/ jueves 26 de septiembre de 2019

La transición democrática en México

Adiós al nacionalismo revolucionario

Del 68 a la 4ª T, vista en primera persona. La nacionalización de la banca dio pauta para que una parte muy considerable del sector empresarial que ya desde el sexenio de Luis Echeverría Álvarez había dado serias muestras de descontento molesto con el gobierno por la instrumentación de diferentes medidas gubernamentales consideradas por éste como populistas.

Así, en diferentes regiones del país comenzó a observarse cómo una serie de influyentes personajes de la élite económica que en el transcurso de su vida nunca habían conocido otra ideología más que la satisfacción producida por el dinero acumulado gracias a la explotación de sus grandes y jugosos negocios, poco a poco fueron abandonando al priismo y engrosando a las filas del panismo, desplazando de los puestos de dirección o decisión, a los viejos panistas doctrinarios de tendencia antinorteamericana, religiosa e hispanista.

Fue así como poco a poco fue surgiendo y fortaleciéndose el llamado nuevo panismo, mejor conocida como neopanismo. La de los neo panistas fue una verdadera actitud pragmática generada más por conveniencia que por convicción.

Como habrá de recordarse, antes de estos enfrentamientos entre el gobierno y los banqueros, el sector empresarial, a través de sus organizaciones corporativas como la Coparmex, Canacintra, Concamin, etcétera, siempre había apoyado incondicionalmente al régimen priista del cual incluso formaba parte.

Durante las elecciones federales para la sucesión de la Presidencia de la República y de las dos cámaras legislativas celebradas durante los primeros días de julio de 1982, se instrumentó por segunda ocasión la Reforma Política fueron nueve los partidos formalmente contendientes.

Además de los siete partidos políticos que desde 1979 contaban con registro, se sumaron otros dos con su respectiva candidata o candidato a la Presidencia de la República. Uno de éstos fue el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) con la señora Rosario Ibarra de Piedra, una reconocida y digna luchadora social que ya tenía varios años estaba buscando a su hijo, uno de los múltiples desaparecidos políticos durante la Guerra Sucia echeverrista. El otro fue el Partido Social Demócrata (PSD), representado por Manuel Moreno Sánchez, un viejo e influyente expriista del sexenio de Adolfo López Mateos (1958-1964), cuando incluso llegó a fungir como el jefe de la Cámara de Senadores, en ese tiempo totalmente controlado por el PRI.

En esta nueva elección, la gran sorpresa fueron los resultados obtenidos en todos los ámbitos por el PAN, al tiempo que tanto el PRI como la izquierda observaron un evidente estancamiento. Así, por ejemplo, en lo referente a la elección de los diputados federales, el partido de la derecha pasó del 10.79% de la votación de 1979 al 17.53% en 1982, en tanto que el PRI, en los mismos periodos pasó del 69.74% al 69.27% y finalmente la izquierda, en esta contienda representada por cuatro partidos (PSUM, PPS, PRT y PST) la suma de los porcentajes de cada uno de ellos apenas llegó al 9.33% de los votos, esto es, 8.20 puntos menos que los registrados por el panismo.

Con estos resultados nos podemos dar una clara idea de que, por lo menos hasta ese momento, todo el malestar que la población estaba experimentando por los efectos negativos de la crisis económica, política y social que entonces se estaba viviendo, paradójicamente la venía capitalizado la derecha y no la izquierda. Aunque históricamente era ésta la que siempre había aportado los muertos, detenidos y desaparecidos para el logro de los cambios.

Finalmente, sobre José López Portillo muy bien se podría decir que fue el Presidente de la República con el que se acabó de cerrar el ciclo de la Revolución Mexicana, puesto que enarboló e hizo suyo el proyecto nacional revolucionario emanado de la misma. Fue también el último mandatario priista que defendió el llamado Estado benefactor inspirado en el modelo teórico keynesiano.

Peo independientemente de todo esto, José López Portillo dejó al país sumergido en una profunda corrupción y ante todo en una crisis económica, tan grave o aún mucho más grave que la que seis años antes le había heredado su antecesor Luis Echeverría y a la cual habría que sumarle por lo menos dos hechos fundamentales: a) el impresionante crecimiento de la deuda externa que de 1976 a 1982 ascendió de 19 mil 600 millones de dólares a 87 mil 600 millones de dólares y por la que en su momento tuvieron que pagarse 65 mil 250 millones de dólares por su servicio.

Esto es, un monto casi similar al recibido en préstamo y b) la firma de la llamada Carta de Intención con el Fondo Monetario Internacional (FMI), mediante la cual el gobierno mexicano se comprometía a impulsar un conjunto de medidas de corte meramente neoliberal, recomendadas por una serie de organismos internacionales como el Banco Mundial (BM) o el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Todo esto, a cambio de concederle a México más préstamos. (Continuará) Parte 21 de 30

* Profesor e investigador de carrera en la UNAM. Email: elpozoleunam@hotmail.com

Adiós al nacionalismo revolucionario

Del 68 a la 4ª T, vista en primera persona. La nacionalización de la banca dio pauta para que una parte muy considerable del sector empresarial que ya desde el sexenio de Luis Echeverría Álvarez había dado serias muestras de descontento molesto con el gobierno por la instrumentación de diferentes medidas gubernamentales consideradas por éste como populistas.

Así, en diferentes regiones del país comenzó a observarse cómo una serie de influyentes personajes de la élite económica que en el transcurso de su vida nunca habían conocido otra ideología más que la satisfacción producida por el dinero acumulado gracias a la explotación de sus grandes y jugosos negocios, poco a poco fueron abandonando al priismo y engrosando a las filas del panismo, desplazando de los puestos de dirección o decisión, a los viejos panistas doctrinarios de tendencia antinorteamericana, religiosa e hispanista.

Fue así como poco a poco fue surgiendo y fortaleciéndose el llamado nuevo panismo, mejor conocida como neopanismo. La de los neo panistas fue una verdadera actitud pragmática generada más por conveniencia que por convicción.

Como habrá de recordarse, antes de estos enfrentamientos entre el gobierno y los banqueros, el sector empresarial, a través de sus organizaciones corporativas como la Coparmex, Canacintra, Concamin, etcétera, siempre había apoyado incondicionalmente al régimen priista del cual incluso formaba parte.

Durante las elecciones federales para la sucesión de la Presidencia de la República y de las dos cámaras legislativas celebradas durante los primeros días de julio de 1982, se instrumentó por segunda ocasión la Reforma Política fueron nueve los partidos formalmente contendientes.

Además de los siete partidos políticos que desde 1979 contaban con registro, se sumaron otros dos con su respectiva candidata o candidato a la Presidencia de la República. Uno de éstos fue el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) con la señora Rosario Ibarra de Piedra, una reconocida y digna luchadora social que ya tenía varios años estaba buscando a su hijo, uno de los múltiples desaparecidos políticos durante la Guerra Sucia echeverrista. El otro fue el Partido Social Demócrata (PSD), representado por Manuel Moreno Sánchez, un viejo e influyente expriista del sexenio de Adolfo López Mateos (1958-1964), cuando incluso llegó a fungir como el jefe de la Cámara de Senadores, en ese tiempo totalmente controlado por el PRI.

En esta nueva elección, la gran sorpresa fueron los resultados obtenidos en todos los ámbitos por el PAN, al tiempo que tanto el PRI como la izquierda observaron un evidente estancamiento. Así, por ejemplo, en lo referente a la elección de los diputados federales, el partido de la derecha pasó del 10.79% de la votación de 1979 al 17.53% en 1982, en tanto que el PRI, en los mismos periodos pasó del 69.74% al 69.27% y finalmente la izquierda, en esta contienda representada por cuatro partidos (PSUM, PPS, PRT y PST) la suma de los porcentajes de cada uno de ellos apenas llegó al 9.33% de los votos, esto es, 8.20 puntos menos que los registrados por el panismo.

Con estos resultados nos podemos dar una clara idea de que, por lo menos hasta ese momento, todo el malestar que la población estaba experimentando por los efectos negativos de la crisis económica, política y social que entonces se estaba viviendo, paradójicamente la venía capitalizado la derecha y no la izquierda. Aunque históricamente era ésta la que siempre había aportado los muertos, detenidos y desaparecidos para el logro de los cambios.

Finalmente, sobre José López Portillo muy bien se podría decir que fue el Presidente de la República con el que se acabó de cerrar el ciclo de la Revolución Mexicana, puesto que enarboló e hizo suyo el proyecto nacional revolucionario emanado de la misma. Fue también el último mandatario priista que defendió el llamado Estado benefactor inspirado en el modelo teórico keynesiano.

Peo independientemente de todo esto, José López Portillo dejó al país sumergido en una profunda corrupción y ante todo en una crisis económica, tan grave o aún mucho más grave que la que seis años antes le había heredado su antecesor Luis Echeverría y a la cual habría que sumarle por lo menos dos hechos fundamentales: a) el impresionante crecimiento de la deuda externa que de 1976 a 1982 ascendió de 19 mil 600 millones de dólares a 87 mil 600 millones de dólares y por la que en su momento tuvieron que pagarse 65 mil 250 millones de dólares por su servicio.

Esto es, un monto casi similar al recibido en préstamo y b) la firma de la llamada Carta de Intención con el Fondo Monetario Internacional (FMI), mediante la cual el gobierno mexicano se comprometía a impulsar un conjunto de medidas de corte meramente neoliberal, recomendadas por una serie de organismos internacionales como el Banco Mundial (BM) o el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Todo esto, a cambio de concederle a México más préstamos. (Continuará) Parte 21 de 30

* Profesor e investigador de carrera en la UNAM. Email: elpozoleunam@hotmail.com

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