/ miércoles 4 de diciembre de 2019

Lilia Santaella, creadora de la Escuela de la Música Mexicana

El mes de noviembre de 1992, Lilia Santaella creó, en el seno de la Secretaría de Educación Cultura y Deporte (SECyD) a mi cargo en el sexenio 1992-1998, la Escuela de la Música Mexicana (Esmumex), que nació en el marco del Programa de Cultura e Identidad Duranguense que la SECyD puso en marcha a través de la Dirección de Asuntos Culturales -Javier Guerrero era su titular-.

Este programa fue eje rector de una política de Estado durante el gobierno de Maximiliano Silerio Esparza.

La fundación de la escuela fue una importante aportación al sistema de instituciones culturales de Durango. La escuela trasciende, estructurada y consolidada, del siglo XX al siglo XXI gracias al liderazgo y creatividad de la maestra Lilia, quien la dirigió durante más de una década (el 1º de julio la relevó el licenciado Lauro Arce).

Este hecho toral y la trayectoria artística de Lilia Santaella me motiva a escribir algunos trazos de la semblanza biográfica de esta durangueña-canatleca (nacida en Coahuila, el 5 de octubre de 1941).

El eje cardinal de mis notas de reconocimiento-homenaje, a una mujer de la “durangueñeidad activa” es su obra institucional y por haber llevado con orgullo el nombre de Durango más allá de los linderos de nuestro estado. Por ello decidí inscribir su nombre entre los “Personajes Ilustres de Durango. Hombres y Mujeres”, que, gracias a la generosidad de El Sol de Durango se publican en mis columnas desde fines de los ochenta.

Mi labor de recopilación y rescate de información, vivencias y testimonio puede abonar o servir de andamiaje de construcciones biográficas de mayor aliento que hagan profesionales de la pluma, sobre la trayectoria artística de Lilia que se inició a la edad de 8 años en el programa “El Rancho de Pancho”, que transmitía la radiodifusora local XEDU y en los concursos de la XEW de la Ciudad de México. Sobre sus orígenes, no quiero dejar de mencionar que la maestra, formada en el Centro de Actualización del Magisterio, fue la hija mayor del matrimonio del profesor Rodolfo Santaella Alemán y la señora Abud Aguirre. Ese es su origen familiar y profesional.

Mi narrativa sobre su obra creadora se nutre de vivencias, diálogos, anécdotas que compartimos la maestra y yo en los tramos de nuestra vida en que hicimos coincidente nuestra visión y unimos esfuerzos en proyectos educativos y culturales, impulsados por nuestro compromiso con la mexicanidad que lleva el acento de la durangueñeidad.

Dos encuentros germinales en 1992 constituyen la piedra angular de la Escuela de la Música Mexicana y sus programas, “Callejoneadas Dominicales”, “Por una Alegre Navidad” y “Cascabeleo Primaveral”. Las “Callejoneadas Dominicales” han sido un espectáculo masivo, al aire libre, que provocó el rescate del “Teatro del Calvario” convirtiéndolo en un punto de encuentro de las familias durangueñas y un foro para artistas locales en las expresiones musicales, de danza y canto.

El primer encuentro -cuando conocí a Lilia- se dio en el Canatlán de su niñez, cuando animaba con canciones rancheras los eventos de campaña del candidato al Gobierno del Estado, Maximiliano Silerio Esparza.

En esa ocasión me habló de la cantante María de Lourdes que ya era famosa y había recibido, de parte del presidente Miguel Alemán, el título de “Embajadora de la Canción Mexicana” en reconocimiento a su actividad artística dando a conocer por todo el mundo la canción ranchera y el folklore mexicano.

En un segundo momento nos encontramos en la SECyD en septiembre de 1992. Esa vez nuestra conversación se centró en su incorporación al proyecto de Identidad y Arraigo Duranguense que se estaba configurando, tomando en cuenta el discurso que pronunció José de la O Holguín, en Villa Ocampo, en un acto de campaña del licenciado Silerio Esparza.

Le propuse encauzar sus inquietudes y sobradas energías en la fundación de una Escuela de la Música Durangueña. Ella fiel seguidora del movimiento cultural y admiradora de la cantante María de Lourdes, me habló del “Grupo Impulsor de la Música Representativa de México”, fundado por la renombrada artista mexicana en 1988.

Con base en esas pláticas, la capacidad de convencimiento y la fortaleza de sus ideas, se fundó la Escuela de la Música Mexicana, que desde entonces ha impulsado en diversas latitudes del territorio nacional y en el extranjero el mensaje de la “durangueñeidad en el marco de la mexicanidad”.

Recuerdo su primera gira, en 1997, a Chicago, donde participó en un festival folclórico organizado por nuestros paisanos. Desde entonces agarró vuelo al grado de llevar la marca de la cultura y el folklor. Durango, México, a Cuba, Colombia y a España. María de Lourdes murió en 1997 en Holanda, por lo que un buen tramo de su vida fue referente de nuestra Escuela de la Música.

Por estas acciones -desde la Esmumex- y por sus presentaciones personales en radio y televisión, en 1996, la Asociación Nacional de Actores (ANDA) que encabezaba el actor Julio Alemán, le otorgó el nombramiento de “Promotora de la Música Tradicional Mexicana” a nivel nacional e internacional y siguieron los reconocimientos. En otros eventos recibió la presea Copratec (Comunicadores de Prensa, Radio, Televisión y Cinematografía), de parte de los periodistas Jaime Maussan y Lolita de la Vega.

ESCUELA DE LA MÚSICA MEXICANA 2019.

A partir del proceso fundacional que compartí con la maestra Lilia en el periodo 1992-1998, la escuela empezó a caminar con dinámica propia, liderada por su directora que con su presencia gestora la llevaba a todos lados, empujando su transformación y fortalecimiento, su identidad y campo de acción.

Aspectos importantes fueron contar con una casa donde funcionar, integrar profesorado, y contar con alumnos a la par que seguir organizando los grupos que actuaban en el entorno estatal y nacional.

Su primera casa -alquilada- fue en el barrio de Tierra Blanca, en las calles de Urrea y Arista, le siguió la del Barrio de San Antonio, en Mascareñas y Donato Guerra, después llegó al Centro Histórico. Fue hasta 2010, que el gobernador Jorge Herrera Caldera entregó el inmueble que actualmente posee en calle Zaragoza.

Punto importante para resolver en mi tiempo, fue asignarle una clave escolar, de centro de trabajo, para poder incorporar al profesorado que en su primera plantilla de personal provenía de escuelas pertenecientes a la SECyD. También se trabajó en dotarla de base jurídica -Decreto Administrativo- como órgano desconcentrado del Gobierno del Estado, para que pudiese contar con presupuesto propio; desafortunadamente fue un proceso inconcluso pues se terminó el sexenio de Silerio Esparza y no se publicó el decreto.

De ahí que no aparece en mi libro “Durango. Nuestras Instituciones para el Siglo XXI. Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología” en el que se incluyen Decretos de Creación de 21 instituciones, como organismos descentralizados y desconcentrados, de los cuales seis eran del área de Cultura e Identidad Duranguense, entre estos el Museo de Arte Guillermo Ceniceros y La Biblioteca Central. La red de museos y bibliotecas, y el Archivo Histórico dependían de la Dirección de Asuntos Culturales que tenía su base jurídica en el Reglamento Interior de la SECyD.

En lo que respecta a la función de las escuelas, año a año atiende a más de mil alumnos (niños y jóvenes preferentemente, entre los que tengo la idea que fue parte de las primeras generaciones, el diputado Esteban Villegas Villarreal). Esmumex desde sus orígenes cumple con la finalidad de enseñar, conservar, promover y proyectar nuestras tradiciones por medio de la música, el canto y el baile folklórico de nuestro país (y de Durango).

El crecimiento y desarrollo de la escuela fue continuo después de su etapa fundacional. Entre los nueve grupos representativos que funcionan con dinámicas e identidad propia se encuentran: “Orquesta Típica”, el “Mariachi Infantil y Juvenil”, los grupos de; “Danza Xochiquetzal”, “Danza Tradicional Mexicana”, así como, en el campo musical, “Voces de Durango”, “Norteño Infantil y Juvenil” y la “Banda Estilo Sinaloa” y también el grupo de teatro. Recuerdo también que vinculado a la escuela se posicionó desde 1995, el “Dueto Esteban y Lauro”.

En la vertiente de espectáculos, con gran vitalidad se realizan siete, “Nuestro Cantar es México”, “Pancho Villa en Durango”, “Bajo el Cielo de Durango” “Serenata Mexicana”, “Nuestros Ídolos”, “Música para el Pueblo” y “Compositores de Durango”. Y desde luego los llamados proyectos permanentes que son la “Callejoneada Dominical”, el “Festival del Mariachi”, “Cascabeleo Primaveral” y “Por una Alegre Navidad”.

En mi narrativa de la historia de vida de la maestra Lilia Santaella el hilo conductor ha sido su obra institucional; pero me consta que ha recibido gran cantidad de premios, felicitaciones y homenajes que le han rendido a Lilia, de su faceta de cantante han hablado gobernadores, funcionarios y dirigentes de asociaciones culturales, cantantes y compositores y entre los grandes reconocimientos resalta en el municipio de Canatlán la Casa de la Cultura que lleva su nombre.

Por ahora a mi personal reconocimiento–homenaje, dejo el testimonio del C.P. Omar Ravelo, un padre de familia que se enamoró de la Escuela y de sus grupos artísticos, desde que siendo integrante de la rondalla estudiantil de la FECA compartieron transporte y presentaciones artísticas en un festival folclórico que se llevó a cabo en Chicago. Al grado tal que dos de sus hijos son integrantes del Mariachi Infantil y Juvenil.

De la Escuela expresa lo siguiente:

“Como padre, esto representa un esfuerzo familiar en varios aspectos como traslados, trajes, instrumentos, etc., pero todo lo compensa el notar su crecimiento como personas y sobre todo porque se complementa de una manera esplendida en su formación integral como estudiantes y seres humanos, ya que aprenden a atender indicaciones, a convivir con otras personas, a sensibilizarse, a desenvolverse en varios contextos, fortalecer su capacidad de aprendizaje y a aprovechar muy bien sus tiempos fuera del ámbito escolar”.

El mes de noviembre de 1992, Lilia Santaella creó, en el seno de la Secretaría de Educación Cultura y Deporte (SECyD) a mi cargo en el sexenio 1992-1998, la Escuela de la Música Mexicana (Esmumex), que nació en el marco del Programa de Cultura e Identidad Duranguense que la SECyD puso en marcha a través de la Dirección de Asuntos Culturales -Javier Guerrero era su titular-.

Este programa fue eje rector de una política de Estado durante el gobierno de Maximiliano Silerio Esparza.

La fundación de la escuela fue una importante aportación al sistema de instituciones culturales de Durango. La escuela trasciende, estructurada y consolidada, del siglo XX al siglo XXI gracias al liderazgo y creatividad de la maestra Lilia, quien la dirigió durante más de una década (el 1º de julio la relevó el licenciado Lauro Arce).

Este hecho toral y la trayectoria artística de Lilia Santaella me motiva a escribir algunos trazos de la semblanza biográfica de esta durangueña-canatleca (nacida en Coahuila, el 5 de octubre de 1941).

El eje cardinal de mis notas de reconocimiento-homenaje, a una mujer de la “durangueñeidad activa” es su obra institucional y por haber llevado con orgullo el nombre de Durango más allá de los linderos de nuestro estado. Por ello decidí inscribir su nombre entre los “Personajes Ilustres de Durango. Hombres y Mujeres”, que, gracias a la generosidad de El Sol de Durango se publican en mis columnas desde fines de los ochenta.

Mi labor de recopilación y rescate de información, vivencias y testimonio puede abonar o servir de andamiaje de construcciones biográficas de mayor aliento que hagan profesionales de la pluma, sobre la trayectoria artística de Lilia que se inició a la edad de 8 años en el programa “El Rancho de Pancho”, que transmitía la radiodifusora local XEDU y en los concursos de la XEW de la Ciudad de México. Sobre sus orígenes, no quiero dejar de mencionar que la maestra, formada en el Centro de Actualización del Magisterio, fue la hija mayor del matrimonio del profesor Rodolfo Santaella Alemán y la señora Abud Aguirre. Ese es su origen familiar y profesional.

Mi narrativa sobre su obra creadora se nutre de vivencias, diálogos, anécdotas que compartimos la maestra y yo en los tramos de nuestra vida en que hicimos coincidente nuestra visión y unimos esfuerzos en proyectos educativos y culturales, impulsados por nuestro compromiso con la mexicanidad que lleva el acento de la durangueñeidad.

Dos encuentros germinales en 1992 constituyen la piedra angular de la Escuela de la Música Mexicana y sus programas, “Callejoneadas Dominicales”, “Por una Alegre Navidad” y “Cascabeleo Primaveral”. Las “Callejoneadas Dominicales” han sido un espectáculo masivo, al aire libre, que provocó el rescate del “Teatro del Calvario” convirtiéndolo en un punto de encuentro de las familias durangueñas y un foro para artistas locales en las expresiones musicales, de danza y canto.

El primer encuentro -cuando conocí a Lilia- se dio en el Canatlán de su niñez, cuando animaba con canciones rancheras los eventos de campaña del candidato al Gobierno del Estado, Maximiliano Silerio Esparza.

En esa ocasión me habló de la cantante María de Lourdes que ya era famosa y había recibido, de parte del presidente Miguel Alemán, el título de “Embajadora de la Canción Mexicana” en reconocimiento a su actividad artística dando a conocer por todo el mundo la canción ranchera y el folklore mexicano.

En un segundo momento nos encontramos en la SECyD en septiembre de 1992. Esa vez nuestra conversación se centró en su incorporación al proyecto de Identidad y Arraigo Duranguense que se estaba configurando, tomando en cuenta el discurso que pronunció José de la O Holguín, en Villa Ocampo, en un acto de campaña del licenciado Silerio Esparza.

Le propuse encauzar sus inquietudes y sobradas energías en la fundación de una Escuela de la Música Durangueña. Ella fiel seguidora del movimiento cultural y admiradora de la cantante María de Lourdes, me habló del “Grupo Impulsor de la Música Representativa de México”, fundado por la renombrada artista mexicana en 1988.

Con base en esas pláticas, la capacidad de convencimiento y la fortaleza de sus ideas, se fundó la Escuela de la Música Mexicana, que desde entonces ha impulsado en diversas latitudes del territorio nacional y en el extranjero el mensaje de la “durangueñeidad en el marco de la mexicanidad”.

Recuerdo su primera gira, en 1997, a Chicago, donde participó en un festival folclórico organizado por nuestros paisanos. Desde entonces agarró vuelo al grado de llevar la marca de la cultura y el folklor. Durango, México, a Cuba, Colombia y a España. María de Lourdes murió en 1997 en Holanda, por lo que un buen tramo de su vida fue referente de nuestra Escuela de la Música.

Por estas acciones -desde la Esmumex- y por sus presentaciones personales en radio y televisión, en 1996, la Asociación Nacional de Actores (ANDA) que encabezaba el actor Julio Alemán, le otorgó el nombramiento de “Promotora de la Música Tradicional Mexicana” a nivel nacional e internacional y siguieron los reconocimientos. En otros eventos recibió la presea Copratec (Comunicadores de Prensa, Radio, Televisión y Cinematografía), de parte de los periodistas Jaime Maussan y Lolita de la Vega.

ESCUELA DE LA MÚSICA MEXICANA 2019.

A partir del proceso fundacional que compartí con la maestra Lilia en el periodo 1992-1998, la escuela empezó a caminar con dinámica propia, liderada por su directora que con su presencia gestora la llevaba a todos lados, empujando su transformación y fortalecimiento, su identidad y campo de acción.

Aspectos importantes fueron contar con una casa donde funcionar, integrar profesorado, y contar con alumnos a la par que seguir organizando los grupos que actuaban en el entorno estatal y nacional.

Su primera casa -alquilada- fue en el barrio de Tierra Blanca, en las calles de Urrea y Arista, le siguió la del Barrio de San Antonio, en Mascareñas y Donato Guerra, después llegó al Centro Histórico. Fue hasta 2010, que el gobernador Jorge Herrera Caldera entregó el inmueble que actualmente posee en calle Zaragoza.

Punto importante para resolver en mi tiempo, fue asignarle una clave escolar, de centro de trabajo, para poder incorporar al profesorado que en su primera plantilla de personal provenía de escuelas pertenecientes a la SECyD. También se trabajó en dotarla de base jurídica -Decreto Administrativo- como órgano desconcentrado del Gobierno del Estado, para que pudiese contar con presupuesto propio; desafortunadamente fue un proceso inconcluso pues se terminó el sexenio de Silerio Esparza y no se publicó el decreto.

De ahí que no aparece en mi libro “Durango. Nuestras Instituciones para el Siglo XXI. Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología” en el que se incluyen Decretos de Creación de 21 instituciones, como organismos descentralizados y desconcentrados, de los cuales seis eran del área de Cultura e Identidad Duranguense, entre estos el Museo de Arte Guillermo Ceniceros y La Biblioteca Central. La red de museos y bibliotecas, y el Archivo Histórico dependían de la Dirección de Asuntos Culturales que tenía su base jurídica en el Reglamento Interior de la SECyD.

En lo que respecta a la función de las escuelas, año a año atiende a más de mil alumnos (niños y jóvenes preferentemente, entre los que tengo la idea que fue parte de las primeras generaciones, el diputado Esteban Villegas Villarreal). Esmumex desde sus orígenes cumple con la finalidad de enseñar, conservar, promover y proyectar nuestras tradiciones por medio de la música, el canto y el baile folklórico de nuestro país (y de Durango).

El crecimiento y desarrollo de la escuela fue continuo después de su etapa fundacional. Entre los nueve grupos representativos que funcionan con dinámicas e identidad propia se encuentran: “Orquesta Típica”, el “Mariachi Infantil y Juvenil”, los grupos de; “Danza Xochiquetzal”, “Danza Tradicional Mexicana”, así como, en el campo musical, “Voces de Durango”, “Norteño Infantil y Juvenil” y la “Banda Estilo Sinaloa” y también el grupo de teatro. Recuerdo también que vinculado a la escuela se posicionó desde 1995, el “Dueto Esteban y Lauro”.

En la vertiente de espectáculos, con gran vitalidad se realizan siete, “Nuestro Cantar es México”, “Pancho Villa en Durango”, “Bajo el Cielo de Durango” “Serenata Mexicana”, “Nuestros Ídolos”, “Música para el Pueblo” y “Compositores de Durango”. Y desde luego los llamados proyectos permanentes que son la “Callejoneada Dominical”, el “Festival del Mariachi”, “Cascabeleo Primaveral” y “Por una Alegre Navidad”.

En mi narrativa de la historia de vida de la maestra Lilia Santaella el hilo conductor ha sido su obra institucional; pero me consta que ha recibido gran cantidad de premios, felicitaciones y homenajes que le han rendido a Lilia, de su faceta de cantante han hablado gobernadores, funcionarios y dirigentes de asociaciones culturales, cantantes y compositores y entre los grandes reconocimientos resalta en el municipio de Canatlán la Casa de la Cultura que lleva su nombre.

Por ahora a mi personal reconocimiento–homenaje, dejo el testimonio del C.P. Omar Ravelo, un padre de familia que se enamoró de la Escuela y de sus grupos artísticos, desde que siendo integrante de la rondalla estudiantil de la FECA compartieron transporte y presentaciones artísticas en un festival folclórico que se llevó a cabo en Chicago. Al grado tal que dos de sus hijos son integrantes del Mariachi Infantil y Juvenil.

De la Escuela expresa lo siguiente:

“Como padre, esto representa un esfuerzo familiar en varios aspectos como traslados, trajes, instrumentos, etc., pero todo lo compensa el notar su crecimiento como personas y sobre todo porque se complementa de una manera esplendida en su formación integral como estudiantes y seres humanos, ya que aprenden a atender indicaciones, a convivir con otras personas, a sensibilizarse, a desenvolverse en varios contextos, fortalecer su capacidad de aprendizaje y a aprovechar muy bien sus tiempos fuera del ámbito escolar”.