/ martes 17 de septiembre de 2019

Miguel Sicksik, un durangueño ejemplar

En días pasados rindió tributo a la madre tierra un durangueño ejemplar: Miguel Sicksik Halabi, nacido hace casi un siglo en la Tierra Santa de Belén y avecindado por circunstancias del destino desde su infancia en el territorio mexicano y la mayor parte de su fecunda existencia en la ciudad de Durango.

Un comerciante de corazón, funcionario público y miembro activo del “Club Honor y Gloria”, agrupación histórica que hizo toda una época en la sociedad durangueña desde el año de 1954, hasta hace poco tiempo.

Don Miguel Sicksik se integró a las actividades de la asociación fraterna con excelentes resultados en bien de la comunidad duranguense. El Club de Amistad “Honor y Gloria” se caracterizó por ser un grupo de durangueños algo entrado en años, que en razón de la costumbre de convivir por más de medio siglo ya no diferenciaban si eran amigos o hermanos; se reunían a jugar baraja, a hacer deporte, y por algún tiempo fueron promotores incansables en las elecciones de la reinas de las fiestas de la ciudad de Durango; misión nada fácil, toda vez que competían con clubes preestablecidos como el Campestre o bien el Sertoma, de gran aceptación ciudadana.

El nacimiento del Club Honor y Gloria, al que Miguel Sicksik perteneció, tuvo como antecedente un grupo de personas mayores, amigos de la mayoría de que en el futuro serían integrantes del Club Honor y Gloria, ellos pertenecían a un club que llamaban “Pro Reposo”, y cada sábado se reunían en el Puente de la Cruz por la carretera a la Ferrería, a platicar, bromear y tomar algunas cervezas, justo donde actualmente se ubica el Club Campestre. Ese fue el antecedente de la conformación del prestigiado Club Honor y Gloria al que perteneció por más de 50 años don Miguel.

En el 2008, tuve el privilegio de escribir las memorias del Club Honor y Gloria, y de esa obra, extraigo una anécdota de don Miguelito de las muchas que me compartieron los miembros del referido Club, al respecto, don Bily de la Peña me compartió una anécdota chusca que experimentó don Miguelito y que dicha broma reiteradamente le provocaba grandes carcajadas a él por lo extraordinario de aquella vivencia. Dejemos que sea Bily de la Peña quien nos comparta esa experiencia chusca:

“Un día estando en la oficina de Mino Haro llegó Miguelito quejándose de que no podía conseguir pantalones talla 42, marca “livais” y yo le dije: ¿Por qué no me había dicho?, yo tengo un puesto en el tianguis “La Hormiga”, es más, se me quedó grabado que quedaban dos pantalones: uno negro y otro beige en esa talla, creo 42; si quiere vaya y vea todo lo que hay, se los lleva y me los paga cuando quiera.

Nunca le hubiera dicho eso, Miguelito sonrió de oreja a oreja y ha de haber pensado me queden o no, me los llevo. Entonces le di un recado que decía así: Mary: Atienda por favor al señor Miguel Sicksik, quiere dos pantalones “livais”, aprovecho para que con él me mande el inventario del sábado pasado”.

“Miguel fue al tianguis “La Hormiga” y se la pasó buena parte de la mañana de puesto en puesto, preguntando por la tal Mary, hasta que por ahí salió una señorita con ese nombre y le dijo que no conocían al mentado Bily de la Peña. Cuando regresó Miguelito se quejó conmigo, diciendo que no había encontrado a ninguna Mary, y que además nadie me conocía. Rápido le dije -No Miguelito, usted fue al tianguis equivocado, es en “La Pulga” y no en “La Hormiga” devuélvase a preguntar.

Total, que fue a buscar a Mary, pero esta vez al tianguis “La Pulga”. Después de andar deambulando entre los puestos preguntando dónde estaba mi negocio encontró que yo era totalmente desconocido en el lugar. Abochornado por la situación, se dio cuenta que había sido víctima de una de mis bromas”.

Todos quienes escuchaban la broma en boca de Bily y del propio afectado se atacaban de la risa, porque sabían que Bily no tenía ningún puesto en el tianguis, incluyendo al mismo Miguel Sicksik; sin embargo, cuando Bily se lo planteó, lo convenció de que recientemente había adquirido un puesto de ropa. Don Miguel Sicksik consideró la broma como inolvidable porque a decir de él: “fue una idea maravillosa, lo más trágico es que me tragué esa estupidez”, concluía don Miguelito.

Él disfrutó la compañía de sus amigos del Club Honor y Gloria y solía decir que la mayoría de los integrantes del Club, representaban un todo, que el Club al que pertenecía era un sitio de reunión de amigos a los que no se les cobraba cuota alguna, ni había sesiones periódicas ni se les tenía que informar protocolariamente a quienes asistían, únicamente se recibía a los amigos, charlando y pasando el rato agradable, rememorando el pasado.

Don Miguelito solía referir el dicho de la Biblia que rezaba lo siguiente: “Ama a tus amigos, aunque sean diferentes”, ese proverbio hizo que cada uno de sus integrantes recordaran que, a través de los años, las amistades que eran leales y ciertas, siempre dejaban las puertas abiertas y don Miguelito hizo lo propio sembrando amigos.

Él reiteraba el Club Honor y Gloria, dejaba a las nuevas generaciones un ejemplo valioso de fraternidad e integración y un excelente modelo de amistad para Durango, en cuanto a unión y convivencia para la sociedad. Descanse en paz mi buen amigo Miguel Sicksik Halabi.

En días pasados rindió tributo a la madre tierra un durangueño ejemplar: Miguel Sicksik Halabi, nacido hace casi un siglo en la Tierra Santa de Belén y avecindado por circunstancias del destino desde su infancia en el territorio mexicano y la mayor parte de su fecunda existencia en la ciudad de Durango.

Un comerciante de corazón, funcionario público y miembro activo del “Club Honor y Gloria”, agrupación histórica que hizo toda una época en la sociedad durangueña desde el año de 1954, hasta hace poco tiempo.

Don Miguel Sicksik se integró a las actividades de la asociación fraterna con excelentes resultados en bien de la comunidad duranguense. El Club de Amistad “Honor y Gloria” se caracterizó por ser un grupo de durangueños algo entrado en años, que en razón de la costumbre de convivir por más de medio siglo ya no diferenciaban si eran amigos o hermanos; se reunían a jugar baraja, a hacer deporte, y por algún tiempo fueron promotores incansables en las elecciones de la reinas de las fiestas de la ciudad de Durango; misión nada fácil, toda vez que competían con clubes preestablecidos como el Campestre o bien el Sertoma, de gran aceptación ciudadana.

El nacimiento del Club Honor y Gloria, al que Miguel Sicksik perteneció, tuvo como antecedente un grupo de personas mayores, amigos de la mayoría de que en el futuro serían integrantes del Club Honor y Gloria, ellos pertenecían a un club que llamaban “Pro Reposo”, y cada sábado se reunían en el Puente de la Cruz por la carretera a la Ferrería, a platicar, bromear y tomar algunas cervezas, justo donde actualmente se ubica el Club Campestre. Ese fue el antecedente de la conformación del prestigiado Club Honor y Gloria al que perteneció por más de 50 años don Miguel.

En el 2008, tuve el privilegio de escribir las memorias del Club Honor y Gloria, y de esa obra, extraigo una anécdota de don Miguelito de las muchas que me compartieron los miembros del referido Club, al respecto, don Bily de la Peña me compartió una anécdota chusca que experimentó don Miguelito y que dicha broma reiteradamente le provocaba grandes carcajadas a él por lo extraordinario de aquella vivencia. Dejemos que sea Bily de la Peña quien nos comparta esa experiencia chusca:

“Un día estando en la oficina de Mino Haro llegó Miguelito quejándose de que no podía conseguir pantalones talla 42, marca “livais” y yo le dije: ¿Por qué no me había dicho?, yo tengo un puesto en el tianguis “La Hormiga”, es más, se me quedó grabado que quedaban dos pantalones: uno negro y otro beige en esa talla, creo 42; si quiere vaya y vea todo lo que hay, se los lleva y me los paga cuando quiera.

Nunca le hubiera dicho eso, Miguelito sonrió de oreja a oreja y ha de haber pensado me queden o no, me los llevo. Entonces le di un recado que decía así: Mary: Atienda por favor al señor Miguel Sicksik, quiere dos pantalones “livais”, aprovecho para que con él me mande el inventario del sábado pasado”.

“Miguel fue al tianguis “La Hormiga” y se la pasó buena parte de la mañana de puesto en puesto, preguntando por la tal Mary, hasta que por ahí salió una señorita con ese nombre y le dijo que no conocían al mentado Bily de la Peña. Cuando regresó Miguelito se quejó conmigo, diciendo que no había encontrado a ninguna Mary, y que además nadie me conocía. Rápido le dije -No Miguelito, usted fue al tianguis equivocado, es en “La Pulga” y no en “La Hormiga” devuélvase a preguntar.

Total, que fue a buscar a Mary, pero esta vez al tianguis “La Pulga”. Después de andar deambulando entre los puestos preguntando dónde estaba mi negocio encontró que yo era totalmente desconocido en el lugar. Abochornado por la situación, se dio cuenta que había sido víctima de una de mis bromas”.

Todos quienes escuchaban la broma en boca de Bily y del propio afectado se atacaban de la risa, porque sabían que Bily no tenía ningún puesto en el tianguis, incluyendo al mismo Miguel Sicksik; sin embargo, cuando Bily se lo planteó, lo convenció de que recientemente había adquirido un puesto de ropa. Don Miguel Sicksik consideró la broma como inolvidable porque a decir de él: “fue una idea maravillosa, lo más trágico es que me tragué esa estupidez”, concluía don Miguelito.

Él disfrutó la compañía de sus amigos del Club Honor y Gloria y solía decir que la mayoría de los integrantes del Club, representaban un todo, que el Club al que pertenecía era un sitio de reunión de amigos a los que no se les cobraba cuota alguna, ni había sesiones periódicas ni se les tenía que informar protocolariamente a quienes asistían, únicamente se recibía a los amigos, charlando y pasando el rato agradable, rememorando el pasado.

Don Miguelito solía referir el dicho de la Biblia que rezaba lo siguiente: “Ama a tus amigos, aunque sean diferentes”, ese proverbio hizo que cada uno de sus integrantes recordaran que, a través de los años, las amistades que eran leales y ciertas, siempre dejaban las puertas abiertas y don Miguelito hizo lo propio sembrando amigos.

Él reiteraba el Club Honor y Gloria, dejaba a las nuevas generaciones un ejemplo valioso de fraternidad e integración y un excelente modelo de amistad para Durango, en cuanto a unión y convivencia para la sociedad. Descanse en paz mi buen amigo Miguel Sicksik Halabi.