/ viernes 14 de agosto de 2020

Observatorio internacional

De súbito: “La futura realidad”

Estimado lector, considero pertinente exponer previamente algunos datos que dan luz a mi

artículo.

De acuerdo con la Estadística del Sistema Educativo Nacional, en el ciclo 2018-21019 el

total de estudiantes era de 36, 635,816 y los albergarían 265,277 instituciones educativas.

De este total de estudiantes el 85.5% estaban en 216,564 instituciones públicas y el 14.5%

en 48,713 instituciones privadas

En Educación Básica el total de estudiantes era de 25, 493,702 y los albergarían 233,163

instituciones educativas.

De este total de estudiantes el 88.5% estaban en 198,731 instituciones públicas y el 11.5%

en 34,432 instituciones privadas.

En Educación Media Superior el total de estudiantes era de 5, 239,675 y los albergarían

21,010 instituciones educativas.

De este total de estudiantes 80.1% estaban en 14,212 instituciones públicas y el 19.9% en

6,798 instituciones privadas.

En Educación Superior el total de estudiantes era de 3, 943,544 y los albergarían 5,535

instituciones educativas.

De este total de estudiantes 70.0% estaban en 2,283 instituciones públicas y el 30.0% en

3,252 instituciones privadas.

En Capacitación para el Trabajo* el total de estudiantes era de 1, 958,895 y los albergarían

5,569 instituciones educativas.

De este total de estudiantes el 86.0% estaban en 4,231 instituciones públicas y el 14.0% en

3,252 instituciones privadas.

*Capacitación para el trabajo: Estudios que procuran la adquisición de conocimientos,

habilidades o destrezas, que permiten desarrollar a quien la recibe una actividad productiva

demandada en el mercado, mediante alguna ocupación u oficio calificados.

Ante la presencia del Covid-19 en nuestro país, en marzo del 2020 se suspenden las clases

presenciales y de súbito pasamos a las clases virtuales. ¿Cómo?, ¡como se pudiera! Y como

se pudo se cumplió o medio se cumplió el objetivo de salvar el semestre. Es el tiempo y

sólo el tiempo el que evaluará este tropezón involuntario.

De marzo al momento, fechas fueron y vinieron merced al Covid-19. Fechas para terminar

el ciclo y fechas para el regreso. Incertidumbre si el regreso sería el presencial o no.

Inobjetablemente nos dimos cuenta que no estábamos preparados para migrar de súbito a

las clases virtuales. Plataformas, equipo, programas, capacitación a los maestros,

capacitación a los estudiantes.

Pero lo preocupante, si es que es de considerarse, es que dependemos del color de un

semáforo, el verde. Ya no se sabe si en un mes o en cuatro, si en el 2021 o en el 2022

regresaremos o no a una “real normalidad”. 36, 635,816 millones de estudiantes y 265,277

instituciones educativas, están en las mismas.

Y en este in pass se hacen esfuerzos muy loables por salvar otro semestre y caminando

redoblar el esfuerzo por si hay otro y otro semestre más por rescatar pero sin un rumbo

académico claro.

Todo esto ha creado reticencia en la comunidad académica, de investigadores y estudiantil.

Por otro lado sabemos que la economía no va bien, que el desempleo y el cierre de muchas

empresas de todos los niveles está a la orden del día. Y ¿en qué ámbito de la educación

impacta en este momento esta situación? Abordo dos específicamente.

Primeramente el impacto en las Instituciones Educativas Privadas que son 48,713 y que

albergan al 14.5% de estudiantes, algo así como a 5’321,481. Algunas de estas instituciones

sin duda alguna emigrarán a la educación virtual sin problemas o con pocos problemas,

pero muchos padres de familia ya no se encuentran en condiciones de pagar las

colegiaturas, o prefieren ahorrar para tiempos difíciles, ¿Cuántos son? No lo sé. Pero si se

que muchas instituciones educativas privadas están ya cerradas y otras están en vías de

hacerlo.

Por consiguiente, ¿a dónde se dirigirán estos jóvenes estudiantes? No hay duda, ¡a las

instituciones educativas públicas! Las preguntas emergen solas. ¿Capacidad para recibirlos?

¿Adaptación? ¿Igualdad en los programas? ¿Y las plataformas en comento? Entre otros

muchos cuestionamientos más.

¿Ayuda a las instituciones educativas privadas? ¡sí!. Pero tengo confusión. ¿De dónde va a

salir el recurso, si el sector de las instituciones educativas publicas está muy castigado con

los recursos financieros?

Por otro lado está la valoración educativa en el rezago y en la eficiencia terminal. Y si la

cadena educativa venía con ciertas deficiencias desde el nivel de preescolar, primaria,

secundaria y luego preparatoria para continuar en el nivel de educación superior, con esta

situación que nos aqueja existe la posibilidad de que se acentúen más las áreas débiles en

todos los niveles de manera inevitable.

Así mismo en el ámbito de la educación superior (en posgrado también), los indicadores de

la eficiencia terminal no es muy halagadora y también es muy posible que se manifieste

dada las circunstancias actuales.

Finalmente, es menester expresar la preocupación de que haya generaciones poco o mucho,

no lo sé con honestidad, menos preparadas para hacer frente a una “futura realidad” que se

visualiza muy complicada en el sector productivo, en el comercial, en el de servicios y en el

público que conforman el mercado laboral.

Mucho dependerá de una estrategia educativa que ya no sea emergente, de los liderazgos de

las instituciones educativas y… de los recursos de la federación para que la estrategia en

comento sea efectiva. ¡Hasta la próxima!

De súbito: “La futura realidad”

Estimado lector, considero pertinente exponer previamente algunos datos que dan luz a mi

artículo.

De acuerdo con la Estadística del Sistema Educativo Nacional, en el ciclo 2018-21019 el

total de estudiantes era de 36, 635,816 y los albergarían 265,277 instituciones educativas.

De este total de estudiantes el 85.5% estaban en 216,564 instituciones públicas y el 14.5%

en 48,713 instituciones privadas

En Educación Básica el total de estudiantes era de 25, 493,702 y los albergarían 233,163

instituciones educativas.

De este total de estudiantes el 88.5% estaban en 198,731 instituciones públicas y el 11.5%

en 34,432 instituciones privadas.

En Educación Media Superior el total de estudiantes era de 5, 239,675 y los albergarían

21,010 instituciones educativas.

De este total de estudiantes 80.1% estaban en 14,212 instituciones públicas y el 19.9% en

6,798 instituciones privadas.

En Educación Superior el total de estudiantes era de 3, 943,544 y los albergarían 5,535

instituciones educativas.

De este total de estudiantes 70.0% estaban en 2,283 instituciones públicas y el 30.0% en

3,252 instituciones privadas.

En Capacitación para el Trabajo* el total de estudiantes era de 1, 958,895 y los albergarían

5,569 instituciones educativas.

De este total de estudiantes el 86.0% estaban en 4,231 instituciones públicas y el 14.0% en

3,252 instituciones privadas.

*Capacitación para el trabajo: Estudios que procuran la adquisición de conocimientos,

habilidades o destrezas, que permiten desarrollar a quien la recibe una actividad productiva

demandada en el mercado, mediante alguna ocupación u oficio calificados.

Ante la presencia del Covid-19 en nuestro país, en marzo del 2020 se suspenden las clases

presenciales y de súbito pasamos a las clases virtuales. ¿Cómo?, ¡como se pudiera! Y como

se pudo se cumplió o medio se cumplió el objetivo de salvar el semestre. Es el tiempo y

sólo el tiempo el que evaluará este tropezón involuntario.

De marzo al momento, fechas fueron y vinieron merced al Covid-19. Fechas para terminar

el ciclo y fechas para el regreso. Incertidumbre si el regreso sería el presencial o no.

Inobjetablemente nos dimos cuenta que no estábamos preparados para migrar de súbito a

las clases virtuales. Plataformas, equipo, programas, capacitación a los maestros,

capacitación a los estudiantes.

Pero lo preocupante, si es que es de considerarse, es que dependemos del color de un

semáforo, el verde. Ya no se sabe si en un mes o en cuatro, si en el 2021 o en el 2022

regresaremos o no a una “real normalidad”. 36, 635,816 millones de estudiantes y 265,277

instituciones educativas, están en las mismas.

Y en este in pass se hacen esfuerzos muy loables por salvar otro semestre y caminando

redoblar el esfuerzo por si hay otro y otro semestre más por rescatar pero sin un rumbo

académico claro.

Todo esto ha creado reticencia en la comunidad académica, de investigadores y estudiantil.

Por otro lado sabemos que la economía no va bien, que el desempleo y el cierre de muchas

empresas de todos los niveles está a la orden del día. Y ¿en qué ámbito de la educación

impacta en este momento esta situación? Abordo dos específicamente.

Primeramente el impacto en las Instituciones Educativas Privadas que son 48,713 y que

albergan al 14.5% de estudiantes, algo así como a 5’321,481. Algunas de estas instituciones

sin duda alguna emigrarán a la educación virtual sin problemas o con pocos problemas,

pero muchos padres de familia ya no se encuentran en condiciones de pagar las

colegiaturas, o prefieren ahorrar para tiempos difíciles, ¿Cuántos son? No lo sé. Pero si se

que muchas instituciones educativas privadas están ya cerradas y otras están en vías de

hacerlo.

Por consiguiente, ¿a dónde se dirigirán estos jóvenes estudiantes? No hay duda, ¡a las

instituciones educativas públicas! Las preguntas emergen solas. ¿Capacidad para recibirlos?

¿Adaptación? ¿Igualdad en los programas? ¿Y las plataformas en comento? Entre otros

muchos cuestionamientos más.

¿Ayuda a las instituciones educativas privadas? ¡sí!. Pero tengo confusión. ¿De dónde va a

salir el recurso, si el sector de las instituciones educativas publicas está muy castigado con

los recursos financieros?

Por otro lado está la valoración educativa en el rezago y en la eficiencia terminal. Y si la

cadena educativa venía con ciertas deficiencias desde el nivel de preescolar, primaria,

secundaria y luego preparatoria para continuar en el nivel de educación superior, con esta

situación que nos aqueja existe la posibilidad de que se acentúen más las áreas débiles en

todos los niveles de manera inevitable.

Así mismo en el ámbito de la educación superior (en posgrado también), los indicadores de

la eficiencia terminal no es muy halagadora y también es muy posible que se manifieste

dada las circunstancias actuales.

Finalmente, es menester expresar la preocupación de que haya generaciones poco o mucho,

no lo sé con honestidad, menos preparadas para hacer frente a una “futura realidad” que se

visualiza muy complicada en el sector productivo, en el comercial, en el de servicios y en el

público que conforman el mercado laboral.

Mucho dependerá de una estrategia educativa que ya no sea emergente, de los liderazgos de

las instituciones educativas y… de los recursos de la federación para que la estrategia en

comento sea efectiva. ¡Hasta la próxima!

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