/ martes 2 de febrero de 2021

Percepción Ciudadana

Inician las campañas electorales con el estribillo fastidioso del INE en publicidad de que la democracia es emitir votos que ellos cuentan o dicen contar.

Difunden cientos de consejos para sufragar libremente, y nada hacen para sancionar la inducción al voto que previamente se realiza con dinero y en especie por gobiernos y partidos, un fraude que se trabaja semanas antes de las votaciones. Insisten que ellos cuidan la democracia o lo que ellos entienden por tal, una supuesta democracia en que los partidos gastan dinero púbico y propaganda sin ideas de contenido.

Al régimen y al sistema político le queda grande la definición de la democracia contenida en el art. 3.- constitucional. De las decenas de concepciones democráticas que existen me inclino sobre la prescrita en nuestra constitución, la de J. Meritan, y especialmente la definida por Pericles, el filosofo y orador de la Grecia antigua que 2400 AC predijo: “Nuestra administración pública favorece al mayoría y no a la minoría: por ello la llamamos democracia. Nuestras leyes ofrecen una justica equitativa a todos los hombres por igual, en sus querellas privadas, pero esto no significa que sean pasados por alto los derechos del mérito. Cuando un ciudadano se distingue por su valía, entonces se lo prefiere para las tareas públicas, no a manera de privilegio, sino de reconocimiento a sus virtudes”.

Con la premisa de estas tesis democráticas las traemos a manera de referencia para ir describiendo el proceso electoral que se dice será el más grande y muy importante, y quien gane la mayoría en la cámara de diputados podría determinar que se consolide la 4T, o la revierta la oposición.

Las campañas electorales se planean por los expertos en el mercado político en 5 o 6 áreas de atención, partidos, programas, candidatos, cuartos de guerra y estrategia mediática en propaganda.

Los partidos son las entidades políticas básicas, que de acuerdo con G. Hermet y B Badie, o el clásico Wright Mills, deben ser agentes de cambio o estabilidad social, con 4 elementos; Organización, doctrina, programa económico y interpretación histórica. Son los fundamentos de su quehacer político.

En México los partidos distan muchos de tales conceptos. Son organizaciones burocráticas dirigidas por camarillas, grupos que no ejercen ninguna acción política ni proselitismo. Cuidan las prerrogativas, el reparto de cuotas de empleos administrativos que conseguían según sus últimos resultados electorales, son comparsas y funcionales al gobierno en turno. La ideología como parte sustancial y distintiva de los partidos, que sustenta la doctrina de los partidos se perdió en el escenario electoral que es el único espacio en que se movilizan. Una doctrina, dijo el maestro Eduardo García Máynez, en su ética: Es un complejo orgánico de afirmaciones, argumentos, conclusiones y principios, es decir algo esencialmente dogmático. Si lo que constituye la esencia de los partidos es letra muerta e ideas ignoradas, nadie debe extrañarse de las alianzas del PRIAN o de Morena con el Partido Encuentro Solidario- los evangelistas- toda vez que desdicen su ideología con frivolidad o cinismo. Ni son el agua y el aceite, y sí son empresas de colocaciones dirigidos por gerencias burocráticas que simulan enarbolar causas de beneficio social, más en caso del PRIAN. De su composición, programas y abanderados hay mucho que cuestionar.

Inician las campañas electorales con el estribillo fastidioso del INE en publicidad de que la democracia es emitir votos que ellos cuentan o dicen contar.

Difunden cientos de consejos para sufragar libremente, y nada hacen para sancionar la inducción al voto que previamente se realiza con dinero y en especie por gobiernos y partidos, un fraude que se trabaja semanas antes de las votaciones. Insisten que ellos cuidan la democracia o lo que ellos entienden por tal, una supuesta democracia en que los partidos gastan dinero púbico y propaganda sin ideas de contenido.

Al régimen y al sistema político le queda grande la definición de la democracia contenida en el art. 3.- constitucional. De las decenas de concepciones democráticas que existen me inclino sobre la prescrita en nuestra constitución, la de J. Meritan, y especialmente la definida por Pericles, el filosofo y orador de la Grecia antigua que 2400 AC predijo: “Nuestra administración pública favorece al mayoría y no a la minoría: por ello la llamamos democracia. Nuestras leyes ofrecen una justica equitativa a todos los hombres por igual, en sus querellas privadas, pero esto no significa que sean pasados por alto los derechos del mérito. Cuando un ciudadano se distingue por su valía, entonces se lo prefiere para las tareas públicas, no a manera de privilegio, sino de reconocimiento a sus virtudes”.

Con la premisa de estas tesis democráticas las traemos a manera de referencia para ir describiendo el proceso electoral que se dice será el más grande y muy importante, y quien gane la mayoría en la cámara de diputados podría determinar que se consolide la 4T, o la revierta la oposición.

Las campañas electorales se planean por los expertos en el mercado político en 5 o 6 áreas de atención, partidos, programas, candidatos, cuartos de guerra y estrategia mediática en propaganda.

Los partidos son las entidades políticas básicas, que de acuerdo con G. Hermet y B Badie, o el clásico Wright Mills, deben ser agentes de cambio o estabilidad social, con 4 elementos; Organización, doctrina, programa económico y interpretación histórica. Son los fundamentos de su quehacer político.

En México los partidos distan muchos de tales conceptos. Son organizaciones burocráticas dirigidas por camarillas, grupos que no ejercen ninguna acción política ni proselitismo. Cuidan las prerrogativas, el reparto de cuotas de empleos administrativos que conseguían según sus últimos resultados electorales, son comparsas y funcionales al gobierno en turno. La ideología como parte sustancial y distintiva de los partidos, que sustenta la doctrina de los partidos se perdió en el escenario electoral que es el único espacio en que se movilizan. Una doctrina, dijo el maestro Eduardo García Máynez, en su ética: Es un complejo orgánico de afirmaciones, argumentos, conclusiones y principios, es decir algo esencialmente dogmático. Si lo que constituye la esencia de los partidos es letra muerta e ideas ignoradas, nadie debe extrañarse de las alianzas del PRIAN o de Morena con el Partido Encuentro Solidario- los evangelistas- toda vez que desdicen su ideología con frivolidad o cinismo. Ni son el agua y el aceite, y sí son empresas de colocaciones dirigidos por gerencias burocráticas que simulan enarbolar causas de beneficio social, más en caso del PRIAN. De su composición, programas y abanderados hay mucho que cuestionar.

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