/ martes 7 de abril de 2020

La política es así

Mejor, imposible

Del pasado viene a la memoria el título de la novela “El gran solitario del Palacio” de de René Avilés Fabila publicada en 1971 y que se podría decir que se refiere al presidencialismo mexicano y a su representante quien gobernó al país de 1964 a 1970, título que encaja cien por ciento en el calificativo de “gran solitario” del palacio presidencial, por aspectos y circunstancias históricas vividas, recordadas o leídas, acorde con el título de la novela citada.

Con motivo del primer informe trimestral de 2020, el presidente de la República, como consecuencia de la pandemia, aparece solo en el patio del Palacio Nacional, y bajo la cobertura de tal calificativo, su imagen así fue y es divulgada a través de los medios de comunicación; imagen o imágenes que se presuponer fueron captadas y difundidas por el o los responsables de la comunicación presidencial.

Luego pues, si se supone que una imagen vale más que mil palabras, y más cuando aquélla se grabó o se captó dentro del contexto adecuado, la proyección resultante de la figura presidencial no es otra más que la soledad que podría caracterizar el ejercicio de su mandato. En ese escenario de soledad, se percibe la omnipresencia del secretario de Relaciones Exteriores.

Simple apreciación de soledad que podría concatenarse o no con la realidad que siempre ha sido imposible evadir, que siempre estará en primer plano presente o en el futuro emergente porque yacía o yace en las penumbras del burocratismo y de la negación de percibirla a plenitud y con todas sus implicaciones.

Relacionado lo anterior con el pasado en el cual dominaba el llamado desarrollo estabilizador, antes que fuera adoptado el neoliberalismo como una especie de catecismo para gobernar, se recuerda cuándo, sin mediar razón alguna, el presidente de la República (1970.1976), destituyó a un economista brillante que presidía la secretaría de Hacienda y Crédito Público, por un profesionista de bajo perfil en cuanto a su capacidad económica y/o financiera, quien solo tenía el mérito de ser su amigo desde sus tiempos juveniles.

Ante cuestionamientos tácitos o explícitos del nombramiento, el presidente se concretó a expresar que no importaba el perfil del nuevo secretario, habida cuenta que la economía se manejaba en Los Pinos, o sea, por él como titular del Poder Ejecutivo Federal.

Tal remembranza viene a colación al tomar nota que el presidente de la República, en los tiempos que corren, por lo menos en dos ocasiones, ha contradicho los pronunciamientos económico-financieros de su secretario de Hacienda y Crédito Público, con lo cual ha transmitido a sus gobernados, iniciados o no, que la economía se maneja en el despacho presidencial, mientras que el despacho del secretario se ubica precisamente en el ala opuesta a aquél.

La no coincidencia entre las razones económicas expuestas por el titular de Hacienda y Crédito Público y la visión del presidente calificada como populista, aunada a que el contenido económico del primer informe trimestral del presidente, no satisfizo a los grandes empresarios y a una clase media expectante y nerviosa por el futuro económico que avizoran no solo para ellos en lo personal sino al país mismo, analistas y conocedores de los entresijos del poder y de la economía, han filtrado o dicho sin tapujos que no está muy remota, sino todo lo contrario, cerca, tal vez muy cerca, la renuncia y/o destitución del titular del ramo hacendario.

Por otra parte, desde la perspectiva económica, el día de ayer, un amigo vía Facebook y a quien tuve la satisfacción de haberlo conocido cuando yo era maestro en activo en la hoy Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, me envió un video titulado “Keynes para principiantes”, quien fuera calificado como el economista de la primera mitad del siglo XX, cuyas teorías sirvieron para rescatar a los países en crisis en que habían caído después de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), acentuada con el viernes negro de Wall Street de octubre de 1929 que originó la gran depresión, y de la cual los países salieron debido a dos circunstancias, una más importante que la otra, o tal vez, la primera complementada con la segunda.

La primera conllevó a la intervención del Estado en las economías de los países, debido a que la mano invisible del liberalismo de Adam Smith, no había podido regular el mercado, por lo que se requería una fuerza coercitiva, obviamente externa, para que corriera las deficiencias generadas, lo cual dio margen a que se generara el Estado del Bienestar que permaneció vigente hasta fines de los setenta o principios de los ochenta tal siglo pasado, para dar paso al neoliberalismo rampante en contra del cual está el presidente mexicano.

La segunda, que como se decía, complementó la segunda, fue la Segunda Guerra Mundial (1989-1945), que permitió que se reactivara, más allá de lo que se había avizorado, la economía mundial, pero principalmente de los Estados Unidos de América.

Por tanto, si bien es cierto que bajo los lineamientos de la teoría económica de John Maynard Keynes se reactivó la economía del vecino país del norte y, por consecuencia, la mundial, no se habría dado a plenitud sin la economía de guerra más acentuada en los Estados Unidos, país este que decidió participar en la guerra ya cuando los alemanes había sido derrotados en el frente ruso, más por el invierno que por las fuerzas soviéticas, con la aclaración de que la URSS perdió durante la guerra alrededor de 25 millones de su población entre militares en acción y civiles, éstos como víctimas colaterales.

Luego pues, el modelo de la teoría de Keynes llevada a la práctica por Franklin Delano Roosevelt, la recuperación de la economía americana y mundial no fue solamente la acción o las acciones de aquél, sino que tal vez en mayor medida, tal como lo han expuestos historiadores, fue obra de la economía de guerra llevada a la práctica apoyada en los principios keynesianos y que permaneció largo tiempo vigente hasta que llegó el neoliberalismo. Por cierto, Roosevelt, después de haberse reelegido tres veces, no pudo terminar el cuarto porque falleció y entró en su lugar el vicepresidente quien decidió que se lanzaran las bombas atómicas sobre dos ciudades Japón, para así obligar a este país a rendirse y que se evitaran más muertes de soldados americanos.

Para concluir, en su primer informe trimestral del 2020, el presidente incluyó acciones propias de la política de bienestar keynesiana, pero dejó de lado el apoyo a las empresas de diversa magnitud, sin las cuales, el Estado no podrá reactivar por sí solo la economía mexicana, con marcada tendencia de recesión que amenaza perdurar por largo tiempo. Keynes no las excluía.

Mejor, imposible

Del pasado viene a la memoria el título de la novela “El gran solitario del Palacio” de de René Avilés Fabila publicada en 1971 y que se podría decir que se refiere al presidencialismo mexicano y a su representante quien gobernó al país de 1964 a 1970, título que encaja cien por ciento en el calificativo de “gran solitario” del palacio presidencial, por aspectos y circunstancias históricas vividas, recordadas o leídas, acorde con el título de la novela citada.

Con motivo del primer informe trimestral de 2020, el presidente de la República, como consecuencia de la pandemia, aparece solo en el patio del Palacio Nacional, y bajo la cobertura de tal calificativo, su imagen así fue y es divulgada a través de los medios de comunicación; imagen o imágenes que se presuponer fueron captadas y difundidas por el o los responsables de la comunicación presidencial.

Luego pues, si se supone que una imagen vale más que mil palabras, y más cuando aquélla se grabó o se captó dentro del contexto adecuado, la proyección resultante de la figura presidencial no es otra más que la soledad que podría caracterizar el ejercicio de su mandato. En ese escenario de soledad, se percibe la omnipresencia del secretario de Relaciones Exteriores.

Simple apreciación de soledad que podría concatenarse o no con la realidad que siempre ha sido imposible evadir, que siempre estará en primer plano presente o en el futuro emergente porque yacía o yace en las penumbras del burocratismo y de la negación de percibirla a plenitud y con todas sus implicaciones.

Relacionado lo anterior con el pasado en el cual dominaba el llamado desarrollo estabilizador, antes que fuera adoptado el neoliberalismo como una especie de catecismo para gobernar, se recuerda cuándo, sin mediar razón alguna, el presidente de la República (1970.1976), destituyó a un economista brillante que presidía la secretaría de Hacienda y Crédito Público, por un profesionista de bajo perfil en cuanto a su capacidad económica y/o financiera, quien solo tenía el mérito de ser su amigo desde sus tiempos juveniles.

Ante cuestionamientos tácitos o explícitos del nombramiento, el presidente se concretó a expresar que no importaba el perfil del nuevo secretario, habida cuenta que la economía se manejaba en Los Pinos, o sea, por él como titular del Poder Ejecutivo Federal.

Tal remembranza viene a colación al tomar nota que el presidente de la República, en los tiempos que corren, por lo menos en dos ocasiones, ha contradicho los pronunciamientos económico-financieros de su secretario de Hacienda y Crédito Público, con lo cual ha transmitido a sus gobernados, iniciados o no, que la economía se maneja en el despacho presidencial, mientras que el despacho del secretario se ubica precisamente en el ala opuesta a aquél.

La no coincidencia entre las razones económicas expuestas por el titular de Hacienda y Crédito Público y la visión del presidente calificada como populista, aunada a que el contenido económico del primer informe trimestral del presidente, no satisfizo a los grandes empresarios y a una clase media expectante y nerviosa por el futuro económico que avizoran no solo para ellos en lo personal sino al país mismo, analistas y conocedores de los entresijos del poder y de la economía, han filtrado o dicho sin tapujos que no está muy remota, sino todo lo contrario, cerca, tal vez muy cerca, la renuncia y/o destitución del titular del ramo hacendario.

Por otra parte, desde la perspectiva económica, el día de ayer, un amigo vía Facebook y a quien tuve la satisfacción de haberlo conocido cuando yo era maestro en activo en la hoy Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, me envió un video titulado “Keynes para principiantes”, quien fuera calificado como el economista de la primera mitad del siglo XX, cuyas teorías sirvieron para rescatar a los países en crisis en que habían caído después de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), acentuada con el viernes negro de Wall Street de octubre de 1929 que originó la gran depresión, y de la cual los países salieron debido a dos circunstancias, una más importante que la otra, o tal vez, la primera complementada con la segunda.

La primera conllevó a la intervención del Estado en las economías de los países, debido a que la mano invisible del liberalismo de Adam Smith, no había podido regular el mercado, por lo que se requería una fuerza coercitiva, obviamente externa, para que corriera las deficiencias generadas, lo cual dio margen a que se generara el Estado del Bienestar que permaneció vigente hasta fines de los setenta o principios de los ochenta tal siglo pasado, para dar paso al neoliberalismo rampante en contra del cual está el presidente mexicano.

La segunda, que como se decía, complementó la segunda, fue la Segunda Guerra Mundial (1989-1945), que permitió que se reactivara, más allá de lo que se había avizorado, la economía mundial, pero principalmente de los Estados Unidos de América.

Por tanto, si bien es cierto que bajo los lineamientos de la teoría económica de John Maynard Keynes se reactivó la economía del vecino país del norte y, por consecuencia, la mundial, no se habría dado a plenitud sin la economía de guerra más acentuada en los Estados Unidos, país este que decidió participar en la guerra ya cuando los alemanes había sido derrotados en el frente ruso, más por el invierno que por las fuerzas soviéticas, con la aclaración de que la URSS perdió durante la guerra alrededor de 25 millones de su población entre militares en acción y civiles, éstos como víctimas colaterales.

Luego pues, el modelo de la teoría de Keynes llevada a la práctica por Franklin Delano Roosevelt, la recuperación de la economía americana y mundial no fue solamente la acción o las acciones de aquél, sino que tal vez en mayor medida, tal como lo han expuestos historiadores, fue obra de la economía de guerra llevada a la práctica apoyada en los principios keynesianos y que permaneció largo tiempo vigente hasta que llegó el neoliberalismo. Por cierto, Roosevelt, después de haberse reelegido tres veces, no pudo terminar el cuarto porque falleció y entró en su lugar el vicepresidente quien decidió que se lanzaran las bombas atómicas sobre dos ciudades Japón, para así obligar a este país a rendirse y que se evitaran más muertes de soldados americanos.

Para concluir, en su primer informe trimestral del 2020, el presidente incluyó acciones propias de la política de bienestar keynesiana, pero dejó de lado el apoyo a las empresas de diversa magnitud, sin las cuales, el Estado no podrá reactivar por sí solo la economía mexicana, con marcada tendencia de recesión que amenaza perdurar por largo tiempo. Keynes no las excluía.

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