/ sábado 6 de noviembre de 2021

Por una Constitución de la Tierra

En ocasión del II Congreso Internacional y IX Seminario Internacional de Derechos Humanos y Cultura Constitucional que tuvo verificativo los pasados días 25 a 29 de octubre, estuvo presente el eminente profesor italiano Luigi Ferrajoli como recipiendario del “Reconocimiento a la Trayectoria Jurídica, Constitucional y de Derechos Humanos (Primera Edición)”, a manera de homenaje y tributo en vida por sus grandísimas aportaciones a la vida pública en todo el planeta.

El evento fue organizado por instituciones como la Universidad Juárez del Estado de Durango -a través del Instituto de Investigaciones Jurídicas, el Cuerpo Académico Consolidado “Aspectos Constitucionales en la Reforma del Estado Mexicano” y el Grupo Disciplinar de Investigación “Democracia Constitucional, Transformaciones Sociales, Libertades y Derechos”-, la Universidad de Castilla-La Mancha, España, la Universidad de Antioquia, Colombia, la Universidad Autónoma de Coahuila, la Universidad Autónoma del Estado de México, el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana, el Tribunal Electoral del Estado de Durango, el Gobierno del Estado de Durango, el H. Congreso del Estado de Durango, el Poder Judicial del Estado, el Colegio de Jueces y la Barra Mexicana, Colegio de Abogados de Durango.

Además de recibir el galardón referido, tuvimos la fortuna de que el profesor Ferrajoli dictara una conferencia magistral con la brillantez y excelencia que lo caracteriza. Se trató de un acontecimiento sumamente significativo, pues pocas veces se tiene la oportunidad de escuchar de viva voz a un intelectual de la envergadura de Ferrajoli, quien quizá sea el jurista vivo más relevante de nuestra generación.

Dicha disertación versó sobre la necesidad y la urgencia, ante las emergencias globales de las que depende el futuro de la humanidad -como son las pandemias, el calentamiento global, la amenaza nuclear, el aumento de las desigualdades y las violaciones masivas de los derechos humanos-, de una ampliación de la constitucionalidad, la cual vaya más allá del Estado: es decir, la perspectiva de una Constitución de la Tierra capaz de imponer límites y coacciones a los poderes salvajes de los Estados soberanos y los mercados globales.

El profesor Ferrajoli ya ha señalado con anterioridad la imperiosa necesidad de contar con esa Constitución de la Tierra, defendiendo el requerimiento ineludible de que existan no únicamente cartas constitucionales de bienes fundamentales sino además una “Carta internacional de los bienes fundamentales”, a manera de esa Constitución de la Tierra ya referida.

Incluso, ha dicho que su “íncipit”, parafraseando al de la Carta de las Naciones Unidas, pudiera ser: “Nosotros, pueblos de las Naciones Unidas, decididos a salvar a las futuras generaciones del flagelo de un desarrollo industrial insostenible, que en el curso de esta generación ha traído indecibles devastaciones a nuestro planeta Tierra, acordamos lo siguiente…”.

Y es que aspectos como el medio ambiente, el agua, los bosques o el aire forman parte de esos bienes fundamentales que, dicho en otros términos, se configuran como parte de un contrato entre generaciones. De la misma forma, y haciendo uso de otra categoría a la que Ferrajoli le ha dedicado decenas de páginas, el desarrollo en su esfera industrial ha supeditado a las demás, a causa de la expoliación planetaria perpetrada históricamente por los “poderes salvajes”. Es algo de lo que, en definitiva, depende nuestro futuro.

En ocasión del II Congreso Internacional y IX Seminario Internacional de Derechos Humanos y Cultura Constitucional que tuvo verificativo los pasados días 25 a 29 de octubre, estuvo presente el eminente profesor italiano Luigi Ferrajoli como recipiendario del “Reconocimiento a la Trayectoria Jurídica, Constitucional y de Derechos Humanos (Primera Edición)”, a manera de homenaje y tributo en vida por sus grandísimas aportaciones a la vida pública en todo el planeta.

El evento fue organizado por instituciones como la Universidad Juárez del Estado de Durango -a través del Instituto de Investigaciones Jurídicas, el Cuerpo Académico Consolidado “Aspectos Constitucionales en la Reforma del Estado Mexicano” y el Grupo Disciplinar de Investigación “Democracia Constitucional, Transformaciones Sociales, Libertades y Derechos”-, la Universidad de Castilla-La Mancha, España, la Universidad de Antioquia, Colombia, la Universidad Autónoma de Coahuila, la Universidad Autónoma del Estado de México, el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana, el Tribunal Electoral del Estado de Durango, el Gobierno del Estado de Durango, el H. Congreso del Estado de Durango, el Poder Judicial del Estado, el Colegio de Jueces y la Barra Mexicana, Colegio de Abogados de Durango.

Además de recibir el galardón referido, tuvimos la fortuna de que el profesor Ferrajoli dictara una conferencia magistral con la brillantez y excelencia que lo caracteriza. Se trató de un acontecimiento sumamente significativo, pues pocas veces se tiene la oportunidad de escuchar de viva voz a un intelectual de la envergadura de Ferrajoli, quien quizá sea el jurista vivo más relevante de nuestra generación.

Dicha disertación versó sobre la necesidad y la urgencia, ante las emergencias globales de las que depende el futuro de la humanidad -como son las pandemias, el calentamiento global, la amenaza nuclear, el aumento de las desigualdades y las violaciones masivas de los derechos humanos-, de una ampliación de la constitucionalidad, la cual vaya más allá del Estado: es decir, la perspectiva de una Constitución de la Tierra capaz de imponer límites y coacciones a los poderes salvajes de los Estados soberanos y los mercados globales.

El profesor Ferrajoli ya ha señalado con anterioridad la imperiosa necesidad de contar con esa Constitución de la Tierra, defendiendo el requerimiento ineludible de que existan no únicamente cartas constitucionales de bienes fundamentales sino además una “Carta internacional de los bienes fundamentales”, a manera de esa Constitución de la Tierra ya referida.

Incluso, ha dicho que su “íncipit”, parafraseando al de la Carta de las Naciones Unidas, pudiera ser: “Nosotros, pueblos de las Naciones Unidas, decididos a salvar a las futuras generaciones del flagelo de un desarrollo industrial insostenible, que en el curso de esta generación ha traído indecibles devastaciones a nuestro planeta Tierra, acordamos lo siguiente…”.

Y es que aspectos como el medio ambiente, el agua, los bosques o el aire forman parte de esos bienes fundamentales que, dicho en otros términos, se configuran como parte de un contrato entre generaciones. De la misma forma, y haciendo uso de otra categoría a la que Ferrajoli le ha dedicado decenas de páginas, el desarrollo en su esfera industrial ha supeditado a las demás, a causa de la expoliación planetaria perpetrada históricamente por los “poderes salvajes”. Es algo de lo que, en definitiva, depende nuestro futuro.