/ domingo 1 de noviembre de 2020

Nueva oleada Covid: Colapsa sistema de salud; quiebra economía familiar

Cuando se trata de sacar adelante el país, lo adecuado es construir proyectos incluyentes, que surjan del consenso de diversas propuestas. No es tiempo de imponer proyectos personales o de grupo, cualquier “ismo” -por bueno que parezca- es insuficiente para cimentar un proyecto integral, de soluciones viables. Este panorama hace necesaria una reflexión colectiva desprovista de posturas parciales, visiones sesgadas por posiciones ideológicas, políticas, religiosas, económicas o sociales. Ante tiempos inéditos se imponen decisiones inéditas.

A pesar de que -según datos del INEGI- México experimentó un repunte en el crecimiento económico de un 12% en el trimestre de julio a septiembre (antecedido de una caída del 19% del trimestre abril-mayo), alentado por la reactivación económica producto de esfuerzos de la iniciativa privada y de los trabajadores, más que de un plan económico gubernamental, así como un positivo impacto de la economía estadounidense.

Según Alfredo Coutiño, director de Moody`s Analytics para América Latina, México enfrenta el colapso del sistema de salud, el quiebre económico de millones de familias y por si fuera poco, se advierte la amenaza de un nuevo confinamiento; de hecho Francia acaba de decretar un nuevo confinamiento, en tanto Alemania cerró comercios ante el repunte de casos de Covid-19.

La experiencia de la primera etapa de la pandemia en la que el mundo entero no fue capaz de reaccionar con oportunidad para mitigar sus repercusiones en los ámbitos de salud, económica y social, la nueva ola de contagio prevista para la época invernal debería mantenernos alertas para actuar con mayor responsabilidad para detener el inminente daño a la población de nuestro país.

El gobierno mexicano carece de un plan capaz de controlar los efectos más graves de la pandemia, tampoco un programa para dar una respuesta económica concreta a quienes se han visto afectados por la pérdida de empleos, de sus negocios; carece de un plan público solidario con las familias de las personas enfermas y fallecidas, además de proteger de manera especial al personal médico, quienes arriesgan su salud y su vida en medio de la emergencia sanitaria.

Como pocas veces, al margen de visiones tendenciosas que provocan sectarismo, hace falta una agenda común entre entes gubernamentales, organismos de la sociedad civil, partidos y ciudadanos para evitar que la segunda ola del Covid-19 afecte de manera profunda a millones de mexicanos que hoy enfrentan en soledad la angustia, la incertidumbre y el sufrimiento, sin el respaldo de un programa del sector público.

Los mexicanos hemos aprendido a sacar la casta ante la adversidad; hemos demostrado nuestra capacidad para ser solidarios en situaciones difíciles como los sismos, inundaciones o cualquier otro suceso natural en los que se demuestra que la fraternidad es un rasgo de nuestro carácter.

Ante tiempos complicados nada mejor que hacer a un lado los proyectos individuales o agendas partidistas que focalizan los beneficios hacia un sector o “clientela” determinada; esa postura tiene cabida en quienes piensan sólo en la coyuntura. La situación y las circunstancias actuales demandan un proyecto responsable, creativo, incluyente, capaz de generar mayores capacidades institucionales en salud y economía, iniciando con destinar más recursos del presupuesto de egresos 2021 al sector salud y a programas de apoyo para impulsar las MIPYMES.

México enfrenta la mayor batalla en la era moderna reciente; necesita que todos miremos para el mismo lado: la recuperación del sistema de salud, de la economía y de las instituciones que han sido pilares del avance de la democracia y el bienestar social progresivo en nuestro país.

Para encabezar un proyecto de tal magnitud es necesario un liderazgo con apertura, que unifique, capaz de convocar e integrar una propuesta consensuada, con responsabilidades concretas para cada quien, que genere confianza entre los diversos actores sociales. De otra manera, si no hay disposición para dejar de dividir, la pretensión de imponer un proyecto que se concibió en circunstancias distintas, seguiremos transitando por los caminos de la confrontación, la parcialidad y la ineficacia.

Cuando se trata de sacar adelante el país, lo adecuado es construir proyectos incluyentes, que surjan del consenso de diversas propuestas. No es tiempo de imponer proyectos personales o de grupo, cualquier “ismo” -por bueno que parezca- es insuficiente para cimentar un proyecto integral, de soluciones viables. Este panorama hace necesaria una reflexión colectiva desprovista de posturas parciales, visiones sesgadas por posiciones ideológicas, políticas, religiosas, económicas o sociales. Ante tiempos inéditos se imponen decisiones inéditas.

A pesar de que -según datos del INEGI- México experimentó un repunte en el crecimiento económico de un 12% en el trimestre de julio a septiembre (antecedido de una caída del 19% del trimestre abril-mayo), alentado por la reactivación económica producto de esfuerzos de la iniciativa privada y de los trabajadores, más que de un plan económico gubernamental, así como un positivo impacto de la economía estadounidense.

Según Alfredo Coutiño, director de Moody`s Analytics para América Latina, México enfrenta el colapso del sistema de salud, el quiebre económico de millones de familias y por si fuera poco, se advierte la amenaza de un nuevo confinamiento; de hecho Francia acaba de decretar un nuevo confinamiento, en tanto Alemania cerró comercios ante el repunte de casos de Covid-19.

La experiencia de la primera etapa de la pandemia en la que el mundo entero no fue capaz de reaccionar con oportunidad para mitigar sus repercusiones en los ámbitos de salud, económica y social, la nueva ola de contagio prevista para la época invernal debería mantenernos alertas para actuar con mayor responsabilidad para detener el inminente daño a la población de nuestro país.

El gobierno mexicano carece de un plan capaz de controlar los efectos más graves de la pandemia, tampoco un programa para dar una respuesta económica concreta a quienes se han visto afectados por la pérdida de empleos, de sus negocios; carece de un plan público solidario con las familias de las personas enfermas y fallecidas, además de proteger de manera especial al personal médico, quienes arriesgan su salud y su vida en medio de la emergencia sanitaria.

Como pocas veces, al margen de visiones tendenciosas que provocan sectarismo, hace falta una agenda común entre entes gubernamentales, organismos de la sociedad civil, partidos y ciudadanos para evitar que la segunda ola del Covid-19 afecte de manera profunda a millones de mexicanos que hoy enfrentan en soledad la angustia, la incertidumbre y el sufrimiento, sin el respaldo de un programa del sector público.

Los mexicanos hemos aprendido a sacar la casta ante la adversidad; hemos demostrado nuestra capacidad para ser solidarios en situaciones difíciles como los sismos, inundaciones o cualquier otro suceso natural en los que se demuestra que la fraternidad es un rasgo de nuestro carácter.

Ante tiempos complicados nada mejor que hacer a un lado los proyectos individuales o agendas partidistas que focalizan los beneficios hacia un sector o “clientela” determinada; esa postura tiene cabida en quienes piensan sólo en la coyuntura. La situación y las circunstancias actuales demandan un proyecto responsable, creativo, incluyente, capaz de generar mayores capacidades institucionales en salud y economía, iniciando con destinar más recursos del presupuesto de egresos 2021 al sector salud y a programas de apoyo para impulsar las MIPYMES.

México enfrenta la mayor batalla en la era moderna reciente; necesita que todos miremos para el mismo lado: la recuperación del sistema de salud, de la economía y de las instituciones que han sido pilares del avance de la democracia y el bienestar social progresivo en nuestro país.

Para encabezar un proyecto de tal magnitud es necesario un liderazgo con apertura, que unifique, capaz de convocar e integrar una propuesta consensuada, con responsabilidades concretas para cada quien, que genere confianza entre los diversos actores sociales. De otra manera, si no hay disposición para dejar de dividir, la pretensión de imponer un proyecto que se concibió en circunstancias distintas, seguiremos transitando por los caminos de la confrontación, la parcialidad y la ineficacia.