/ viernes 23 de octubre de 2020

“No es gripa”

Previo al proceso electoral del anterior 18 de octubre, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) era un cadáver.

Uno de aquellos que fue sepultado sin el ceremonial acostumbrado de despedida. Uno, del que nadie notaba su ausencia, a no ser por los viejos como tan malos recuerdos por del sexenio peñista.

La referencia a él, era absolutamente de desprecio, cuando no de desdén, de burla. Minimizado, casi todos los partidos políticos guardaban sana distancia. La posibilidad de una alianza de facto o legal, ha o había sido, de total desconfianza por el natural desgaste o costo político que pudiera representar pero…

Ese domingo inesperado llegó y abrió los ojos de muchos. El “carro” completo en Coahuila y el avance tan significativo en Hidalgo le dieron otro semblante al priismo institucional, pero más aún, a los simpatizantes que difícilmente levantaban el rostro o abrían la boca ante la crítica constante por sus graves errores del sexenio anterior. Vergüenza ajena y desestimulo privaba entre los más en los dos últimos años.

Los resultados han reanimado a muchos. Desde el alegre discurso de su presidente nacional, Alejandro Moreno Cárdenas festinando la victoria, hasta el priista más humilde del campo. Si tiene alguna duda, observe la agenda mediática de los dirigentes nacionales y estatales y analice el discurso –aunque sea por encima- , vea las redes sociales y note la cuasi explosión de alegría, de motivación.

La vida es otra. Los resultados son multifactoriales, desde las pugnas internas de Morena, su falta de estructura, las controversias que desde Palacio Nacional surgen, la situación actual del país, la gestión de la pandemia, la pérdida de empleos pero, por supuesto la victoria es de los gobernadores, priistas ambos. Luego, está el pobre papel de los alcaldes del PAN de Torreón y Pachuca, que sufren estruendosas derrotas. En Torreón, el PAN pierde todos los distritos en donde es cabecera y, en Pachuca, la alcaldía se la arrebata el PRI.

Pero para Morena no es distinto, tal vez peor. Con los cientos de miles de beneficiarios de programas federales, con los números de las encuestas muy favorables, suma su segundo revés consecutivo en elecciones donde no está la imagen ni el nombre de Andrés Manuel López Obrador en la boleta.

Más allá de los números y posiciones, gana el PRI y mucho, porque da un golpe moral entre su militancia y simpatizantes. Se han dado cuenta que no todo está perdido. Tienen mucho que festejar -de momento- pero mucho que prever para los próximos siete meses. Habrá una reacción desde Palacio Nacional. En adelante, la estrategia presidencial tendrá un nuevo curso.

No es cosa dada el 2021.

Aún con los registros de tres nuevos partidos afines, Morena no podrá contar ni con sus estructuras incipientes ni con sus votos; éstos no podrán ir en alianzas legales, porque están obligados a ganar, solos, el tres por ciento de la votación federal y mantener así el estatus de partidos nacionales.

Morena ya demostró en los hechos que no están listos para operar en territorio. Además, es claro que el voto de los “becarios” no es automático; como tampoco es automático el traslado de la popularidad del presidente de la República a sus candidatos, seguramente por eso la insistencia de colocarlo a toda costa en la boleta del 2021.

En contraparte, PAN, PRI, PRD y tal vez MC, los dos primeros especialmente, tienen bases sólidas en el país con capacidad, experiencia, conocimientos y, seguramente, una nueva inyección de recursos para proselitismo y movilización. No está fácil, pero hoy, la potencial alianza opositora tiene nuevos escenarios.

Que la alianza pueda ser de facto o legal, es otra cosa.

En Durango, incluidos connotados políticos, creen qué, para que la oposición gane la Cámara de Diputados en la próxima elección, la vía ideal es la alianza legal, porque también para ellos, el traslado de votos por “recomendación” de un partido a otro no es simple; al menos, convencer al “voto duro” de cada partido. Hay quien difiere.

Sepultar al PRI antes de tiempo tuvo costos y pudiera tener más. Lo dejaron operar libre.

Si bien el triunfo de Revolucionario Institucional no será una tendencia natural generalizada, sí es un golpe de estímulo importante. Reitero, hay un priismo que por vergüenza se ha escondido, entre ellos, abajo, saben que esa filiación y simpatía no se cura así como así. “No es gripa”.

Previo al proceso electoral del anterior 18 de octubre, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) era un cadáver.

Uno de aquellos que fue sepultado sin el ceremonial acostumbrado de despedida. Uno, del que nadie notaba su ausencia, a no ser por los viejos como tan malos recuerdos por del sexenio peñista.

La referencia a él, era absolutamente de desprecio, cuando no de desdén, de burla. Minimizado, casi todos los partidos políticos guardaban sana distancia. La posibilidad de una alianza de facto o legal, ha o había sido, de total desconfianza por el natural desgaste o costo político que pudiera representar pero…

Ese domingo inesperado llegó y abrió los ojos de muchos. El “carro” completo en Coahuila y el avance tan significativo en Hidalgo le dieron otro semblante al priismo institucional, pero más aún, a los simpatizantes que difícilmente levantaban el rostro o abrían la boca ante la crítica constante por sus graves errores del sexenio anterior. Vergüenza ajena y desestimulo privaba entre los más en los dos últimos años.

Los resultados han reanimado a muchos. Desde el alegre discurso de su presidente nacional, Alejandro Moreno Cárdenas festinando la victoria, hasta el priista más humilde del campo. Si tiene alguna duda, observe la agenda mediática de los dirigentes nacionales y estatales y analice el discurso –aunque sea por encima- , vea las redes sociales y note la cuasi explosión de alegría, de motivación.

La vida es otra. Los resultados son multifactoriales, desde las pugnas internas de Morena, su falta de estructura, las controversias que desde Palacio Nacional surgen, la situación actual del país, la gestión de la pandemia, la pérdida de empleos pero, por supuesto la victoria es de los gobernadores, priistas ambos. Luego, está el pobre papel de los alcaldes del PAN de Torreón y Pachuca, que sufren estruendosas derrotas. En Torreón, el PAN pierde todos los distritos en donde es cabecera y, en Pachuca, la alcaldía se la arrebata el PRI.

Pero para Morena no es distinto, tal vez peor. Con los cientos de miles de beneficiarios de programas federales, con los números de las encuestas muy favorables, suma su segundo revés consecutivo en elecciones donde no está la imagen ni el nombre de Andrés Manuel López Obrador en la boleta.

Más allá de los números y posiciones, gana el PRI y mucho, porque da un golpe moral entre su militancia y simpatizantes. Se han dado cuenta que no todo está perdido. Tienen mucho que festejar -de momento- pero mucho que prever para los próximos siete meses. Habrá una reacción desde Palacio Nacional. En adelante, la estrategia presidencial tendrá un nuevo curso.

No es cosa dada el 2021.

Aún con los registros de tres nuevos partidos afines, Morena no podrá contar ni con sus estructuras incipientes ni con sus votos; éstos no podrán ir en alianzas legales, porque están obligados a ganar, solos, el tres por ciento de la votación federal y mantener así el estatus de partidos nacionales.

Morena ya demostró en los hechos que no están listos para operar en territorio. Además, es claro que el voto de los “becarios” no es automático; como tampoco es automático el traslado de la popularidad del presidente de la República a sus candidatos, seguramente por eso la insistencia de colocarlo a toda costa en la boleta del 2021.

En contraparte, PAN, PRI, PRD y tal vez MC, los dos primeros especialmente, tienen bases sólidas en el país con capacidad, experiencia, conocimientos y, seguramente, una nueva inyección de recursos para proselitismo y movilización. No está fácil, pero hoy, la potencial alianza opositora tiene nuevos escenarios.

Que la alianza pueda ser de facto o legal, es otra cosa.

En Durango, incluidos connotados políticos, creen qué, para que la oposición gane la Cámara de Diputados en la próxima elección, la vía ideal es la alianza legal, porque también para ellos, el traslado de votos por “recomendación” de un partido a otro no es simple; al menos, convencer al “voto duro” de cada partido. Hay quien difiere.

Sepultar al PRI antes de tiempo tuvo costos y pudiera tener más. Lo dejaron operar libre.

Si bien el triunfo de Revolucionario Institucional no será una tendencia natural generalizada, sí es un golpe de estímulo importante. Reitero, hay un priismo que por vergüenza se ha escondido, entre ellos, abajo, saben que esa filiación y simpatía no se cura así como así. “No es gripa”.

Doble Vía

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