/ jueves 6 de enero de 2022

Miedo al virus

Es muy extraño que la amenaza de una enfermedad ocupe gran parte de nuestro pensamiento como sucede en estos días, sobre todo, cuando durante semanas, casi todos los medios tienen historias sobre la pandemia del nuevo coronavirus.

Los programas de radio y televisión tienen cobertura ininterrumpida sobre las últimas cifras de muerte y dependiendo de a quien sigas, las plataformas de redes sociales están llenas de estadísticas aterradoras, consejos prácticos o humor negro.

Este bombardeo constante de información puede provocar una mayor ansiedad, con efectos inmediatos en nuestra salud mental. Pero el sentimiento constante de amenaza puede tener otros efectos más traicioneros en nuestra psicología, que ha llevado a la gente ahora, a realizar grandes filas para poder vacunarse contra el virus.

Por otro lado, hay quienes dan una respuesta contraria, con una creciente resistencia a participar de la inoculación contra el nuevo coronavirus e incluso la negativa a vacunarse de todo un pueblo.

Los diferentes tipos de biológicos contra el Covid-19 están basadas en tecnología de Ácido Ribonucleico (ARN) mensajero, mientras que las vacunas que emplean vectores virales, que en sí tienen un genoma de ADN, no presentan hasta el momento ninguna evidencia de riesgos para el ADN humano con alguna de las vacunas desarrolladas.

En algunos casos se pueden producir reacciones alérgicas un poco más graves, pero que son manejables con medicamentos y la gran mayoría de los vacunados jóvenes sufren efectos secundarios como los de una gripe leve, un poco de fiebre o dolor corporal, o en ocasiones el brazo puede sentirse adolorido durante un día. Pero todo eso se puede tratar con un simple analgésico.

Debido a algunas respuestas a las enfermedades que fueron evolucionando con los siglos, el miedo al contagio nos lleva a ser más conformistas y primitivos y menos receptivos a la excentricidad.

El miedo es una emoción desagradable, pero muy saludable, necesaria y adaptativa. Sin embargo el miedo intenso y extremo lleva a un bloqueo emocional que lo que hace en muchas ocasiones, es paralizarnos. La consecuencia es que nos anula la capacidad de reaccionar o de buscar soluciones o alternativas que nos ayuden a estar mejor.

Además, el coronavirus nos ha tomado de sorpresa en la era de la tecnología y las redes sociales y muchas de las informaciones que están llegando no están bien contrastadas ni proceden de fuentes rigurosas, por lo que los especialistas aconsejan mantener el buen estado de ánimo, la calma y la tranquilidad, así como consultar solo información contrastada sobre el coronavirus.

Asimismo, se pueden practicar diferentes técnicas de relajación, como la respiración profunda, la meditación, el mindfulness y la autoconciencia para dejar de pensar en la enfermedad y en el virus, pensar más en el presente y buscar soluciones para el aquí y el ahora.

Además de las afectaciones en los ámbitos social, económico y político, la huella psicológica del coronavirus a nivel individual va a depender de cómo cada persona gestione esta situación y de la red de apoyo con la que cuente.

Hay veces que también hay que saber pedir ayuda para sentirnos cuidados, contar con más recursos y estrategias para poder superar situaciones complicadas o por el contrario, nos va a generar traumas, dejando secuelas de ansiedad por el miedo a que vuelva a suceder otra vez lo mismo.

La sociedad en general, vamos a necesitar un poco más de autocuidado para poder estabilizarnos psicológicamente, porque ya descubrimos que el temor que genera el contagio de una enfermedad puede hacernos cambiar psicológicamente.

Es muy extraño que la amenaza de una enfermedad ocupe gran parte de nuestro pensamiento como sucede en estos días, sobre todo, cuando durante semanas, casi todos los medios tienen historias sobre la pandemia del nuevo coronavirus.

Los programas de radio y televisión tienen cobertura ininterrumpida sobre las últimas cifras de muerte y dependiendo de a quien sigas, las plataformas de redes sociales están llenas de estadísticas aterradoras, consejos prácticos o humor negro.

Este bombardeo constante de información puede provocar una mayor ansiedad, con efectos inmediatos en nuestra salud mental. Pero el sentimiento constante de amenaza puede tener otros efectos más traicioneros en nuestra psicología, que ha llevado a la gente ahora, a realizar grandes filas para poder vacunarse contra el virus.

Por otro lado, hay quienes dan una respuesta contraria, con una creciente resistencia a participar de la inoculación contra el nuevo coronavirus e incluso la negativa a vacunarse de todo un pueblo.

Los diferentes tipos de biológicos contra el Covid-19 están basadas en tecnología de Ácido Ribonucleico (ARN) mensajero, mientras que las vacunas que emplean vectores virales, que en sí tienen un genoma de ADN, no presentan hasta el momento ninguna evidencia de riesgos para el ADN humano con alguna de las vacunas desarrolladas.

En algunos casos se pueden producir reacciones alérgicas un poco más graves, pero que son manejables con medicamentos y la gran mayoría de los vacunados jóvenes sufren efectos secundarios como los de una gripe leve, un poco de fiebre o dolor corporal, o en ocasiones el brazo puede sentirse adolorido durante un día. Pero todo eso se puede tratar con un simple analgésico.

Debido a algunas respuestas a las enfermedades que fueron evolucionando con los siglos, el miedo al contagio nos lleva a ser más conformistas y primitivos y menos receptivos a la excentricidad.

El miedo es una emoción desagradable, pero muy saludable, necesaria y adaptativa. Sin embargo el miedo intenso y extremo lleva a un bloqueo emocional que lo que hace en muchas ocasiones, es paralizarnos. La consecuencia es que nos anula la capacidad de reaccionar o de buscar soluciones o alternativas que nos ayuden a estar mejor.

Además, el coronavirus nos ha tomado de sorpresa en la era de la tecnología y las redes sociales y muchas de las informaciones que están llegando no están bien contrastadas ni proceden de fuentes rigurosas, por lo que los especialistas aconsejan mantener el buen estado de ánimo, la calma y la tranquilidad, así como consultar solo información contrastada sobre el coronavirus.

Asimismo, se pueden practicar diferentes técnicas de relajación, como la respiración profunda, la meditación, el mindfulness y la autoconciencia para dejar de pensar en la enfermedad y en el virus, pensar más en el presente y buscar soluciones para el aquí y el ahora.

Además de las afectaciones en los ámbitos social, económico y político, la huella psicológica del coronavirus a nivel individual va a depender de cómo cada persona gestione esta situación y de la red de apoyo con la que cuente.

Hay veces que también hay que saber pedir ayuda para sentirnos cuidados, contar con más recursos y estrategias para poder superar situaciones complicadas o por el contrario, nos va a generar traumas, dejando secuelas de ansiedad por el miedo a que vuelva a suceder otra vez lo mismo.

La sociedad en general, vamos a necesitar un poco más de autocuidado para poder estabilizarnos psicológicamente, porque ya descubrimos que el temor que genera el contagio de una enfermedad puede hacernos cambiar psicológicamente.