La violencia contra la mujer tiene muchas aristas, contextos y perspectivas, si bien, hoy en día nos es posible identificar cuando, por parte de los hombres e incluso de otras mujeres, existe algún tipo de violencia en contra de una mujer, hay situaciones en las que la agresión está tan naturalizada en nuestra dinámica social que pasa desapercibida, no la detectamos o pensamos que es una situación “normal” que hay que “aguantar”.
Hago alusión a lo anterior porque el hecho de que una mujer “tolere” o incluso no perciba tal situación como una agresión no significa que no exista violencia en su contra; hay muchos tipos, grados e intensidad, no podemos tolerar ninguno de ellos, mucho menos si esta violencia es generada desde el entorno político, hoy en el marco del proceso electoral de alguien que aspira a gobernar nuestro estado, pues en gran medida su erradicación (de la violencia) dependería de las acciones que puedan llevarse a cabo de manera institucional.
En este contexto, tomando en consideración que Marina Vitela está a punto de convertirse en la primer gobernadora de Durango en la historia, todos estamos obligados a estar atentos, detectar y no dejar pasar cualquier acto que atente en contra de su aspiración por el hecho de ser mujer, dado que como hacía mención al inicio de este escrito, actualmente, no sólo en Durango sino en todo el país, las mujeres vivimos un estado de “violencia normalizada”, por lo que muchas veces estos actos pasan inadvertidos.
En días pasados, derivado de una estrategia ruin orquestada por parte del equipo de campaña del candidato de la alianza PRI, PAN y PRD, lanzaron un ataque involucrando a Marina Vitela y sus hijos, con información falsa en actos de corrupción y desvío de recursos, lo cual representa a todas luces, un acto llevado a cabo desde la desesperación en respuesta al rechazo que su candidato ha tenido entre la sociedad duranguense, en donde cada vez es mayor la ventaja de Marina y la coalición Juntos Hacemos Historia.
Derivado de ello, la reacción de molestia, enojo, coraje e impotencia por parte de Marina Vitela no se hizo esperar, defendiendo no sólo su honor y dignidad sino de su familia, de sus hijos, como cualquier madre lo hubiera hecho, como cualquiera al ver amenazada a su familia lo haría. Y es que si bien la política es un pantano en donde cualquiera se embarra de lodo, existen límites que no deben cruzarse y el principal de ellos es la familia, por ello, al borde de las lágrimas Marina reaccionó, lo cual desató comentarios despectivos incluso de parte de otras mujeres, haciendo alusión a debilidad y poco manejo de emociones. Pero que equivocados están, llorar no es malo, lo que sí está mal son los ataques infundados, lo que sí está mal es la falta de empatía y sensibilidad, lo que sí está mal es hacer burla del sentimiento de una mujer por sus hijos; esto no puede llamarse de otra manera, es violencia y no podemos ni debemos permitirla.
Queda más que claro que Marina es una mujer fuerte y de firmes convicciones, sus valores, sus vivencias y su historia son un cúmulo de emociones que están a flor de piel, y no sé ustedes, pero yo como mujer, como hija, como profesionista prefiero como gobernadora a Marina, una mujer sensible capaz de ponerse en los zapatos de cualquiera y entender sus dolencias y preocupaciones, que a alguien que utiliza el ataque, la descalificación y las mentiras como medio para lograr sus intereses. Así han gobernado Durango por más de 80 años, sin empatía, sin voluntad y sin sensibilidad política, por eso estamos como estamos; basta ya de gobiernos misóginos, machistas y violentadores, es el tiempo de las mujeres.
La sociedad de Durango lo que menos quiere es verse envuelta en confrontaciones, ataques y descalificaciones, merecemos una política de un mayor nivel, privilegiar el debate constructivo, contrastar las propuestas y valorar entre los que aspiran a quien representa el cambio y lo mejor para nuestro estado.
Marina, no estás sola, el pueblo de Durango está contigo.