/ lunes 8 de junio de 2020

La política es así

Retomo el título de la obra de Pierre Mornand que podría decirse es una biografía de Robespierre y a la cual precisamente le confiere el nombre de El Enigma Robespierre.

Acto seguido, cito a uno de los teóricos de la 4T considerado por muchos como el teórico más lúcido de la misma, quien ha marcado sus límites con las integrantes de aquélla dentro de los cuales, obviamente está el propio presidente, teórico que en su colaboración del pasado 30 de mayo, en el periódico con el cual colabora, publicó el artículo bajo el rubro “Por una felicidad verificable”, en el que, en el proemio del mismo plantea “Lo que polariza paraliza”.

Como tercera cita invoco lo que el presidente dijo el pasado 6 de junio al recorrer los avances de las obras de lo que será la refinería de Dos Bocas, en el sentido de que no eran los tiempos de “medias tintas”, por lo que se debería estar a favor o en contra de la 4T y que se era conservador o liberal, de lo que se desprende que tales adjetivos eran -son- antitéticos.

Después de tales manifestaciones dadas a conocer por el presidente, se podría llegar a la conclusión de que AMLO y sus principios de gobierno habían dejado de ser un enigma y que, en esencia, a raíz de tales pronunciamientos presidenciales, quedaba en el pasado el deseo que aquél cambiara sus lineamientos de políticas públicas que siempre fueron el sostén de su larga carrera política, la cual se apoyaba en combatir hasta extirpar la corrupción rampante que devoraba al país desde la noche de los tiempos políticos, inclusive, antes mucho antes de la adopción del neoliberalismo a partir de 1982, así como en la superación de la desigualdad lacerante que era letal para la población que se encontraba en tal situación.

Obviamente, tanto la primera como la segunda característica, tenían o debían tener como sustento el crecimiento económico, la desaparición de la impunidad. Aparejadamente, ambas acciones, complementadas con el crecimiento, deberían de llevar imbíbita la de terminar con la violencia que existe, a veces creciente derivada de la corrupción intocable.

Luego pues, deslindados los campos de confrontación y los simpatizantes de unos y otros, quedaba en el olvido la posibilidad de que se salvaran las diferencias entre los liberales y los conservadores, para que, en lo subsecuente, trabajaran de consuno para alcanzar los principios planteados, adoptados y puestos en marcha por el presidente, en los cuales habrán o habrían más, mucho más coincidencias que diferencias.

Al respecto, se podría afirmar que, con miras al objetivo común, sí era viable “la conciliación definitiva entre los liberales y conservadores para bien de la patria”. La cita es tomada de la novela de Gabriel García Márquez “El amor en los tiempos del cólera”, editorial Diana, México 2015, p. 57.

Por la secuencia de los pronunciamientos del presidente y las muestras de apoyo o de rechazo entre los partidarios y los adversarios de aquél, no se considera que se pudiera dar la coincidencia planteada, aun cuando en ella estuviera de por medio “el bien de la patria”. Ergo, la polarización paralizante podría darse y persistir a pesar de todo y en contra de todo.

Para que la polarización terminara, se requeriría una especie de tregua o bien un alto en el camino, para que los diferendos se salvaran en lo salvable, o bien para que aquélla se atenuara o se terminara para no generar la paralización que amenazaría al país al tenor de lo expresado por el teórico de la 4T aludido.

No es tiempo ni existe el espacio para adentrarse en los tiempos y circunstancias que dieron origen a los conservadores y a los liberales (México incluido a partir de 1824), aun cuando el presidente plantea que no “hay lugar para medias tintas”, pues se es liberal o no se es y se está o no a favor de la 4T.

Tal vez el origen y la ubicación de unos y otros se podría visualizar en el acuerdo o pacto que dio origen a La Carta Magna inglesa de 1215; o bien, ya con claridad total, en la revolución francesa de 1789 que dio margen al enfrentamiento entre los jacobinos y los girondinos que se proyectó a través del tiempo y del espacio, que se localiza más radicalizado en la revolución rusa de 1917, y no se diga en la revolución cubana en el Continente Americano, sin pasar por alto que también se presentaron y persisten hasta la fecha ambas tendencias en los EUA, primer país de América que obtuvo su independencia de Inglaterra a la cual estaban ligados los residentes de las trece colonias que, al triunfar, dio margen al país que existe con la prevalencia de dos partidos, uno más avanzado (liberal) que el otro (conservador) y que, por enésima ocasión, determinarán su destino en los tiempos inmediatos por venir en las elecciones de noviembre próximo.

Ante la situación económica y la crisis sanitaria que no cede, se podría decir coloquialmente “que no está el horno para bollos”, y que si bien es cierto que sería muy difícil, muy difícil, y más que imposible la conclusión del pacto federal, no sería ocioso hacer el intento, que tal vez pudiera concretarse, de que se procediera a salvar las diferencias que no ceden entre diversos Estados de la Unión con el Gobierno Federal y que en un principio eran siete y ahora ya son ocho, apoyados éstos en el sigilo del temor de enfrentarse al poder presidencial, por lo menos de aquéllos gobiernos cuyo origen no tiene el aval del partido presidencial, pues éste sólo originó el triunfo en ocho entidades federativas.

Mientras que se cabildea en los pasillos del poder, con la evidente supremacía de la Federación derivada del poder de la bolsa que en otra ocasión se describió, el presidente continúa en la ejecución de los proyectos de infraestructura que prometió y que están en proceso de construcción para terminarse dentro de los tiempos planeados, los cuales, habrán de definir el tránsito hacia la historia del proyecto de la 4T y del líder que la concibió y puso en marcha (tales proyectos son: el aeropuerto General Felipe Ángeles, la construcción de la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya, el corredor Transítsmico y la rehabilitación de las seis refinerías existentes).

En la palabra y en la crónica presidencial, queda pendiente dar a conocer el Plan Nacional de Infraestructura anunciado el 5 de abril del presente año.

Y por supuesto, que el gobierno de la 4T salga indemne de la crisis sanitaria, de la crisis económica derivada de aquélla y de la crisis de enfrentamiento que podría traducirse en la ingobernabilidad de aquellos estados cuyos titulares del poder ejecutivo se han deslindado del gobierno federal y han reclamado que el enfrentamiento de la primera, así como de la semaforización, la Federación fueron trasladados a aquellos en operación que alguien pudiera decirse que fue una especie de “lavado de manos” a la usanza de Poncio Pilatos.

Retomo el título de la obra de Pierre Mornand que podría decirse es una biografía de Robespierre y a la cual precisamente le confiere el nombre de El Enigma Robespierre.

Acto seguido, cito a uno de los teóricos de la 4T considerado por muchos como el teórico más lúcido de la misma, quien ha marcado sus límites con las integrantes de aquélla dentro de los cuales, obviamente está el propio presidente, teórico que en su colaboración del pasado 30 de mayo, en el periódico con el cual colabora, publicó el artículo bajo el rubro “Por una felicidad verificable”, en el que, en el proemio del mismo plantea “Lo que polariza paraliza”.

Como tercera cita invoco lo que el presidente dijo el pasado 6 de junio al recorrer los avances de las obras de lo que será la refinería de Dos Bocas, en el sentido de que no eran los tiempos de “medias tintas”, por lo que se debería estar a favor o en contra de la 4T y que se era conservador o liberal, de lo que se desprende que tales adjetivos eran -son- antitéticos.

Después de tales manifestaciones dadas a conocer por el presidente, se podría llegar a la conclusión de que AMLO y sus principios de gobierno habían dejado de ser un enigma y que, en esencia, a raíz de tales pronunciamientos presidenciales, quedaba en el pasado el deseo que aquél cambiara sus lineamientos de políticas públicas que siempre fueron el sostén de su larga carrera política, la cual se apoyaba en combatir hasta extirpar la corrupción rampante que devoraba al país desde la noche de los tiempos políticos, inclusive, antes mucho antes de la adopción del neoliberalismo a partir de 1982, así como en la superación de la desigualdad lacerante que era letal para la población que se encontraba en tal situación.

Obviamente, tanto la primera como la segunda característica, tenían o debían tener como sustento el crecimiento económico, la desaparición de la impunidad. Aparejadamente, ambas acciones, complementadas con el crecimiento, deberían de llevar imbíbita la de terminar con la violencia que existe, a veces creciente derivada de la corrupción intocable.

Luego pues, deslindados los campos de confrontación y los simpatizantes de unos y otros, quedaba en el olvido la posibilidad de que se salvaran las diferencias entre los liberales y los conservadores, para que, en lo subsecuente, trabajaran de consuno para alcanzar los principios planteados, adoptados y puestos en marcha por el presidente, en los cuales habrán o habrían más, mucho más coincidencias que diferencias.

Al respecto, se podría afirmar que, con miras al objetivo común, sí era viable “la conciliación definitiva entre los liberales y conservadores para bien de la patria”. La cita es tomada de la novela de Gabriel García Márquez “El amor en los tiempos del cólera”, editorial Diana, México 2015, p. 57.

Por la secuencia de los pronunciamientos del presidente y las muestras de apoyo o de rechazo entre los partidarios y los adversarios de aquél, no se considera que se pudiera dar la coincidencia planteada, aun cuando en ella estuviera de por medio “el bien de la patria”. Ergo, la polarización paralizante podría darse y persistir a pesar de todo y en contra de todo.

Para que la polarización terminara, se requeriría una especie de tregua o bien un alto en el camino, para que los diferendos se salvaran en lo salvable, o bien para que aquélla se atenuara o se terminara para no generar la paralización que amenazaría al país al tenor de lo expresado por el teórico de la 4T aludido.

No es tiempo ni existe el espacio para adentrarse en los tiempos y circunstancias que dieron origen a los conservadores y a los liberales (México incluido a partir de 1824), aun cuando el presidente plantea que no “hay lugar para medias tintas”, pues se es liberal o no se es y se está o no a favor de la 4T.

Tal vez el origen y la ubicación de unos y otros se podría visualizar en el acuerdo o pacto que dio origen a La Carta Magna inglesa de 1215; o bien, ya con claridad total, en la revolución francesa de 1789 que dio margen al enfrentamiento entre los jacobinos y los girondinos que se proyectó a través del tiempo y del espacio, que se localiza más radicalizado en la revolución rusa de 1917, y no se diga en la revolución cubana en el Continente Americano, sin pasar por alto que también se presentaron y persisten hasta la fecha ambas tendencias en los EUA, primer país de América que obtuvo su independencia de Inglaterra a la cual estaban ligados los residentes de las trece colonias que, al triunfar, dio margen al país que existe con la prevalencia de dos partidos, uno más avanzado (liberal) que el otro (conservador) y que, por enésima ocasión, determinarán su destino en los tiempos inmediatos por venir en las elecciones de noviembre próximo.

Ante la situación económica y la crisis sanitaria que no cede, se podría decir coloquialmente “que no está el horno para bollos”, y que si bien es cierto que sería muy difícil, muy difícil, y más que imposible la conclusión del pacto federal, no sería ocioso hacer el intento, que tal vez pudiera concretarse, de que se procediera a salvar las diferencias que no ceden entre diversos Estados de la Unión con el Gobierno Federal y que en un principio eran siete y ahora ya son ocho, apoyados éstos en el sigilo del temor de enfrentarse al poder presidencial, por lo menos de aquéllos gobiernos cuyo origen no tiene el aval del partido presidencial, pues éste sólo originó el triunfo en ocho entidades federativas.

Mientras que se cabildea en los pasillos del poder, con la evidente supremacía de la Federación derivada del poder de la bolsa que en otra ocasión se describió, el presidente continúa en la ejecución de los proyectos de infraestructura que prometió y que están en proceso de construcción para terminarse dentro de los tiempos planeados, los cuales, habrán de definir el tránsito hacia la historia del proyecto de la 4T y del líder que la concibió y puso en marcha (tales proyectos son: el aeropuerto General Felipe Ángeles, la construcción de la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya, el corredor Transítsmico y la rehabilitación de las seis refinerías existentes).

En la palabra y en la crónica presidencial, queda pendiente dar a conocer el Plan Nacional de Infraestructura anunciado el 5 de abril del presente año.

Y por supuesto, que el gobierno de la 4T salga indemne de la crisis sanitaria, de la crisis económica derivada de aquélla y de la crisis de enfrentamiento que podría traducirse en la ingobernabilidad de aquellos estados cuyos titulares del poder ejecutivo se han deslindado del gobierno federal y han reclamado que el enfrentamiento de la primera, así como de la semaforización, la Federación fueron trasladados a aquellos en operación que alguien pudiera decirse que fue una especie de “lavado de manos” a la usanza de Poncio Pilatos.

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