/ miércoles 29 de junio de 2022

Pancho Villa rumbo al centenario de su aniversario luctuoso


El próximo año, estaremos celebrando el centenario del aniversario luctuoso del general Francisco Villa. Hace unos días el cronista Esbardo Carreño Díaz, presidente de la Asociación de Cronistas Municipales del Estado de Durango, anunció en Río Grande, Zacatecas, que a partir de este año iniciarán los festejos rumbo a los 100 años de la trágica muerte del célebre revolucionario durangueño.

En atención a su llamado, es preciso recordar qué acciones realizaba Francisco Villa hace 100 años, en el preludio de su asesinato en la ciudad de Parral, Chihuahua. Hace una centuria, precisamente el día 14 de junio de 1922, el general Villa solicitó a las casas comerciales de la ciudad de Parral, la cantidad de mil pesos en material para uso de la zapatería de la hacienda; suma a favor de Rosalío Ibarra, trabajador de Canutillo, que al surtirse el pedido y al presentarse las facturas de la compra, el general Villa procedió al pago respectivo por conducto de la sucursal de David S. Russek.

La pretensión de Villa, era que en la Hacienda de Canutillo se fabricara calzado de una sola pieza y de buena calidad, con un aditamento a la altura del talón como un tipo de bola, que sirviera para detener las espuelas y les brindara un mejor servicio a los caballerangos, en especial al personal de la escolta.

Regularmente cada seis meses Villa, mandaba comprar hasta diez mil en ropa de mezclilla, manta y zapatos y los obsequiaba. La compra de la ropa era surtida de la tienda Hevía y García de la ciudad de Parral, donde tenía una cuenta corriente. El general Villa instaló una tienda en Canutillo con la finalidad de evitar que los especuladores hicieran negocio con la gente humilde del pueblo y con ello evitó los sobreprecios en los productos. Le surtían la mercancía en furgones de ferrocarril y en grandes cantidades lo que permitía abaratar los costos y mejorar los precios que las tiendas establecidas en el lugar.

La tienda de Canutillo era administrada por Francisco Gil Piñón, hijo adoptivo del general quien le dio carta abierta para el manejo de la misma, en compañía de Villa, quien con ello prácticamente le asignó una especie de sueldo a Piñón, toda vez que durante su estancia en el lugar nunca percibió honorario alguno. En el establecimiento se manejaba el maíz, jabón, y una botica donde había medicinas de patente, alcohol, Etc.

Pancho Villa fue de la idea de que en su tienda las deudas no se heredan de padres a hijos como en los tiempos de Porfirio Díaz; a los trabajadores les cancelaba sus deudas sin decirles nada, con el fin de observar su proceder en cuanto al pago; toda vez que consideraba algunas gentes que abusaban de su buena voluntad. Por tal motivo, les aumentó el salario lo suficiente para que los trabajadores de la hacienda pudieran sufragar sus deudas en la tienda que manejaba Piñón.

Un año antes del fatídico asesinato, Villa dispuso la compra de un rebaño de borregas en Villa Matamoros, Chihuahua, mismo que pagó al señor Donato Guerra por conducto de Secundino Hevía la cantidad de mil pesos. La manada se trasladó a Canutillo vía Estación Rosario, Sabás Terrazas quien fungía como representante villista en la Estación, se encargó de llevar los animales hasta la hacienda de Canutillo. Esa fue la actividad social y laboral que Villa desplegó en el norte de Durango, justo antes del atroz crimen perpetrado por el Estado mexicano, en connivencia con algunos resentidos y partidarios del poder institucional. Durango tiene la obligación de reescribir y redescubrir la historia no oficial del asesinato de Pancho Villa en su centenario luctuoso.


El próximo año, estaremos celebrando el centenario del aniversario luctuoso del general Francisco Villa. Hace unos días el cronista Esbardo Carreño Díaz, presidente de la Asociación de Cronistas Municipales del Estado de Durango, anunció en Río Grande, Zacatecas, que a partir de este año iniciarán los festejos rumbo a los 100 años de la trágica muerte del célebre revolucionario durangueño.

En atención a su llamado, es preciso recordar qué acciones realizaba Francisco Villa hace 100 años, en el preludio de su asesinato en la ciudad de Parral, Chihuahua. Hace una centuria, precisamente el día 14 de junio de 1922, el general Villa solicitó a las casas comerciales de la ciudad de Parral, la cantidad de mil pesos en material para uso de la zapatería de la hacienda; suma a favor de Rosalío Ibarra, trabajador de Canutillo, que al surtirse el pedido y al presentarse las facturas de la compra, el general Villa procedió al pago respectivo por conducto de la sucursal de David S. Russek.

La pretensión de Villa, era que en la Hacienda de Canutillo se fabricara calzado de una sola pieza y de buena calidad, con un aditamento a la altura del talón como un tipo de bola, que sirviera para detener las espuelas y les brindara un mejor servicio a los caballerangos, en especial al personal de la escolta.

Regularmente cada seis meses Villa, mandaba comprar hasta diez mil en ropa de mezclilla, manta y zapatos y los obsequiaba. La compra de la ropa era surtida de la tienda Hevía y García de la ciudad de Parral, donde tenía una cuenta corriente. El general Villa instaló una tienda en Canutillo con la finalidad de evitar que los especuladores hicieran negocio con la gente humilde del pueblo y con ello evitó los sobreprecios en los productos. Le surtían la mercancía en furgones de ferrocarril y en grandes cantidades lo que permitía abaratar los costos y mejorar los precios que las tiendas establecidas en el lugar.

La tienda de Canutillo era administrada por Francisco Gil Piñón, hijo adoptivo del general quien le dio carta abierta para el manejo de la misma, en compañía de Villa, quien con ello prácticamente le asignó una especie de sueldo a Piñón, toda vez que durante su estancia en el lugar nunca percibió honorario alguno. En el establecimiento se manejaba el maíz, jabón, y una botica donde había medicinas de patente, alcohol, Etc.

Pancho Villa fue de la idea de que en su tienda las deudas no se heredan de padres a hijos como en los tiempos de Porfirio Díaz; a los trabajadores les cancelaba sus deudas sin decirles nada, con el fin de observar su proceder en cuanto al pago; toda vez que consideraba algunas gentes que abusaban de su buena voluntad. Por tal motivo, les aumentó el salario lo suficiente para que los trabajadores de la hacienda pudieran sufragar sus deudas en la tienda que manejaba Piñón.

Un año antes del fatídico asesinato, Villa dispuso la compra de un rebaño de borregas en Villa Matamoros, Chihuahua, mismo que pagó al señor Donato Guerra por conducto de Secundino Hevía la cantidad de mil pesos. La manada se trasladó a Canutillo vía Estación Rosario, Sabás Terrazas quien fungía como representante villista en la Estación, se encargó de llevar los animales hasta la hacienda de Canutillo. Esa fue la actividad social y laboral que Villa desplegó en el norte de Durango, justo antes del atroz crimen perpetrado por el Estado mexicano, en connivencia con algunos resentidos y partidarios del poder institucional. Durango tiene la obligación de reescribir y redescubrir la historia no oficial del asesinato de Pancho Villa en su centenario luctuoso.