/ lunes 23 de marzo de 2020

La política es así

El triunfo el uno de julio y el ascenso al poder el uno de diciembre de 2018 de Andrés Manuel López Obrador se dieron en un contexto político preñado de esperanzas para la mayoría de los mexicanos y que se volcaron en las urnas para depositar su voto y para que así éste fuera el próximo presidente de la República.

No se pasa por alto dos circunstancias. La primera lo es la debacle de la administración pública federal de 2012-2018, vista no sólo desde el punto de vista económico, sino esencialmente desde la perspectiva política con amplio campo temático dentro del cual se incluía la corrupción, la impunidad y la violencia.

La segunda lo constituye el hecho de que un número no despreciable de ciudadanos ubicados en dos bloques ideológicos diferentes, pero en el fondo coincidentes, se oponían a que AMLO fuera presidente, con la aclaración de que, si ambos se hubieran unido, de todas maneras aquél habría sido el vencedor.

Han trascurrido casi diecisiete meses desde la asunción del poder y los hechos y acciones de índole político-económica se han sucedido, se diría, sin prisa y sin pausa. Las preferencias hacia el presidente han venido a la baja, pero todavía más de la mitad de los mexicanos confía en el presidente.

Lo asentado conlleva a que crezca la polarización entre unos y otros. Las filias y fobias están a la orden del día: Los unos y los otros sostienen que les asiste la razón, lo cual no es posible puesto que en la lucha de los contrarios alguno de los dos no la tiene.

Se podría en este espacio hacer listados de las acciones presidenciales que han satisfecho a los gobernados electores, así como de las que han generado efectos en contrario. Obviamente, tal confronta daría pauta para polémicas intensas y permanentes en las cuales no hubieran ni vencedores ni vencidos de acuerdo con las posturas sostenidas, pero en el fondo la gran vencedora sería la división generada y creciente, la cual no podría salvarse en el mediano plazo.

Por ahora sólo se tratarán los hechos concurrentes en el país en el presente mes de marzo. Dos de origen externo y dos cuya génesis es interna pero que se inició atrás tiempo.

Los internos, ubicados hoy en el segundo plano, son las marchas de mujeres realizadas el pasado ocho de marzo, día internacional de la mujer, dentro de la cual destaca por su magnitud la celebrada en la Ciudad de México que es donde está el corazón y radica el cerebro de la República; marcha complementada con la decisión de las mujeres, con la consigna de que “el nueve nadie se mueve” y que se dio con gran éxito un día después de las marchas.

Ambas acciones de las mujeres ya fueron analizadas ampliamente, lo cual llevó a la conclusión de que está activa la lucha de las mismas para que sean tratadas por el poder con perspectiva de equidad de género, la cual no terminará ni disminuirá su intensidad sino hasta que se consiga el objetivo o los objetivos perseguidos, en el entendido de que la misma debe acelerarse, ya que la revolución cognitiva y su trasunto la informática que ya está presente, tenderá suplir o sustituir por robots tanto la fuerza de los hombres y como de las mujeres en la cadena productiva.

Los hechos de origen externo es la caída de los precios del petróleo, que ha afectado seriamente a la economía mexicana y que la afectará más en los tiempos por venir, sobre todo porque, en buena medida, la gestión presidencial había visualizado una política petrolera que, sobre todo, beneficiará al país, aún cuando ello conllevará a dejar en impasse la reforma energética del pasado régimen, principalmente a las rondas petroleas relacionadas con las subastas realizadas y las planeadas para los tiempos por venir. Ahora más que antes, los expertos dudan de la utilidad de la construcción de la refinería de Dos Bocas.

La crisis petrolera cuyos efectos el país resiente, surgió de las diferencias sobre el monto de producción de dos países que dominan la producción: Arabia Saudita y Rusia. Al respecto, se recuerda la crisis petrolera ocurrida en México en la década de los setentas, se derivó de la egolatría del entonces presidente, lo condujo a pretender ingresar a las ligas mayores y ser factor para la producción y precio del petróleo.

El otro hecho, que si bien es cierto se gestó y afloró a quince mil kilómetros del país, o sea en China, lo es la aparición del Covid-19 en el pasado mes de diciembre, y que tal vez no se previó o se vio muy distante que afectaría al país.

El destino del virus nos alcanzó, a tal grado que el país y sus habitantes estamos inmersos en el círculo creciente de infectados y se desconoce la proyección más o menos creíble de sus alcances y de sus afectaciones, tanto en el orden de la salud (morbilidad y mortalidad) como en el aspecto económico, y que éste ya se resiente ante la semiparalización o por lo menos baja actividad del comercio, de la industria y de los servicios, lo cual ha sido ampliamente informado por los medios de comunicación y/o a través de las redes sociales.

Al respecto, se aclara que varias acciones fueron tomadas por la Iniciativa Privada y por los gobiernos estatales con anticipación a la decisión del gobierno federal.

Derivado de los dos aspectos torales, el peso se depreció y, por consecuencia, se incrementó el preció del dólar que es el patrón que rige la economía mundial, lo cual vino a alterar aún más la situación económica del país derivada de la caída del precio del petróleo, del Covid-19 y su complemento la devaluación de la moneda; factores que en conjunto pueden conducir al país al borde del país o al abismo mismo.

Como siempre, no pocos quisieran que el país cayera al abismo sin darse cuenta que ellos caerían también. En otras palabras, quisieran que se hundiera el barco a sabiendas que ellos están a bordo como pasajeros.

Lo deseable para el país es y debe ser que el presidente conserve el timón y que encuentre pronto la mejor vía para salvar al país de las crisis sanitaria y económica cuyas sombras borrascosas se proyectan sobre el país para que así el país se salve de caer en el abismo.

Al margen, es bueno saber que el pasado martes, el director del Centro de Programas Preventivos de Control de Enfermedades, Ruy López, informó que en etapas posteriores el Covid-19 afectaría a 250,000 pacientes y que de este número sólo el 70% o sea, sólo 175,459 personas requerirán atención médica Y de éstas el 80% recibirá tratamiento ambulatorio, mientras que el 14 requerirá hospitalización sin terapia intensiva y que únicamente el 6% sí tendrá que necesitar de la misma, o sea, que 10,528 presentarán síntomas graves debido a su pertenencia a población en riesgo: Adultos mayores, diabéticos, personas con neumonía, VIH y leucemia, entre otros padecimientos inmunodepresores.

El triunfo el uno de julio y el ascenso al poder el uno de diciembre de 2018 de Andrés Manuel López Obrador se dieron en un contexto político preñado de esperanzas para la mayoría de los mexicanos y que se volcaron en las urnas para depositar su voto y para que así éste fuera el próximo presidente de la República.

No se pasa por alto dos circunstancias. La primera lo es la debacle de la administración pública federal de 2012-2018, vista no sólo desde el punto de vista económico, sino esencialmente desde la perspectiva política con amplio campo temático dentro del cual se incluía la corrupción, la impunidad y la violencia.

La segunda lo constituye el hecho de que un número no despreciable de ciudadanos ubicados en dos bloques ideológicos diferentes, pero en el fondo coincidentes, se oponían a que AMLO fuera presidente, con la aclaración de que, si ambos se hubieran unido, de todas maneras aquél habría sido el vencedor.

Han trascurrido casi diecisiete meses desde la asunción del poder y los hechos y acciones de índole político-económica se han sucedido, se diría, sin prisa y sin pausa. Las preferencias hacia el presidente han venido a la baja, pero todavía más de la mitad de los mexicanos confía en el presidente.

Lo asentado conlleva a que crezca la polarización entre unos y otros. Las filias y fobias están a la orden del día: Los unos y los otros sostienen que les asiste la razón, lo cual no es posible puesto que en la lucha de los contrarios alguno de los dos no la tiene.

Se podría en este espacio hacer listados de las acciones presidenciales que han satisfecho a los gobernados electores, así como de las que han generado efectos en contrario. Obviamente, tal confronta daría pauta para polémicas intensas y permanentes en las cuales no hubieran ni vencedores ni vencidos de acuerdo con las posturas sostenidas, pero en el fondo la gran vencedora sería la división generada y creciente, la cual no podría salvarse en el mediano plazo.

Por ahora sólo se tratarán los hechos concurrentes en el país en el presente mes de marzo. Dos de origen externo y dos cuya génesis es interna pero que se inició atrás tiempo.

Los internos, ubicados hoy en el segundo plano, son las marchas de mujeres realizadas el pasado ocho de marzo, día internacional de la mujer, dentro de la cual destaca por su magnitud la celebrada en la Ciudad de México que es donde está el corazón y radica el cerebro de la República; marcha complementada con la decisión de las mujeres, con la consigna de que “el nueve nadie se mueve” y que se dio con gran éxito un día después de las marchas.

Ambas acciones de las mujeres ya fueron analizadas ampliamente, lo cual llevó a la conclusión de que está activa la lucha de las mismas para que sean tratadas por el poder con perspectiva de equidad de género, la cual no terminará ni disminuirá su intensidad sino hasta que se consiga el objetivo o los objetivos perseguidos, en el entendido de que la misma debe acelerarse, ya que la revolución cognitiva y su trasunto la informática que ya está presente, tenderá suplir o sustituir por robots tanto la fuerza de los hombres y como de las mujeres en la cadena productiva.

Los hechos de origen externo es la caída de los precios del petróleo, que ha afectado seriamente a la economía mexicana y que la afectará más en los tiempos por venir, sobre todo porque, en buena medida, la gestión presidencial había visualizado una política petrolera que, sobre todo, beneficiará al país, aún cuando ello conllevará a dejar en impasse la reforma energética del pasado régimen, principalmente a las rondas petroleas relacionadas con las subastas realizadas y las planeadas para los tiempos por venir. Ahora más que antes, los expertos dudan de la utilidad de la construcción de la refinería de Dos Bocas.

La crisis petrolera cuyos efectos el país resiente, surgió de las diferencias sobre el monto de producción de dos países que dominan la producción: Arabia Saudita y Rusia. Al respecto, se recuerda la crisis petrolera ocurrida en México en la década de los setentas, se derivó de la egolatría del entonces presidente, lo condujo a pretender ingresar a las ligas mayores y ser factor para la producción y precio del petróleo.

El otro hecho, que si bien es cierto se gestó y afloró a quince mil kilómetros del país, o sea en China, lo es la aparición del Covid-19 en el pasado mes de diciembre, y que tal vez no se previó o se vio muy distante que afectaría al país.

El destino del virus nos alcanzó, a tal grado que el país y sus habitantes estamos inmersos en el círculo creciente de infectados y se desconoce la proyección más o menos creíble de sus alcances y de sus afectaciones, tanto en el orden de la salud (morbilidad y mortalidad) como en el aspecto económico, y que éste ya se resiente ante la semiparalización o por lo menos baja actividad del comercio, de la industria y de los servicios, lo cual ha sido ampliamente informado por los medios de comunicación y/o a través de las redes sociales.

Al respecto, se aclara que varias acciones fueron tomadas por la Iniciativa Privada y por los gobiernos estatales con anticipación a la decisión del gobierno federal.

Derivado de los dos aspectos torales, el peso se depreció y, por consecuencia, se incrementó el preció del dólar que es el patrón que rige la economía mundial, lo cual vino a alterar aún más la situación económica del país derivada de la caída del precio del petróleo, del Covid-19 y su complemento la devaluación de la moneda; factores que en conjunto pueden conducir al país al borde del país o al abismo mismo.

Como siempre, no pocos quisieran que el país cayera al abismo sin darse cuenta que ellos caerían también. En otras palabras, quisieran que se hundiera el barco a sabiendas que ellos están a bordo como pasajeros.

Lo deseable para el país es y debe ser que el presidente conserve el timón y que encuentre pronto la mejor vía para salvar al país de las crisis sanitaria y económica cuyas sombras borrascosas se proyectan sobre el país para que así el país se salve de caer en el abismo.

Al margen, es bueno saber que el pasado martes, el director del Centro de Programas Preventivos de Control de Enfermedades, Ruy López, informó que en etapas posteriores el Covid-19 afectaría a 250,000 pacientes y que de este número sólo el 70% o sea, sólo 175,459 personas requerirán atención médica Y de éstas el 80% recibirá tratamiento ambulatorio, mientras que el 14 requerirá hospitalización sin terapia intensiva y que únicamente el 6% sí tendrá que necesitar de la misma, o sea, que 10,528 presentarán síntomas graves debido a su pertenencia a población en riesgo: Adultos mayores, diabéticos, personas con neumonía, VIH y leucemia, entre otros padecimientos inmunodepresores.

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