/ miércoles 30 de diciembre de 2020

Miremos el lado positivo de la vida haciendo el bien

Ser hombre no es ser un simple individuo del sexo masculino, sino levantar los ojos de la tierra, elevar el espíritu y ambicionar algo grande. Entender el trabajo no sólo como una necesidad sino como un privilegio.

No le demos importancia a la edad de nuestro cuerpo, sino sentirnos aun fuertes, ya que el espíritu no tiene edad y la mente no envejece. Miremos siempre el lado positivo de la vida, no nos cansemos de hacer el bien, seamos optimistas y venceremos. Hay que saber vivir sanamente no sólo existir. Dios nunca va a hacer por nosotros lo que debemos ejercer por sí mismos.

Un amigo sincero es quien se acerca a nuestra vida tanto en las buenas como en las malas, la amistad es el más noble y humilde de los sentimientos: crece al amparo del desinterés encontrando un lugar junto al amor, porque la amistad es amor. Mucho hemos perdido si nos abandona un amigo de verdad.

Dios nos profesa un amor infinito porque espera que nosotros mismos descubramos el potencial infinito que depositó en nuestro interior desde el inicio de nuestra vida. Que seamos nosotros mismos quienes nos atrevamos a ponernos de pie y expresar la grandeza de espíritu que nos asiste, gracias al Creador, haciendo latir nuestros corazones, renovar nuestras células y, regalarnos en cada amanecer, en cada respiración, una mejor oportunidad.

Enfrentemos con júbilo las situaciones que se nos presentan difíciles, tratando de encontrar la ocasión propicia para convertirnos en mejores personas, más dueños de nosotros mismos, sin miedo, ni ataduras de inconsciencia. Dios camina con nosotros, nos entrega su más bella sonrisa manteniendo su mano extendida y su corazón abierto, para que logremos avanzar sin desfallecer y no nos sentamos solos o abandonados, sintiendo hoy y siempre que somos el ser humano más amado del Todopoderoso.

Una cosa es ser ordenados y responsables y otra muy diferente el ser rutinarios, cuadrados. No dejemos que la rutina arruine nuestras relaciones. Seamos flexibles lo debidamente indispensable y, sorprendamos frecuentemente con palabras y hechos que den saludable sentido y emoción a nuestra vida y a la vida de quienes amamos como familia o amistades.

Conceder de corazón el perdón es la prueba de amor más maravillosa, aunque los recuerdos de cierta ofensa nos asalten pero con buena voluntad, tiempo y decisión poco a poco van desapareciendo. Una persona celosa no sufre tanto por lo que ve, sino por lo que se imagina. Dominar el celo y perdonar es sinónimo de madurez y cordura; sin embargo puede ser interpretado erróneamente como carencia de amor o indiferencia agudizada. Lo que sí es una gran verdad es que; quien cela mucho no se valora nada.

Lo que es un terrible saldo es pasar por la vida sin pena ni gloria; sin trascender. Es cierto, difícilmente olvidamos los extremos: lo mejor y lo peor que hemos vivido. Nunca olvidamos a las personas que nos comprenden y nos ayudan en la adversidad, así como a aquellos malvados, indecentes, que obstaculizan nuestro crecimiento. Dios nos libre de lo pernicioso, de lo indecente: De ser alguien insípido en la forma de ser y de amar, pasar por la vida siendo indeseables.

Imposible vivir solamente con quienes simple y sencillamente aceptan la vida sin enfrentarse a luchar, progresar, sin mejorar su realidad y, con la ayuda del cielo, disfrutar de un mayor bienestar. Desgraciadamente siempre hay gente amargada, sin ilusiones o sin interés de afrontar con esfuerzo un mundo reformado. No queramos ser parte de su amargura y celebremos nuestro triunfo con dignidad.

Ser hombre no es ser un simple individuo del sexo masculino, sino levantar los ojos de la tierra, elevar el espíritu y ambicionar algo grande. Entender el trabajo no sólo como una necesidad sino como un privilegio.

No le demos importancia a la edad de nuestro cuerpo, sino sentirnos aun fuertes, ya que el espíritu no tiene edad y la mente no envejece. Miremos siempre el lado positivo de la vida, no nos cansemos de hacer el bien, seamos optimistas y venceremos. Hay que saber vivir sanamente no sólo existir. Dios nunca va a hacer por nosotros lo que debemos ejercer por sí mismos.

Un amigo sincero es quien se acerca a nuestra vida tanto en las buenas como en las malas, la amistad es el más noble y humilde de los sentimientos: crece al amparo del desinterés encontrando un lugar junto al amor, porque la amistad es amor. Mucho hemos perdido si nos abandona un amigo de verdad.

Dios nos profesa un amor infinito porque espera que nosotros mismos descubramos el potencial infinito que depositó en nuestro interior desde el inicio de nuestra vida. Que seamos nosotros mismos quienes nos atrevamos a ponernos de pie y expresar la grandeza de espíritu que nos asiste, gracias al Creador, haciendo latir nuestros corazones, renovar nuestras células y, regalarnos en cada amanecer, en cada respiración, una mejor oportunidad.

Enfrentemos con júbilo las situaciones que se nos presentan difíciles, tratando de encontrar la ocasión propicia para convertirnos en mejores personas, más dueños de nosotros mismos, sin miedo, ni ataduras de inconsciencia. Dios camina con nosotros, nos entrega su más bella sonrisa manteniendo su mano extendida y su corazón abierto, para que logremos avanzar sin desfallecer y no nos sentamos solos o abandonados, sintiendo hoy y siempre que somos el ser humano más amado del Todopoderoso.

Una cosa es ser ordenados y responsables y otra muy diferente el ser rutinarios, cuadrados. No dejemos que la rutina arruine nuestras relaciones. Seamos flexibles lo debidamente indispensable y, sorprendamos frecuentemente con palabras y hechos que den saludable sentido y emoción a nuestra vida y a la vida de quienes amamos como familia o amistades.

Conceder de corazón el perdón es la prueba de amor más maravillosa, aunque los recuerdos de cierta ofensa nos asalten pero con buena voluntad, tiempo y decisión poco a poco van desapareciendo. Una persona celosa no sufre tanto por lo que ve, sino por lo que se imagina. Dominar el celo y perdonar es sinónimo de madurez y cordura; sin embargo puede ser interpretado erróneamente como carencia de amor o indiferencia agudizada. Lo que sí es una gran verdad es que; quien cela mucho no se valora nada.

Lo que es un terrible saldo es pasar por la vida sin pena ni gloria; sin trascender. Es cierto, difícilmente olvidamos los extremos: lo mejor y lo peor que hemos vivido. Nunca olvidamos a las personas que nos comprenden y nos ayudan en la adversidad, así como a aquellos malvados, indecentes, que obstaculizan nuestro crecimiento. Dios nos libre de lo pernicioso, de lo indecente: De ser alguien insípido en la forma de ser y de amar, pasar por la vida siendo indeseables.

Imposible vivir solamente con quienes simple y sencillamente aceptan la vida sin enfrentarse a luchar, progresar, sin mejorar su realidad y, con la ayuda del cielo, disfrutar de un mayor bienestar. Desgraciadamente siempre hay gente amargada, sin ilusiones o sin interés de afrontar con esfuerzo un mundo reformado. No queramos ser parte de su amargura y celebremos nuestro triunfo con dignidad.