/ domingo 26 de enero de 2020

Por qué los líderes se resisten tanto a democratizar al SNTE?

Será porque ahora menos que nunca tienen posibilidades de mantenerse en el poder. De ahí la brillante idea de elaborar urgentemente un reglamento de elecciones magistralmente arropado por el dolo, para intentar burlar la ley y que ésta no cuestione la permanencia fraudulenta de Alfonso Cepeda en la dirigencia nacional del SNTE.

Pero la pregunta martilla más mi cabeza, cuando leo dicho reglamento, que sin ningún recato de dignidad se aventara a su medida Alfonso Cepeda, con el afán perverso de nombrar las directivas seccionales al viejo estilo, donde se simula un matiz democrático, pero dirigido y orquestado desde arriba y sin tocar ni con el pétalo de una rosa, el relevo de su nefando liderazgo, que debiera empezar por ahí.

Sin duda que dicha iniciativa carece de legitimidad, como fue el caso de la mal llamada reforma educativa y que ahora intentan repetir, pese al fracaso que en esa pésima experiencia obtuvieron. Pero es tanta su desesperación que no reparan en el recuento de los daños que le generaron al magisterio y que ahora en aras de continuar en el poder, no tienen empacho en querer aplicarle la misma dosis, pensando que esta vez si la debe digerir.

Huérfanos de la línea presidencial, ahora intentan inventarse los padrastros necesarios y qué mejor remedo que el de un reglamento que tienda a centralizar y a contrarrestar los mandatos de la normatividad federal, sin importarles exhibir la crisis severa que padecen de legitimidad, donde su dinámica ha sido trazar sólo una línea de corrupción en el ejercicio de los comités seccionales y ahora con semejante puntada, pretenden instruir descaradamente el sentido que debe seguir su renovación.

Por supuesto que el mandato de la ley no es opcional, por lo tanto su aplicación es obligatoria y no está supeditada a que los intereses de una camarilla la desvíen, mediante ocurrencias ad hoc a su estancia ilegítima, que no tiene otra idea más que manchar los lineamientos de la 4ta. Transformación, de la que cínicamente dicen ser aliados, pero basta observar sus ensayos de marrullerías para descalificarlos como tales.

La lucha por el poder sindical es perfectamente legítima y las mayorías deben decidir libremente por quien debe representarlos. Pero parece que esta coyuntura tan importante para los docentes, dicho precepto tiende a ser minimizado, al no respetarse los procesos deliberativos, de participación y de inclusión de las bases.

De ahí que sea un sinsentido, para decir lo menos, al intentar imponer una particular visión de democracia envuelta desde arriba, para seguir favoreciendo los perfiles más desafortunados y corruptos que han dado al traste con el prestigio de la organización.

Este tipo de acciones de intervencionismo se parece a la promoción de la democracia dirigida y maiceada, con el sello y afrenta de un líder nacional espurio y golpista como Alfonso Cepeda, que no ha medido las consecuencias de que al imponer su idea, el resultado puede tornarse desastroso, ya que su liderazgo está prendido con alfileres y el impulsor de la democracia no le guarda ninguna red de seguridad.

Si se está exigiendo la democratización del SNTE, es porque adolece de grandes vicios antidemocráticos y de manipulación. De ahí que resulta un absurdo que dichos males los pueda exterminar quien los ha generado. Por eso es importante que los docentes estén alertas y no caigan en la trampa de un reglamento fraudulento, que a todas luces tiende a desvirtuar el derecho que la nueva ley les otorga.

Por eso, es urgente que demos vuelta a la página, aunque estos pillos insistan que sigamos leyendo la misma, porque Juan Cepeda y su séquito no quieren irse y el deseo de las bases es ponerlos de patitas en la calle. Pero se resisten, porque no es tan fácil acostumbrarse de la noche a la mañana, a vivir sin la gallina de los huevos de oro, la que se empecinan en conservar en su poder, jugándosela a la mala, en un remedo de reglamento cargado de trampas y marrullerías.

Dicho de otro modo, el catecismo de los males que ya está generando la inconformidad de muchos grupos por la forma tan artera y ventajosa de su elaboración. Y más, cuando en dicho contenido Alfonso no plantea la urgencia de su salida; pero en consecuencia y pese a su perversidad la refuerza.

Ante la creciente oposición a su mandato espurio, éste se atrinchera con quienes con frecuencia se han comportado como sus cómplices y sicarios de oficio, a los que ahora pretende perpetuar, bajo la maniobra burda de una reglamentación, que a todas luces limita el derecho a decidir libremente, importándole poco el esfuerzo que el maestro ha invertido para conseguirlo.

Los nuevos tiempos nos obligan a cambiar la historia, pero Alfonso Cepeda insiste que él se adelantó a ese cambio y que ahora le toca decidir de arriba hacia abajo, las reglas que deben llenar los procesos internos del SNTE, lo que nos obliga a pensar, que con todas sus argucias pretende mantener al sindicato aislado de los lineamientos legales superiores, justificando el mérito en la tan llevada y traída autonomía, que nunca defendió, cuando Peña la sobornó con el fajo de millones que él y De la Torre se embolsaron.

En pocas palabras, Alfonso Cepeda ha encarnado la corrupción, el oportunismo, la oposición a la democracia, la soberbia, la ostentación y muchos otros vicios inherentes a la usurpación.

También debe destacarse que con dicha actitud de reglamentar a su modo, está desafiando la voluntad emancipadora de los agremiados, porque hay un mensaje implícito que simula la transición al cambio, pero sin mover las piezas que convienen a su juego.

Sin duda, que el seudolíder, no se ha medido en elaborar las reglas a manera de madruguete, siguiendo el mismo esquema de su asalto al poder, ya que en éstas intenta infringir las leyes superiores vigentes, que obligan a todos los actores de las instituciones sindicales a acogerse a ellas.

Sin embargo, éste intenta hacer todo lo contrario, evidenciándose a través de esa cortina de humo, que no logra cubrir sus negras intenciones de mantenerse en el poder, el cual no obtuvo por el voto universal y secreto de los maestros, sino el de una maquinaria de apoyos inconfesables que a la mala abrazó su causa.

Con dichos antecedentes, esta perla negra de la usurpación, no puede presumir que el cargo de secretario general del Comité Ejecutivo Nacional del SNTE lo haya heredado por la vía democrática. Tampoco existe en su currícula algo que lleve a suponer una hazaña digna que sea capaz de justificar semejante ambición. La robusta masa de poder que ostenta no la obtuvo defendiendo a los maestros. Suman muchas decenas de víctimas de su presunto comportamiento corrupto y que ahora con el agravio a flor de piel, aguardan la oportunidad para cobrar venganza.

Será porque ahora menos que nunca tienen posibilidades de mantenerse en el poder. De ahí la brillante idea de elaborar urgentemente un reglamento de elecciones magistralmente arropado por el dolo, para intentar burlar la ley y que ésta no cuestione la permanencia fraudulenta de Alfonso Cepeda en la dirigencia nacional del SNTE.

Pero la pregunta martilla más mi cabeza, cuando leo dicho reglamento, que sin ningún recato de dignidad se aventara a su medida Alfonso Cepeda, con el afán perverso de nombrar las directivas seccionales al viejo estilo, donde se simula un matiz democrático, pero dirigido y orquestado desde arriba y sin tocar ni con el pétalo de una rosa, el relevo de su nefando liderazgo, que debiera empezar por ahí.

Sin duda que dicha iniciativa carece de legitimidad, como fue el caso de la mal llamada reforma educativa y que ahora intentan repetir, pese al fracaso que en esa pésima experiencia obtuvieron. Pero es tanta su desesperación que no reparan en el recuento de los daños que le generaron al magisterio y que ahora en aras de continuar en el poder, no tienen empacho en querer aplicarle la misma dosis, pensando que esta vez si la debe digerir.

Huérfanos de la línea presidencial, ahora intentan inventarse los padrastros necesarios y qué mejor remedo que el de un reglamento que tienda a centralizar y a contrarrestar los mandatos de la normatividad federal, sin importarles exhibir la crisis severa que padecen de legitimidad, donde su dinámica ha sido trazar sólo una línea de corrupción en el ejercicio de los comités seccionales y ahora con semejante puntada, pretenden instruir descaradamente el sentido que debe seguir su renovación.

Por supuesto que el mandato de la ley no es opcional, por lo tanto su aplicación es obligatoria y no está supeditada a que los intereses de una camarilla la desvíen, mediante ocurrencias ad hoc a su estancia ilegítima, que no tiene otra idea más que manchar los lineamientos de la 4ta. Transformación, de la que cínicamente dicen ser aliados, pero basta observar sus ensayos de marrullerías para descalificarlos como tales.

La lucha por el poder sindical es perfectamente legítima y las mayorías deben decidir libremente por quien debe representarlos. Pero parece que esta coyuntura tan importante para los docentes, dicho precepto tiende a ser minimizado, al no respetarse los procesos deliberativos, de participación y de inclusión de las bases.

De ahí que sea un sinsentido, para decir lo menos, al intentar imponer una particular visión de democracia envuelta desde arriba, para seguir favoreciendo los perfiles más desafortunados y corruptos que han dado al traste con el prestigio de la organización.

Este tipo de acciones de intervencionismo se parece a la promoción de la democracia dirigida y maiceada, con el sello y afrenta de un líder nacional espurio y golpista como Alfonso Cepeda, que no ha medido las consecuencias de que al imponer su idea, el resultado puede tornarse desastroso, ya que su liderazgo está prendido con alfileres y el impulsor de la democracia no le guarda ninguna red de seguridad.

Si se está exigiendo la democratización del SNTE, es porque adolece de grandes vicios antidemocráticos y de manipulación. De ahí que resulta un absurdo que dichos males los pueda exterminar quien los ha generado. Por eso es importante que los docentes estén alertas y no caigan en la trampa de un reglamento fraudulento, que a todas luces tiende a desvirtuar el derecho que la nueva ley les otorga.

Por eso, es urgente que demos vuelta a la página, aunque estos pillos insistan que sigamos leyendo la misma, porque Juan Cepeda y su séquito no quieren irse y el deseo de las bases es ponerlos de patitas en la calle. Pero se resisten, porque no es tan fácil acostumbrarse de la noche a la mañana, a vivir sin la gallina de los huevos de oro, la que se empecinan en conservar en su poder, jugándosela a la mala, en un remedo de reglamento cargado de trampas y marrullerías.

Dicho de otro modo, el catecismo de los males que ya está generando la inconformidad de muchos grupos por la forma tan artera y ventajosa de su elaboración. Y más, cuando en dicho contenido Alfonso no plantea la urgencia de su salida; pero en consecuencia y pese a su perversidad la refuerza.

Ante la creciente oposición a su mandato espurio, éste se atrinchera con quienes con frecuencia se han comportado como sus cómplices y sicarios de oficio, a los que ahora pretende perpetuar, bajo la maniobra burda de una reglamentación, que a todas luces limita el derecho a decidir libremente, importándole poco el esfuerzo que el maestro ha invertido para conseguirlo.

Los nuevos tiempos nos obligan a cambiar la historia, pero Alfonso Cepeda insiste que él se adelantó a ese cambio y que ahora le toca decidir de arriba hacia abajo, las reglas que deben llenar los procesos internos del SNTE, lo que nos obliga a pensar, que con todas sus argucias pretende mantener al sindicato aislado de los lineamientos legales superiores, justificando el mérito en la tan llevada y traída autonomía, que nunca defendió, cuando Peña la sobornó con el fajo de millones que él y De la Torre se embolsaron.

En pocas palabras, Alfonso Cepeda ha encarnado la corrupción, el oportunismo, la oposición a la democracia, la soberbia, la ostentación y muchos otros vicios inherentes a la usurpación.

También debe destacarse que con dicha actitud de reglamentar a su modo, está desafiando la voluntad emancipadora de los agremiados, porque hay un mensaje implícito que simula la transición al cambio, pero sin mover las piezas que convienen a su juego.

Sin duda, que el seudolíder, no se ha medido en elaborar las reglas a manera de madruguete, siguiendo el mismo esquema de su asalto al poder, ya que en éstas intenta infringir las leyes superiores vigentes, que obligan a todos los actores de las instituciones sindicales a acogerse a ellas.

Sin embargo, éste intenta hacer todo lo contrario, evidenciándose a través de esa cortina de humo, que no logra cubrir sus negras intenciones de mantenerse en el poder, el cual no obtuvo por el voto universal y secreto de los maestros, sino el de una maquinaria de apoyos inconfesables que a la mala abrazó su causa.

Con dichos antecedentes, esta perla negra de la usurpación, no puede presumir que el cargo de secretario general del Comité Ejecutivo Nacional del SNTE lo haya heredado por la vía democrática. Tampoco existe en su currícula algo que lleve a suponer una hazaña digna que sea capaz de justificar semejante ambición. La robusta masa de poder que ostenta no la obtuvo defendiendo a los maestros. Suman muchas decenas de víctimas de su presunto comportamiento corrupto y que ahora con el agravio a flor de piel, aguardan la oportunidad para cobrar venganza.