/ martes 9 de julio de 2019

Murales del Palacio de Zambrano: La ansiada restauración

Después de casi dos años de insistencia ciudadana, finalmente fueron restaurados los murales del Museo Nacional Francisco Villa. Durante este tiempo tanto el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), así como el Instituto de Cultura del Estado (ICED), no daban respuestas concretas a la petición de permiso y apoyo para dar a los murales la atención necesaria.

Las trabas institucionales, consintieron el olvido de esos históricos murales que forman parte fundamental del atractivo del inmueble donde se concentra una parte significativa de la belleza artística de Durango. Existen murales que fueron pintados en 1935 por orden del entonces gobernador Carlos Real Félix, particularmente los que se ubican en la planta baja del edificio.

Su autor es el artista plástico texcocano Guillermo de Lourdes con la temática alusiva a los inicios de la Revolución Mexicana hasta la Toma de Durango en junio de 1913; Francisco Villa a caballo y el rostro de los generales que acompañaron al Centauro en la gesta armada, además de escenas costumbristas del México de principio del siglo XX.

Otros murales, son obra del maestro Francisco Montoya de la Cruz y plasman las actividades económicas y sociales de Durango, incluso se pueden apreciar las instituciones que brindan educación pública en la ciudad como el Instituto Tecnológico de Durango, la Universidad Juárez y la Benemérita y Centenaria Normal del Estado.

En la escalinata principal del edificio se ubica una obra que evoca la presencia del presidente Benito Juárez en Durango en diciembre de 1866, en fin, toda esta belleza pictórica decora el actual museo Francisco Villa, también conocido como Palacio de Gobierno e incluso como Palacio de Zambrano; sobra referir que en el año 2000 tuve la oportunidad de redactar un folleto que da cuenta de la historia de los murales y la restauración realizada por el pintor Luis Gustavo Sandoval.

No obstante que la rehabilitación de los frescos no resultaba costosa, tomando como referencia su importancia histórica y cultural, eran demasiados los requisitos que exigía el INAH por permitir que alguien interviniera en su restauración.

Agregado a ello, el eventual desinterés del Instituto de Cultura del Estado de Durango por reunir los requisitos y documentación necesaria para que los trabajos fueran autorizados, dicho contexto fue la causa y motivo para que los murales de la planta baja del ala poniente del edificio se fueran deteriorando, presentando un pésimo aspecto visual al centro cultural, no obstante de que el Museo Nacional Francisco Villa resulta ser uno de recintos culturales más visitado y conocido, por ser un referente cultural y emblemático de la ciudad.

Por largo tiempo los visitantes y turistas percibieron el daño visible de los murales, hasta que se giró la instrucción, en el sentido de que los murales fueran restaurados a la brevedad posible.

De esa manera, el director del Museo retomó el proyecto con una dinámica diferente, entablando comunicación con el delegado del INAH, doctor Antonio Reyes Valdez, quien escuchó el planteamiento, mostrando una sensibilidad propia de los que conocen de estos temas, y no tuvo objeción alguna en dar el visto bueno para la intervención en los muros, estableciendo ciertas condiciones y recomendaciones que demandaron expertos y peritos del INAH.

El siguiente paso consistió en buscar que el trabajo fuera realizado por un artista con experiencia en el muralismo, recayendo la responsabilidad en el artista plástico Luis Gustavo Sandoval, quien en el año 2000 restauró la totalidad de los murales del edificio, solo que diversos factores como la humedad y la falta de respiración de las paredes, fueron la causa del deterioro paulatino de los frescos.

Un tercer requisito fue gestionar el recurso para el pago de los honorarios del artista, que a decir del director del Museo Francisco Villa, fue proporcionado por instrucciones del Ejecutivo estatal.

De tal manera, que se conjuntaron los elementos necesarios y desde que Jiménez recibió la instrucción, transcurrió un mes hasta que finalmente se rehabilitaron cuatro de los murales de la planta baja del museo, que mostraban mayor deterioro.

Resultaba imperativo el rescate de dichas obras que forman parte de la historia del inmueble y del patrimonio de los duranguenses en cuestiones artísticas. La contemplación de tanta belleza se veía detenida por la indiferencia, finalmente los murales mostrarán de nueva cuenta su brillo y esplendor.

Felicidades a quienes hicieron esto posible, esas son de las buenas noticias que debe dar el ICED.

Después de casi dos años de insistencia ciudadana, finalmente fueron restaurados los murales del Museo Nacional Francisco Villa. Durante este tiempo tanto el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), así como el Instituto de Cultura del Estado (ICED), no daban respuestas concretas a la petición de permiso y apoyo para dar a los murales la atención necesaria.

Las trabas institucionales, consintieron el olvido de esos históricos murales que forman parte fundamental del atractivo del inmueble donde se concentra una parte significativa de la belleza artística de Durango. Existen murales que fueron pintados en 1935 por orden del entonces gobernador Carlos Real Félix, particularmente los que se ubican en la planta baja del edificio.

Su autor es el artista plástico texcocano Guillermo de Lourdes con la temática alusiva a los inicios de la Revolución Mexicana hasta la Toma de Durango en junio de 1913; Francisco Villa a caballo y el rostro de los generales que acompañaron al Centauro en la gesta armada, además de escenas costumbristas del México de principio del siglo XX.

Otros murales, son obra del maestro Francisco Montoya de la Cruz y plasman las actividades económicas y sociales de Durango, incluso se pueden apreciar las instituciones que brindan educación pública en la ciudad como el Instituto Tecnológico de Durango, la Universidad Juárez y la Benemérita y Centenaria Normal del Estado.

En la escalinata principal del edificio se ubica una obra que evoca la presencia del presidente Benito Juárez en Durango en diciembre de 1866, en fin, toda esta belleza pictórica decora el actual museo Francisco Villa, también conocido como Palacio de Gobierno e incluso como Palacio de Zambrano; sobra referir que en el año 2000 tuve la oportunidad de redactar un folleto que da cuenta de la historia de los murales y la restauración realizada por el pintor Luis Gustavo Sandoval.

No obstante que la rehabilitación de los frescos no resultaba costosa, tomando como referencia su importancia histórica y cultural, eran demasiados los requisitos que exigía el INAH por permitir que alguien interviniera en su restauración.

Agregado a ello, el eventual desinterés del Instituto de Cultura del Estado de Durango por reunir los requisitos y documentación necesaria para que los trabajos fueran autorizados, dicho contexto fue la causa y motivo para que los murales de la planta baja del ala poniente del edificio se fueran deteriorando, presentando un pésimo aspecto visual al centro cultural, no obstante de que el Museo Nacional Francisco Villa resulta ser uno de recintos culturales más visitado y conocido, por ser un referente cultural y emblemático de la ciudad.

Por largo tiempo los visitantes y turistas percibieron el daño visible de los murales, hasta que se giró la instrucción, en el sentido de que los murales fueran restaurados a la brevedad posible.

De esa manera, el director del Museo retomó el proyecto con una dinámica diferente, entablando comunicación con el delegado del INAH, doctor Antonio Reyes Valdez, quien escuchó el planteamiento, mostrando una sensibilidad propia de los que conocen de estos temas, y no tuvo objeción alguna en dar el visto bueno para la intervención en los muros, estableciendo ciertas condiciones y recomendaciones que demandaron expertos y peritos del INAH.

El siguiente paso consistió en buscar que el trabajo fuera realizado por un artista con experiencia en el muralismo, recayendo la responsabilidad en el artista plástico Luis Gustavo Sandoval, quien en el año 2000 restauró la totalidad de los murales del edificio, solo que diversos factores como la humedad y la falta de respiración de las paredes, fueron la causa del deterioro paulatino de los frescos.

Un tercer requisito fue gestionar el recurso para el pago de los honorarios del artista, que a decir del director del Museo Francisco Villa, fue proporcionado por instrucciones del Ejecutivo estatal.

De tal manera, que se conjuntaron los elementos necesarios y desde que Jiménez recibió la instrucción, transcurrió un mes hasta que finalmente se rehabilitaron cuatro de los murales de la planta baja del museo, que mostraban mayor deterioro.

Resultaba imperativo el rescate de dichas obras que forman parte de la historia del inmueble y del patrimonio de los duranguenses en cuestiones artísticas. La contemplación de tanta belleza se veía detenida por la indiferencia, finalmente los murales mostrarán de nueva cuenta su brillo y esplendor.

Felicidades a quienes hicieron esto posible, esas son de las buenas noticias que debe dar el ICED.