/ miércoles 18 de septiembre de 2019

LA TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA EN MÉXICO

José López Portillo y la Reforma Política

Del 68 a la 4ªT, vista en primera persona.- Enmedio de una severa crisis ya no solamente política sino también económica, derivada entre otras tantas causas del 68 mexicano, del Jueves de Corpus, la insurgencia guerrillera y la devaluación del peso que tuvo lugar en agosto de 1976, el primero de diciembre de este último año, José López Portillo arribó a la Presidencia de la República luego de haber fungido como el único candidato oficialmente registrado y con el 100% de los votos.

Al igual que los tres presidentes anteriores, se trataba de un abogado más, egresado de la Facultad de Derecho de la UNAM, en donde incluso también había sido maestro. Aunque al igual que Adolfo López Mateos, “destapado” en 1957 por Adolfo Ruíz Cortines, José López Portillo tampoco provenía de la Secretaría de Gobernación como ya era la tradición desde el “destape” en 1945 de Miguel Alemán, sino de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.

En esta sucesión, además del PRI, el nuevo mandatario fue electoralmente apoyado por los dos viejos partidos paraestatales: PPS y PARM. Mientras que en esta ocasión el PAN no presentó candidato a la Presidencia de la República a causa de una división interna que no pudo ser superada en tiempo. La única candidatura opositora fue la del Partido Comunista Mexicano representada por Valentín Campa Salazar quien obtuvo alrededor de un millón de votos, los que sin embargo no le fueron reconocidos por carecer de registro oficial.

Al igual que Luis Echeverría, la nueva Coalición gobernante ahora con mayor razón continuó profundamente preocupada por relegitimar al régimen priista. En esta tesitura, el nuevo presidente, a través de Jesús Reyes Heroles, su secretario de Gobernación, una vez iniciado el sexenio dio a conocer su proyecto de Reforma Política, la que a su vez en gran medida había sido inspirada en el proceso de transición democrática que en esos precisos momentos se estaba viviendo en la España pos-franquista.

Así, luego de un inédito proceso de auscultación que se llevó a cabo durante varios meses y en el que participaron todas las fuerzas políticas nacionales, tanto de la derecha como de las izquierdas antes totalmente marginadas y satanizadas por el régimen, el Congreso de la Unión realizó diversas reformas constitucionales que dieron como resultado la creación de una nueva normatividad electoral: la Ley Federal de Organizaciones y Procesos Electorales (LOPPE), en donde se estableció, entre muchos otros aspectos que a partir de entonces la Cámara de Diputados estaría conformada por un total de 400 diputados, de los cuales 300 serían de mayoría relativa, electos por medio del sistema de distritos electorales uninominales, mientras que los 100 restantes se elegirían por el sistema de listas regionales, votadas en circunscripciones plurinominales o de representación proporcional luego de que un partido con registro condicionado, hubiese obtenido por lo menos el 1.5% de la votación nacional y menos del 65%.

Desde el año de 1977 en que fue aprobada la Reforma Política y la que con toda razón podríamos considerar como la madre de las diferentes reformas electorales que se han efectuado desde entonces hasta este momento, según José Agustín Ortiz Pinchetti, se han realizado un total de 11 nuevas reformas, de las cuales ocho han sido de amplio alcance, puesto que implicaron cambios en la Constitución General de la República, mientras que las tres restantes sólo consistieron en pequeñas adecuaciones a la legislación secundaria.

Por lo general, tanto unas como otras de estas reformas han tenido lugar después de que se han llevado a cabo procesos electorales de sucesión presidencial o elecciones intermedias, por ser precisamente cuando se han podido detectar las diversas irregularidades u omisiones que todavía subsisten en las leyes electorales.

Inmediatamente después de aprobada la Reforma Política varios de las organizaciones partidarias que carecían de reconocimiento oficial solicitaron su registro condicionado y con lo cual de hecho y de derecho se comenzó a perfilar en México un nuevo sistema de partidos políticos. Sin embargo, el gobierno sólo le otorgó el registro a tres de los partidos solicitantes y con lo cual se pasó de cuatro a siete el número de partidos políticos oficialmente reconocidos.

En este contexto, uno de los nuevos referentes registrados fue el Partido Comunista Mexicano y con lo cual la izquierda realmente independiente, al fin pudo contar con una verdadera opción electoral.

El otro referente registrado fue el Partido Socialista de los Trabajadores conformado y dirigido por Rafael Aguilar Talamantes, acción hábilmente pensada e instrumentada por el gobierno para contrarrestar en parte la futura fuerza electoral del PCM. En este sentido, con la única excepción de la elección presidencial de 1988, el PST casi siempre cumplió el papel de partido satélite o paraestatal al servicio del régimen.

Finalmente, el tercer referente formalmente registrado fue el Partido Demócrata Mexicano (PDM) de tendencia ultraderechista y a saber el brazo político electoral de la Unión Nacional Sinarquista (UNS) misma que ya desde 1946 a 1949 había participado electoralmente por medio del Partido Fuerza Popular (PFP) el cual en 1949 perdió su registro. Desde ese año y hasta antes de que la UNS obtuviera otro registro para su nuevo partido, en algunas ocasiones apoyó electoralmente al PAN y en otras al ultraderechista Partido Nacionalista de México (PNM). Así, como el PST sería el contrapeso natural del PCM, el PDM lo sería del panismo, sobre todo en el campo, ámbito donde siempre se ubicó la mayor parte de su base social. (Continuará) Parte 19 de 30

* Profesor e investigador de carrera en la UNAM. Email: elpozoleunam@hotmail.com

José López Portillo y la Reforma Política

Del 68 a la 4ªT, vista en primera persona.- Enmedio de una severa crisis ya no solamente política sino también económica, derivada entre otras tantas causas del 68 mexicano, del Jueves de Corpus, la insurgencia guerrillera y la devaluación del peso que tuvo lugar en agosto de 1976, el primero de diciembre de este último año, José López Portillo arribó a la Presidencia de la República luego de haber fungido como el único candidato oficialmente registrado y con el 100% de los votos.

Al igual que los tres presidentes anteriores, se trataba de un abogado más, egresado de la Facultad de Derecho de la UNAM, en donde incluso también había sido maestro. Aunque al igual que Adolfo López Mateos, “destapado” en 1957 por Adolfo Ruíz Cortines, José López Portillo tampoco provenía de la Secretaría de Gobernación como ya era la tradición desde el “destape” en 1945 de Miguel Alemán, sino de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.

En esta sucesión, además del PRI, el nuevo mandatario fue electoralmente apoyado por los dos viejos partidos paraestatales: PPS y PARM. Mientras que en esta ocasión el PAN no presentó candidato a la Presidencia de la República a causa de una división interna que no pudo ser superada en tiempo. La única candidatura opositora fue la del Partido Comunista Mexicano representada por Valentín Campa Salazar quien obtuvo alrededor de un millón de votos, los que sin embargo no le fueron reconocidos por carecer de registro oficial.

Al igual que Luis Echeverría, la nueva Coalición gobernante ahora con mayor razón continuó profundamente preocupada por relegitimar al régimen priista. En esta tesitura, el nuevo presidente, a través de Jesús Reyes Heroles, su secretario de Gobernación, una vez iniciado el sexenio dio a conocer su proyecto de Reforma Política, la que a su vez en gran medida había sido inspirada en el proceso de transición democrática que en esos precisos momentos se estaba viviendo en la España pos-franquista.

Así, luego de un inédito proceso de auscultación que se llevó a cabo durante varios meses y en el que participaron todas las fuerzas políticas nacionales, tanto de la derecha como de las izquierdas antes totalmente marginadas y satanizadas por el régimen, el Congreso de la Unión realizó diversas reformas constitucionales que dieron como resultado la creación de una nueva normatividad electoral: la Ley Federal de Organizaciones y Procesos Electorales (LOPPE), en donde se estableció, entre muchos otros aspectos que a partir de entonces la Cámara de Diputados estaría conformada por un total de 400 diputados, de los cuales 300 serían de mayoría relativa, electos por medio del sistema de distritos electorales uninominales, mientras que los 100 restantes se elegirían por el sistema de listas regionales, votadas en circunscripciones plurinominales o de representación proporcional luego de que un partido con registro condicionado, hubiese obtenido por lo menos el 1.5% de la votación nacional y menos del 65%.

Desde el año de 1977 en que fue aprobada la Reforma Política y la que con toda razón podríamos considerar como la madre de las diferentes reformas electorales que se han efectuado desde entonces hasta este momento, según José Agustín Ortiz Pinchetti, se han realizado un total de 11 nuevas reformas, de las cuales ocho han sido de amplio alcance, puesto que implicaron cambios en la Constitución General de la República, mientras que las tres restantes sólo consistieron en pequeñas adecuaciones a la legislación secundaria.

Por lo general, tanto unas como otras de estas reformas han tenido lugar después de que se han llevado a cabo procesos electorales de sucesión presidencial o elecciones intermedias, por ser precisamente cuando se han podido detectar las diversas irregularidades u omisiones que todavía subsisten en las leyes electorales.

Inmediatamente después de aprobada la Reforma Política varios de las organizaciones partidarias que carecían de reconocimiento oficial solicitaron su registro condicionado y con lo cual de hecho y de derecho se comenzó a perfilar en México un nuevo sistema de partidos políticos. Sin embargo, el gobierno sólo le otorgó el registro a tres de los partidos solicitantes y con lo cual se pasó de cuatro a siete el número de partidos políticos oficialmente reconocidos.

En este contexto, uno de los nuevos referentes registrados fue el Partido Comunista Mexicano y con lo cual la izquierda realmente independiente, al fin pudo contar con una verdadera opción electoral.

El otro referente registrado fue el Partido Socialista de los Trabajadores conformado y dirigido por Rafael Aguilar Talamantes, acción hábilmente pensada e instrumentada por el gobierno para contrarrestar en parte la futura fuerza electoral del PCM. En este sentido, con la única excepción de la elección presidencial de 1988, el PST casi siempre cumplió el papel de partido satélite o paraestatal al servicio del régimen.

Finalmente, el tercer referente formalmente registrado fue el Partido Demócrata Mexicano (PDM) de tendencia ultraderechista y a saber el brazo político electoral de la Unión Nacional Sinarquista (UNS) misma que ya desde 1946 a 1949 había participado electoralmente por medio del Partido Fuerza Popular (PFP) el cual en 1949 perdió su registro. Desde ese año y hasta antes de que la UNS obtuviera otro registro para su nuevo partido, en algunas ocasiones apoyó electoralmente al PAN y en otras al ultraderechista Partido Nacionalista de México (PNM). Así, como el PST sería el contrapeso natural del PCM, el PDM lo sería del panismo, sobre todo en el campo, ámbito donde siempre se ubicó la mayor parte de su base social. (Continuará) Parte 19 de 30

* Profesor e investigador de carrera en la UNAM. Email: elpozoleunam@hotmail.com

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