/ lunes 6 de julio de 2020

La política es así

El título de la presente colaboración, permitirá ubicarnos en un terreno político y, en forma figurada, en un contexto sanitario. El destino manifesto y la política.

Desde el principio de los tiempos, el país vecino del norte, como estado soberano, estableció como principio para el futuro, que se guiaría por el “destino manifiesto”, entendido como “…una frase e idea que expresa la creencia en que los Estados Unidos de América es una nación destinada a expandirse desde las costas del Atlántico hasta el Pacífico".

Esta idea es también usada por los partidarios para justificar otras adquisiciones territoriales. Los partidarios de esta ideología creen que la expansión no sólo es buena, sino también obvia (manifiesta) y certera. Esta ideología podría resumirse en la frase: «Por la autoridad divina o de Dios»”. (Wikipedia)

Tal principio, llevado a la práctica puntualmente y que en más de una vez se ha pretendido que trascienda sus fronteras marítimas y terrestres. Tiempo después se complementó con la Doctrina Monroe que sostiene “América para los americanos”, la cual, obviamente incluye a los Estados Unidos Mexicanos.

Con el sustento histórico del establecimiento y vigencia de tales principios, el presidente Andrés Manuel López Obrador visitará oficialmente los próximos días 8 y 9 de julio, al presidente de los Estados Unidos de América, Donald Trump.

Imposible por muchos aspectos, principalmente por la carencia de una visión que vaya más, mucho más de lo que ha ocurrido abierta o tras bambalinas en la histórica relación de los gobiernos de ambos países, así como del trasfondo que no se sabrá, los no iniciados habrán de quedarse con la información oficial que se ha divulgado, en el sentido de que la visita tiene por objeto: El inicio del T-MEC el pasado 1 de julio, agradecer al presidente Trump que no haya aplicado los aranceles con los cuales había amenazado con imponer a México en la exportación a los EUA del acero y aluminio mexicanos, reconocer la intervención del presidente de ese país para que México sólo redujera su producción petrolera a 100 mil barriles de petróleo, para que así quedara satisfecha la OPEP; y agradecer al gobierno del país vecino del norte la ayuda o intervención de su gobierno para proveer a México de ventiladores, para así poder hacer frente a la pandemia del Covid-19 que hasta la fecha asuela al país.

Los expertos habrán de valorar la validez y la importancia para sustentar la visita oficial del presidente mexicano a su homólogo estadounidense.

Sin embargo, al margen de las motivaciones y del resultados de la visita presidencial, se requiere tener presente y nunca olvidar el hecho inocultable de que las relaciones entre ambos países han sido muy complicadas, sobre todo a partir de la Revolución Mexicana y los gobiernos subsecuentes; complicaciones que hasta la fecha persisten y cuyos orígenes y consecuencias solo los muy iniciados podrán comprender en su exacta dimensión.

Todos aquellos con memoria de los tiempos vividos y que hayan tenido la adecuada percepción, habrán de valorar tales aspectos, los cuales, desafortunadamente, dadas las relaciones asimétricas en lo político, en lo económico y en el poderío militar, México, invariablemente ha obtenido menos de los que su contraparte ha ganado. Se considera que la presente visita no será una excepción para que varíen la correlación de fuerzas ahora a favor de México.

Ante lo inevitable de la visita demandada por el presidente de los EUA, los mexicanos solamente deseamos que el presidente Andrés Manuel López Obrador se comporte acorde con su discurso que hace tiempo sostuvo, para que así, en lo interno y en lo externo, tanto los principios como la soberanía de México, salgan indemnes de la visita oficial. Ya se verán y valorarán los resultados.

2- El destino manifiesto y el Covid-19 en México.

En una especie de extrapolación y fuera de la connotación política, se aplica “el destino manifiesto”, en lo conducente a la crisis sanitaria, a su origen y a su evolución.

En primer término, se podría recordar lo que en un principio dijo el vocero oficial en relación al porcentaje de los habitantes que resultarían contagiados, las cifras no necesariamente absolutas de quiénes de aquellos requerirían atención médica, el porcentaje de cuántos tendrían que ser internados y cuántos de éstos se ubicarían en situaciones de gravedad y, finalmente, cuántos fallecerían, lo cual estaría en relación directa a la concurrencia de diversas causas de comorbilidad.

Nunca el vocero oficial se refirió a medidas de contención, que sólo se podría dar mediante pruebas masivas, así como con el seguimiento y control de los que resultaren positivos, sino que únicamente planteó como estrategia dos: La una que los contagios tuvieran lugar en forma sucesiva sin llegar a números elevados, para que así no colapsar el sistema hospitalario de salud.

Al margen de los frecuentes cambios en la fecha del o de los picos de la pandemia y de su descenso, después de más de cuatro meses del primer deceso y a más de tres meses de la Jornada de la Sana Distancia que terminó el 30 de mayo, según datos oficiales, el pasado domingo el número de contagiados acumulados fue de 256,848, mientras que el de decesos ascendió a 30,639.

Por lo que se refiere a los números oficiales, tanto de contagiados como de fallecimientos, expertos difieren de los mismos. La diferencia más significativa es en lo que concierne al número de decesos, ya que conforme a los datos del Registro Nacional de Población, cuya información se nutre de las dependencias del Registro Civil, aquellos serían más que los que arroja la cifra oficial.

Sin embargo, el vocero oficial, con la habilidad que le caracteriza, ya dio su versión, que consiste en que la cifra oficial se deriva de las actas de defunción donde se consignan casos de decesos por la confirmación del virus, sin tomar en cuenta los casos posibles y los que citan al Covid-19 como causal sin mediar confirmación.

Con o sin el beneficio de la duda de lo manifestado por el vocero oficial, al parecer, el Covid-19, su persistencia y los estragos que cause a la salud de los mexicanos, es una especie de “destino manifiesto”, derivado del hecho de que nunca se planteó ni se realizó la contención y control del virus. Solamente se establecieron como objetivos los contagios con cifras manejables, para que no colapsaran los hospitales, los cuales, sin duda alguna, se obtuvieron pero la pandemia persiste tal vez como “destino manifiesto”. ¿Hasta cuándo?

El título de la presente colaboración, permitirá ubicarnos en un terreno político y, en forma figurada, en un contexto sanitario. El destino manifesto y la política.

Desde el principio de los tiempos, el país vecino del norte, como estado soberano, estableció como principio para el futuro, que se guiaría por el “destino manifiesto”, entendido como “…una frase e idea que expresa la creencia en que los Estados Unidos de América es una nación destinada a expandirse desde las costas del Atlántico hasta el Pacífico".

Esta idea es también usada por los partidarios para justificar otras adquisiciones territoriales. Los partidarios de esta ideología creen que la expansión no sólo es buena, sino también obvia (manifiesta) y certera. Esta ideología podría resumirse en la frase: «Por la autoridad divina o de Dios»”. (Wikipedia)

Tal principio, llevado a la práctica puntualmente y que en más de una vez se ha pretendido que trascienda sus fronteras marítimas y terrestres. Tiempo después se complementó con la Doctrina Monroe que sostiene “América para los americanos”, la cual, obviamente incluye a los Estados Unidos Mexicanos.

Con el sustento histórico del establecimiento y vigencia de tales principios, el presidente Andrés Manuel López Obrador visitará oficialmente los próximos días 8 y 9 de julio, al presidente de los Estados Unidos de América, Donald Trump.

Imposible por muchos aspectos, principalmente por la carencia de una visión que vaya más, mucho más de lo que ha ocurrido abierta o tras bambalinas en la histórica relación de los gobiernos de ambos países, así como del trasfondo que no se sabrá, los no iniciados habrán de quedarse con la información oficial que se ha divulgado, en el sentido de que la visita tiene por objeto: El inicio del T-MEC el pasado 1 de julio, agradecer al presidente Trump que no haya aplicado los aranceles con los cuales había amenazado con imponer a México en la exportación a los EUA del acero y aluminio mexicanos, reconocer la intervención del presidente de ese país para que México sólo redujera su producción petrolera a 100 mil barriles de petróleo, para que así quedara satisfecha la OPEP; y agradecer al gobierno del país vecino del norte la ayuda o intervención de su gobierno para proveer a México de ventiladores, para así poder hacer frente a la pandemia del Covid-19 que hasta la fecha asuela al país.

Los expertos habrán de valorar la validez y la importancia para sustentar la visita oficial del presidente mexicano a su homólogo estadounidense.

Sin embargo, al margen de las motivaciones y del resultados de la visita presidencial, se requiere tener presente y nunca olvidar el hecho inocultable de que las relaciones entre ambos países han sido muy complicadas, sobre todo a partir de la Revolución Mexicana y los gobiernos subsecuentes; complicaciones que hasta la fecha persisten y cuyos orígenes y consecuencias solo los muy iniciados podrán comprender en su exacta dimensión.

Todos aquellos con memoria de los tiempos vividos y que hayan tenido la adecuada percepción, habrán de valorar tales aspectos, los cuales, desafortunadamente, dadas las relaciones asimétricas en lo político, en lo económico y en el poderío militar, México, invariablemente ha obtenido menos de los que su contraparte ha ganado. Se considera que la presente visita no será una excepción para que varíen la correlación de fuerzas ahora a favor de México.

Ante lo inevitable de la visita demandada por el presidente de los EUA, los mexicanos solamente deseamos que el presidente Andrés Manuel López Obrador se comporte acorde con su discurso que hace tiempo sostuvo, para que así, en lo interno y en lo externo, tanto los principios como la soberanía de México, salgan indemnes de la visita oficial. Ya se verán y valorarán los resultados.

2- El destino manifiesto y el Covid-19 en México.

En una especie de extrapolación y fuera de la connotación política, se aplica “el destino manifiesto”, en lo conducente a la crisis sanitaria, a su origen y a su evolución.

En primer término, se podría recordar lo que en un principio dijo el vocero oficial en relación al porcentaje de los habitantes que resultarían contagiados, las cifras no necesariamente absolutas de quiénes de aquellos requerirían atención médica, el porcentaje de cuántos tendrían que ser internados y cuántos de éstos se ubicarían en situaciones de gravedad y, finalmente, cuántos fallecerían, lo cual estaría en relación directa a la concurrencia de diversas causas de comorbilidad.

Nunca el vocero oficial se refirió a medidas de contención, que sólo se podría dar mediante pruebas masivas, así como con el seguimiento y control de los que resultaren positivos, sino que únicamente planteó como estrategia dos: La una que los contagios tuvieran lugar en forma sucesiva sin llegar a números elevados, para que así no colapsar el sistema hospitalario de salud.

Al margen de los frecuentes cambios en la fecha del o de los picos de la pandemia y de su descenso, después de más de cuatro meses del primer deceso y a más de tres meses de la Jornada de la Sana Distancia que terminó el 30 de mayo, según datos oficiales, el pasado domingo el número de contagiados acumulados fue de 256,848, mientras que el de decesos ascendió a 30,639.

Por lo que se refiere a los números oficiales, tanto de contagiados como de fallecimientos, expertos difieren de los mismos. La diferencia más significativa es en lo que concierne al número de decesos, ya que conforme a los datos del Registro Nacional de Población, cuya información se nutre de las dependencias del Registro Civil, aquellos serían más que los que arroja la cifra oficial.

Sin embargo, el vocero oficial, con la habilidad que le caracteriza, ya dio su versión, que consiste en que la cifra oficial se deriva de las actas de defunción donde se consignan casos de decesos por la confirmación del virus, sin tomar en cuenta los casos posibles y los que citan al Covid-19 como causal sin mediar confirmación.

Con o sin el beneficio de la duda de lo manifestado por el vocero oficial, al parecer, el Covid-19, su persistencia y los estragos que cause a la salud de los mexicanos, es una especie de “destino manifiesto”, derivado del hecho de que nunca se planteó ni se realizó la contención y control del virus. Solamente se establecieron como objetivos los contagios con cifras manejables, para que no colapsaran los hospitales, los cuales, sin duda alguna, se obtuvieron pero la pandemia persiste tal vez como “destino manifiesto”. ¿Hasta cuándo?

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