido.

Al parecer, con lo expuesto, ya se habría salvado el déficit del crecimiento económico y tal vez superada la desigualdad, así como la atenuación de la pobreza. Sólo quedaría pendiente superar la inseguridad y la violencia que se resisten a desaparecer y que el gobierno mexicano no ha hecho la tarea para que ello suceda.

Pendiente también queda la aprobación del T-MEC por el Congreso de los EUA, la cual está asegurada puesto que satisface las pretensiones político-sociales de los partidos dominantes, uno en la Cámara de Representantes y el otro en la de Senadores. Una vez aprobado por los EUA, el Poder Legislativo procederá a aprobarlo para que entre en vigor.

Con el fantasma bélico que asuela por ahora en el Medio Oriente y la confrontación EUA-Irán, ya se verá en el largo plazo los beneficios que obtuvo México y la sujeción mayor al país del norte. Es deseable que no opere ésta.

Por otra parte, como hace 26 años pero con intensidad diferente, oscurece el panorama político-económico el hecho de que el EZLN se oponga a la política del presidente relacionada con la construcción del Tren Maya, la cual se han pronunciado para manifestar que no lo permitirán.

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