/ domingo 18 de octubre de 2020

Mujer rural, sinónimo de olvido

Las desventajas históricas que afrontan las mujeres del medio rural en materia económica, cultural y social, así como de diversa índole, se han acrecentado con la emergencia sanitaria: la falta de atención médica, el rezago educativo, el nulo acceso a esquemas productivos, la violencia cotidiana, la discriminación, el racismo sistémico y la pobreza estructural, todo este conjunto de adversidades conforman un cuadro cuyas dificultades encara de manera cruda un solo segmento de nuestra sociedad como las mujeres que habitan en el medio rural.

Las féminas del campo mexicano que luchan por su sobrevivencia en zonas poco comunicadas, apartadas del desarrollo urbano del país, no son dignas de una política social dirigida a ellas, de tal suerte que para ellas el respaldo institucional es una ilusión; no hay una estrategia definida que las ayude a enfrentar con herramientas de superación el difícil entorno social.

De acuerdo a cifras de la ONU, se estima que las mujeres rurales representan más de un tercio de la población mundial y el 43% de la mano de obra agrícola. En México, los datos oficiales revelan que de los 61.5 millones de mujeres, el 23% habitan en localidades rurales y representan el 34% de la fuerza laboral.

A partir del 18 de diciembre del 2007 la Asamblea General de la ONU estableció el 15 de octubre como el “Día Internacional de las Mujeres Rurales”, teniendo como objetivo que los gobiernos identifiquen la problemática, las barreras sociales, culturales y económicas de las mujeres del campo para generar soluciones desde distintas perspectivas, estableciendo el apoyo obligatorio del Banco Mundial y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) para este fin.

El eje del Día Internacional de las Mujeres Rurales 2020 está orientado a la importancia de construir resiliencia al cambio climático a raíz del Covid-19. El Gobierno de México a través de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU) por su parte, promovió la importancia de que las mujeres rurales sean propietarias de sus tierras. El pasado 15 de octubre benefició a más de 600 de ellas con títulos de propiedad para iniciar a saldar en algo la deuda histórica respecto de la negación reiterada de su acceso al patrimonio de tierras laborables, sin embargo, la brecha por el acceso a la tierra y a los derechos agrarios es amplía: sólo el 6% participa en los órganos de dirección de sus ejidos.

Frente a esos escuálidos avances, FAO México hizo un llamado para construir resiliencia para las mujeres rurales y crear conciencia sobre sus luchas. Destacó que si las mujeres de las zonas rurales tuvieran la misma oportunidad que los hombres en la producción agrícola, aumentaría sustancialmente la producción de alimentos, con lo que se reduciría notablemente el número de personas con hambre en todo el mundo.

Conocemos testimonios de mujeres que viven en zonas urbanas que están enfrentando la emergencia sanitaria. Sus dificultades nos llenan de compromiso y solidaridad, sin embargo, es importante no olvidar que hay otros testimonios, los que no escuchamos en los medios de comunicación, que reflejan los infortunios de todas esas mujeres que hoy luchan desde zonas muy apartadas: no viven con agua potable, alimento suficiente, carecen de información y no tienen acceso a servicios de salud básicos para cuidar de ellas y sus familias.

Las mujeres son promotoras del cambio y su decidida contribución genera comunidades productivas y fuertes, por lo que es indispensable escucharlas, atender sus demandas y respetar sus derechos.

Las mujeres rurales son indispensables en México y en el mundo. Ellas transforman nuestras comunidades, impulsan el desarrollo y participan en la seguridad alimentaria.

No atender o desdeñar sus necesidades es falta de visión, de compromiso social con quienes menos tienen; ellas no esperan una ayuda asistencialista, lo que solicitan son oportunidades para producir, para trabajar, para contribuir al desarrollo de sus comunidades y del país. Gobierno que las ignora es un gobierno con miopía; mientras que gobiernos que las estimulan e impulsan con políticas públicas visionarias, de inmediato aumentan su productividad, ahí están los ejemplos de China e India, entre otras naciones.

Es imprescindible que se establezcan cuanto antes políticas de impulso a las mujeres rurales: “Ellas labran la tierra, plantan las semillas y alimentan a las naciones”.

Las desventajas históricas que afrontan las mujeres del medio rural en materia económica, cultural y social, así como de diversa índole, se han acrecentado con la emergencia sanitaria: la falta de atención médica, el rezago educativo, el nulo acceso a esquemas productivos, la violencia cotidiana, la discriminación, el racismo sistémico y la pobreza estructural, todo este conjunto de adversidades conforman un cuadro cuyas dificultades encara de manera cruda un solo segmento de nuestra sociedad como las mujeres que habitan en el medio rural.

Las féminas del campo mexicano que luchan por su sobrevivencia en zonas poco comunicadas, apartadas del desarrollo urbano del país, no son dignas de una política social dirigida a ellas, de tal suerte que para ellas el respaldo institucional es una ilusión; no hay una estrategia definida que las ayude a enfrentar con herramientas de superación el difícil entorno social.

De acuerdo a cifras de la ONU, se estima que las mujeres rurales representan más de un tercio de la población mundial y el 43% de la mano de obra agrícola. En México, los datos oficiales revelan que de los 61.5 millones de mujeres, el 23% habitan en localidades rurales y representan el 34% de la fuerza laboral.

A partir del 18 de diciembre del 2007 la Asamblea General de la ONU estableció el 15 de octubre como el “Día Internacional de las Mujeres Rurales”, teniendo como objetivo que los gobiernos identifiquen la problemática, las barreras sociales, culturales y económicas de las mujeres del campo para generar soluciones desde distintas perspectivas, estableciendo el apoyo obligatorio del Banco Mundial y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) para este fin.

El eje del Día Internacional de las Mujeres Rurales 2020 está orientado a la importancia de construir resiliencia al cambio climático a raíz del Covid-19. El Gobierno de México a través de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU) por su parte, promovió la importancia de que las mujeres rurales sean propietarias de sus tierras. El pasado 15 de octubre benefició a más de 600 de ellas con títulos de propiedad para iniciar a saldar en algo la deuda histórica respecto de la negación reiterada de su acceso al patrimonio de tierras laborables, sin embargo, la brecha por el acceso a la tierra y a los derechos agrarios es amplía: sólo el 6% participa en los órganos de dirección de sus ejidos.

Frente a esos escuálidos avances, FAO México hizo un llamado para construir resiliencia para las mujeres rurales y crear conciencia sobre sus luchas. Destacó que si las mujeres de las zonas rurales tuvieran la misma oportunidad que los hombres en la producción agrícola, aumentaría sustancialmente la producción de alimentos, con lo que se reduciría notablemente el número de personas con hambre en todo el mundo.

Conocemos testimonios de mujeres que viven en zonas urbanas que están enfrentando la emergencia sanitaria. Sus dificultades nos llenan de compromiso y solidaridad, sin embargo, es importante no olvidar que hay otros testimonios, los que no escuchamos en los medios de comunicación, que reflejan los infortunios de todas esas mujeres que hoy luchan desde zonas muy apartadas: no viven con agua potable, alimento suficiente, carecen de información y no tienen acceso a servicios de salud básicos para cuidar de ellas y sus familias.

Las mujeres son promotoras del cambio y su decidida contribución genera comunidades productivas y fuertes, por lo que es indispensable escucharlas, atender sus demandas y respetar sus derechos.

Las mujeres rurales son indispensables en México y en el mundo. Ellas transforman nuestras comunidades, impulsan el desarrollo y participan en la seguridad alimentaria.

No atender o desdeñar sus necesidades es falta de visión, de compromiso social con quienes menos tienen; ellas no esperan una ayuda asistencialista, lo que solicitan son oportunidades para producir, para trabajar, para contribuir al desarrollo de sus comunidades y del país. Gobierno que las ignora es un gobierno con miopía; mientras que gobiernos que las estimulan e impulsan con políticas públicas visionarias, de inmediato aumentan su productividad, ahí están los ejemplos de China e India, entre otras naciones.

Es imprescindible que se establezcan cuanto antes políticas de impulso a las mujeres rurales: “Ellas labran la tierra, plantan las semillas y alimentan a las naciones”.