Respetar las apariencias y los prejuicios públicos es una postura necesaria en la política, particularmente en la electoral. Una tesis Maurice Joly en su clásico Diálogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu. Afirmación que explica las dosis de realismo, demagogia e idealismo en el discurso político.
Las campañas electorales que son venta de esperanzas, deben ser foros, plataformas para candidatos y partidarios formulen planes y programas con base en su ideario económico y político. Aspectos teóricos relegados por la maniobra, la publicidad y el espectáculo en el proceso electoral.
Decíamos que la competencia de partidos dirigidos por camarillas burocráticas recaería en los candidatos y la credibilidad que lograran acreditar. Vimos actividades en busca del voto muy ordinarias, con poca crítica y alternativas al desempleo, corrupción, falta de crecimiento y seguridad. Abundaron los clichés y propósitos trillados. No se debatió el talón de Aquiles de Durango, su poca industria, economía agropecuaria rudimentaria o retrasada, junto a un sector de comercio y servicios distorsionado y dependiente de franquicias e inversiones foráneas. Una población que está siendo muy golpeada por la inflación creciente en precios altos de alimentos y bienes de consumo inmediato.
La monotonía en actos y la lógica de la rutina, no permitió variación y fueron cansinos. Predominio de publicidad y sin propaganda-que es política de críticas y alternativas- se recicló lo de siempre. Difusión en redes de internet, de ataques, antecedentes y datos de insolvencia social de los contrincantes que fueron señalados con datos y sin pruebas contundentes, sin argumentos y sin sostener las supuestas denuncias para enseguida olvidarse de ellas.
Publicidad de mítines o reuniones con videos y fotografías con auditorios encajonados para mostrar aglomeración, fotografías al nivel de las primeras filas para que no distinguiera el fondo. En supuesto análisis hubo reporteros que se molestaban por diferencias en las filas de Morena. Si hubo varias reuniones que tuvieron entusiasmo y espontaneidad en los convocados, en éstos se notó la experiencia de Estaban Villegas.
Permaneció la tendencia sobre los candidatos, los que no están de acuerdo con López Obrador versus los que lo apoyan. Hay porcentajes de encuestadoras serias, Massive Caller, Parametria, Abundis, Mitofsky o de publicaciones nacionales y otras. Se pueden aventurar inclinaciones en clases medias, populares y regiones, el voto de mujeres y jóvenes, especialmente la mujer que en cualquier ubicación y espacio ya decidió por quien va a votar, y lo hará con base en factores sociales que en el hombre son veleidosos. Difícil pero importante visualizar el único cambio que está dándose México, el de las mujeres en su lucha fuerte y discreta por una emancipación no estudiada ni comprendida.
Se esperaba que la candidata del cambio “verdadero”, de la 4T, más crítica y agudeza en pronunciamientos concretos contra la corrupción como el slogan permanente de López Obrador. El énfasis estuvo en los programas asistencialista en becas y pensiones del presidente, por encima de labores de convencimiento de partidarios, esa será la divisa. Si en el país la figura del presidente es única, invitar a subalternos disciplinados al máximo al cierre de campañas, no tiene caso.
No hubo variables como dicen los que saben, sucederá otra vez, llegará el ganador a cumplir compromisos contraídos con donadores, de grupos de presión y colaboradores de la campaña, por eso volverá a ser un obstáculo para la integración del equipo de trabajo con el coraje para eliminar las remoras del subdesarrollo que nos estigma.
