/ viernes 12 de agosto de 2022

Militarismo-militarización

Estimado lector el tema ineludible es el militarismo. El militarismo se distingue por la preeminencia de los militares y de la doctrina militar en la vida de una nación, así como su influencia en la política del Estado.

El militarismo se establece cuando las fuerzas armadas, como institución tiene las armas, ejerce influencia a través de sus miembros, o como institución, en la conducción política de un país.

El cuerpo militar es una parte muy importante de la estructura del poder de un Estado, y como se forma, robustece y desarrolla la disciplina, organización, respeto por los sistemas jerárquicos y espíritu de cuerpo, son una organización potencialmente influyente.

De acuerdo con los analistas de este tema, el militarismo se muestra en sociedades con sistemas políticos aún inmaduros o poco consolidados, o en momentos de desorden o confusión. Por esta situación se considera que el militarismo es un síntoma de atraso o debilidad del sistema político de un país.

Por otro lado, el militarismo se presenta ante la pretensión por el poder político y por los privilegios que este trae consigo. La historia describe que el militarismo acaba por imponer los principios de la vida militar a la vida civil y que según los contextos políticos, económicos y sociales pueden resultar inadecuados o amenazar seriamente las libertades civiles esenciales.

Muchas naciones han sido de orientación militar, así se tiene a Esparta, en la antigua Grecia, era una sociedad organizada en torno a un sistema de guerreros. Con esta idea también lo fueron el Imperio Japonés, el Imperio Británico, el Imperio Alemán, el Primer Imperio Francés, la Italia de Mussolini, la España de Franco, por citar solamente algunos. En Latinoamérica, también hubo y hay casos de gobiernos militaristas como Uruguay, Argentina, Perú, Chile, Paraguay, Honduras, Venezuela, Panamá, Brasil.

Por considerar de suma importancia e interés, cito textualmente a Miguel Garza con el resumen de su artículo en la revista UNAM, titulado, “Las Graves consecuencias de la militarización de la seguridad ciudadana”

“Durante el mandato de Felipe de Jesús Calderón se dio la capacitación e intercambio de información en materia de inteligencia para coordinar operaciones estratégicas contra importantes líderes del crimen organizado; en la administración de Enrique Peña Nieto, las fuerzas armadas estuvieron desplegadas en el país hasta tener presencia en por lo menos 28 estados; sin embargo, los fallidos resultados de esta estrategia de militarización de la seguridad pública fue documentado ampliamente.

Por ello, cuando el actual presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que su estrategia para mejorar los niveles de seguridad sería la creación de una guardia nacional, provocó gran desconcierto.

La Ley de la Guardia Nacional establece que este cuerpo de seguridad tiene como funciones principales la prevención de faltas y delitos; salvaguardar la integridad de las personas y su patrimonio; garantizar, mantener y restablecer el orden y la paz social; informar a la persona al momento de su detención sobre sus derechos; poner a disposición de las autoridades competentes a las personas detenidas; y realizar el registro de la detención y preservar el lugar de los hechos.

Así pues, el 11 de mayo de 2020 se publicó el Acuerdo que establece que dichas fuerzas armadas realizarán tareas de seguridad pública, y ya desde el 2016, uno de los principales objetivos de la Ley de Seguridad Interior es regular la posibilidad de que los militares y marinos actúen como primer respondiente.

Pero, ¿quién supervisa las labores de las fuerzas armadas?, ¿será posible que realicen las tareas de seguridad con apego a los derechos humanos?, ¿ante quién rendirán cuentas los soldados que incumplan las normas y qué consecuencias disciplinarias habrá?, ¿cómo fiscalizar la actuación de las fuerzas armadas?”.


¡Hasta la próxima!

Estimado lector el tema ineludible es el militarismo. El militarismo se distingue por la preeminencia de los militares y de la doctrina militar en la vida de una nación, así como su influencia en la política del Estado.

El militarismo se establece cuando las fuerzas armadas, como institución tiene las armas, ejerce influencia a través de sus miembros, o como institución, en la conducción política de un país.

El cuerpo militar es una parte muy importante de la estructura del poder de un Estado, y como se forma, robustece y desarrolla la disciplina, organización, respeto por los sistemas jerárquicos y espíritu de cuerpo, son una organización potencialmente influyente.

De acuerdo con los analistas de este tema, el militarismo se muestra en sociedades con sistemas políticos aún inmaduros o poco consolidados, o en momentos de desorden o confusión. Por esta situación se considera que el militarismo es un síntoma de atraso o debilidad del sistema político de un país.

Por otro lado, el militarismo se presenta ante la pretensión por el poder político y por los privilegios que este trae consigo. La historia describe que el militarismo acaba por imponer los principios de la vida militar a la vida civil y que según los contextos políticos, económicos y sociales pueden resultar inadecuados o amenazar seriamente las libertades civiles esenciales.

Muchas naciones han sido de orientación militar, así se tiene a Esparta, en la antigua Grecia, era una sociedad organizada en torno a un sistema de guerreros. Con esta idea también lo fueron el Imperio Japonés, el Imperio Británico, el Imperio Alemán, el Primer Imperio Francés, la Italia de Mussolini, la España de Franco, por citar solamente algunos. En Latinoamérica, también hubo y hay casos de gobiernos militaristas como Uruguay, Argentina, Perú, Chile, Paraguay, Honduras, Venezuela, Panamá, Brasil.

Por considerar de suma importancia e interés, cito textualmente a Miguel Garza con el resumen de su artículo en la revista UNAM, titulado, “Las Graves consecuencias de la militarización de la seguridad ciudadana”

“Durante el mandato de Felipe de Jesús Calderón se dio la capacitación e intercambio de información en materia de inteligencia para coordinar operaciones estratégicas contra importantes líderes del crimen organizado; en la administración de Enrique Peña Nieto, las fuerzas armadas estuvieron desplegadas en el país hasta tener presencia en por lo menos 28 estados; sin embargo, los fallidos resultados de esta estrategia de militarización de la seguridad pública fue documentado ampliamente.

Por ello, cuando el actual presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que su estrategia para mejorar los niveles de seguridad sería la creación de una guardia nacional, provocó gran desconcierto.

La Ley de la Guardia Nacional establece que este cuerpo de seguridad tiene como funciones principales la prevención de faltas y delitos; salvaguardar la integridad de las personas y su patrimonio; garantizar, mantener y restablecer el orden y la paz social; informar a la persona al momento de su detención sobre sus derechos; poner a disposición de las autoridades competentes a las personas detenidas; y realizar el registro de la detención y preservar el lugar de los hechos.

Así pues, el 11 de mayo de 2020 se publicó el Acuerdo que establece que dichas fuerzas armadas realizarán tareas de seguridad pública, y ya desde el 2016, uno de los principales objetivos de la Ley de Seguridad Interior es regular la posibilidad de que los militares y marinos actúen como primer respondiente.

Pero, ¿quién supervisa las labores de las fuerzas armadas?, ¿será posible que realicen las tareas de seguridad con apego a los derechos humanos?, ¿ante quién rendirán cuentas los soldados que incumplan las normas y qué consecuencias disciplinarias habrá?, ¿cómo fiscalizar la actuación de las fuerzas armadas?”.


¡Hasta la próxima!