/ sábado 16 de julio de 2022

¿Matrimonio igualitario o unión legal?

Entonces el SEÑOR Dios hizo que el hombre cayera en un profundo sueño. Mientras el hombre dormía, el SEÑOR Dios le sacó una de sus costillas* y cerró la abertura. Entonces el SEÑOR Dios hizo de la costilla a una mujer, y la presentó al hombre.

«¡Al fin! —exclamó el hombre—. ¡Esta es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Ella será llamada “mujer” porque fue tomada del hombre». Esto explica por qué el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su esposa, y los dos se convierten en uno solo. Ahora bien, el hombre y su esposa estaban desnudos, pero no sentían vergüenza. (Génesis 2:21-25)

Puede que para algunos suene a fábula, para otros a cuento de hadas, pero el texto citado, base de toda la cosmovisión judeo-cristiana acerca de la familia, seguirá siendo la referencia por excelencia de esta relación entre el hombre y la mujer llamada matrimonio, la cual, a pesar de haber recibido tantos ataques a lo largo de los años sigue siendo la institución preferida por casi el setenta por ciento de las parejas del mundo, independientemente de la religión que profesen.

Según el diccionario de la Real Academia Española, el matrimonio es “la unión de un hombre y una mujer, concertada mediante ciertos ritos o formalidades legales, para establecer y mantener una comunidad de vida e intereses”. La palabra matrimonio en origen designaba el estatus jurídico de una mujer casada y el derecho a ser la madre legítima de los hijos de un varón y todos los derechos que de ello se derivan para la mujer. Así que, desde todo punto de vista, es improcedente hablar de “matrimonio” para definir la unión de dos personas del mismo sexo.

Si lo que se busca desde la comunidad lésbico gay es dar cobertura legal a la persona con la que se convive, entonces deberíamos buscar otra forma de denominar a esa unión, quizá “unión legal entre personas del mismo sexo” o alguna otra, tarea que corresponde a los especialistas en Derecho y a los legisladores; pero por favor, no intentemos en nombre de una supuesta “evolución” de la sociedad, elaborar conceptos que atentan contra la ciencia, el derecho y la propia razón. No se trata de religión, ni pensamiento retrógrado, sino de sentido común.

Por último, me gustaría dar un mensaje a las personas que forman parte de la comunidad que promueve esta ideología: Por favor no se dejen usar por aquellos que aparentando defender sus derechos, les usan con fines políticos. O aquellos otros que abordan el tema de manera irresponsable, solamente para cumplir con una agenda supuestamente coaccionada desde el poder judicial. Dios los ama, nosotros también, no nos corresponde juzgarles sino compartirles la Buena Noticia de Salvación, la misma que a cada uno de nosotros, los que creemos en Jesús, un día nos alcanzó.


leonardolombar@gmail.com


Entonces el SEÑOR Dios hizo que el hombre cayera en un profundo sueño. Mientras el hombre dormía, el SEÑOR Dios le sacó una de sus costillas* y cerró la abertura. Entonces el SEÑOR Dios hizo de la costilla a una mujer, y la presentó al hombre.

«¡Al fin! —exclamó el hombre—. ¡Esta es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Ella será llamada “mujer” porque fue tomada del hombre». Esto explica por qué el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su esposa, y los dos se convierten en uno solo. Ahora bien, el hombre y su esposa estaban desnudos, pero no sentían vergüenza. (Génesis 2:21-25)

Puede que para algunos suene a fábula, para otros a cuento de hadas, pero el texto citado, base de toda la cosmovisión judeo-cristiana acerca de la familia, seguirá siendo la referencia por excelencia de esta relación entre el hombre y la mujer llamada matrimonio, la cual, a pesar de haber recibido tantos ataques a lo largo de los años sigue siendo la institución preferida por casi el setenta por ciento de las parejas del mundo, independientemente de la religión que profesen.

Según el diccionario de la Real Academia Española, el matrimonio es “la unión de un hombre y una mujer, concertada mediante ciertos ritos o formalidades legales, para establecer y mantener una comunidad de vida e intereses”. La palabra matrimonio en origen designaba el estatus jurídico de una mujer casada y el derecho a ser la madre legítima de los hijos de un varón y todos los derechos que de ello se derivan para la mujer. Así que, desde todo punto de vista, es improcedente hablar de “matrimonio” para definir la unión de dos personas del mismo sexo.

Si lo que se busca desde la comunidad lésbico gay es dar cobertura legal a la persona con la que se convive, entonces deberíamos buscar otra forma de denominar a esa unión, quizá “unión legal entre personas del mismo sexo” o alguna otra, tarea que corresponde a los especialistas en Derecho y a los legisladores; pero por favor, no intentemos en nombre de una supuesta “evolución” de la sociedad, elaborar conceptos que atentan contra la ciencia, el derecho y la propia razón. No se trata de religión, ni pensamiento retrógrado, sino de sentido común.

Por último, me gustaría dar un mensaje a las personas que forman parte de la comunidad que promueve esta ideología: Por favor no se dejen usar por aquellos que aparentando defender sus derechos, les usan con fines políticos. O aquellos otros que abordan el tema de manera irresponsable, solamente para cumplir con una agenda supuestamente coaccionada desde el poder judicial. Dios los ama, nosotros también, no nos corresponde juzgarles sino compartirles la Buena Noticia de Salvación, la misma que a cada uno de nosotros, los que creemos en Jesús, un día nos alcanzó.


leonardolombar@gmail.com


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