/ miércoles 12 de junio de 2019

Los beneficios de la reforestación

La deforestación es la disminución o eliminación de la vegetación natural y las causas principales que producen este problema son: la tala inmoderada para extracción de madera, el cambio de uso de suelo para la agricultura, la ganadería y el establecimiento de espacios urbanos, así como los incendios naturales y provocados, además de las plagas.

Un método para revertir el daño causado por la deforestación es la reforestación que consiste en plantar árboles donde ya no existen o quedan pocos, cuidándolos para que se desarrollen adecuadamente y puedan regenerar un bosque.

Plantar árboles es una estrategia importante para reducir los problemas ambientales, sobre todo, si consideramos que un árbol joven almacena en promedio alrededor de 11.3 kg de carbón atmosférico por año.

Toda actividad humana tiene un impacto en la naturaleza; de acuerdo con algunas estimaciones, es necesario plantar y mantener al menos 65 árboles para compensar la cantidad de carbón que aportamos a la atmósfera durante nuestra vida.

Reforestar el país y nuestras ciudades es una acción que tiene tantos beneficios, y aunque todo proyecto implica siempre costos y beneficios, y muchas veces el balance entre ambos, como una carretera, un tren, o una presa, es tan tenue que es difícil elegir.

Reforestar es difícil. No sólo se trata de replantar árboles. La selección de las variedades debe de ser muy cuidadosa y la tasa de éxito si no se hace bien, es muy baja. Si medimos la reforestación como árboles plantados nos estamos engañando. Pero no es difícil haberlo bien: Las naciones pobres de África por ejemplo, están plantando un muero de miles de kilómetros de árboles para detener al Sahara con un éxito notable.

Reforestar produce empleos, tanto en los viveros donde brotan los árboles a ser sembrados, en el trasplante y en el cuidado de los árboles ya en su destino, además de que muchos de esos empleos apoyan a grupos vulnerables y contribuyen a reducir la marginación económica y social.

Un bosque sano puede explotarse y aprovecharse, como el ejemplo del corcho de los vinos proviene de robles franceses. Los galos llevan mil años usando sus robles para producir corcho y madera y sus bosques son sanos y prósperos, ya que la pulpa y la madera pueden usarse con un manejo programado de los bosques, y las comunidades rurales pueden ganar mucho haciéndolo.

La reforestación también reduce el dióxido de carbono en la atmósfera: Esto lo aprendemos desde niños, debido a que los bosques son grandes fábricas de oxígeno y absorbentes de dióxido de carbono y de regeneración de acuíferos, sobre todo si se considera que el agua dulce y los bosques están intrínsecamente ligados.

Por eso, hay que tomar en cuenta que las crisis hidrológicas que vivimos en varias cuencas de México están ligadas a la pérdida de bosques y la reforestación contribuiría a atenuarla y revertirla.

El agua es cada vez más costosa porque hay que traerla de cada vez más lejos porque la pérdida de los bosques diezmó los acuíferos. Reforestar de manera amplia y extensa, regenerar los bosques y no nada más plantar árboles sería el inicio de la remediación de la crisis hídrica que avanza en México.

Esto, aunado a los incendios forestales que han afectado grandes superficies en los últimos años debe ser un punto en el que tengamos que poner atención para regenerar amplias zonas de nuestro país, mientras que en las ciudades, los bosques urbanos no solamente son un activo que embellece a las ciudades, representan espacios de recreación y sobre todo de un clima más agradable.

La deforestación es la disminución o eliminación de la vegetación natural y las causas principales que producen este problema son: la tala inmoderada para extracción de madera, el cambio de uso de suelo para la agricultura, la ganadería y el establecimiento de espacios urbanos, así como los incendios naturales y provocados, además de las plagas.

Un método para revertir el daño causado por la deforestación es la reforestación que consiste en plantar árboles donde ya no existen o quedan pocos, cuidándolos para que se desarrollen adecuadamente y puedan regenerar un bosque.

Plantar árboles es una estrategia importante para reducir los problemas ambientales, sobre todo, si consideramos que un árbol joven almacena en promedio alrededor de 11.3 kg de carbón atmosférico por año.

Toda actividad humana tiene un impacto en la naturaleza; de acuerdo con algunas estimaciones, es necesario plantar y mantener al menos 65 árboles para compensar la cantidad de carbón que aportamos a la atmósfera durante nuestra vida.

Reforestar el país y nuestras ciudades es una acción que tiene tantos beneficios, y aunque todo proyecto implica siempre costos y beneficios, y muchas veces el balance entre ambos, como una carretera, un tren, o una presa, es tan tenue que es difícil elegir.

Reforestar es difícil. No sólo se trata de replantar árboles. La selección de las variedades debe de ser muy cuidadosa y la tasa de éxito si no se hace bien, es muy baja. Si medimos la reforestación como árboles plantados nos estamos engañando. Pero no es difícil haberlo bien: Las naciones pobres de África por ejemplo, están plantando un muero de miles de kilómetros de árboles para detener al Sahara con un éxito notable.

Reforestar produce empleos, tanto en los viveros donde brotan los árboles a ser sembrados, en el trasplante y en el cuidado de los árboles ya en su destino, además de que muchos de esos empleos apoyan a grupos vulnerables y contribuyen a reducir la marginación económica y social.

Un bosque sano puede explotarse y aprovecharse, como el ejemplo del corcho de los vinos proviene de robles franceses. Los galos llevan mil años usando sus robles para producir corcho y madera y sus bosques son sanos y prósperos, ya que la pulpa y la madera pueden usarse con un manejo programado de los bosques, y las comunidades rurales pueden ganar mucho haciéndolo.

La reforestación también reduce el dióxido de carbono en la atmósfera: Esto lo aprendemos desde niños, debido a que los bosques son grandes fábricas de oxígeno y absorbentes de dióxido de carbono y de regeneración de acuíferos, sobre todo si se considera que el agua dulce y los bosques están intrínsecamente ligados.

Por eso, hay que tomar en cuenta que las crisis hidrológicas que vivimos en varias cuencas de México están ligadas a la pérdida de bosques y la reforestación contribuiría a atenuarla y revertirla.

El agua es cada vez más costosa porque hay que traerla de cada vez más lejos porque la pérdida de los bosques diezmó los acuíferos. Reforestar de manera amplia y extensa, regenerar los bosques y no nada más plantar árboles sería el inicio de la remediación de la crisis hídrica que avanza en México.

Esto, aunado a los incendios forestales que han afectado grandes superficies en los últimos años debe ser un punto en el que tengamos que poner atención para regenerar amplias zonas de nuestro país, mientras que en las ciudades, los bosques urbanos no solamente son un activo que embellece a las ciudades, representan espacios de recreación y sobre todo de un clima más agradable.