/ viernes 27 de noviembre de 2020

Pedro Ávila: El último de los mohicanos del PRI

Parafraseando al poeta, Pedro Ávila Nevárez cruzó el pantano de la política y no se manchó, su plumaje era de esos. En ocasiones, una persona tiene que morirse para hablar bien de ella y verle todas sus virtudes.

Sin duda, Ávila Nevárez fue un líder polémico, un político que en ocasiones daba la impresión que no militaba en un partido de centroizquierda, como se hace llamar el PRI. Más bien parecía que fue militante del partido equivocado.

Don Pedro llegó a ser diputado local, federal entre otros muchos puestos que sería largo enumerar. Inclusive, aunque suene utópico, pudo haber sido gobernador del Estado y no lo fue porque no quiso serlo, o porque en el fondo nunca le interesó el poder. Estas y otras respuestas se fueron con su muerte.

Sin temor a equivocarnos, su partida conmovió a toda la sociedad duranguense y no sólo al PRI. Un personaje como Pedro Ávila Nevárez no le pertenecía a un partido político. Este líder social deja un hueco que difícilmente alguien podría ocupar, en lo que respecta al PRI jamás tendrán a otro luchador social como Pedro.

Por muchas razones, con la llegada de los tecnócratas al poder con Miguel de la Madrid Hurtado, el PRI, que funcionó supuestamente con los principios de la revolución mexicana de 1910, entregó la estafeta a esa generación de políticos que nada tuvieron que ver, por ejemplo, con el general Lázaro Cárdenas del Río. Pedro Ávila Nevárez en Durango fue un líder social, que escogió al PRI para su vocación de líder y político. El partido al que perteneció está en deuda con él, le deben mucho, y ahora se lo quieren pagar haciéndole homenajes cuando en vida no le hicieron justicia.

De la vida de don Pedro se tendrán que contar muchas historias y anécdotas. Si su partido está en deuda con él, mucho más la elite política del tricolor. Gracias a don Pedro y con su ayuda, se hicieron presidentes municipales, diputados locales, diputados federales, y uno que otro gobernador. Si alguien le dio votos al PRI y a sus candidatos fue Pedro Ávila Nevárez.

Sin estos votos, muchos de ellos no hubieran llegado a ocupar puestos de elección popular. Cuando por fin llegó a ser diputado federal, lo hizo en calidad de suplente de Jorge Herrera Caldera, cuando este se convierte en candidato del PRI a gobernador del Estado. Fue así como don Pedro llegó a San Lázaro, porque nunca lo hicieron candidato encabezando la fórmula, aun sabiendo que Ávila Nevárez era un candidato cien por ciento ganador. Era por eso que muchos se peleaban para que fuera su suplente, porque así tenían segura la victoria.

¿Por qué este líder social nunca fue senador de la república o gobernador del Estado? ¿Sería por lo que dijo Carlos Hank González: “¿político pobre es un pobre político?” En efecto, Pedro Ávila Nevárez no tuvo la suerte de tener su origen en familias de caciques regionales o de empresarios. Nunca formó parte de los grupos de interés locales o fácticos, ni de la clase política que hizo su arribo con Alejandro Páez Urquidi, Héctor Mayagoitía, Armando del Castillo Franco o el de algunos gobernadores egresados de la UJED.

Don Pedro no perteneció a esa clase privilegiada universitaria. Esa es quizá la razón del por qué Ávila Nevárez será recordado por miles de duranguenses, por los pobres, a los que nunca abandonó, los cientos de hombres y mujeres que recobraron su libertad gracias al indulto gestionado por don Pedro.

Ávila Nevárez siempre fue respetado por el poder y se ganó el reconocimiento de la sociedad. Lo menos que merece este líder social, es que un día sus restos descansen en la rotonda de las mujeres y hombres ilustres de Durango.

Parafraseando al poeta, Pedro Ávila Nevárez cruzó el pantano de la política y no se manchó, su plumaje era de esos. En ocasiones, una persona tiene que morirse para hablar bien de ella y verle todas sus virtudes.

Sin duda, Ávila Nevárez fue un líder polémico, un político que en ocasiones daba la impresión que no militaba en un partido de centroizquierda, como se hace llamar el PRI. Más bien parecía que fue militante del partido equivocado.

Don Pedro llegó a ser diputado local, federal entre otros muchos puestos que sería largo enumerar. Inclusive, aunque suene utópico, pudo haber sido gobernador del Estado y no lo fue porque no quiso serlo, o porque en el fondo nunca le interesó el poder. Estas y otras respuestas se fueron con su muerte.

Sin temor a equivocarnos, su partida conmovió a toda la sociedad duranguense y no sólo al PRI. Un personaje como Pedro Ávila Nevárez no le pertenecía a un partido político. Este líder social deja un hueco que difícilmente alguien podría ocupar, en lo que respecta al PRI jamás tendrán a otro luchador social como Pedro.

Por muchas razones, con la llegada de los tecnócratas al poder con Miguel de la Madrid Hurtado, el PRI, que funcionó supuestamente con los principios de la revolución mexicana de 1910, entregó la estafeta a esa generación de políticos que nada tuvieron que ver, por ejemplo, con el general Lázaro Cárdenas del Río. Pedro Ávila Nevárez en Durango fue un líder social, que escogió al PRI para su vocación de líder y político. El partido al que perteneció está en deuda con él, le deben mucho, y ahora se lo quieren pagar haciéndole homenajes cuando en vida no le hicieron justicia.

De la vida de don Pedro se tendrán que contar muchas historias y anécdotas. Si su partido está en deuda con él, mucho más la elite política del tricolor. Gracias a don Pedro y con su ayuda, se hicieron presidentes municipales, diputados locales, diputados federales, y uno que otro gobernador. Si alguien le dio votos al PRI y a sus candidatos fue Pedro Ávila Nevárez.

Sin estos votos, muchos de ellos no hubieran llegado a ocupar puestos de elección popular. Cuando por fin llegó a ser diputado federal, lo hizo en calidad de suplente de Jorge Herrera Caldera, cuando este se convierte en candidato del PRI a gobernador del Estado. Fue así como don Pedro llegó a San Lázaro, porque nunca lo hicieron candidato encabezando la fórmula, aun sabiendo que Ávila Nevárez era un candidato cien por ciento ganador. Era por eso que muchos se peleaban para que fuera su suplente, porque así tenían segura la victoria.

¿Por qué este líder social nunca fue senador de la república o gobernador del Estado? ¿Sería por lo que dijo Carlos Hank González: “¿político pobre es un pobre político?” En efecto, Pedro Ávila Nevárez no tuvo la suerte de tener su origen en familias de caciques regionales o de empresarios. Nunca formó parte de los grupos de interés locales o fácticos, ni de la clase política que hizo su arribo con Alejandro Páez Urquidi, Héctor Mayagoitía, Armando del Castillo Franco o el de algunos gobernadores egresados de la UJED.

Don Pedro no perteneció a esa clase privilegiada universitaria. Esa es quizá la razón del por qué Ávila Nevárez será recordado por miles de duranguenses, por los pobres, a los que nunca abandonó, los cientos de hombres y mujeres que recobraron su libertad gracias al indulto gestionado por don Pedro.

Ávila Nevárez siempre fue respetado por el poder y se ganó el reconocimiento de la sociedad. Lo menos que merece este líder social, es que un día sus restos descansen en la rotonda de las mujeres y hombres ilustres de Durango.