/ miércoles 25 de noviembre de 2020

La vida de Pedro Ávila, trascendió entre los más pobres

Con la muerte de Pedro Ávila Nevárez, Durango pierde a uno de los personajes más icónicos de la identidad durangueña de los últimos tiempos y a partir de este momento, él se convierte en una leyenda de la política y de la gestión por los que menos tienen. Su vida la tejió de manera extraordinaria, combinando su empatía con la política y la ayuda a los pobres de Durango, aderezado siempre con la picardía y la sapiencia de quien conoce la historia de su patria chica a través de sus personajes más emblemáticos en los últimos ochenta años.

No podemos entender el devenir histórico y cultural de Durango, sin su intervención. Sus lecciones en el manejo político y su contribución a la vida artística y cultural de los durangueños es una máxima que ha legado para la posteridad.

Más de 60 años de liderazgo social efectivo, don Pedro Ávila se sostuvo con sapiencia y virtud, en el ánimo de las clases más desprotegidas de Durango. Siempre rodeado de sus huestes del “Frente Cívico Adolfo López Mateos”, además de los cientos de ciudadanos humildes que vieron en él, una luz en el camino. A don Pedro le precedió una labor social desde la década de los cincuentas, mirando en todo momento el bienestar de su gente.

Fue de un acendrado espíritu nacionalista, que llevó implícito la identidad durangueña; su responsabilidad como líder social, buscó en todo momento cumplir su misión de servicio a los que menos tienen, de igual manera, la noble tarea de rescatar los personajes duranguenses que por su trayectoria cultural, académica o política, trascendieron los escenarios locales y nacionales, por citar algunos ejemplos el coronel Enrique Carrola Antuna, el compositor Miguel Ángel Gallardo; el poeta Antonio Gaxiola Delgadillo, Francisco Villa y Nellie Campobello, entre otros.

Villista de estirpe y de convicción, toda vez que en sus venas fluía sangre revolucionaria, gracias a ello, constituyó la agrupación “Organización Estatal de Juventudes Villistas” cuyo objetivo primordial fue resaltar la memoria del general Francisco Villa, prueba de ello, gracias a su gestión, en 1964 el nombre de Francisco Villa fue escrito en los muros de la Cámara de Diputados federal, y del Congreso Estatal en Durango.

Como gestor local, don Pedro Ávila cumplió cabalmente con la gente que le confió su problemática, toda vez que fue un hombre que siempre resolvió y estuvo disponible; por su origen humilde, Ávila Nevárez se entregó sin vacilaciones a la encomienda que le otorgó la gente más desprotegida de Durango. El proyecto del ferrocarril Durango- Mazatlán es y será un referente de los anhelos de los durangueños. ¡Descanse en paz, Pedro Ávila Nevárez!

Con la muerte de Pedro Ávila Nevárez, Durango pierde a uno de los personajes más icónicos de la identidad durangueña de los últimos tiempos y a partir de este momento, él se convierte en una leyenda de la política y de la gestión por los que menos tienen. Su vida la tejió de manera extraordinaria, combinando su empatía con la política y la ayuda a los pobres de Durango, aderezado siempre con la picardía y la sapiencia de quien conoce la historia de su patria chica a través de sus personajes más emblemáticos en los últimos ochenta años.

No podemos entender el devenir histórico y cultural de Durango, sin su intervención. Sus lecciones en el manejo político y su contribución a la vida artística y cultural de los durangueños es una máxima que ha legado para la posteridad.

Más de 60 años de liderazgo social efectivo, don Pedro Ávila se sostuvo con sapiencia y virtud, en el ánimo de las clases más desprotegidas de Durango. Siempre rodeado de sus huestes del “Frente Cívico Adolfo López Mateos”, además de los cientos de ciudadanos humildes que vieron en él, una luz en el camino. A don Pedro le precedió una labor social desde la década de los cincuentas, mirando en todo momento el bienestar de su gente.

Fue de un acendrado espíritu nacionalista, que llevó implícito la identidad durangueña; su responsabilidad como líder social, buscó en todo momento cumplir su misión de servicio a los que menos tienen, de igual manera, la noble tarea de rescatar los personajes duranguenses que por su trayectoria cultural, académica o política, trascendieron los escenarios locales y nacionales, por citar algunos ejemplos el coronel Enrique Carrola Antuna, el compositor Miguel Ángel Gallardo; el poeta Antonio Gaxiola Delgadillo, Francisco Villa y Nellie Campobello, entre otros.

Villista de estirpe y de convicción, toda vez que en sus venas fluía sangre revolucionaria, gracias a ello, constituyó la agrupación “Organización Estatal de Juventudes Villistas” cuyo objetivo primordial fue resaltar la memoria del general Francisco Villa, prueba de ello, gracias a su gestión, en 1964 el nombre de Francisco Villa fue escrito en los muros de la Cámara de Diputados federal, y del Congreso Estatal en Durango.

Como gestor local, don Pedro Ávila cumplió cabalmente con la gente que le confió su problemática, toda vez que fue un hombre que siempre resolvió y estuvo disponible; por su origen humilde, Ávila Nevárez se entregó sin vacilaciones a la encomienda que le otorgó la gente más desprotegida de Durango. El proyecto del ferrocarril Durango- Mazatlán es y será un referente de los anhelos de los durangueños. ¡Descanse en paz, Pedro Ávila Nevárez!