Falsas expectativas
Con frecuencia la simulación ha adquirido entre nosotros formato legislativo.- Jesús Silva Herzog Márquez
Finalmente el Congreso del Estado determinó la sanción al presidente municipal, José Ramón Enríquez Herrera. Un asunto mediático a partir de una de promoción personal del munícipe en tiempos electorales, que denunciada llegó a la autoridad regional electoral y que instruyó al Congreso a imponer una sanción al tenor de la legislación local.
Un largo episodio polarizado en declaraciones, chismes, multas, amenazas de suspensión y de posible inhabilitación.
Enríquez Herrera, negado en su afán de postularse por Morena, y en conflicto con la nomenclatura panista, se piensa reelegir por Movimiento Ciudadano (partido político) que él patrocina en Durango. La ingobernabilidad manifiesta en Durango tiene su raíz al tener el gobierno disminuida capacidad en relación a las demandas de la sociedad -empleo, seguridad, justicia- que fomenta el conflicto social. Se manifiesta como ahora en la balcanización de grupos y partidos, se atomiza lo que de ordinario se conduce bajo un proyecto de desarrollo y un ideario político que impulsa el grupo en el poder sin desatender los criterios opuestos.
Lenin describió que la política es economía concentrada. Se despliega para resolver necesidades generales. Si en esta misión no se tiene proyecto a desarrollar, según Umberto Cerroni: la política sin proyecto se vuelve solo operación y maniobra. Es lo que presenciamos en el asunto de Enríquez Herrera. Sin cohonestar su falta cometida, es una práctica en cierto grado menor a las cotidianas en los gobierno de cualquier partido.
Quien de los candidatos y su partidos, o los periodistas amigos del gobierno tiene la calidad moral para fustigar la médico en sus excesos. Se puede medir y cuantifica los que las facciones del PRIAN en el Bicentenario hacen el favor de Salum, burda y vulgar técnica priista, y que lejos de ayudarle a Salum, lo perjudican en su reconocida presencia y aceptación de su perfil individual.
Los cambios y transparencia de López Obrador permiten actualizar la consigna del intelectual y político Luis Cabrera: “No los acusamos de pendejos, sino de corruptos”. Tampoco son muy listos.
Sin ánimo reduccionista, ni sacar del grande saco del contexto social o abusar del estructuralismo, sabemos que en política no hay espacios vacíos, a propósito la expresión de Gramsci: Admitiendo que hagamos bien nuestro trabajo político, no siempre se sabe para quién se trabaja. Al presidente municipal tal vez le sobraron asesores y le faltó humildad. No se puede precisar si venció por su habilidad o por la incapacidad del PAN-priismo del Bicentenario, o de las dos cosas.
Repasemos, contrario a lo que sucede en países desarrollados en alineación a las ideólogas redefinidas de la socialdemocracia o la derecha, en México no hay capacidad intelectual en los partidos y sus militantes, campea el pragmatismo, clientelismo y la aventura militante de un bando a otro. En tales circunstancias no se debió esperar de los diputados una decisión drástica como algunos esperaban. Si los legisladores sucumbieron al soborno, tal se murmura en el ambiente, tampoco sería algo extraordinario.
Si no hay ideología y debate, si al gobierno no le asiste capacidad de maniobra, la multa a Enríquez lógicamente obedeció a los cálculos electorales de los partidos, a quien le convenía que lo depusieran y a quien no. Stefan Zwieg afirmó que en política no hay lealtades sino circunstancias. Los legisladores y militantes de Morena, que no aceptan a Otoniel por ser de Derecha y expriista bajo la premisa de Gramsci no esclarecieron a quien beneficiaria en votos deponer al doctor.
El PAN, sin representación y padeciendo digresiones internas, más por el gobierno que su dirigencia, no significaron oposición a Enríquez en el Congreso.
El PRI, además que no le facilitaría nada a ningún competidor, no está para encaminar votos, al contrario por ellos ruega, y no iba a distraer a sus adversarios en sus pugnas. Se aventura la versión de que le PRI negoció meses atrás impunidad del Ayuntamiento para Esteban Villarreal.
Los que sí votaron contra Enríquez fue el Partido del Trabajo por diferencias irreconciliables de Gonzalo Yáñez con Enríquez, al menos por ahora sí no atenemos a las circunstancias cambiantes y no a lealtades.
Enríquez ha ganado adeptos por su actitud desafiante al conservadurismo, es de iniciativa e imaginación social, aspectos que le han ayudado a sumar adeptos muy convencidos, al igual de aireados adversarios. Maneja bien la lógica de los riesgos y debe sacudirse algunos señalamientos si quiere mantener levantadas las velas en dirección del viento. Esto apenas empieza.