/ jueves 17 de octubre de 2019

Modernizarnos lo posible como padres de familia

Es una necesidad que todos los sistemas sociales modernicen su funcionamiento para hacerlos más eficientes, acordes con la actualidad. Es indispensable forjar programas de entrenamiento en liderazgo, convenientes soluciones de conflictos grupales, así como lograr un mejoramiento superior en la calidad de los productos.

Enriqueciendo la eficiencia se accede a la excelencia y, este realce es urgente tanto en la familia como en la escuela, que son las instituciones más importantes de la sociedad. En el mundo empresarial demandamos hábitos plenos de eficiencia, reingeniería, calidad total, liderazgo; es decir, los mejores procedimientos activos de hoy; con mayor razón en la familia y la escuela donde no debemos permitir se apeguen a viejos principios que fueron exitosos en el ayer pero no vigentes ahora cuando son la poderosa base exclusiva de la colectividad.

Es verdad que nosotros fuimos criados en otras épocas y bajo estos mismos preceptos, pero no tuvimos que enfrentar el descarriado medio ambiente que ahora arremete a nuestros hijos. Lo que sí tenemos que aceptar es que en la actualidad nuestros adolescentes y jóvenes tienen mayor información que nosotros en aquel entonces. Las nuevas generaciones son producto de una inevitable combinación de nuestros genes y de la cibernética. Ellos no creen, como muchos de nosotros en autoridades impuestas “por la mano de Dios” (hablo de manera general), ni esperan a que les den permiso para pensar por sí mismos.

Los jóvenes actuales navegan en internet, son los héroes del ciberespacio y de los videos; son así mismo usuarios de la realidad virtual, de la televisión por cable, del DVD y de los teléfonos celulares de última generación. Pasan con una rapidez increíble del lápiz a la computadora y a las teclas del mensaje telefónico.

Bajan la música que desean directamente de la red y la ponen en sus golpeados paneles auditivos en menos tiempo del que les tomaría ir a la tienda de discos. Ven las películas de moda tirados en la cama comiendo tranquilamente palomitas de maíz que cocinaron en tres minutos en el microondas y, se informan del mundo que les interesa a través de internet.

Un joven de hoy puede aprender y conocer muchísimo más que lo que nosotros sabemos. Cualquier instrumento electrónico desconocido en sus manos y en cuestión de segundos, le encuentran como usarlo. Gracias a los modernos medios de comunicación, los niños sólo tienen que encender el televisor o meterse en internet unos minutos para recoger cualquier tipo de información que se les haya exigido; pues están ubicados en el siglo más avanzado que les permite saber lo que les interesa.

Lamentablemente existe la pornografía, las drogas, la delincuencia de cuello blanco, el cuestionamiento de casi todas las instituciones sociales, la fractura de las familias y de los valores morales de la sociedad, que son los problemas nefastos que los padres de familia tenemos que enterarnos y evitarlos lo oportunamente posible.

Los muchachos de ahora dudan de todo, cuestionan todo y rechazan casi todo por considerarlo carente de valor e interés inmediato. No aceptan las cosas como lo hacíamos nosotros sencillamente porque lo ordenaban nuestros padres, ni se ven obligados a obedecer ante una mirada paterna. No tenemos más remedio que dejar atrás la pereza mental, la comodidad que nos brindaba nuestra vieja autoridad y, salir a combatir y a ayudar a nuestros hijos con nuevas y mejores armas. Los padres, nos guste o no, debemos actualizarnos en lo posible. Saber llegar a nuestros hijos con técnicas de comunicación acordes a nuestro deber, nuestra educación y a nuestra civilizada actualidad.

En este tormentoso mar del Siglo XXI, como padres de familia debemos aprender a ser gerentes modernos y eficientes en nuestro querido hogar. Claro que no es posible tolerar un mal comportamiento y debemos responder pero con dignidad, amor, comprensión, conscientes de que queremos lo mejor de nuestros hijos y porque es un deber sagrado que no podemos eludir. No se trata de imponerse con violencia y a golpes corregir. Lo que importa y se desea es servir y ayudar a nuestros hijos a seguir adelante por el sendero del bien y la verdad y evitar que destruyan su bienestar, tanto del presente como del futuro.

La recomendación es abandonar las actitudes castigadoras y recurrir primeramente al entendimiento, a la comprensión u otro tipo de corrección que no desmerezca su dignidad. Es verdad que los padres somos humanos y cometemos errores, a veces imperdonables, pero por amor y madurez intelectual, ubiquémonos en lo justo y moralmente necesario. Que haya razonamiento de ambas partes, que lo que se pretende es vivir bien y que el porvenir de nuestros hijos sea de lo mejor.

Es una necesidad que todos los sistemas sociales modernicen su funcionamiento para hacerlos más eficientes, acordes con la actualidad. Es indispensable forjar programas de entrenamiento en liderazgo, convenientes soluciones de conflictos grupales, así como lograr un mejoramiento superior en la calidad de los productos.

Enriqueciendo la eficiencia se accede a la excelencia y, este realce es urgente tanto en la familia como en la escuela, que son las instituciones más importantes de la sociedad. En el mundo empresarial demandamos hábitos plenos de eficiencia, reingeniería, calidad total, liderazgo; es decir, los mejores procedimientos activos de hoy; con mayor razón en la familia y la escuela donde no debemos permitir se apeguen a viejos principios que fueron exitosos en el ayer pero no vigentes ahora cuando son la poderosa base exclusiva de la colectividad.

Es verdad que nosotros fuimos criados en otras épocas y bajo estos mismos preceptos, pero no tuvimos que enfrentar el descarriado medio ambiente que ahora arremete a nuestros hijos. Lo que sí tenemos que aceptar es que en la actualidad nuestros adolescentes y jóvenes tienen mayor información que nosotros en aquel entonces. Las nuevas generaciones son producto de una inevitable combinación de nuestros genes y de la cibernética. Ellos no creen, como muchos de nosotros en autoridades impuestas “por la mano de Dios” (hablo de manera general), ni esperan a que les den permiso para pensar por sí mismos.

Los jóvenes actuales navegan en internet, son los héroes del ciberespacio y de los videos; son así mismo usuarios de la realidad virtual, de la televisión por cable, del DVD y de los teléfonos celulares de última generación. Pasan con una rapidez increíble del lápiz a la computadora y a las teclas del mensaje telefónico.

Bajan la música que desean directamente de la red y la ponen en sus golpeados paneles auditivos en menos tiempo del que les tomaría ir a la tienda de discos. Ven las películas de moda tirados en la cama comiendo tranquilamente palomitas de maíz que cocinaron en tres minutos en el microondas y, se informan del mundo que les interesa a través de internet.

Un joven de hoy puede aprender y conocer muchísimo más que lo que nosotros sabemos. Cualquier instrumento electrónico desconocido en sus manos y en cuestión de segundos, le encuentran como usarlo. Gracias a los modernos medios de comunicación, los niños sólo tienen que encender el televisor o meterse en internet unos minutos para recoger cualquier tipo de información que se les haya exigido; pues están ubicados en el siglo más avanzado que les permite saber lo que les interesa.

Lamentablemente existe la pornografía, las drogas, la delincuencia de cuello blanco, el cuestionamiento de casi todas las instituciones sociales, la fractura de las familias y de los valores morales de la sociedad, que son los problemas nefastos que los padres de familia tenemos que enterarnos y evitarlos lo oportunamente posible.

Los muchachos de ahora dudan de todo, cuestionan todo y rechazan casi todo por considerarlo carente de valor e interés inmediato. No aceptan las cosas como lo hacíamos nosotros sencillamente porque lo ordenaban nuestros padres, ni se ven obligados a obedecer ante una mirada paterna. No tenemos más remedio que dejar atrás la pereza mental, la comodidad que nos brindaba nuestra vieja autoridad y, salir a combatir y a ayudar a nuestros hijos con nuevas y mejores armas. Los padres, nos guste o no, debemos actualizarnos en lo posible. Saber llegar a nuestros hijos con técnicas de comunicación acordes a nuestro deber, nuestra educación y a nuestra civilizada actualidad.

En este tormentoso mar del Siglo XXI, como padres de familia debemos aprender a ser gerentes modernos y eficientes en nuestro querido hogar. Claro que no es posible tolerar un mal comportamiento y debemos responder pero con dignidad, amor, comprensión, conscientes de que queremos lo mejor de nuestros hijos y porque es un deber sagrado que no podemos eludir. No se trata de imponerse con violencia y a golpes corregir. Lo que importa y se desea es servir y ayudar a nuestros hijos a seguir adelante por el sendero del bien y la verdad y evitar que destruyan su bienestar, tanto del presente como del futuro.

La recomendación es abandonar las actitudes castigadoras y recurrir primeramente al entendimiento, a la comprensión u otro tipo de corrección que no desmerezca su dignidad. Es verdad que los padres somos humanos y cometemos errores, a veces imperdonables, pero por amor y madurez intelectual, ubiquémonos en lo justo y moralmente necesario. Que haya razonamiento de ambas partes, que lo que se pretende es vivir bien y que el porvenir de nuestros hijos sea de lo mejor.