/ lunes 8 de noviembre de 2021

Las declaraciones de Marko Cortés

De entrada, pareciera que las declaraciones de Marko Cortés, son una pifia enmascarada o en el peor de los casos un ardid del que pretendiera sacar ventaja. Pero dicha idea se debilita cuando el ánimo de muchos se altera cuando sus aseveraciones traspasan sus vísceras.

Porque no soportaron que sin cortapisas, mencionara que a la oposición le espera una derrota aplastante, de la que se deslindan aquellos que se ven reflejados en dichas expresiones.

Dicho posicionamiento contrasta con el enfado de los que día y noche tejen los hilos para confeccionar la alianza del PRIAN, la que se ha constituido en la tabla de salvación, sobre todo para los que ya se acostumbraron a comer bien y a no trabajar. De ahí a que se dieran prisa a descalificar los dichos del dirigente nacional del PAN, impulsados por el horror de pensar, que un nuevo tsunami intente arropar el nido de lacras al que honrosamente pertenecen.

La resistencia de los prianistas a reconocer la verdad es vergonzosa y genera encono en contra de quien la manifestara, porque aseguran que la militancia panista no se desmotivará, aunque aquí en confianza: Ella fue quien lo echara de cabeza y sus desafortunadas declaraciones fueron más allá, de lo que la parte traidora calculara.

En terreno totalmente alfombrado de azul, quiso probar su confianza y le salió el tiro por la culata, porque ante aquellos que la experimentó, fueron los primeros que lo traicionaron, y ahora el grito en el cielo lo han puesto aquellos panistas que están próximos a rendir “malas cuentas” y que por mucho que desoigan la advertencia, no les hará recuperar la escalera que los dejará colgados de la brocha.

Fuera de la ignorancia y las descalificaciones, no he visto hasta el momento una crítica seria alrededor de dichas declaraciones, ya que negarlas sin sustento, confirman lo que sostiene el declarante, porque hay que tomar en cuenta que si lo hizo al tenor de la frialdad numérica, es para que los aspirantes calibren sus propios intereses, sus intenciones y sus acciones, sobre todo de aquellos que le apuestan a cumplir acuerdos oscuros, donde el encubrimiento a robos y fechorías son los puntos torales de dicha agenda.

Por eso, no es tan fácil eludir las lecturas que encierran dichas declaraciones, ya que podríamos enfatizar en aquellas que más se nos facilitan, como el suponer que es extremadamente honesto, al reconocer en privado y ahora en público, las ventajas que Morena les lleva, dado el trabajo del presidente y la alta evaluación que no han podido disminuir sus malquerientes.

Quizás sea muy condolido ante los desfiguros de la jauría que anda muy desesperada en pos de las candidaturas y ha urdido acogerse al clásico salinista: “No se hagan bolas” que al cabo de todos sólo va a ser uno y va a perder, así que, “sobre aviso no hay engaño”. Los que en terreno árido quieran sembrar: Éntrenle que al fin y al cabo es muy extenso.

O tal vez sea muy realista al manifestar su pesadumbre derrotista, ya que no se necesitan diagnósticos costosos, ni estudios de alto nivel, para aceptar que Morena por segunda vez va arrasar en la mayoría de las próximas gubernaturas y en la que respecta a Durango, la jauría trae muy acosado al PRIAN, lo que a Marko le ha aguzado el oído para evaluar que sus ladridos resultan muy insustanciales, fofos y con una capacidad de competencia poco exitosa, aunque muy inflada por algunos medios.

O posiblemente acuda al papel de víctima, para justificar la red despreciable en que los empresarios los han metido, o en su defecto quejarse de los liderazgos sin perfil, carisma, ni manos limpias y su tambaleante coalición que no tiene credibilidad ni aceptación. De ahí su indicativo de no evadir la realidad, sino aceptarla aunque lo quemen con leña verde.

El vaticinio de Marko Cortés es real. El partido de Morena, sin duda que está encaminado a ganar los comicios del año próximo. De ahí que los adversarios se pusieran de cabeza, cuando la voz de la casa azul, saliera por la ventana a decir a propios y extraños que “de todas las gubernaturas en juego, sólo una sería para la oposición”, la que de una vez por todas se declara moral y electoralmente derrotada.

De entrada, pareciera que las declaraciones de Marko Cortés, son una pifia enmascarada o en el peor de los casos un ardid del que pretendiera sacar ventaja. Pero dicha idea se debilita cuando el ánimo de muchos se altera cuando sus aseveraciones traspasan sus vísceras.

Porque no soportaron que sin cortapisas, mencionara que a la oposición le espera una derrota aplastante, de la que se deslindan aquellos que se ven reflejados en dichas expresiones.

Dicho posicionamiento contrasta con el enfado de los que día y noche tejen los hilos para confeccionar la alianza del PRIAN, la que se ha constituido en la tabla de salvación, sobre todo para los que ya se acostumbraron a comer bien y a no trabajar. De ahí a que se dieran prisa a descalificar los dichos del dirigente nacional del PAN, impulsados por el horror de pensar, que un nuevo tsunami intente arropar el nido de lacras al que honrosamente pertenecen.

La resistencia de los prianistas a reconocer la verdad es vergonzosa y genera encono en contra de quien la manifestara, porque aseguran que la militancia panista no se desmotivará, aunque aquí en confianza: Ella fue quien lo echara de cabeza y sus desafortunadas declaraciones fueron más allá, de lo que la parte traidora calculara.

En terreno totalmente alfombrado de azul, quiso probar su confianza y le salió el tiro por la culata, porque ante aquellos que la experimentó, fueron los primeros que lo traicionaron, y ahora el grito en el cielo lo han puesto aquellos panistas que están próximos a rendir “malas cuentas” y que por mucho que desoigan la advertencia, no les hará recuperar la escalera que los dejará colgados de la brocha.

Fuera de la ignorancia y las descalificaciones, no he visto hasta el momento una crítica seria alrededor de dichas declaraciones, ya que negarlas sin sustento, confirman lo que sostiene el declarante, porque hay que tomar en cuenta que si lo hizo al tenor de la frialdad numérica, es para que los aspirantes calibren sus propios intereses, sus intenciones y sus acciones, sobre todo de aquellos que le apuestan a cumplir acuerdos oscuros, donde el encubrimiento a robos y fechorías son los puntos torales de dicha agenda.

Por eso, no es tan fácil eludir las lecturas que encierran dichas declaraciones, ya que podríamos enfatizar en aquellas que más se nos facilitan, como el suponer que es extremadamente honesto, al reconocer en privado y ahora en público, las ventajas que Morena les lleva, dado el trabajo del presidente y la alta evaluación que no han podido disminuir sus malquerientes.

Quizás sea muy condolido ante los desfiguros de la jauría que anda muy desesperada en pos de las candidaturas y ha urdido acogerse al clásico salinista: “No se hagan bolas” que al cabo de todos sólo va a ser uno y va a perder, así que, “sobre aviso no hay engaño”. Los que en terreno árido quieran sembrar: Éntrenle que al fin y al cabo es muy extenso.

O tal vez sea muy realista al manifestar su pesadumbre derrotista, ya que no se necesitan diagnósticos costosos, ni estudios de alto nivel, para aceptar que Morena por segunda vez va arrasar en la mayoría de las próximas gubernaturas y en la que respecta a Durango, la jauría trae muy acosado al PRIAN, lo que a Marko le ha aguzado el oído para evaluar que sus ladridos resultan muy insustanciales, fofos y con una capacidad de competencia poco exitosa, aunque muy inflada por algunos medios.

O posiblemente acuda al papel de víctima, para justificar la red despreciable en que los empresarios los han metido, o en su defecto quejarse de los liderazgos sin perfil, carisma, ni manos limpias y su tambaleante coalición que no tiene credibilidad ni aceptación. De ahí su indicativo de no evadir la realidad, sino aceptarla aunque lo quemen con leña verde.

El vaticinio de Marko Cortés es real. El partido de Morena, sin duda que está encaminado a ganar los comicios del año próximo. De ahí que los adversarios se pusieran de cabeza, cuando la voz de la casa azul, saliera por la ventana a decir a propios y extraños que “de todas las gubernaturas en juego, sólo una sería para la oposición”, la que de una vez por todas se declara moral y electoralmente derrotada.