/ lunes 9 de septiembre de 2019

LA TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA EN MÉXICO

Luis Echeverría y la apertura democrática

Del 68 a la 4ª T, vista en primera persona. Dos años después de haberse suscitado el Movimiento Estudiantil tuvo lugar en México la renovación del Poder Ejecutivo para suceder a Gustavo Díaz Ordaz y en la cual Luis Echeverría Álvarez, secretario de Gobernación, resultó ser el candidato “destapado” por su antecesor y luego el presidente de la República formalmente electo para el periodo comprendido entre el primero de diciembre de 1970 y el 30 de noviembre de 1976.

Al igual que sus dos antecesores (Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz), Luis Echeverría también era abogado egresado de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México.

El nuevo mandatario era un hombre que toda su vida se había dedicado a la política. Un político formado en el viejo sistema político mexicano al que siempre le había servido, fiel e incondicionalmente, ocupando siempre diversos cargos burocráticos y ninguno de elección popular.

Desde que Luis Echeverría fue el “destapado” como el candidato del partido oficial y ya de hecho el futuro presidente de la República, tuvo un cambio muy significativo y de inmediato se convirtió en un verdadero hablantín, aunque también comenzó a mostrar una mayor sensibilidad política que la soberbia y autoritaria actitud de su antecesor.

Por eso mismo, desde un principio supo muy bien de la nueva situación en la que se encontraba el país sobre todo después de las grandes movilizaciones estudiantiles de julio a diciembre de 1968 y las que de facto habían concluido con la masacre de Tlatelolco.

De tal manera que, al tomar posesión de su cargo, además de reivindicar como paradigma y ejemplo a seguir la emblemática y popular figura del general Lázaro Cárdenas, prometió que su gobierno sería de “Apertura democrática” con la que de facto se deslindó de la política del gobierno anterior y con la que a su vez, implícitamente, estaba reconociendo que en esos momentos en México se carecía de democracia no obstante que él había sido parte importante de aquel gobierno.

Con el fin de comenzar hacer creíble su discurso, una de las primeras acciones del nuevo gobierno fue la de iniciar la liberación de los presos políticos del Movimiento Estudiantil de 1968. Finalmente, el proceso de liberación de todos los presos políticos detenidos por su participación en el Movimiento Estudiantil de 1968 se llevó a cabo entre los meses de febrero a diciembre de 1971. En cambio otros presos políticos encarcelados indistintamente durante los años de 1965, 1966 y 1967 siguieron en prisión.

En la misma línea aperturista comenzó a tolerar las diferentes acciones realizadas por los nuevos actores del sindicalismo independiente, del Movimiento Urbano Popular y de los viejos y nuevos partidos políticos auspiciados por las corrientes de la vieja y nueva izquierda. Igualmente, le dio un amplio apoyo a la educación media y superior creando nuevas instituciones de educación media y superior, tal y como fueron entre otros casos la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), la Universidad Autónoma de Aguascalientes, los Colegios de Ciencias y Humanidades (CCH), los Colegios de Bachilleres y el Sistema de Universidad Abierta (SUA), etcétera, en donde a su vez se comenzaron a poner en práctica novedosos modelos de enseñanza-aprendizaje, cuya finalidad era dotar al alumno de una visión crítica y objetiva de su realidad.

Concomitantemente, la UNAM, la institución de educación superior más grande e importante del país, con el arribo de Luis Echeverría al poder recibió un apoyo financiero impresionante.

Luego de esta situación, la Máxima Casa de Estudios del país pudo crecer infraestructural y poblacionalmente hablando. Así, de una población de 106 mil alumnos inscritos al finalizar el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz, seis años después ascendió a cerca de 300 mil estudiantes. Tal situación también trajo aparejado un significativo incremento tanto de la planta académica como de la administrativa.

Igualmente es importante destacar el decidido impulso que el nuevo régimen le otorgó a la industria cinematográfica para la filmación y exhibición de una serie de cintas con una orientación crítica incuestionable, tales como fueron entre muchas otras: Actas de Marucia, Calzonzin Inspector, Canoa, El Apando, Cascabel, La Patagonia Rebelde, “Z”, etcétera, que en otros momentos simple y sencillamente no se hubiesen filmado y mucho menos exhibido en salas públicas o más bien se habrían enlatado como antes ya había sucedido con otras cintas como La Sombra del Caudillo y La Rosa Blanca, basadas en las novelas del mismo nombre de la respectiva autoría de Martín Luis Guzmán y Bruno Traven.

Por lo demás, la Apertura Democrática muy bien podría considerarse como una tímida liberalización o relajamiento político con la cual la nueva Coalición gobernante encabezada por Luis Echeverría, buscaba congraciarse con los grupos disidentes más politizados y explosivos de la sociedad mexicana quienes a su vez habían sido los protagonistas de las movilizaciones y por lo mismo los más agraviados durante el Movimiento Estudiantil de 1968.

Al respecto, hay que recordar que durante el 68 mexicano Luis Echeverría Álvarez fungía como el secretario de Gobernación o ministro del interior y por lo mismo, al menos formalmente era el segundo hombre políticamente más poderoso y supuestamente más informado del país después del presidente Gustavo Díaz Ordaz, obviamente.

Aunque lo cierto es que, al anunciarse e impulsarse la Apertura Democrática la verdadera vocación del nuevo régimen no era la democratización de la vida pública nacional, sino que ésta en esencia era un mero alegato con el cual el nuevo mandatario buscaba legitimar ideológica e institucionalmente al régimen priista seriamente erosionado después de la crisis provocada por el 68 mexicano.

Además de su proyecto de carácter político, Luis Echeverría también le hizo ajustes al célebre modelo económico conocido como el Desarrollo Estabilizador que en 1954 fue creado por el abogado Antonio Ortiz Mena y que duró hasta 1970, sustituyéndolo por un nuevo modelo al que le denominó Desarrollo Compartido, aparentemente más avanzado y justo que el anterior.

Sin embargo, la política económica del presidente Luis Echeverría se sustentó en gran medida en los préstamos obtenidos del exterior. De esta manera, la deuda externa de México que Gustavo Díaz Ordaz dejó en 4,262 millones de dólares, para 1976 al terminar el sexenio echeverrista, ascendió a 19,600 millones de dólares, representando así un crecimiento de alrededor del 350 por ciento.

Con este conjunto de medidas tanto de carácter económico como político, según el historiador y politólogo Lorenzo Meyer, “el régimen (de Luis Echeverría Álvarez) quería ponerse al día para preservar lo preservable: La idea de cambiar para permanecer iguales acompañó como actitud y conciencia de algunos de los mayores descubrimientos de la política gubernamental”.

En otras palabras, de nueva cuenta y como ya en muchas otras ocasiones lo había hecho, una vez más el régimen priista ponía en práctica la reiterada política del gatopardismo que por décadas le había generado excelentes resultados. Continuará...(Parte 17 de 30)

Luis Echeverría y la apertura democrática

Del 68 a la 4ª T, vista en primera persona. Dos años después de haberse suscitado el Movimiento Estudiantil tuvo lugar en México la renovación del Poder Ejecutivo para suceder a Gustavo Díaz Ordaz y en la cual Luis Echeverría Álvarez, secretario de Gobernación, resultó ser el candidato “destapado” por su antecesor y luego el presidente de la República formalmente electo para el periodo comprendido entre el primero de diciembre de 1970 y el 30 de noviembre de 1976.

Al igual que sus dos antecesores (Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz), Luis Echeverría también era abogado egresado de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México.

El nuevo mandatario era un hombre que toda su vida se había dedicado a la política. Un político formado en el viejo sistema político mexicano al que siempre le había servido, fiel e incondicionalmente, ocupando siempre diversos cargos burocráticos y ninguno de elección popular.

Desde que Luis Echeverría fue el “destapado” como el candidato del partido oficial y ya de hecho el futuro presidente de la República, tuvo un cambio muy significativo y de inmediato se convirtió en un verdadero hablantín, aunque también comenzó a mostrar una mayor sensibilidad política que la soberbia y autoritaria actitud de su antecesor.

Por eso mismo, desde un principio supo muy bien de la nueva situación en la que se encontraba el país sobre todo después de las grandes movilizaciones estudiantiles de julio a diciembre de 1968 y las que de facto habían concluido con la masacre de Tlatelolco.

De tal manera que, al tomar posesión de su cargo, además de reivindicar como paradigma y ejemplo a seguir la emblemática y popular figura del general Lázaro Cárdenas, prometió que su gobierno sería de “Apertura democrática” con la que de facto se deslindó de la política del gobierno anterior y con la que a su vez, implícitamente, estaba reconociendo que en esos momentos en México se carecía de democracia no obstante que él había sido parte importante de aquel gobierno.

Con el fin de comenzar hacer creíble su discurso, una de las primeras acciones del nuevo gobierno fue la de iniciar la liberación de los presos políticos del Movimiento Estudiantil de 1968. Finalmente, el proceso de liberación de todos los presos políticos detenidos por su participación en el Movimiento Estudiantil de 1968 se llevó a cabo entre los meses de febrero a diciembre de 1971. En cambio otros presos políticos encarcelados indistintamente durante los años de 1965, 1966 y 1967 siguieron en prisión.

En la misma línea aperturista comenzó a tolerar las diferentes acciones realizadas por los nuevos actores del sindicalismo independiente, del Movimiento Urbano Popular y de los viejos y nuevos partidos políticos auspiciados por las corrientes de la vieja y nueva izquierda. Igualmente, le dio un amplio apoyo a la educación media y superior creando nuevas instituciones de educación media y superior, tal y como fueron entre otros casos la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), la Universidad Autónoma de Aguascalientes, los Colegios de Ciencias y Humanidades (CCH), los Colegios de Bachilleres y el Sistema de Universidad Abierta (SUA), etcétera, en donde a su vez se comenzaron a poner en práctica novedosos modelos de enseñanza-aprendizaje, cuya finalidad era dotar al alumno de una visión crítica y objetiva de su realidad.

Concomitantemente, la UNAM, la institución de educación superior más grande e importante del país, con el arribo de Luis Echeverría al poder recibió un apoyo financiero impresionante.

Luego de esta situación, la Máxima Casa de Estudios del país pudo crecer infraestructural y poblacionalmente hablando. Así, de una población de 106 mil alumnos inscritos al finalizar el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz, seis años después ascendió a cerca de 300 mil estudiantes. Tal situación también trajo aparejado un significativo incremento tanto de la planta académica como de la administrativa.

Igualmente es importante destacar el decidido impulso que el nuevo régimen le otorgó a la industria cinematográfica para la filmación y exhibición de una serie de cintas con una orientación crítica incuestionable, tales como fueron entre muchas otras: Actas de Marucia, Calzonzin Inspector, Canoa, El Apando, Cascabel, La Patagonia Rebelde, “Z”, etcétera, que en otros momentos simple y sencillamente no se hubiesen filmado y mucho menos exhibido en salas públicas o más bien se habrían enlatado como antes ya había sucedido con otras cintas como La Sombra del Caudillo y La Rosa Blanca, basadas en las novelas del mismo nombre de la respectiva autoría de Martín Luis Guzmán y Bruno Traven.

Por lo demás, la Apertura Democrática muy bien podría considerarse como una tímida liberalización o relajamiento político con la cual la nueva Coalición gobernante encabezada por Luis Echeverría, buscaba congraciarse con los grupos disidentes más politizados y explosivos de la sociedad mexicana quienes a su vez habían sido los protagonistas de las movilizaciones y por lo mismo los más agraviados durante el Movimiento Estudiantil de 1968.

Al respecto, hay que recordar que durante el 68 mexicano Luis Echeverría Álvarez fungía como el secretario de Gobernación o ministro del interior y por lo mismo, al menos formalmente era el segundo hombre políticamente más poderoso y supuestamente más informado del país después del presidente Gustavo Díaz Ordaz, obviamente.

Aunque lo cierto es que, al anunciarse e impulsarse la Apertura Democrática la verdadera vocación del nuevo régimen no era la democratización de la vida pública nacional, sino que ésta en esencia era un mero alegato con el cual el nuevo mandatario buscaba legitimar ideológica e institucionalmente al régimen priista seriamente erosionado después de la crisis provocada por el 68 mexicano.

Además de su proyecto de carácter político, Luis Echeverría también le hizo ajustes al célebre modelo económico conocido como el Desarrollo Estabilizador que en 1954 fue creado por el abogado Antonio Ortiz Mena y que duró hasta 1970, sustituyéndolo por un nuevo modelo al que le denominó Desarrollo Compartido, aparentemente más avanzado y justo que el anterior.

Sin embargo, la política económica del presidente Luis Echeverría se sustentó en gran medida en los préstamos obtenidos del exterior. De esta manera, la deuda externa de México que Gustavo Díaz Ordaz dejó en 4,262 millones de dólares, para 1976 al terminar el sexenio echeverrista, ascendió a 19,600 millones de dólares, representando así un crecimiento de alrededor del 350 por ciento.

Con este conjunto de medidas tanto de carácter económico como político, según el historiador y politólogo Lorenzo Meyer, “el régimen (de Luis Echeverría Álvarez) quería ponerse al día para preservar lo preservable: La idea de cambiar para permanecer iguales acompañó como actitud y conciencia de algunos de los mayores descubrimientos de la política gubernamental”.

En otras palabras, de nueva cuenta y como ya en muchas otras ocasiones lo había hecho, una vez más el régimen priista ponía en práctica la reiterada política del gatopardismo que por décadas le había generado excelentes resultados. Continuará...(Parte 17 de 30)

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