/ lunes 17 de enero de 2022

Por encima de intereses, Morena va

Es normal lo que estamos observando. Las acciones de los que ya están trabajando y las reacciones de los que quieren ponerles un freno.

Estos últimos movidos por la exhibición impúdica que hacen en los medios, sólo para manifestar que no están en condiciones de ver o pensar distinto, de lo que creían que ya era suyo. El tiempo que he vivido y la experiencia que éste me ha dado, he aprendido en cabeza ajena, que la pasión que despierta el poder, hace a unos ganar la tranquilidad fría, mientras a otros el fuego de su vanidad se las consume.

De ahí que nunca han adquirido la capacidad de aceptar lo que alrededor de su ego puede acontecer, porque se la pasan maquillándose frente al espejo que les hace el milagro de verse más bellos y de cuyo embeleso se desprende el juicio equivocado, de que Morena no puede ir ni pasar por encima de sus encantos y virtudes.

En esa tesitura, damos por hecho que la inconformidad que asaltó las instalaciones del Partido de Regeneración Nacional (Morena) su atención estaba absorbida en un área muy particular de su interés personal, que desafortunadamente no les permitió advertir acontecimientos no esperados, pese a que se pronunciaban ahí donde todos estaban mirando, pero no observando y esa fue su debilidad.

Se distrajeron demasiado, viendo y analizando las variables de las encuestas, donde se ha demostrado que por encima del interés del partido, campeaba el propio y ahora los imitan y siguen quienes creen, que bajo el empuje de la presión echarán abajo un proyecto que no sólo se ha posicionado, sino que va creciendo, porque la convicción de los verdaderos morenistas no se finca en las dirigencias ni en los edificios, sino en la esencia de la 4T, que desafortunadamente poco valoran aquellos que a sus costillas a fuerza quieren ser reyes.

Y ahí se encuentran los que son y los que quieren ser. Los traidores y los que se sienten traicionados. Los engañadores y los que se sienten engañados. En fin, el círculo vicioso ha adquirido grandes dimensiones, donde “los ofendidos” han hecho de todo, hasta llegar al extremo de tomar la sede del partido, con el propósito de presionar a las instancias superiores a que descarrilen la candidatura de Marina Vitela.

Al enfocar sus baterías sobre el edificio que alberga las oficinas de Morena, consideran que es una gran proeza, lo que para otros tal vez sea un atropello, pero para la mayoría ni una cosa ni otra, dado que les queda claro que en el caso que nos ocupa, el edificio no es el partido y pueden quedárselo si la venia de sus asesores así lo determina.

Tampoco los liderazgos podrían arrogarse dicha categoría, ya que esta vez parece que sus oponentes están actuando bajo dicha confusión, coptándolos y agrediéndolos de palabra, con el propósito de dividir y desprestigiar a la institución, sin tomar en cuenta que ésta se sustenta en la convicción de aquellos que en las urnas legitimarán a sus representantes, donde jamás serían aquellos que nunca han sido soldados de la causa y que de buenas a primeras quieren ser los generales.

Para los asaltantes del edificio, sin duda que debe ser muy difícil controlar su desesperación, porque están convencidos que es “ahora o nunca”. De ahí que no están dispuestos a encoger su ego ni a reconocer que muchos que aclamaban su nombre ya no lo hacen. Se equivocan cuando creen que con acciones violentas van a recuperar el brillo de estrellas que han perdido. Se equivocan cuando creen que exhibir la poca inteligencia de sus interlocutores oculta o despista la propia.

Ojalá la experiencia equivocada que han decidido montar, los provea del suficiente olfato político, para que sepan hasta donde empujar su movimiento y cuando soltarlo; porque queda muy claro que el boquete que intentan provocarle a la institución, el apretón y arrinconada a los dirigentes, no son las herramientas adecuadas, ya que esto puede anticiparles el descontón que con ellas pretenden evitar.

Es normal lo que estamos observando. Las acciones de los que ya están trabajando y las reacciones de los que quieren ponerles un freno.

Estos últimos movidos por la exhibición impúdica que hacen en los medios, sólo para manifestar que no están en condiciones de ver o pensar distinto, de lo que creían que ya era suyo. El tiempo que he vivido y la experiencia que éste me ha dado, he aprendido en cabeza ajena, que la pasión que despierta el poder, hace a unos ganar la tranquilidad fría, mientras a otros el fuego de su vanidad se las consume.

De ahí que nunca han adquirido la capacidad de aceptar lo que alrededor de su ego puede acontecer, porque se la pasan maquillándose frente al espejo que les hace el milagro de verse más bellos y de cuyo embeleso se desprende el juicio equivocado, de que Morena no puede ir ni pasar por encima de sus encantos y virtudes.

En esa tesitura, damos por hecho que la inconformidad que asaltó las instalaciones del Partido de Regeneración Nacional (Morena) su atención estaba absorbida en un área muy particular de su interés personal, que desafortunadamente no les permitió advertir acontecimientos no esperados, pese a que se pronunciaban ahí donde todos estaban mirando, pero no observando y esa fue su debilidad.

Se distrajeron demasiado, viendo y analizando las variables de las encuestas, donde se ha demostrado que por encima del interés del partido, campeaba el propio y ahora los imitan y siguen quienes creen, que bajo el empuje de la presión echarán abajo un proyecto que no sólo se ha posicionado, sino que va creciendo, porque la convicción de los verdaderos morenistas no se finca en las dirigencias ni en los edificios, sino en la esencia de la 4T, que desafortunadamente poco valoran aquellos que a sus costillas a fuerza quieren ser reyes.

Y ahí se encuentran los que son y los que quieren ser. Los traidores y los que se sienten traicionados. Los engañadores y los que se sienten engañados. En fin, el círculo vicioso ha adquirido grandes dimensiones, donde “los ofendidos” han hecho de todo, hasta llegar al extremo de tomar la sede del partido, con el propósito de presionar a las instancias superiores a que descarrilen la candidatura de Marina Vitela.

Al enfocar sus baterías sobre el edificio que alberga las oficinas de Morena, consideran que es una gran proeza, lo que para otros tal vez sea un atropello, pero para la mayoría ni una cosa ni otra, dado que les queda claro que en el caso que nos ocupa, el edificio no es el partido y pueden quedárselo si la venia de sus asesores así lo determina.

Tampoco los liderazgos podrían arrogarse dicha categoría, ya que esta vez parece que sus oponentes están actuando bajo dicha confusión, coptándolos y agrediéndolos de palabra, con el propósito de dividir y desprestigiar a la institución, sin tomar en cuenta que ésta se sustenta en la convicción de aquellos que en las urnas legitimarán a sus representantes, donde jamás serían aquellos que nunca han sido soldados de la causa y que de buenas a primeras quieren ser los generales.

Para los asaltantes del edificio, sin duda que debe ser muy difícil controlar su desesperación, porque están convencidos que es “ahora o nunca”. De ahí que no están dispuestos a encoger su ego ni a reconocer que muchos que aclamaban su nombre ya no lo hacen. Se equivocan cuando creen que con acciones violentas van a recuperar el brillo de estrellas que han perdido. Se equivocan cuando creen que exhibir la poca inteligencia de sus interlocutores oculta o despista la propia.

Ojalá la experiencia equivocada que han decidido montar, los provea del suficiente olfato político, para que sepan hasta donde empujar su movimiento y cuando soltarlo; porque queda muy claro que el boquete que intentan provocarle a la institución, el apretón y arrinconada a los dirigentes, no son las herramientas adecuadas, ya que esto puede anticiparles el descontón que con ellas pretenden evitar.