/ martes 6 de agosto de 2019

La relación: Gasto público crecimiento económico

El gasto público es la cantidad de dinero que el gobierno utiliza para: 1. Satisfacer las necesidades de la población (seguridad, salud, educación) y; 2. Potenciar el crecimiento económico del país a través de obra pública (carreteras, plantas hidroeléctricas, aeropuertos).

Es importante señalar que el gobierno no genera empleos, lo que hace es propiciar las condiciones necesarias -a través de la obra pública- para que los dueños del dinero, los empresarios, lo hagan.

Ahora bien, la suma de los esfuerzos del gobierno y de los empresarios genera la producción total de un país, es lo que se conoce como el Producto Interno Bruto (PIB), expresión monetaria y/o porcentual que sirve para cuantificar lo que se generó en un periodo de tiempo determinado en la industria, el comercio, los servicios, el campo, etc., etc., etc.

Es inconcuso que dependiendo del nivel de desarrollo, del modelo económico y de gobierno de que se trate, el gobierno participa en mayor o menor grado en el proceso productivo. En el caso específico de México la participación es significativa, tanto que si no hay obra pública no hay crecimiento, lo que a su vez genera otros problemas, como cierre de empresas, desempleo abierto, pobreza, delincuencia y un largo etcétera.

Bajo este escenario, el gobierno mexicano debe ser en extremo cuidadoso al momento de decidir cómo y en qué ejercerá el gasto público cuando se trate de participar en el proceso productivo; debe partir de dos premisas fundamentales. Primera: Los recursos con escasos; y segunda: En la decisión va implícita la posibilidad de impulsar o no el crecimiento del PIB, lo que sin duda incidirá en los niveles de bienestar social.

No obstante lo anterior, parece que en el gobierno de la Cuarta Transformación (4T) las decisiones no son tan cuidadosas como deberían serlo. El INEGI reveló que el crecimiento en el segundo trimestre de 2019 fue de 0.1%, lo que si bien no es una recesión, sí representa una marcada desaceleración de la economía, lo que indudablemente evidencia que hubo un error al momento de decidir el destino del dinero. Veamos.

Con base en las cifras ajustadas por estacionalidad, hubo un incremento del 0.2% en la actividad terciaria, esto es, en el comercio, lo que puede ser el resultado del consumo que hicieron los beneficiarios de las distintas becas que otorga el gobierno de la 4T, pero en la actividad primaria hubo una contracción del 3.4%, lo que significa que la agricultura, la ganadería, la pesca, la minería y lo forestal, produjeron menos que el trimestre anterior, mientras que la actividad secundaria, representada en términos generales por la industria de transformación de los recursos naturales, se mantuvo en cero.

Así entonces, la decisión del presidente de México de utilizar el gasto público en apoyos sociales como forma de superar la pobreza y la desigualdad no ha sido la mejor; en la medida en que no se tenga crecimiento económico, por simple sentido común, sabemos que los índices de pobreza se dispararán, amén de que corremos el riesgo de cruzar la ya delgada línea que nos separa de la recesión, aun cuando AMLO se empeña en decir lo contrario.

La política social debe existir, desde luego, pero debe existir bajo rigurosos instrumentos de selección de beneficiarios, indicadores de desempeño, objetivos y metas por alcanzar y, lo más importante, con índices de medición de resultados.

El hecho de que los beneficiarios de los apoyos traigan dinero en la bolsa no les asegura que superarán su posible condición de pobreza, solo que gastarán más, en ropa, calzado, celulares, lo que seguramente hará que se incremente la actividad terciaria (si es que no compran en las grandes cadenas que se caracterizan por llevarse el dinero a su país de origen), pero la primaria y la secundaria seguirán cayendo peligrosamente.

Cuando una economía no le apuesta a las actividades que generan crecimiento se corre el riesgo de que aparezcan boquetes por donde se fuga el dinero; el gobierno de la 4T está trabajando afanosamente en hacer boquetes, basta con echar un vistazo al Presupuesto de Egresos de la Federación para percatarse cuáles son sus prioridades en este 2019. La diferencia que existe entre el dinero destinado a la Secretaría del Bienestar, a apoyos y becas sociales, en relación al destinado a impulsar el crecimiento económico a través de obra pública es abismal.

El gasto público es la cantidad de dinero que el gobierno utiliza para: 1. Satisfacer las necesidades de la población (seguridad, salud, educación) y; 2. Potenciar el crecimiento económico del país a través de obra pública (carreteras, plantas hidroeléctricas, aeropuertos).

Es importante señalar que el gobierno no genera empleos, lo que hace es propiciar las condiciones necesarias -a través de la obra pública- para que los dueños del dinero, los empresarios, lo hagan.

Ahora bien, la suma de los esfuerzos del gobierno y de los empresarios genera la producción total de un país, es lo que se conoce como el Producto Interno Bruto (PIB), expresión monetaria y/o porcentual que sirve para cuantificar lo que se generó en un periodo de tiempo determinado en la industria, el comercio, los servicios, el campo, etc., etc., etc.

Es inconcuso que dependiendo del nivel de desarrollo, del modelo económico y de gobierno de que se trate, el gobierno participa en mayor o menor grado en el proceso productivo. En el caso específico de México la participación es significativa, tanto que si no hay obra pública no hay crecimiento, lo que a su vez genera otros problemas, como cierre de empresas, desempleo abierto, pobreza, delincuencia y un largo etcétera.

Bajo este escenario, el gobierno mexicano debe ser en extremo cuidadoso al momento de decidir cómo y en qué ejercerá el gasto público cuando se trate de participar en el proceso productivo; debe partir de dos premisas fundamentales. Primera: Los recursos con escasos; y segunda: En la decisión va implícita la posibilidad de impulsar o no el crecimiento del PIB, lo que sin duda incidirá en los niveles de bienestar social.

No obstante lo anterior, parece que en el gobierno de la Cuarta Transformación (4T) las decisiones no son tan cuidadosas como deberían serlo. El INEGI reveló que el crecimiento en el segundo trimestre de 2019 fue de 0.1%, lo que si bien no es una recesión, sí representa una marcada desaceleración de la economía, lo que indudablemente evidencia que hubo un error al momento de decidir el destino del dinero. Veamos.

Con base en las cifras ajustadas por estacionalidad, hubo un incremento del 0.2% en la actividad terciaria, esto es, en el comercio, lo que puede ser el resultado del consumo que hicieron los beneficiarios de las distintas becas que otorga el gobierno de la 4T, pero en la actividad primaria hubo una contracción del 3.4%, lo que significa que la agricultura, la ganadería, la pesca, la minería y lo forestal, produjeron menos que el trimestre anterior, mientras que la actividad secundaria, representada en términos generales por la industria de transformación de los recursos naturales, se mantuvo en cero.

Así entonces, la decisión del presidente de México de utilizar el gasto público en apoyos sociales como forma de superar la pobreza y la desigualdad no ha sido la mejor; en la medida en que no se tenga crecimiento económico, por simple sentido común, sabemos que los índices de pobreza se dispararán, amén de que corremos el riesgo de cruzar la ya delgada línea que nos separa de la recesión, aun cuando AMLO se empeña en decir lo contrario.

La política social debe existir, desde luego, pero debe existir bajo rigurosos instrumentos de selección de beneficiarios, indicadores de desempeño, objetivos y metas por alcanzar y, lo más importante, con índices de medición de resultados.

El hecho de que los beneficiarios de los apoyos traigan dinero en la bolsa no les asegura que superarán su posible condición de pobreza, solo que gastarán más, en ropa, calzado, celulares, lo que seguramente hará que se incremente la actividad terciaria (si es que no compran en las grandes cadenas que se caracterizan por llevarse el dinero a su país de origen), pero la primaria y la secundaria seguirán cayendo peligrosamente.

Cuando una economía no le apuesta a las actividades que generan crecimiento se corre el riesgo de que aparezcan boquetes por donde se fuga el dinero; el gobierno de la 4T está trabajando afanosamente en hacer boquetes, basta con echar un vistazo al Presupuesto de Egresos de la Federación para percatarse cuáles son sus prioridades en este 2019. La diferencia que existe entre el dinero destinado a la Secretaría del Bienestar, a apoyos y becas sociales, en relación al destinado a impulsar el crecimiento económico a través de obra pública es abismal.