Hay en el acontecer de estos días sucesos definitorios no definidos. Incertidumbre con destellos.- René Delgado
El tamaño de la corrupción y los retos de la economía son enormes y difíciles, más a un gobierno con proyecto alternativo.
Con la propuesta del presupuesto de egresos de la Federación, se perfiló el proyecto de desarrollo del gobierno de López Obrador. En cuanto a la ley de ingresos, soporte y premisa del primero, no recibió cuestionamientos en tanto que se sabía que no contendría impuestos nuevos ni se aumentarían los existentes.
El presupuesto motivó reacciones de grupos de interés y gobiernos que salieron afectados en cantidades y nuevas reglas de operación.
López Obrador ha remplazado la jerga del gobierno de los tecnócratas de poca sustancia y mucha retórica, por un discurso franco y llano. Con lenguaje sencillo y directo habla sin mucho rodeo de asuntos que los clientes de gobiernos pasados adornaban por temor al presidencialismo o por interés clientelar.
No debe sorprender la molestia de grupos y personajes, testaferros de la parafernalia desplazada, que se incomodan con los planteamientos del presidente.
Al esposo de Martha Sahagún, a Calderón y Peña los engañaron las televisoras privadas y la jerarquía católica, menospreciaron la intuición popular de aprovechar, como el 2016, la oportunidad de sacudirse al gobierno y su aparato electoral. Claro que su derrota pudo ser menor sin el analfabeto funcional y corrupto de Peña Nieto que ayudó al éxito de López Obrador.
El tamaño de la corrupción y los retos de la economía son enormes y difíciles, más a un gobierno con proyecto alternativo. Por esto hay incertidumbre, la que tenemos hace 40 años en que ningún plan económico dio resultados positivos. Se entregaron los recursos naturales al extranjero, la deuda pública pasó de 2 a 10 billones de pesos, desigualdad abismal entre la clase media alta y burguesía, con la clase media, lo asalariados y los informales.
Pese a todo los detractores y políticos de acarreo quisieran el leguaje vacío, retorico y los modos viejos y clientelares de hacer gobierno. Positivo es que ni dentro de Morena se confía en su movilidad política por la composición difusa de grupos y pensamientos y porque no hay ideario político ni ciencia cierta en su dimensión orgánica.
Hay lamentos ingenuos y pretendidos análisis racionales que fustigan la concentración del mando por López Obrador, olvidan la historia del poder y en hombre fuerte de México, de la familia, la educación etc. Creen defender las instituciones, y una democracia del país que nunca pasaron de ser esquemas: Representaciones graficas de una realidad inmaterial. Del federalismo que hablan los gobernadores, por favor, en su mayoría son caciques locales y parásitos de aquella presidencia fuerte y sus prebendas.
La inercia de la demagogia y la genuflexión es pesada. Nadie debe esperar la unidad que pregonan los clericales, esta no existe, lo que sí existe es la diversidad previa a la unidad transitoria. Claro que el léxico y los primeros pasos de López Obrador no gusta a muchos y que bueno que así sea, pero la reducción de sueldos, develar el robo gigante del gasolinas, la posible ley contra el fuero y para establecer ella revocación de mandato y no aguantar tanto tiempo a incapaces o corruptos, esto y otras cosas tiene no sólo apoyo, sino algarabía en clases populares, y gusto en sectores de clase media y de empresarios progresistas.
En plena robótica y biología molecular, le falta al gobierno diseñar la política educativa, que es el talón de Aquiles de México y su mayor desafío en el mundo actual, de esto no se escuchan tesis que ya debieron estar le la discusión nacional.
Lo que le urge a López Obrador y seguidores, para transformar al estado y al gobierno en sus instrumentos políticos y económicos, y aplicar la transparencia contra la corrupción en los estados, por principio es: Dirigir la energía social; fortalecer su dimensión orgánica con actores y grupos sociales y; con apoyo en experiencias históricas comprobadas, sustentar diagnósticos para el proselitismo que conduzca la acción.
P.D. En la puesta en marcha del programa fronterizo de zona libre en Ciudad Juárez, pudimos comprobar un diálogo político, entre López Obrador y el gobernador Javier Corral, que sin hacer a un lado sus ideologías, dieron muestra de integridad y acuerdo político.
