/ viernes 7 de agosto de 2020

Lo sagrado de la vida

“México no quiere el aborto”. Nunca me imaginé que el pensamiento de la semana pasada bajo ese título desatara tanta polémica en las redes sociales. Aquí hay un par de cosas que me di cuenta al leer los comentarios:

Primero: Las personas que están a favor del aborto se declaran ateas o manifiestan estar enojadas con Dios. Esto es comprensible, porque cualquiera que tenga algún conocimiento de Dios, sea a través de la admiración de la naturaleza, o identifiquen una autoridad moral según le dicta sus conciencias o bien hagan una lectura honesta de la historia de la humanidad, llegará a la conclusión de que el Creador de la vida está a favor de la vida.

En segundo lugar: Otra de las cosas que me di cuenta, lo cual me alarmó en algún sentido, es que muchos de esos comentarios provenían de mujeres jovencitas, cuyo pensamiento ha sido modelado por una cultura cada vez más individualista, que cada vez le importa menos “el otro” y conoce muy poco de responsabilidades y menos de sacrificios. Eso, sin mencionar el enorme daño que la ideología de género ha causado en su forma de ver al varón ninguneando sus derechos.

Por último, me di cuenta que muchos de esos comentarios venían de jóvenes que viven gracias a que una mamá decidió no abortar, o un abuelo o abuela que con temor de Dios decidió apoyar, o un papá que decidió hacerse responsable y asumir las consecuencias. Así que, en otras palabras, es una forma de auto-flagelarse y decirse “¿Para qué vivo?” “¿Por qué no me abortaron?”.

A todas estas personas les queremos decir, en primer lugar, que Dios les ama profundamente y Cristo murió por ustedes en la cruz. También, que respetamos su manera de pensar y accionar, pero no podemos permitir que pretendan hacer de su ideología un tema de Estado. La mayoría de los mexicanos estamos a favor de las “dos vidas”, la de la madre en situación vulnerable, pero también la del niño por nacer que no tiene voz ni voto pero sí un corazón que en cada latido anuncia lo sagrado de la vida.

“México no quiere el aborto”. Nunca me imaginé que el pensamiento de la semana pasada bajo ese título desatara tanta polémica en las redes sociales. Aquí hay un par de cosas que me di cuenta al leer los comentarios:

Primero: Las personas que están a favor del aborto se declaran ateas o manifiestan estar enojadas con Dios. Esto es comprensible, porque cualquiera que tenga algún conocimiento de Dios, sea a través de la admiración de la naturaleza, o identifiquen una autoridad moral según le dicta sus conciencias o bien hagan una lectura honesta de la historia de la humanidad, llegará a la conclusión de que el Creador de la vida está a favor de la vida.

En segundo lugar: Otra de las cosas que me di cuenta, lo cual me alarmó en algún sentido, es que muchos de esos comentarios provenían de mujeres jovencitas, cuyo pensamiento ha sido modelado por una cultura cada vez más individualista, que cada vez le importa menos “el otro” y conoce muy poco de responsabilidades y menos de sacrificios. Eso, sin mencionar el enorme daño que la ideología de género ha causado en su forma de ver al varón ninguneando sus derechos.

Por último, me di cuenta que muchos de esos comentarios venían de jóvenes que viven gracias a que una mamá decidió no abortar, o un abuelo o abuela que con temor de Dios decidió apoyar, o un papá que decidió hacerse responsable y asumir las consecuencias. Así que, en otras palabras, es una forma de auto-flagelarse y decirse “¿Para qué vivo?” “¿Por qué no me abortaron?”.

A todas estas personas les queremos decir, en primer lugar, que Dios les ama profundamente y Cristo murió por ustedes en la cruz. También, que respetamos su manera de pensar y accionar, pero no podemos permitir que pretendan hacer de su ideología un tema de Estado. La mayoría de los mexicanos estamos a favor de las “dos vidas”, la de la madre en situación vulnerable, pero también la del niño por nacer que no tiene voz ni voto pero sí un corazón que en cada latido anuncia lo sagrado de la vida.

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