/ viernes 26 de marzo de 2021

¿Logrará Escajeda la unidad del PRI?

Parafraseando al compositor Cuco Sánchez: El PRI, que fue un gran partido, donde unos llegan y otros se van.

Sin lugar a dudas, el PRI y el PAN han pagado facturas por la alianza en este proceso electoral. Y era lógico, al final cada vez hay más demanda que oferta política para mujeres y hombres en esos partidos. Tendríamos que preguntarnos: ¿El PRI necesita ser manejado por grupos de interés o representado por verdaderos lideres? Esto último sería lo ideal. En sus orígenes, el ahora llamado Partido Revolucionario Institucional, nace por el gran liderazgo de Plutarco Elías Calles.

El caudillo de Sonora tuvo la inteligencia política y el poder de convocatoria para este fin. Hasta el general Lázaro Cárdenas, el tricolor tuvo quizá el último líder nato, y a partir de Manuel Ávila Camacho al día de hoy, el PRI se manejó desde Los Pinos, para favorecer al círculo del presidente de la República desde Los Pinos. Vicente Fox le hizo al PRI “lo que el aire a Juárez”. No supieron aprovecharlo, regresaron doce años después y poco les duró el gusto con Enrique Peña Nieto. Del efecto colateral el PRI en Durango no pudo salvarse. La crisis que hoy vive el priismo estatal requiere de una cirugía mayor, aunque se diga lo contrario. El tricolor local sigue en terapia intensiva y la alianza con el PAN y el PRD sólo significa una aspirina.

Pocos priistas tienen los méritos para ser presidentes de ese partido, como Rubén Escajeda. Un dato: Escajeda Jiménez ha recorrido una ruta inversa para llegar como dirigente del PRI. En su natal San Juan Del Río inició su carrera como profesional de la política. Al contrario de muchos presidentes del PRI estatal, que lo han utilizado para incluso ser gobernadores del Estado, Rubén rompe las reglas del juego. Antes de convertirse en el actual presidente de su partido, ha recorrido un largo camino político desde el Congreso local a la Cámara baja en dos ocasiones. De la CNC local, llegó a ser secretario y tuvo a su cargo un tiempo la dirigencia nacional de la CNC. Durante varios años formó parte del comité ejecutivo nacional del PRI, una de las carteras más importantes.

El paso de Enrique Benítez Ojeda como presidente estatal del PRI, fue muy polémico. Muchas y muchos jóvenes se le fueron por falta de oportunidades en el periodo de Benítez Ojeda. Hoy estos militantes andan en otros partidos, como Alan González en Movimiento Ciudadano y Marlen Espinoza en Fuerza Por México. Y qué decir de figuras como Oscar García Barrón y Gustavo Lugo, que son otra historia. Rubén Escajeda llega al PRI no sólo a sanar heridas, también a superar la crisis por la alianza. Tiene cualidades políticas para dirigir al PRI. Si tiene diferencias con algunos, no llegan al grado de estar enfrentado con los grupos al interior de su partido. Su estilo conciliador puede tener resultados en corto y mediano plazo, porque su manera de hacer política partidista es todo lo contrario al de Enrique Benítez. El nuevo presidente del tricolor tiene dos retos: Entregar buenas cuentas en esta coyuntura electoral y que ningún grupo de interés esté sobre los intereses del partido.

Parafraseando al compositor Cuco Sánchez: El PRI, que fue un gran partido, donde unos llegan y otros se van.

Sin lugar a dudas, el PRI y el PAN han pagado facturas por la alianza en este proceso electoral. Y era lógico, al final cada vez hay más demanda que oferta política para mujeres y hombres en esos partidos. Tendríamos que preguntarnos: ¿El PRI necesita ser manejado por grupos de interés o representado por verdaderos lideres? Esto último sería lo ideal. En sus orígenes, el ahora llamado Partido Revolucionario Institucional, nace por el gran liderazgo de Plutarco Elías Calles.

El caudillo de Sonora tuvo la inteligencia política y el poder de convocatoria para este fin. Hasta el general Lázaro Cárdenas, el tricolor tuvo quizá el último líder nato, y a partir de Manuel Ávila Camacho al día de hoy, el PRI se manejó desde Los Pinos, para favorecer al círculo del presidente de la República desde Los Pinos. Vicente Fox le hizo al PRI “lo que el aire a Juárez”. No supieron aprovecharlo, regresaron doce años después y poco les duró el gusto con Enrique Peña Nieto. Del efecto colateral el PRI en Durango no pudo salvarse. La crisis que hoy vive el priismo estatal requiere de una cirugía mayor, aunque se diga lo contrario. El tricolor local sigue en terapia intensiva y la alianza con el PAN y el PRD sólo significa una aspirina.

Pocos priistas tienen los méritos para ser presidentes de ese partido, como Rubén Escajeda. Un dato: Escajeda Jiménez ha recorrido una ruta inversa para llegar como dirigente del PRI. En su natal San Juan Del Río inició su carrera como profesional de la política. Al contrario de muchos presidentes del PRI estatal, que lo han utilizado para incluso ser gobernadores del Estado, Rubén rompe las reglas del juego. Antes de convertirse en el actual presidente de su partido, ha recorrido un largo camino político desde el Congreso local a la Cámara baja en dos ocasiones. De la CNC local, llegó a ser secretario y tuvo a su cargo un tiempo la dirigencia nacional de la CNC. Durante varios años formó parte del comité ejecutivo nacional del PRI, una de las carteras más importantes.

El paso de Enrique Benítez Ojeda como presidente estatal del PRI, fue muy polémico. Muchas y muchos jóvenes se le fueron por falta de oportunidades en el periodo de Benítez Ojeda. Hoy estos militantes andan en otros partidos, como Alan González en Movimiento Ciudadano y Marlen Espinoza en Fuerza Por México. Y qué decir de figuras como Oscar García Barrón y Gustavo Lugo, que son otra historia. Rubén Escajeda llega al PRI no sólo a sanar heridas, también a superar la crisis por la alianza. Tiene cualidades políticas para dirigir al PRI. Si tiene diferencias con algunos, no llegan al grado de estar enfrentado con los grupos al interior de su partido. Su estilo conciliador puede tener resultados en corto y mediano plazo, porque su manera de hacer política partidista es todo lo contrario al de Enrique Benítez. El nuevo presidente del tricolor tiene dos retos: Entregar buenas cuentas en esta coyuntura electoral y que ningún grupo de interés esté sobre los intereses del partido.