/ lunes 8 de abril de 2019

Lo que pocos saben ocurre en el ISSSTE

Cuando el hoy presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), estaba en campaña, recargó buena parte de su retórica argumentativa en excitar a la población con la promesa de que les mejoraría las condiciones de vida, para ello sólo tenían que votar por él.

Uno de los principales reclamos de la sociedad, no sólo de los sectores vulnerables, es el de la salud, servicio que por obligación constitucional presta el estado a través de la Secretaría de Salud y de los organismos descentralizados, como el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), entre otros organismos más.

Todos sabemos que AMLO llegó a la Presidencia de la República, y entonces, los que creyeron en sus promesas comienzan a exigir el cabal cumplimiento de éstas, el problema es que lo hacen ante las instancias incorrectas y sin reparar que el presidente sólo da discursos; ellos cumplieron con la parte del tácito acuerdo, ahora esperan -y con razón- que el presidente cumpla la parte que le corresponde.

Sin embargo, las promesas del entonces candidato y hoy flamante presidente de México están muy lejos de ser cumplidas, los servicios que brinda el estado no sólo no mejoran sino que empeoran como consecuencia de la incapacidad para atajar la corrupción con mecanismos que no afecten el funcionamiento del mismo gobierno; dejar de dar dinero o recortar el presupuesto no es muy creativo que digamos.

En el caso específico del tema de la salud, lo que ocurre en el ISSSTE es preocupante: Los espacios para consulta con los médicos de medicina familiar están saturados y con los especialistas se agendan a mucho tiempo; la tardanza en la farmacia para surtir recetas es francamente desesperante, los derechohabientes deben esperar horas para surtir su receta, y así, podríamos señalar muchas otras cosas más.

La mayoría de la derechohabiencia y de la opinión pública considera que los inconvenientes que se viven en el hospital y en la clínica del ISSSTE son responsabilidad de las autoridades delegacionales, pero lo que pocos saben es que los recortes presupuestales decretados unilateralmente por el presidente López Obrador han provocado severos contratiempos en el funcionamiento del Instituto.

En efecto, la falta de presupuesto en el rubro de guardias fijas ha obligado a que no se considere la misma plantilla de personal que venía apoyando en los diferentes servicios, como el médico, de enfermería y desde luego personal administrativo, lo que ha traído como consecuencia se vea disminuida considerablemente la capacidad de atención del centro hospitalario y clínico.

Hasta el momento la creatividad en la organización y la disposición de los trabajadores de confianza -muchos sindicalizados no presentan disposición cuando se trata de trabajar un poco más- han logrado evitar el colapso. Los directores y coordinadores deben dejar los quehaceres propios de su encargo para dar consulta, extendiendo su horario más allá de su jornada habitual.

Lo verdaderamente incomprensible es que el director general del ISSSTE, Luís Antonio Ramírez, al haberse desempeñado como director de Finanzas al inicio de la administración pasada, sabía que una las principales necesidades del Instituto era precisamente la falta de recurso humano.

A guisa de ejemplo tenemos que el hospital Santiago Ramón y Cajal se construyó hace 40 años para dar atención a poco más de 70 mil derechohabientes; 40 años después se da atención a más de 360 mil personas con una plantilla que ronda los 800 trabajadores.

La verdad de las cosas es que muchos secretarios y directores no tienen el pulso de lo que ocurre en los estados porque no los visitan, no llaman a los delegados para que les expongan los problemas que tienen ni acuden al súper delegado, quien resulta que tiene menos poder del que se piensa, se rumora que no lo toman en cuenta.

Así las cosas con el gobierno de la cuarta transformación, todo parece indicar que los actuales funcionarios del gobierno de AMLO sufrieron una verdadera metamorfosis cuando fueron exonerados de su pasado para entrar en el buen camino que los llevó a Morena, dejaron de creer en lo que creían y de saber lo que sabían, ahora ven, oyen y piensan por conducto de AMLO.

Cuando el hoy presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), estaba en campaña, recargó buena parte de su retórica argumentativa en excitar a la población con la promesa de que les mejoraría las condiciones de vida, para ello sólo tenían que votar por él.

Uno de los principales reclamos de la sociedad, no sólo de los sectores vulnerables, es el de la salud, servicio que por obligación constitucional presta el estado a través de la Secretaría de Salud y de los organismos descentralizados, como el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), entre otros organismos más.

Todos sabemos que AMLO llegó a la Presidencia de la República, y entonces, los que creyeron en sus promesas comienzan a exigir el cabal cumplimiento de éstas, el problema es que lo hacen ante las instancias incorrectas y sin reparar que el presidente sólo da discursos; ellos cumplieron con la parte del tácito acuerdo, ahora esperan -y con razón- que el presidente cumpla la parte que le corresponde.

Sin embargo, las promesas del entonces candidato y hoy flamante presidente de México están muy lejos de ser cumplidas, los servicios que brinda el estado no sólo no mejoran sino que empeoran como consecuencia de la incapacidad para atajar la corrupción con mecanismos que no afecten el funcionamiento del mismo gobierno; dejar de dar dinero o recortar el presupuesto no es muy creativo que digamos.

En el caso específico del tema de la salud, lo que ocurre en el ISSSTE es preocupante: Los espacios para consulta con los médicos de medicina familiar están saturados y con los especialistas se agendan a mucho tiempo; la tardanza en la farmacia para surtir recetas es francamente desesperante, los derechohabientes deben esperar horas para surtir su receta, y así, podríamos señalar muchas otras cosas más.

La mayoría de la derechohabiencia y de la opinión pública considera que los inconvenientes que se viven en el hospital y en la clínica del ISSSTE son responsabilidad de las autoridades delegacionales, pero lo que pocos saben es que los recortes presupuestales decretados unilateralmente por el presidente López Obrador han provocado severos contratiempos en el funcionamiento del Instituto.

En efecto, la falta de presupuesto en el rubro de guardias fijas ha obligado a que no se considere la misma plantilla de personal que venía apoyando en los diferentes servicios, como el médico, de enfermería y desde luego personal administrativo, lo que ha traído como consecuencia se vea disminuida considerablemente la capacidad de atención del centro hospitalario y clínico.

Hasta el momento la creatividad en la organización y la disposición de los trabajadores de confianza -muchos sindicalizados no presentan disposición cuando se trata de trabajar un poco más- han logrado evitar el colapso. Los directores y coordinadores deben dejar los quehaceres propios de su encargo para dar consulta, extendiendo su horario más allá de su jornada habitual.

Lo verdaderamente incomprensible es que el director general del ISSSTE, Luís Antonio Ramírez, al haberse desempeñado como director de Finanzas al inicio de la administración pasada, sabía que una las principales necesidades del Instituto era precisamente la falta de recurso humano.

A guisa de ejemplo tenemos que el hospital Santiago Ramón y Cajal se construyó hace 40 años para dar atención a poco más de 70 mil derechohabientes; 40 años después se da atención a más de 360 mil personas con una plantilla que ronda los 800 trabajadores.

La verdad de las cosas es que muchos secretarios y directores no tienen el pulso de lo que ocurre en los estados porque no los visitan, no llaman a los delegados para que les expongan los problemas que tienen ni acuden al súper delegado, quien resulta que tiene menos poder del que se piensa, se rumora que no lo toman en cuenta.

Así las cosas con el gobierno de la cuarta transformación, todo parece indicar que los actuales funcionarios del gobierno de AMLO sufrieron una verdadera metamorfosis cuando fueron exonerados de su pasado para entrar en el buen camino que los llevó a Morena, dejaron de creer en lo que creían y de saber lo que sabían, ahora ven, oyen y piensan por conducto de AMLO.