/ martes 31 de agosto de 2021

La política es así

Gobierno legislativo


La conducción legislativa y el gobierno legislativo del Congreso de la Unión, cambiaron a partir de 1988 y en lo subsecuente se sustentaron en los consensos no exentos de discrepancia que se salvaron en su momento.

La primera de ellas se dio en 1997 cuando el PRI perdió la mayoría absoluta en la Cámara de los Diputados y pretendió quedarse con la gobernabilidad de aquella. Al final perdió la disputa y se atuvo a la realidad de ser minoría y reconoció a la oposición como mayoría que así obtuvo la presidencia de la Cámara por conducto de la figura ahora legendaria del diputado del PRD Porfirio Muñoz Ledo.

En un tiempo la gobernabilidad legislativa estuvo a cargo de la Gran Comisión de las Cámaras que funcionaron con acuerdos partidarios, por lo que su integración y funcionalidad no generaron controversias.

Lo mismo se dio cuando los órganos de gobierno citados fueron sustituidos por las juntas de coordinación política (JUCOPO) que actuaron con consensos y sujetos a la Ley Orgánica del Congreso.

Tal vez las únicas diferencias se dieron en 2019 cuando los presidentes de ambas Cámaras pretendieron continuar en el cargo y lo cual al final no obtuvieron porque prevaleció la ley.

Prueba de la funcionalidad e integración legislativas, recién se constató, cuando, ante los nubarrones de controversia que amenazaban la gobernabilidad en la Cámara de Diputados, los coordinadores de los grupos parlamentarios consensuaron para que los tres partidos mayoritarios presidieran cada uno de ellos un año la presidencia de la JUCOPO y de la Cámara.

El porqué como se dieron las alternancias habría que investigar en lo que se refiere a la JUCOPO, puesto que en lo que concierne a la presidencia de la Cámara, la Ley Orgánica es clara cuando establece que aquélla estará a cargo el primer año del partido cuyo número de diputados sea el mayor, para luego cederla a la segunda fuerza y al final a la tercera.

De lo consensuado es claro que en ningún año un partido tendrá la presidencia de los dos órganos de gobierno. La duda es el por qué el primer año la JUCOPO la presidirá el PRI y no el PAN que es la segunda fuerza legislativa.

¿Acaso porque tras bambalinas se dio un acuerdo entre Morena y el PRI en el sentido que al primero le convenía más que la tuviera el PRI y no el PAN, el cual, al parecer, será en el futuro el partido a superar por Morena? El tiempo lo dirá.

Por otra parte, a partir de 1988 y del hecho de que ninguna fuerza política tenía el número suficiente de legisladores para obtener la mayoría calificada para reformar la Constitución, las reformas a ésta se han dado sexenalmente a propuesta del partido vencedor en la contienda presidencial, de tal suerte que, al ver las reformas constitucionales por sexenio, se han dado con naturalidad y acuerdos de gobernabilidad, inclusive las promovidas por el actual presidente durante los tiempos de la Legislatura que termina el día de hoy.

Dentro de las reformas consensuadas periódicamente resaltan las de carácter electoral y que en el primer trienio de gobierno no se dieron, pero que el presidente ha planteado que presentará una iniciativa con miras a fortalecer el sistema democrático del país y la confiabilidad de los máximos órganos electorales:

El INE y el TEPJF, para la cual ha aludido a procedimientos de cuales surjan los integrantes de aquéllos con un alto grado de confianza por sus prendas personales de capacidad, de honestidad y de neutralidad política.

Tal reforma podría pasar pero no la energética ni de la Guardia Nacional, a menos que un partido opositor pueda ser convencido de aportar sus votos para tal efecto.

Gobierno legislativo


La conducción legislativa y el gobierno legislativo del Congreso de la Unión, cambiaron a partir de 1988 y en lo subsecuente se sustentaron en los consensos no exentos de discrepancia que se salvaron en su momento.

La primera de ellas se dio en 1997 cuando el PRI perdió la mayoría absoluta en la Cámara de los Diputados y pretendió quedarse con la gobernabilidad de aquella. Al final perdió la disputa y se atuvo a la realidad de ser minoría y reconoció a la oposición como mayoría que así obtuvo la presidencia de la Cámara por conducto de la figura ahora legendaria del diputado del PRD Porfirio Muñoz Ledo.

En un tiempo la gobernabilidad legislativa estuvo a cargo de la Gran Comisión de las Cámaras que funcionaron con acuerdos partidarios, por lo que su integración y funcionalidad no generaron controversias.

Lo mismo se dio cuando los órganos de gobierno citados fueron sustituidos por las juntas de coordinación política (JUCOPO) que actuaron con consensos y sujetos a la Ley Orgánica del Congreso.

Tal vez las únicas diferencias se dieron en 2019 cuando los presidentes de ambas Cámaras pretendieron continuar en el cargo y lo cual al final no obtuvieron porque prevaleció la ley.

Prueba de la funcionalidad e integración legislativas, recién se constató, cuando, ante los nubarrones de controversia que amenazaban la gobernabilidad en la Cámara de Diputados, los coordinadores de los grupos parlamentarios consensuaron para que los tres partidos mayoritarios presidieran cada uno de ellos un año la presidencia de la JUCOPO y de la Cámara.

El porqué como se dieron las alternancias habría que investigar en lo que se refiere a la JUCOPO, puesto que en lo que concierne a la presidencia de la Cámara, la Ley Orgánica es clara cuando establece que aquélla estará a cargo el primer año del partido cuyo número de diputados sea el mayor, para luego cederla a la segunda fuerza y al final a la tercera.

De lo consensuado es claro que en ningún año un partido tendrá la presidencia de los dos órganos de gobierno. La duda es el por qué el primer año la JUCOPO la presidirá el PRI y no el PAN que es la segunda fuerza legislativa.

¿Acaso porque tras bambalinas se dio un acuerdo entre Morena y el PRI en el sentido que al primero le convenía más que la tuviera el PRI y no el PAN, el cual, al parecer, será en el futuro el partido a superar por Morena? El tiempo lo dirá.

Por otra parte, a partir de 1988 y del hecho de que ninguna fuerza política tenía el número suficiente de legisladores para obtener la mayoría calificada para reformar la Constitución, las reformas a ésta se han dado sexenalmente a propuesta del partido vencedor en la contienda presidencial, de tal suerte que, al ver las reformas constitucionales por sexenio, se han dado con naturalidad y acuerdos de gobernabilidad, inclusive las promovidas por el actual presidente durante los tiempos de la Legislatura que termina el día de hoy.

Dentro de las reformas consensuadas periódicamente resaltan las de carácter electoral y que en el primer trienio de gobierno no se dieron, pero que el presidente ha planteado que presentará una iniciativa con miras a fortalecer el sistema democrático del país y la confiabilidad de los máximos órganos electorales:

El INE y el TEPJF, para la cual ha aludido a procedimientos de cuales surjan los integrantes de aquéllos con un alto grado de confianza por sus prendas personales de capacidad, de honestidad y de neutralidad política.

Tal reforma podría pasar pero no la energética ni de la Guardia Nacional, a menos que un partido opositor pueda ser convencido de aportar sus votos para tal efecto.

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